Debate médico y ético sobre la muerte con dignidad
Por Hypatia Velasco Ramírez
México, 25 sep 06 (CIMAC).- Morir con dignidad o vivir con terribles dolores que no siempre son atendidos adecuadamente y que alargan la agonía de los enfermos terminales mediante tratamientos fuertes, dolorosos y extraordinarios, es el tema que actualmente se debate entre los médicos y la ética profesional.
Cuando para el enfermo terminal ya no existe una posibilidad de sanación siempre surge la pregunta ¿qué hacer? y ¿cómo lograr que tenga una muerte digna? Muchas veces, los deseos de la familia de mantener al paciente vivo “cueste lo que cueste” genera una serie de acciones médicas hacia el paciente que pueden terminar convirtiéndose en “encarnizamiento terapéutico”.
El encarnizamiento terapéutico es una modalidad de violencia que se define como la atención con cuidados extremos para enfermos que no tienen cura, dijo a Cimac-noticias el doctor Francisco Mayer, integrante de la Secretaría de Salud (SS) y cuyo ámbito de trabajo es la atención de enfermos terminales.
Citó el caso de una mujer de 60 años, con infarto cerebral y que es madre o esposa de alguien, sin embargo y a pesar de las pocas posibilidades que tiene de sobrevivir su familia autorizó una serie de intervenciones con tal de mantenerla viva.
Las intervenciones pueden ser desde el entubamiento, la colocación de sondas, estudios dolorosos o mantener al paciente aislado en una terapia donde no permiten visitas, en estos casos el paciente pierde toda autonomía y depende totalmente de las decisiones de los médicos y de los familiares, abundó.
Este tipo de acciones pueden llegar a convertirse en violencia para el paciente y “entonces el médico le provoca un daño impresionante, obligándolo a recibir un tratamiento que ella o él simplemente no desean recibir”, señala el doctor Mayer
Decidir hasta dónde la tecnología se tiene que emplear, hasta dónde la intervención médica realmente es favorable y cuándo se tiene que terminar de manera que se garantice sobre todo la calidad de vida del paciente, es un tema que es necesario debatir, considera Mayer.
“Por supuesto hay una cantidad de vacíos jurídicos en este tema, existe algo que se llama consentimiento informado en donde el médico, la enfermera o quien sea del personal de salud debe acercarse al enfermo y decirle qué es lo que piensan hacer con él en función del problema de salud que tiene”, indica
Y agrega que generalmente en la práctica, la información proporcionada al paciente es muy parcial pues los médicos omiten los detalles de las condiciones en las que se encontrará dentro de la terapia intensiva por ejemplo o si el tratamiento será doloroso, “por ello el enfermo toma decisiones sobre lo que desea con información parcial.”
Lo importante, indica, es recordar que las personas cuando están enfermas son regularmente concientes de sus acciones y de lo que desean tener y nadie debe quitarle el derecho inalienable de la autonomía. “Un principio ético en la medicina es reconocer que la autonomía es algo que tenemos que respetar”.
Al respecto, la Asociación Catalana de Estudios Bioéticos (ACEB) que promueve la investigación sobre temas éticos relativos a la salud de los individuos y de la comunidad advierte en su página electrónica que “El recurrir al consentimiento implícito o delegado cuando el paciente puede conocer la información quita al moribundo su derecho a afrontar el acto final de su vida: su propia muerte.”
Para la ACEB “la verdadera alternativa al encarnizamiento terapéutico es la humanización de la muerte. Ayudar al enfermo a vivir lo mejor posible el último periodo de la vida. Es fundamental expresar el apoyo, mejorar el trato y los cuidados, y mantener el compromiso de no abandonarle, tanto por parte del médico, los familiares, y también del entorno social” señala.
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