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Una aproximación al estudio de las relaciones interfuncionales entre la consciencia, la imaginación, el cuerpo y la afectividad. El modelo de Vygotsky y el dualismo interaccionista.
Gustavo Daniel Beláustegui
Pontificia Universidad Católica Argentina

Resumen
Se comparará, a través de una reflexión de los modelos, los escritos de Vygotsky con Eccles y Popper, con relación al ensamble con los sistemas funcionales del sí mismo, en especial, en referencia a los procesos afectivo-emocionales. Éstos constituyen, una jerarquía especial que se comprende en las relaciones dialécticas entre la mente, el cuerpo, y la cultura. Los procesos afectivo-emocionales son encarados por ambos modelos desde una perspectiva interfuncional, lo que permite un acercamiento no reduccionista al problema. Se plantea un esquema conceptual comparativo entre los modelos que involucran los términos de pensamiento, lenguaje, afecto y consciencia. Éstos, en la dinámica del origen de los conceptos y la puesta en relieve de la imaginación que permitiría considerarla en el entramado de la unidad del sistema cognitivo.

Introducción
Los modelos del enfoque socio-histórico de L. Vygotsky y el dualismo interaccinista de J. Eccles y K. Popper, presentan la particularidad de poseer principios explicativos que dan cuenta de la naturaleza relacional de los procesos cognitivos superiores y de los afectivos-emocionales, otorgando relevancia al lenguaje y a la cultura objetiva en la configuración del psiquismo. Estos modelos a pesar de provenir de tradiciones de investigación y medios culturales, políticos e ideológicos diferentes, consolidan puntos en común alrededor de la unidad del agente psicológico. Esta realidad alienta a una perspectiva optimista de los logros de la ciencia psicológica y resalta el espíritu de una investigación asidua pero no por ella parcial e inductivista. Los enfoques desprendidos de Vygotsky son diferenciados aquí (Perspectiva socio-histórico e histórico-cultural) y confrontados fundamentalmente con los autores dualistas interaccionistas; de modo secundario con autores neoescolásticos como Joseph Nuttin y Cornelio Fabro.

Perspectivas diferentes, puntos en común
Sorprende la convicción de Vygotsky sobre la unidad e interrelación del afecto y los procesos intelectuales, donde la palabra interactúa ofreciendo un soporte activo en la organización general del psiquismo. Esta interacción continua puede analogarse a la propuesta por K. Popper1 y J. Eccles2 (1977), quienes dividen la realidad para entender la naturaleza del sí-mismo en tres mundos. Se puede advertir ciertos principios compartidos en estos autores, aunque difieran en tiempo, cultura e incluso en términos y marcos filosóficos. Se puede inferir en ambos, sin embargo, una psicología humanística y cargada de sentido. Los aportes epistemológicos de ambos enfoques a la psicología son claros: el de Popper y Eccles acentúa el no reduccionismo y la temática de la causalidad, y el de Vygotsky, la distinción entre objeto de estudio y principios explicativos del origen del pensamiento y le lenguaje (Kozulin, 1990).

Los tres mundos y la teoría socio-histórica: la unidad del sujeto psicológico y su naturaleza
En primera instancia se presentará la teoría de Popper y Eccles para luego hacer la comparación propuesta.
Eccles (1980) escribe: “Hay, en términos generales, dos teorías acerca de la forma como se organiza la conducta de un animal (y de un hombre) para constituir la unidad efectiva que evidentemente es” ( p. 119). Este sentido de unidad podemos advertirlo en Vygotsky3 en varios puntos de su obra, en primer lugar al hablar sobre las relaciones entre el afecto y el intelecto. Escribe: La primera cuestión que se plantea cuando hablamos de la relación entre el pensamiento y el lenguaje y los restantes aspectos de la conciencia es la de la conexión entre el intelecto y el afecto. Como es sabido, la separación entre el aspecto intelectual de nuestra conciencia y su aspecto afectivo, volitivo, constituyen uno de los defectos básicos más graves de todo la psicología tradicional (p. 24).
La cuestión hasta aquí planteada advierte un claro sentido de “unidad efectiva” que intenta demostrar en toda la obra de Pensamiento y lenguaje: De igual modo, quien separa el pensamiento del afecto niega la posibilidad de estudiar la influencia inversa del pensamiento en el plano afectivo, volitivo, de la vida psíquica, porque un análisis determinista de esta última excluye tanto atribuir al pensamiento un poder mágico capaz de hacer depender el comportamiento humano única y absolutamente de un sistema interno del individuo, como transformar el pensamiento en un apéndice inútil del comportamiento, en una sombra suya innecesaria e impotente. Revela la existencia de un sistema semántico dinámico, representado por la unidad de los procesos afectivos e intelectuales... (p. 25).
Un aspecto de marcado relieve humanístico lo encontramos a continuación del párrafo citado, en el que puede ensamblarse con las actuales investigaciones sobre motivación en una antropología neo-escolástica: “Permite también descubrir el movimiento direccional que parte de las necesidades o impulsos del individuo hacia una determinada intención de su pensamiento hacia la dinámica del comportamiento y a la actividad concreta de la personalidad (p. 25).
Puede advertirse, en la afirmación del autor bielorruso citada por Baquero (2001), la sospecha alejada de adjudicarle al modelo socio-histórico una “teoría de la identidad”, en una perspectiva donde el sujeto sea objeto de estudio en sus diferentes dimensiones, abierto a una posible integración a una antropología trascendente. Otro punto de ensamble está en la concepción epistemológica, centrada en la aceptación de un modelo similar de interacción, alejándose de este modo a una perspectiva monista materialistas,4 o fisicalista de los sistemas cognitivos: Está, en primer lugar, la explicación propia del materialismo monista y de toda suerte de doctrinas paralelas...Sin abrigar pretensiones demasiado dogmáticas, cabe afirmar que la meta de las ciencias estriba en ser una teoría capaz, en principio, de dar una explicación exhaustiva a la conducta de los animales y del hombre, incluida la conducta verbal del segundo. Con algunas reservas importantes, compartimos esta aspiración en nuestro propio trabajo experimental, y creemos que es aceptable para todos los movimientos automáticos y subconscientes, incluso los más complejos. Sin embargo opinamos que la estrategia reduccionista fracasará en el intento de explicar los niveles más elevados de respuestas conscientes del cerebro humano5 (p. 120).
En estos términos, el autor deja en claro el lugar del Hombre en la naturaleza, en afirmaciones enmarcadas en la psicología científica y que puede referirse a la distinción del fisiólogo ruso, Ivan Pavlov (1927), sobre los sistemas de señales; como se sabe, al final de su producción científica –entre 1933 y 1936–, insistió sobremanera en la naturaleza de un segundo sistema de señales (Bruner, 1986; Carretero, 2001) exclusivo del hombre. Este segundo sistema es el lenguaje, que el conductismo redujo a la formación de EE CC6 y RRCC7 de orden superior, y no a un sistema cualitativamente novedoso. Esta diferencia cualitativa es la que Vygotsky parece intentar constantemente poner en evidencia.8 En la “Historia del desarrollo de las funciones psíquicas superiores” (1931), expone el mismo asunto que Eccles desarrolla, al referirse a la necesidad de la ciencia en la explicitación de las diferencias del hombre y los animales inferiores a él –ya citado en este artículo–. Así, la génesis de las funciones superiores en Vygotsky pivotea en dicha diferencia de lo viviente, como se expone seguidamente: ...las formas de la memoria, de la atención, del pensamiento, tanto superiores como inferiores, coexisten entre sí, son independientes unas de otras, no guardan ninguna relación genética, funcional o estructural, como si desde el principio hubieran sido creadas en esa doble forma (p. 18).
Esta crítica, nuclear en el ámbito de la psicología científica, también es sostenida por Eccles y Popper al referiste al dualismo exagerado –cartesiano por ejemplo– y a la necesidad de la consideración de una unidad en la interacción del organismo vivo. Crítica compartida y aguda apreciación para despejar las ideologías del campo de la investigación y emprender la búsqueda de la Verdad y la confianza en el conocimiento del hombre para alcanzar la realidad.

El principio de interacción, dualismo y unidad del Self
La interacción, que de modo continuo ejercen las funciones del sí-mismo, es para estos autores lo que explica la naturaleza de lo psíquico. Esto se logra a través de la acción mutua entre instancias de este self, que no constituyen solo su subjetividad, ni la actividad social y cultural solamente; como tampoco lo constituye el mundo físico en una unidad de análisis básica, para una explicación definitiva del comportamiento humano. En el libro El yo y su cerebro (1975), obra donde confluyen los avances de la neuropsicología moderna y la filosofía de la ciencia y del hombre (Borck, 1998, p. 79), estos autores puntualizan la interacción entre la actividad cerebral y la consciencia humana: En segundo lugar, está la explicación basada en un principio de interacción dualista, desarrollada especialmente respecto de la mente autoconsciente y del cerebro humano; en ella se postula que, superpuestas a la maquinaria neural en toda su actuación, se produce, en ciertos puntos de los hemisferios cerebrales (las llamadas áreas de relación), interacciones efectivas con la mente autoconsciente, tanto recibir como dar ( p. 120).
Este principio dualista9 podríamos verlo también en Vygotsky, aunque por cierto no entendiéndolo como un dualismo a la usanza de Descartes, sino como una clara diferencia de índole cualitativa entre las diversas funciones y su interrelación. La diferenciación de los Mundos y su interacción parece ser un esquema presente en la teoría expuesta en Pensamiento y lenguaje. Antes de continuar este desarrollo se presentará brevemente la teoría citando a Eccles en Cerebro y mente10: ...todo lo que existe y toda nuestra experiencia está contenida en uno de estos tres mundos: mundo 1, o de los objetos y estados físicos; mundo 2, de la conciencia y conocimientos subjetivos de toda índole; mundo 3, o de la cultura creada por el hombre, incluida la totalidad de los conocimientos objetivos. Se postula, además, que hay una interacción entre los tres mundo; a saber, entre los mundos 1 y 2, y entre los mudos 2 y 3, en parte por mediación del mundo 1.11 El conocimiento objetivo del mundo 3 (de la cultura creada por el hombre) está codificado en los diversos objetos del mundo 1 –libros, imágenes, estructuras, máquinas– y puede ser percibido sólo al ser transmitido al cerebro por los órganos receptores y vías aferentes apropiados. Recíprocamente, el mundo 2 de la experiencia consciente puede producir cambios en el mundo 1, los cuales se operan primero en el cerebro y se traducen luego en contracciones musculares. De este modo, el mundo 2 es capaz de obrar extensivamente sobre el mundo 1. Esto es lo que ocurre en el movimiento voluntario, que se considerará más tarde.

Mundo 1
Objetos y estados materiales

Mundo 2
Estado de conciencia

Mundo 3
Saber en forma objetiva

1. Objetos inanimados: toda la materia y energía del cosmos

Conocimiento subjetivo Vivencias subjetivas de toda forma, por ej: percepciones, procesos mentales, sentimientos, intenciones, recuerdos, sueños, representaciones, etc.

Testimonio de esfuerzos intelectuales: filosóficos, teológicos, científicos, históricos, literarios, artísticos, técnicos

2. Biologicos: sustratos materiales(cuerpos), procesos fisiológicos y conducta de todos los organismos vivos (incuido el cerebro humano)

3. Objetos creados artificialmente: herramientas, máquinas, libros, obras de arte, instrumentos musicales, edificios, etc.

Sistemas teóricos problemas científicos argumentos críticos

Tabla 1. Representación en forma de tabla del modelo de Popper de los tres mundos, los cuales comprenden todo lo que existe y toda la experiencia (Eccles, 1970)

Lenguaje, pensamiento, imaginación y emociones: una unidad integrada
Siguiendo al autor bielorruso se encuentra de modo constante la idea de la interacción, como lo evidencian los siguientes fragmentos tomados del apartado de “Las raíces genéticas del pensamiento y el lenguaje”: El hecho principal que nos encontramos en el análisis genético del pensamiento y el lenguaje es que la relación entre ambos procesos no es constante a lo largo de su desarrollo, sino variable [...] sus curvas de crecimiento se juntan y separan repetidas veces, se cruzan, durante determinados períodos, se alinean en paralelo y llegan incluso a fundirse en algún momento, volviendo a bifurcarse a continuación ( p. 91).12
Este juntar, cruzarse, fundirse y vuelta a bifurcarse puede analogarse a la doble fecha en sentido contrario de Eccles. Paul van Geert (2000), siguiendo la perspectiva genética, desarrolla un modelo de sistema dinámico donde compara a Piaget y a Vygotsky explicando el desarrollo interactivo de los procesos de la organización del self (selforganizational process), marcando el desenvolvimiento de los procesos neurofísicos hasta los implicados directamente en el conocimiento (Gardner, 1993), desde la genética hasta el aprendizaje. Así, también el origen de la palabra en la ontogenia, surgiría a partir del Mundo 3 para luego interiorizarse modificando el Mundo 2. Los datos de la Psicología etnológica y, sobre todo, de la psicología del lenguaje infantil confirman que la palabra es para el niño durante largo tiempo más bien una propiedad que un símbolo del objeto: como hemos visto, el niño domina antes la estructura externa que la interna. Primero domina la estructura externa palabra-objeto, que después se Convierte en estructura simbólica [...]. El desarrollo del lenguaje interno viene determinado en la fundamental desde afuera [...]. en función del lenguaje ( pp. 114-6).
Popper y Eccles (1977), al enunciar los argumentos de la importancia del Mundo 3 para arrojar los problemas del cuerpo y la mente, dicen: Un tercer argumento que tiene importancia para el problema del cuerpo y la mente está relacionado con la condición del lenguaje humano.13 La capacidad de aprender un lenguaje –e incluso la poderosa necesidad de aprender un lenguaje– parece formar parte de la dotación genética del hombre. Por el contrario, el aprendizaje concreto particular, aunque esté influido por motivos y necesidades innatas e inconscientes, no constituye un proceso regulado por genes, por lo que no es un proceso natural, sino cultural; un proceso regulado por el Mundo 3. Así pues, el aprendizaje del lenguaje constituye un proceso en el que disposiciones con base genética, evolucionadas por selección natural, se imbrican en cierta medida e interactúan con procesos conscientes de exploración y aprendizaje, basados en la evolución cultural. Todo esto apoya la idea de una interacción entre el Mundo 3 y el Mundo 1 y, a la vista de nuestros argumentos anteriores, apoya la existencia del Mundo 2 (p. 55).
Otro eje problemático surge aquí y es el de lo innato y adquirido que puede amplificarse en las actuales investigaciones de Daniele Stern (1990), A. Karmiloff-Smith (1992), entre otros. Pero escapan a los objetivos de este trabajo.
Eccles y Popper (1977) reconocen una diferenciación entre la naturaleza del lenguaje y su expresión, como lo hace Vigotsky, acentuando las diferencia entre lenguaje y habla, cuestión ésta de relevancia antropológica: “El lenguaje es no-material, y aparece bajo las formas físicas más variadas; es decir, bajo la forma de sistemas de sonidos físicos muy diferentes”.14
El concepto de actividad en la conceptualización de Wertsch (1998), que sigue el enfoque socio-cultural, coincide también con el de Popper en el origen del lenguaje. Como podemos observar, estos “encuentros” entre modelos diferentes, alientan a la formulación de una visión y abordaje común en la unidad de la Ciencia Psicológica: Según muestra su número y diferencias, los diversos lenguajes humanos son productos del hombre: se trata de objetos culturales del Mundo 3, aunque sean posibles gracias a capacidades, necesidades y objetivos que se han establecidos genéticamente. Todo niño normal adquiere un lenguaje mediante una buena dosis de trabajo activo,15 agradable y quizá también doloroso. El logro intelectual que lo acompaña es tremendo. Como es natural, tal esfuerzo tiene un poderoso efecto de retroalimentación sobre la personalidad infantil, sobre sus relaciones con su medio material. De este modo, podemos decir que, en parte, el niño es producto de este logro. Él mismo es, en cierta medida, un producto del Mundo 3. También la conciencia que el niño posee de sí mismo se expande, al igual que su dominio y conciencia de su medio material, gracias a la adquisición de esta nueva capacidad de hablar. El yo, la personalidad, emerge en interacción con los otros yo y con los artefactos y demás objetos de su entorno. Todo ello queda profundamente afectado por la adquisición del habla; especialmente cuando se hace consciente de su nombre y cuando nombra las distintas partes de su cuerpo; y, más aún, cuando aprende a usar pronombres personales (pp. 56-7).
Estos términos pueden compararse con los del psicólogo bielorruso: ...el pensamiento verbal no constituye una forma natural de comportamiento, sino una forma histórico-social, que debido a ello se distingue en lo fundamental por toda una serie de propiedades y regularidades específicas, que no pueden encontrarse en las formas naturales del pensamiento y el lenguaje (p. 117).

La causalidad, construcción e imaginación
Un punto común entre el dualismo interaccionista y el enfoque sociocultural puede advertirse en la causalidad ascendente y descendente,16 como también en la constitución “constructiva progresiva” de la psique humana. En esta construcción, tanto el enfoque socio-histórico, como el de la neo-escolástica17 (Nuttin, 1980, 1982), reconoce un papel fundamental a la imaginación (Fabro, 1962), y con ello el ensamble con las emociones. Éstas poseen conexiones de flujo mutuo, si se permite la analogía, confiriendo un sello único e irrepetible, a la configuración de la subjetividad (Mundo 2) en constante intercambio con las restricciones provenientes del propio cuerpo (Mundo 1), la realidad sensoperceptiva (Mundo 2) y la realidad cultural (Mundo 3). En esta línea podemos seguir refiriéndonos a la obra pensamiento y lenguaje,18 resaltando agudas apreciaciones de la mente humana: La imaginación deber ser considerada como una forma más complicada de actividad psíquica, como la unión de varias funciones en sus peculiares relaciones... Si tocamos el carácter verbal del pensamiento veremos que puede ser igualmente propio de la imaginación y del pensamiento realista. Si tomamos el denominado carácter dirigido o consciente del pensamiento, es decir, los motivos y fines, veremos que, tanto el pensamiento autista como el realista pueden ser en igual grado procesos dirigidos; se puede demostrar también lo contrario: en el proceso del pensamiento realista, con frecuencia el individuo no toma conciencia hasta el final de sus verdaderos motivos, fines y tareas (p. 436).

Consciencia, actividad dirigida y subjetividad
En cuanto al uso que hace Vygotsky sobre el término consciencia, se estaría, tal vez, frente a un descuido de parte del autor sobre la naturaleza de las actividades dirigidas, identificando ambos términos. De todos modos, no deja de ser confuso la manera de formular el problema, tal vez se deba a la traducción, o a un inadecuado uso del término. Lo notable, a pesar de ello, es la relevancia que otorga a la consciencia, distinguiéndola claramente de los otros procesos, desafiando al reduccionismo de su tiempo y de la psicología soviética. Otro autor ruso, V. P Zinchenko (2004), en su extenso artículo: “The Psychological Theory of Activity” realiza una crítica interesante del enfoque de la Psicología como “actividad” y de la necesaria inclusión de las categoría de “alma”, y de las dificultades para abordar lo psíquico como actividad, sin tener en cuenta los aspectos fenomenológicos de la consciencia, como lo hacen algunos científicos rusos y americanos; a su vez guía su interés hacia la “naturaleza orientada” o “acción orientada”, con el objeto de salvar el reduccionismo psicológico (Zaporozhets, 1986; Galperin, 1998).19
Ahora, tanto las funciones como los contenidos –representaciones–, que sostienen aquello que se denomina mente, tienen un punto de llegada y de partida en un continuo control20 hacia la elección de metas, en un continuo proceso de personalización (Nuttin, 1980a, 1980 b). Este proceso de personalización, para que sea tal, o sea causa final y eficiente del comportamiento del individuo, requiere un potente ensamble en la vivencia (Schacter, 1999), una auténtica remembranza subjetiva. Donde, ésta, otorga a los trazos de la memoria a largo plazo –episódica autobiográfica– la capacidad de ser reconocidos vivencialmente como propios y únicos. Vivencia consciente que se impone más allá del lenguaje, como lo muestran los casos presentados por Oliver Sacks (1970) y Daniel Schacter (1999).
Un concepto de importancia para esta discusión es el que parece fascinar a Jerome Bruner (1986),21 y es clave para la integración de la obra del autor ruso. Este término es el de herramienta, y a los fines de este artículo, permitiría “catalizar” el problema de la causalidad de la autoconsciencia. Esta causalidad está planteada en los procesos superiores en Vygotsky (1932) de modo diverso pero no muy lejana de la causalidad descendente proveniente del Mundo 2 de John Eccles y Karl Popper (1978). Parecería entreverse, en ambos modelos, la noción de una subjetividad que va más allá de los observables comportamentales, tanto así como del lenguaje y el pensamiento.
Este instrumentalismo, que toma cuerpo en el concepto de andamiaje,22 que observa el americano, sitúa a la Consciencia como agente y en esto podría asemejarse a la apreciación del interaccionismo de la Autoconsciencia. William Frawley (1997), en su libro Vygotky y la Ciencia Cognitiva, realiza un estudio exhaustivo de los diferentes alcances de la consciencia y la subjetividad en el modelo vygoskyano y la psicología cognitiva en sus últimos años de desarrollo científico. Escribe: La evidencia disponible apoya la existencia de tres tipos de subjetividad: el procesamiento no consciente, la consciencia, la metaconsciencia [...] a este último Vygotsky es a la que le dedica su tiempo [...] (p. 155). La conciencia del yo ha tenido en cierto modo una historia llena de reveses, en buena parte porque se ha confundido a menudo con la simple conciencia (p. 157).
Una distinción del mismo autor recién citado (1997), a partir del estudio de la Consciencia en Vygotsky, distingue citando a Oatley (1988), “la supervisión endógena de la experiencia (consciencia) y el modelamiento explícito del yo a través del yo del discurso externo”. Distinción que apoya la presencia de “puentes teóricos” que se sienten en la distinción de la subjetividad (Mundo 2) que requeriría del Mundo 3 (realidad objetiva, discurso) para poder automodeldearse, automodificarse, en definitiva ser causa eficiente de sus sistemas de control del sí mismo. Pero para ello, se debe estar seguro del lugar y naturaleza del lenguaje en todo esto: si es una herramienta, y no más que ello, podríamos acercar los modelos aquí expuestos. En cambio, sí sólo, la consciencia es una construcción semiótica, producto de lo social (Silvestri, 2002), se está presente ante una brecha insalvable, una quebradura incompatible de modelos. La distinción entre procesamiento no consciente, consciencia y metaconsciencia, en lo que los lingüistas denominan jerarquía de implicación, y que se organiza en un sistema de apoyo, constituiría una base para profundizar estas zonas oscuras de la teoría vygotskyana. A esto se puede referir lo que afirma Frawley (1997): que hay suficientes argumentos cognitivos y neurobilógicos para no reducir la conciencia al lenguaje, en cambio sí sería necesario para la consciencia del yo –o autoconsciencia según Eccles– , en donde la metacognición por intervención del lenguaje se constituye en mediadora.
Siguiendo con el argumento de la dependencia-interdependencia del lenguaje, Sir John Eccles (1980, p. 34) adhiere a De Witt (1975), en relación con las disputas abiertas por las comisurotomía que pusieron en juicio la unidad de la consciencia y la localización de la autoconciencia en los hemisferios cerebrales. Para éstos, solamente el hemisferio mayor tiene un yo, el hemisferio que utiliza el lenguaje, otorgándole el conocimiento abstracto necesario para apercibirse a sí mismo como único. De este modo, tenemos otro punto de intersección de los modelos discutidos.

Consciencia, lenguaje y emociones
Vygotsky expone de modo íntegro las conexiones con todas la funciones y sus influencias recíprocas, siempre salvando la unidad de la consciencia como lo hacen los dualistas interaccionistas. Estos últimos otorgan un valor sobresaliente a las relaciones con la conexiones cerebrales, en tanto que Vygotsky parece incorporar más el cuerpo –como realidad global– al tratar las emociones y el desarrollo de los conceptos, cuestión que explícitamente Eccles (1980) no trata, dejando de lado el problema mente-cuerpo, para centrarse en el de mente-cerebro. De igual modo aquí estamos ante denominaciones del cuerpo diferentes, una refiere al sistema nervioso central y la otra a la actividad percibida del cuerpo. En cuanto a este tema, se propone diferenciar diferentes aspectos del cuerpo con relación al comportamiento en general, con el objeto de poder salvar las dicotomías del dualismo cartesiano en un trabajo anterior. Es aquí oportuno referirse a las diferencias entre Mente 1 y Mente 2 propuestas por la psicología cognitiva (véase Ángel Riviere, 1988)23 que pueden ser integradas como elementos esclarecedores. Esta integración se establecería desde el pasaje de la información a la constitución de representaciones y conocimientos, que Pozo (2001) destaca, agregándole un trasfondo último en el que se recurre (Beláustegui, 2002) a la física cuántica (Larre, 1997) para establecer las relaciones entre pensamiento y materia. Por cierto, aquí estamos ante un cambio de paradigma que Vygotsky, como la gran parte de los científicos del comportamiento no han incorporado.

El origen de la consciencia: internalización o refracción
Un punto clave que se impone a la reflexión está en los procesos de internalización y el origen de la consciencia. Baquero (2001)24 escribe: Contra la imagen intuitiva que la versión más simple otorgaría al concepto, interpretándolo como una suerte de traspaso o “copia” de contenidos externos en el interior de una conciencia, en el marco de la teoría, en verdad, los procesos de interiorización serían los creadores de tal espacio interno. Es decir, la internalización debe conceptualizarse como creadora de conciencia y no como la recepción en la conciencia de contenidos externos ( p.45).
Podría pensarse que esta afirmación, como está escrita, puede constituir un idealismo, en este caso de naturaleza social a la más pura usanza hegeliana. Sin embargo, en el desarrollo del trabajo del autor bielorruso se encuentra una continua dialéctica entre la actividad biológica y los procesos culturales. Así, el autor argentino salva de la “magia” en la creación del espacio interior, espacio tan importante para el despliegue de una teoría no reduccionista explicitando la imagen intuitiva como un traspaso o copia “creativa”.
Ahora bien, Fernando González Rey (2002) refiere al mismo problema de “interiozación” como mecanismo explicativo de la subjetividad: en donde este concepto se “halla la idea dominante de comprender lo psíquico como resultado, lo que esconde todavía un concepto mecanicista de causalidad...” (p. 71). A ello agrega que lo propio en la psicología soviética es resolver la formación social de lo psíquico a través de dos procesos: la interiorización y el reflejo; recalcando que ambos procesos destacan el carácter fundante y primario del objeto. González Rey se apoya en la teoría de Rubinstein (1949) sobre la cuestión, donde encuentra un mecanismo adecuado que no descuide la visión activa del psiquismo humano frente a los objetos de lo social: es el concepto de “refracción de lo externo a través de lo interno”. Al citar a éste, además, subraya, con excelente criterio la importancia de este concepto de “refracción” para una consideración de la subjetividad no reduccionista, asemejándose a una “novedad creadora” como lo presenta Popper y Eccles (1977). A continuación se transcribe dicho comentario: El principio de la refracción es extremadamente modesto, si consideramos el marco del determinismo dialéctico del que el autor parte; sin embargo, es un paso adelante en relación con las concepciones biunívocas dominantes en ciertas formas de compresión del reflejo, así como con relación al término de interiorización. No obstante, el concepto de refracción destaca aún la cualidad de lo refractado. Lo refractado se mantiene como una cualidad que se incorpora al sistema, y lo único que hace el sistema, en esta metáfora física, es influir de alguna manera en su condición inicial, pero su cualidad se mantiene en su tránsito hacia lo interno, cuando en realidad toda influencia externa representa un momento de algo nuevo que se configura en otro plano cualitativo asumiendo formas diferentes. Este Plano es la subjetividad25 ( p. 72).
El acercamiento de González Rey (2002) desde el enfoque sociohistórico, coincidiría con el dualismo interaccionista en la diferencia cualitativa de la consciencia del hombre y la incorporación de la noción de salto creativo. Este punto de encuentro, clave para una consideración de una verdadera psicología humanista se ve expuesto ya en la obra de Lenguaje y pensamiento: La verdadera diferencia de las formas superiores no se puede explicar por medio del cambio cuantitativo de conexiones...Así el Pensamiento y estas investigaciones confirman que el proceso de formación de conceptos, como cualquier forma de actividad superior, no es simplemente la transformación cuantitativa de una forma inferior... sino que constituye un tipo de actividad esencialmente nuevo (p. 134).
Aclarado esto, puede volverse al texto de Pensamiento y lenguaje para centrarnos en este aspecto de la emoción que se relaciona extraordinariamente con la imaginación y toma a los autores de relevancia de su tiempo y que hoy siguen vigentes como James y Langues, Cannon, Lewin y Ribot. A continuación transcribimos parte de su texto: Si analizamos finalmente el vínculo de ambos procesos, imaginación y pensamiento, veremos que, tanto la imaginación y el pensamiento realistas se pueden caracterizar por una elevadísima emocionalidad y que entre ellos no existe contradicción. Y al contrario: veremos que existen tales esferas de la imaginación que de por sí no están subordinadas en absoluto a la lógica de la emociones, a la lógica de las sensaciones [...] un estudio más profundo muestra que nos hallamos en este caso frente a una contradicción de valor en modo alguno absoluta, sino sólo relativo (p. 436).
Zaporozhets, (2002) siguiendo al autor ruso con relación al desarrollo de la percepción afirma que está asociada directamente con los procesos emocionales, los cuales están incorporados en los actos sensoriomotores en la vida afectiva de relación temprana (p. 4). Este autor al referirse al desarrollo de la percepción habla sobre la formación de los sistemas mnémicos-perceptivos –que podrían homologarse con los procesos imaginativos– y dirigirse al pensamiento verbal y a la intelectualización de los procesos perceptuales (Zaporozhets, 2002, p.5). Es oportuno citar nuevamente al psicólogo bielorruso, según el cual en este esfuerzo integrativo del sistema cognitivo-emocional, confluyen imaginación, pensamiento y lenguaje en una emergencia creadora en los productos de la mente: ...observamos otros dos momentos extraordinariamente importantes que caracterizan desde el aspecto positivo y no sólo desde el aspecto crítico las relaciones que nos interesan entre el pensamiento y la imaginación. ...por un lado señalamos la extraordinaria afinidad, la proximidad entre los procesos del pensamiento y de la imaginación. Vemos que ambos ponen de manifiesto sus éxitos fundamentales en los mismos momentos genéticos. Al igual que en el desarrollo del pensamiento infantil, en el desarrollo de la imaginación, el momento crítico principal coincide con la aparición del lenguaje [...] Al observar las formas de imaginación relacionadas con la creatividad, orientadas hacia la realidad, vemos que la frontera entre el pensamiento realista y la imaginación se borra, y que la imaginación es un momento totalmente necesario, inseparable, del pensamiento realista (pp. 436-37).
El borrar la frontera entre el pensamiento realista y la imaginación, constituye una declaración acabada de un principio de integración entre las representaciones. Estas representaciones son consideradas, por cierto, como producto de los sistemas que entrelazan las diferentes jerarquías de las funciones psíquicas y corporales, constituyendo así una afirmación en contra del dualismo cartesiano que tanto parecen rechazar Eccles y Vygotsky. Esta problemática deja abierto aquí el lugar para el desarrollo de las nuevas teorías del mecanismo atencional (Rosselló I Mir, 1997) y sus relaciones con las teorías de las emociones (Armstrong, 1981; Lycan, 2000; Roshental, 1990, 1993; Gennaro, 1993; Carruthers, 2000; Megill, 2003).
El concepto de subjetividad se impone como necesario, para una concepción íntegra de los procesos psíquicos, y constituye un buen punto de comparación para las posiciones nucleares de estos modelos de la mente, que se encuentran en la presentación del Mundo 2. Para finalizar, queda señalar el relieve que expone el enfoque histórico-cultural,26 a diferencia de la orientación sociohistórica, revalorizando el lugar del sujeto. Las palabras de Fernando González Rey sintetizan el aporte tan valioso de Vygotsky al acervo de la psicología humanista y científica: ...Vigotsky recalca el lugar del sujeto y de su constitución psicológica en el proceso de pensamiento, lo cual ocurre de la misma forma en relación con el lenguaje. La mediatización a que Vigotsky se refiere no es sólo semiótica:27 es la mediación integral de un sujeto que piensa y que se coloca activamente frente a la experiencia a partir de la organización del sistema complejo de sentidos que caracterizan su organización psíquica individual (p. 168).

Notas
1. Karl Popper nació en Vienael 28 de Julio de 1902 y murió el 17 de Septiembre de 1994. Su Logik der Forschung, publicado en 1934, llamando la atención de Einstein, quien la consideró muy importante. Watkins, J.. American Scholar; Spring97, Vol. 66, 2, p. 205, 15p.
2. Eccles se graduó por la Melbourne University y asistió a la Universidad de Oxford como Rhodes Scholar; estudió con Sir Charles Sherrington. En 1937 regresó a Australia como jefe del instituto Kanamatsu de Patología en Sydney. Se trasladó a Nuev Zelanda en 1944 como Profesor de Fisiología de la Universidad de Otago, y en 1951 regresó a Australia, a la Universidad Nacional en Canberra. En 1966, con el retiro obligatorio, se trasladó a los Estados Unidos, primero a Chicago y luego a la State University de Nueva York en Buffalo. En 1975 se retiró a Suiza, donde vivio hasta su muerte.
3. Una de las ideas principales de la teoría histórico-cultural era la desnaturalización de las funciones psicológicas bajo la influencia de instrumentos psicológicos...El principal objetivo de la teoría histórico-cultural era mostrar cómo fenómenos psicológicos supuestamente individuales, tales como la memorización, la toma de decisiones y la formación de conceptos dependen en realidad de sistemas extrapersonales de mediación históricamente específicos (Kozulin, A. 2001, p. 135).
4. Como también gusta de decir Vygotsky, unilateral.
5. La cursiva es mía.
6. Estímulos condicionables
7. Respuestas condicionadas.
8. Jerome Bruner, tiene otra visión de la cuestión: “me parece una ironía que se protegiese a Vygotsky del dogmatismo intelectual soviético poniéndolo bajo la sombrilla del Segundo Sistema de Señales de Pavlov.” (p. 87)
9. Algunos prefieren denominarla dualidad.
10. Se puede ver un interesante debate de Donald MacKay con el materialista emergente M. Bunge en Selves and Brains: Tracing a Path Between Interactionism and Materialism, de Ludwig, Thomas E., Philosophical Psychology, 09515089, Vol. 10, 4, Diciembre de 1997.
11. El subrayado es mío.
12. Esto ocurre tanto en la filogenia como en la ontogenia... no es constante en todos los casos de deterioro, retraso, involución y cambios patológicos del intelecto o del habla...proceden de raíces genéticas independientes.
13. La cursiva es mía.
14. Popper y Eccles (1977) p. 56.
15. La negritas de este fragmento son mías, con el objeto de resaltar las ideas coincidentes.
16. “...en el principio de la ‘causación ascendente’, lo que ocurre en un nivel superior se puede explicar en términos del nivel inmediato inferior y, en última instancia, en términos de partículas elementales y de las leyes físicas pertinentes. A primera vista, aparece que los niveles superiores no pueden actuar sobre los inferiores. La causación descendente es importante, por supuesto, en todas las máquinas y herramientas construidas para tal fin [...] los ejemplos más interesantes de causación descendente se hallan en los organismos y en los sistemas ecológicos...” (pp.21-22)
17. Cornelio Fabro considera que el principio aristotélico es vago en referencia a la explicación tan estática de la aprehensión de las esencias de los objetos dados y prefiere la postura de a M. Palagyi, en la consideración de la fantasía, la imaginación y el movimiento. La neo-escolástica intuyó los últimos avances de la ciencia cognitiva al poner el acento en la phantasmata –aquí señalada como imaginación o fantasía– y al relacionarla a ésta con las propiedades mnémicas, permitiendo comprender el mecanismo del origen de los conceptos y la actividad del pensamiento mismo. Siguiendo con las revisiones hechas por Fabro y tomando los datos de la psicología experimental, desde una óptica escolática se puede ver que expone las notas del movimiento para ensamblarlas con la tan renombrada imaginación. El mismo autor realza la integración de la percepción íntegra y el pensamiento.
18. Véase la revisión bibliográfica hecha por René Van Der Veer en Journal of the History of the Behavioral Sciences; 28:1, p. 83, 2 p., Enero de 1992.
19. Citada por V. P Zinchenko (2004), p. 10.
20. Frawley (1997) expresa: Para Vygotsky, la conciencia regula la conducta y constituye la clave de la estructura psicológica.
21. Bruner en Realidad mental y mundo posibles, escribe: ...me gustó su instrumentalismo [refiriéndose a L. Vygotsky], su manera de interpretar el pensamiento y el lenguaje como instrumentos para la planificación y la ejecución de la acción [...] El Lenguaje es (en el sentido de Vygotsky y en el de Dewey) una manera de ordenar nuestros propios pensamientos sobre las cosas. El pensamiento es una manera de organizar la percepción y la acción. Pero todos estos elementos, cada uno a su manera, también representan las herramientas y mecanismos existentes en la cultura para usar en la ejecución de la acción (p. 82).
22. Bruner al traducir del latín, el epígrafe de Francis Bacon que pone Vygotsky en la introducción de Pensamiento y lenguaje, incorpora el término de “prótesis”: “Nec manus, nisi intellectus, sibi permissus, multam valent; instrumentis et auxilibus res perficitur”. Pero qué epígrafe curioso: ni la mano ni la mente solas, liberadas a sí mismas, valen mucho. ¡Y cuáles son estos mecanismos de prótesis que las perfeccionan (si se me permite una versión moderna de “instrumentis et auxilibus”)? (p. 82).
23. Donde diferencia, tomando al dualismo interaccionista, el Mundo¡ y al Mundo 2.
24. Adviértase que este mismo autor, siguiendo la obra del autor ruso en su integridad, lograría una auténtica síntesis explicativa y clara: Debe advertirse que los procesos de interiorización, como señalamos, aluden a la constitución de los PPS y se relacionan, tanto con aspectos del desarrollo cognitivo como de la “personalidad” del sujeto, o de la actividad psicológica general; es decir, se pone en juego tanto el desarrollo del pensamiento, la capacidad de argumentación, como el desarrollo de los afectos y de la voluntad (p. 45).
25. El subrayado es mío.
26. Fernando González Rey expone en relación con esta postura –o escuela– a la que adhiere: ...en esta valoración que hago del enfoque histórico-cultural, no me limito a su identificación con la teoría concreta de Vigotsky, sino que, considerándolo sobre la base de sus principios más generales, considero necesarias las ideas de Vigotsky y Rubinstein, así como las formas de expresión de esta articulación en toda la psicología soviética posterior. También incluyo muchos de los autores que, desde la teoría de la actividad, superaron el reduccionismo objetal de aquella y su base positivista, ya los psicólogos occidentales que se agruparon en torno a la teoría de la actividad y que considero han hecho aportes importantes al legado de Vigotsky ( pp. 164-165).
27. El subrayado es mío.

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Revista de Psicología . UCA . 2005 . Vol I . Nº 1