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La mujer y la familia al final del milenio. Perspectivas bioeticas

Dra. Ma. de la Luz Casas Martínez.
Maestra en Bioética. Escuela de Medicina. Universidad Panamericana.

La mujer desempeña un papel protagónico en el proceso de desarrollo y es sujeto fundamental del mismo, la mujer no es beneficiaria pasiva del progreso, por el contrario, es promotora estratégica de este plan, del desarrollo económico social, de los avances democráticos, de la transmisión de la cultura y los valores en la sociedad.

La Constitución Política de nuestro país establece en su artículo 4° la plena igualdad jurídica entre el hombre y la mujer. No obstante, la realidad cotidiana dista de reflejar esta propuesta. La desigualdad entre hombres y mujeres ocurre tanto en el ámbito familiar como social y público, lo que constituye una situación de desventaja.

Desde el siglo pasado los movimientos feministas por el voto y la igualdad femenina han ido progresando tanto en objetivos como en estrategias y así podemos constatar cómo a raíz de las Conferencias Internacionales sobre la Mujer, se han introducido nuevos conceptos como el de “perspectiva de género”, “Equidad de género”, “enfoque de género”, términos que han sido incorporados a los programas oficiales mundiales, incluyendo el Sector Salud y Educativo Mexicano. Las propuestas provienen fundamentalmente de Organizaciones no Gubernamentales expuestas en la VI Conferencia Regional sobre la Integración de la Mujer en el Desarrollo Económico y Social de América Latina y el Caribe, organizada por CEPAL y ratificada en la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer en China 1995 convocada por la ONU.

El enfoque de género parte de tres premisas fundamentales:

1ª. La diferencia biológica entre hombres y mujeres ha sido utilizada para fundamentar diferencias socioeconómicas que ocasionan desigualdad, especialmente en el área reproductiva.

2ª. La causa principal de esta desigualdad es jerárquica y esta basada en la supuesta supremacía de los hombres sobre las mujeres.

3ª. Las diferencias entre hombres y mujeres responden solamente a una estructura cultural, social y psicológica independiente de las condiciones biológicas.

Género como definición y perspectiva.

Ya desde hacía años, antes de la Conferencia, el término "género" había sido usado por grupos feministas en sus discursos, como vemos a continuación en palabras de Judith Butler, directora de Gay and Lesbian Human Rights Comission:

“El género es una construcción cultural, por consiguiente no es ni resultado casual del sexo ni tan aparentemente fijo como el sexo… al teorizar que el género es una construcción radicalmente independiente del sexo, el género mismo viene a ser un artificio libre de ataduras; en consecuencia hombre y masculino podrían significar tanto un cuerpo femenino como uno masculino; mujer y femenino, tanto un cuerpo masculino como uno femenino”

Simone de Beauvoir, filósofa de la liberación femenina, afirma:

“No se nace mujer; se hace. Ningún destino biológico, psíquico, económico, define la figura que reviste dentro de la sociedad la hembra humana; es el conjunto de la sociedad el que elabora ese producto intermedio entre el macho y el castrado que es calificado como femenino, solo la mediación del otro puede construir a un individuo como otro". Y continúa:

"Hay que rechazar la sexualidad como naturaleza. Hay que superar esa institucionalización del amor que vincula a la mujer con el sexo, la maternidad, el hogar. Es menester que haya parejas libres, madres libres, libertad económica para la mujer… el encuentro de los sexos en un nivel de igualdad plena será únicamente el encuentro de dos libertades”.

Otra parte de esta fundamentación se encuentra en las obras de Engels quien escribe:

“El primer antagonismo de clases de la historia coincide con el desarrollo del antagonismo entre hombre y mujer unidos en matrimonio monógamo, y la primera opresión de una clase por otra, con la del sexo femenino por el masculino”.

La postura es retomada por Firestone, líder feminista en épocas recientes:

“Se requiere que la clase subyugada se alce en revolución y se apodere del control de la reproducción; se restaure la propiedad sobre su propio cuerpo, como también el control femenino sobre la fertilidad, incluyendo las nuevas tecnologías la meta no solo es el privilegio económico... sino de la distinción de sexos misma: las diferencias genitales entre los seres humanos ya no importarán culturalmente”.

La repercusión que estos conceptos tienen operativamente en los programas institucionales son de suma importancia para la actual futura generación humana, pues implica una revolución sexual muy profunda: abolición de la maternidad y de la familia monogámica; atribución de sentidos múltiples a la palabra "familia" como la monoparental masculina o femenina, "familia" proveniente de manipulaciones biológicas diversas, aceptación de modalidades de prácticas sexuales, "padre" biológico o no progenitor, "madre" biológica o portadora, etc., todos los casos imaginables son considerados en los documentos de la ONU.

Del feminismo al generismo.

De lo anteriormente expuesto puede concluirse que existe a la fecha una importante diferencia entre las estrategias propuestas por los grupos feministas originales y un nuevo grupo, que promueve como fundamental la postura de género, las posturas tienen una diferencia significativa que pueden aclararse en la definición de Hoff:

“El feminismo de equidad es la creencia en la igualdad legal y moral de los sexos... el feminismo de género es una ideología que pretende que la mujer esta presa en un sistema patriarcal opresivo”.

Como puede apreciarse ambos conceptos llevan implícitas estrategias diferentes. La Plataforma de Acción de estos conceptos fue aceptada incondicionalmente por México e incorporada a sus programas oficiales.

Condición femenina en México.

En México la población femenina representa más del 50% de los 100 millones de habitantes. De ese total las menores de 15 años suman 16.2 millones. Uno de los objetivos primarios del Plan Nacional de Desarrollo 1995-2000, acorde a la postura de género, ha sido el promover la participación plena de las mujeres en los ámbitos económicos, social, políticos y culturales del país en relación de igualdad con el hombre.

Educación en la mujer: La educación sobresale como un factor estratégico para lograr su participación plena, fortalecer la autoestima y superación personal, este beneficio repercute no solo en la mujer, sino en sus hijos y su familia. Actualmente 15% de la población femenina no sabe leer ni escribir, el analfabetismo es más frecuente en la mujer, especialmente en entidades federativas más pobres. La brecha en la matrícula escolar entre hombre y mujer a nivel primario ha disminuido últimamente y también se ha incrementado la educación superior, ya que estudian 82 mujeres por cada 100 hombres a nivel licenciatura y 64 por cada 100 hombres en postgrado.

Participación económica de la mujer: Esta ha crecido en los últimos 25 años, la tasa ha aumentado especialmente en mujeres casadas como estrategia de elevación de ingresos familiares. Se estima que el 50% de empleos informales, incluyendo ayuda doméstica, es de mujeres, mientras que las mujeres empresarias solamente representan el 8.3% de este gremio. El ingreso principal familiar es el femenino en uno de cada cinco hogares y la mujer es la única proveedora en uno de cada diez. El trabajo remunerado junto con las labores del hogar es a la fecha una actividad creciente en la perspectiva de la mujer. Aún en igualdad de condiciones de trabajo, la mujer es menos remunerada que el hombre:

Familia y mujer: La familia mexicana es fuente de valores, promoción de cultura y tradiciones. La mujer representa un papel fundamental en la integración familiar, formación y socialización de los hijos. La familia mexicana no es un espacio homogéneo, pues presenta algunos cambios según las regiones, espacios culturales rurales y urbanos, grupos étnicos y sector social de pertenencia. Los cambios más importantes en la composición de la familia es el descenso de su tamaño medio que pasó de 5.3 a 4.7 personas de 1970 a 92. Se han incrementado los hogares monoparentales y los de jefatura solamente femenina, constituyendo el 30% de ellos en el primer caso y casi el 20% en el segundo. No obstante, las familias mexicanas se sustentan, en su mayoría, en el matrimonio y las parejas viven cierta estabilidad aunque se observa una creciente demanda de divorcios. En la familia se definen obligaciones, responsabilidades y normas culturales.

Violencia contra la mujer: Se considera que por razón de su sexo la mujer es receptora de agresión física, psicológica o sexual, tanto en el ámbito familiar, social o laboral. Diversos estudios indican que ello proviene de la idea de superioridad el hombre sobre la mujer, lo que ha reforzado la impunidad. En este caso se han creado las agencias de Delitos contra la Integridad Sexual y las Agencias de Delitos Sexuales con Centros de Apoyo a la Mujer.

Mujer y salud: La esperanza de vida ha aumentado en México desde 1930, aunque el enfoque de género se refiere prioritariamente a la Salud Sexual y Reproductiva, la salud de la mujer reclama atención especial en cada etapa de su vida. Las causas de muerte en mujeres de 15 a 64 años en 1992 son: tumores malignos, enfermedades del corazón, diabetes y lesiones.

La familia como célula básica de la sociedad.

La familia continúa siendo considerada como la célula natural y básica de la sociedad. A partir de la época de los sesenta, con las aportaciones de la Teoría General de Sistemas de Von Bertalanffy en 1968, la familia ha sido entendida como una unidad, inserta y relacionada con estructuras complejas que realiza funciones específicas y necesarias para la satisfacción de las necesidades de sus miembros, siendo así una unidad vital de desarrollo humano.

El ser humano en forma natural se vincula a la relación de pareja masculino/femenina, a través de su sexualidad, la sexualidad humana tiene necesidades biológicas de subsistencia, como especie sexuada. Pero más allá de las necesidades biológicas, existen necesidades propiamente humanas, las cuales se cumplen en la familia y que refiriéndonos a Fromm son privativas de nuestra especie.

Para el adecuado desarrollo psicosexual, los diversos autores citan a la familia nuclear como referencia, por lo que habrá que analizarse, a la luz de la realidad, las diversas concepciones actuales de familia para enmarcar en forma objetiva tal problemática.

La conformación de la familia biológica esta relacionada a la consanguinidad y desde el punto de vista legal, se vuelve a retomar esta referencia en forma primaria, ampliándose al reconocimiento explícito de paternidad y filiación. La funcionalidad de los conceptos de “nuevas formas de familia” deben de ajustarse a los parámetros normales de identificación psicosexual de los sujetos, pues de esta forma se relacionarían al concepto de funcionalidad o disfuncionalidad familiar. Existe la evidencia de mayor alteración en la integración de la personalidad y su respuesta en la conducta social con relación a la familia disfuncional, como es el caso de la delincuencia y farmacodependencia.

Funciones de la familia.

Apoyando la perspectiva de Fromm, la concepción moderna de la familia desde el punto de vista social no deja de reconocer el papel prioritario de esta en la misma sociedad. La familia actualmente realiza una serie de funciones que pueden enumerarse de la siguiente manera:

A) Provee satisfacción de las necesidades biológicas de subsistencia.
B) Constituye la base emocional de las relaciones afectivas interpersonales. A través de la figura materna, paterna y con el cuidado de necesidades del niño, se realiza la formación de la identidad e identificación del sujeto.
C) Facilita el desarrollo de identidad familiar
D) Proporciona los primeros modelos de identificación psicosexual
E) Inicia el entrenamiento de roles sociales.
F) Estimula la creatividad y el aprendizaje
H) Propicia la transmisión de valores

La familia por tanto, es una institución natural y necesaria en la sociedad.

La mujer en la perspectiva antropologica.

El ser humano posee una dignidad intrínseca que lo hace especial creación en la naturaleza. La mujer como ser humano es digna e igual al hombre por naturaleza.

Ser hombre y ser mujer no son accidentes del ser humano, sino que pertenecen inseparablemente a su esencia y por tanto feminidad o masculinidad es consecuencia natural de ser hombre o mujer.

En la polémica genérica se aprecia el debate del antiguo tema de “Natura contra cultura”, el ser humano desde la perspectiva personalista es ambos, natura y cultura y no debe existir un antagonismo entre ellos.

Lo natural, en el sentido de innato, no coincide con la naturaleza humana, que transforma lo innato en un sentido que lleve hacia la humanización humana, entendida como la perfección de lo exclusivamente humano, esto es sus valores.

La diferencia sexual entre hombre y mujer genera tipos de relación entre personas que son habituales y persistentes que constituyen en la relación genitalizada y erótica la posibilidad de la reproducción y complementariedad humana. Las diferencias psicológicas no se pueden anular o atribuir enteramente a influjos socio-culturales. La cultura no constituye por sí sola esta diferencia en la psicología del hombre y de la mujer. La cultura puede influir al acentuar roles e inducir prejuicios y falsas concepciones, pero la psique tiene raíces en el soma como lo señala Lawrence Kholberg:

"el concepto de identidad de género y estereotipos masculino/femenino, presentan elementos comunes universales, no se aprenden por transmisión directa de patrones específicos a un grupo familiar, son creados por el niño mediante interpretación cognitiva, en donde ni las presiones sociales, ni la enseñanza directa juegan un papel primordial”

Filosóficamente la sexualidad humana tiene como en toda la persona la característica vital, en donde el principio metafísico de la forma que actúa sobre la materia. La forma es la que da perfección a la materia y la actualiza y no al contrario. La forma es un principio sexuante y la materia un principio sexuable.
Existen, por tanto, diferencias entre hombre y mujer, que más que ser negadas han de ser reconocidas y apoyadas en sus particulares demandas.

Desde la perspectiva filosófica realista el ser humano es naturaleza y cultura, no es solamente "natura", término entendido, como "lo nato" o "actitud natural", fuera del proceso de humanización y que tampoco es concepto unívoco con el de "naturaleza ontológica" del hombre, que se refiere a su propia esencia, sus propios fines y medios adecuados para lograrlos.

En otras palabras, el ser humano no es solamente el ser que nace y se desarrolla sin marco de actuación, dejado solamente a sus impulsos naturales; el ser humano no solo "nace", sino también "se hace" a través de la cultura, que lo posibilita en el reconocimiento de las posibilidades de su naturaleza, a través del uso de su inteligencia y su voluntad y no solamente de sus impulsos y su emotividad primaria. Es por ello que el ser humano es un compuesto muy impredecible, pero a la vez definible en cuanto a lo que se espera de su conducta humana como especie.

La naturaleza es base de partida de la realidad.

La cultura descubre el significado de la naturaleza del hombre y lo humaniza.
Las filosofías que niegan alguno de los componentes del ser humano o son idealistas o materialistas puras, pues poseen un marco conceptual dualista de la naturaleza del hombre. La postura personalista es unicista y enmarca ambos aspectos.
Desde esta perspectiva el hombre y la mujer existen como seres sexuados en función de la procreación en el amor. El ser humano no puede negar su naturaleza sexuada, ser hombre o ser mujer con el correspondiente comportamiento, feminidad y masculinidad, como seres iguales en derechos, por pertenecer ambos a la especie humana, pero diferentes en cuanto a necesidades, por pertenecer a un género específico.

No es posible para el ser humano naturalmente sexuado, luchar contra natura ante algo que le es natural, su naturaleza sexuada y los fines propios que la misma marca para cada género, no es posible considerar la naturaleza como una imposición o una carga que ancla, en el caso de la mujer, inexorablemente a la inequidad ligada a la posibilidad procreativa, sino aceptar, no en forma impuesta, sino connaturalmente, lo que de la naturaleza procede, buscando a través de una cultura de promoción de la dignidad de la persona el reconocimiento de la complementariedad.

Para la persona el fin último de la existencia es la experiencia del amor, y de los tipos de amor, el sexuado, tiene en la complementariedad y en la procreación su fin propio. Toda persona desea ser amada y en el amor sexuado, la procreación se deriva como un don en el hijo, es antihumano negar no solamente la naturaleza sexuada de la persona, que promueve la no identificación bio-afectiva, sino la finalidad de los sexos y la formación de la pareja en la constitución posterior de la familia, pues todo ello tiene un origen natural y no impuesto por la sociedad, sino solamente reconocido por ella. El hombre y la mujer se atraen naturalmente y no por imposición social y la consideración del género masculino como opresor nato de la mujer con quien habrá que entablar una "lucha" de géneros no contribuirá a la aspiración natural de la formación de la pareja humana en el amor.

Es cierto que existen condiciones de inequidad e injusticia, por lo que la promoción de los Derechos Humanos Universales es imperiosa y para ello se requiere el fomento de una cultura por la igualdad en las diferencias, una cultura propositiva y no destructiva, de sustitución de marcos socioculturales inadecuados mas no de negación de realidades.

Las propuestas  en salud reproductiva deben respetar a la persona, en decisiones libres e informadas y como tales no pueden estar en contra de la dignidad o la vida de otra persona, como se refiere al no nato, pues ello perpetuaría nuevamente un círculo de discriminación, ahora ya no contra la mujer, sino ante la dignidad de la vida humana.

La humanidad ya no puede dividirse en opresores y oprimidos, es una ganancia de nuestro siglo el concepto de igualdad de todos los seres humanos, el adoctrinamiento hacia la lucha de géneros promueve ambivalencia en la persona, pues es una realidad que la aceptación congruente del sexo biológico acorde a sus funciones y su expresión: feminidad/masculinidad, maternidad/paternidad pues ello responde a los dinamismos de la persona, la cual es única. Si los diversos componentes o dinamismos de la persona no operan en armonía, la personalidad en vez de estar integrada se desintegra, la persona desintegrada presenta un problema psicológico que a la vez es trascendente: la neurosis por falta de aceptación de la realidad y la pérdida de la capacidad de amar, por tanto, no existe una verdadera equidad para la mujer si no se apoyan las condiciones que protejan la maternidad y la crianza.

El concepto de mujer esta experimentando una falsificación en su naturaleza sexuada, ya que para superar las diferencias se le propone la asimilación a lo masculino, concepto que en sí mismo se vuelve discriminatorio al colocar al hombre como único criterio de realidad y anular el carácter personal de la mujer en una premisa que significa: “solo siendo como el hombre tengo valor…”.

La salud psicológica de la mujer en cuanto a la conformidad de género esta en crisis, crisis que repercute, en función de la complementariedad, también en la disconformidad del género masculino.

Propuesta bioética de acción.

1.Es congruente con la postura realista analizar hechos y buscar soluciones.
2 Las estrategias para el logro de objetivos no pueden considerarse humanas si niegan la propia naturaleza humana.
3 Los medios propios de consecución de objetivos deben ser basados en los valores humanos universales.
4 La mujer y el hombre deben ser reconocidos en su igualdad como especie y en sus diferencias como género, entendido este como una adecuación coherente entre su unidad bio-psico-social y trascendente.
5. El ser humano no solamente se reproduce, sino procrea. La creación de mejores y verdaderos seres humanos es una ganancia universal.
6. El Estado debe considerar que la mayor riqueza de un país son sus ciudadanos y apoyar esto como su mejor inversión, favoreciendo cambios laborales y sociales que reconozcan, promuevan y ofrezcan condiciones de equidad para la mujer en el desempeño de su actividad laboral y familiar.
7. El papel del hombre en la construcción de la verdadera igualdad en la diferencia femenina es insustituible y no puede ser considerado como ajeno a ella, los programas educativos deberán enfocar la complementariedad como eje esencial en el cambio de roles actuales.

“El único sentido de la vida humana, es la búsqueda del amor” E. Fromm

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