23 septiembre 2006.- La última edición de la pasarela Cibeles ha estado marcada por la polémica en torno al peso de las modelos y a la controvertida decisión de establecer un mínimo de 18 de índice de masa corporal para desfilar. Algunos han puesto el grito en el cielo, pero hay justificación médica para implantar este baremo.
Hacía años que la Pasarela Cibeles no levantaba tanta expectación. Antes de su inauguración, las modelos tuvieron que someterse a una sencilla prueba para establecer si su Índice de Masa Corporal (IMC) era mayor de 18. Estar por debajo les impediría desfilar en este acontecimiento que recibe subvenciones públicas y que, por tanto, tiene una responsabilidad social con respecto a lo que exhibe. La decisión no ha gustado a muchos que creen que se está coartando la libertad de los diseñadores o que las modelos, que siempre han sido altas y delgadas, son tratadas como ganado. Desde el punto de vista médico esto no se sostiene. De hecho la mayoría de autoridades internacionales, incluso las relacionadas con el mundo de la moda, han aplaudido una medida que contribuye a que las maniquíes transmitan, especialmente a la población joven, una imagen de belleza que no esté reñida con la buena salud.
Era un clamor general. Las modelos profesionales estaban cada vez más delgadas. Sin embargo, el invierno pasado la Pasarela Cibeles dio numerosas pruebas palpables de que los compromisos alcanzados en 1999 en el Senado -no exhibir imágenes de personas que estuvieran por debajo de un peso saludable en actos promocionales y publicitarios, no incluir dietas en las publicaciones que no estuvieran avaladas por un médico con su número de colegiado y hacer que las maniquíes vistieran una talla 38-40- no sólo no se estaban cumpliendo, sino que se estaban ignorando de manera evidente.
Todo el público fue testigo de como chicas famélicas se paseaban por el tapiz madrileño 'luciendo' escuetas prendas que, a pesar de su escasez, les bailaban sobre los prominentes huesos de las caderas y costillas y sobre unas clavículas que parecían querer abandonar el cuerpo. Una vez que llegaban al final de su recorrido y giraban para volver al 'backstage' el espectáculo era casi peor. Los ojos se clavaban más en unos omóplatos sobresalientes a modo de alas y en una columna vertebral cuyos nudos podían palparse uno a uno por debajo la piel.
«Era terrible, porque cuando veías a esas chicas sin maquillar, sin los vestidos, sin las luces y los efectos 'glamourosos' que provoca la pantalla el espectáculo era dantesco», resume Mª Carmen González, presidenta de ADANER (Asociación en Defensa de la Atención a la Anorexia y Bulimia Nerviosa).
Gracias a la presión que ha encabezado este colectivo, las cosas han dado un giro este año. La Pasarela Cibeles es un acontecimiento que se subvenciona con dinero público y los que quieran gozar de estas ventajas tendrán que acatar las normas que en su día se propugnaron.
Más allá de consideraciones administrativas y a pesar de que muchos implicados en el mundo de la moda han puesto el grito en el cielo ante lo que consideran una intromisión en su libertad creadora, lo cierto es que la decisión adoptada por la organización del evento madrileño ha sido aplaudida en otros foros similares (Semana de la Moda de Londres, Pasarela de Milán, revistas de La India...), y por parte de diversas organizaciones como la Asociación Española de Pediatría y la Sociedad Española de Medicina Estética y la Confederación de Consumidores y Usuarios.
Pero, ¿tiene sentido que las modelos con un Índice de Masa Corporal (IMC) inferior a 18 no se suban a una pasarela? Estos son los motivos médicos que han justificado esta controvertida decisión.
- ¿Qué es el IMC?
El Índice de Masa Corporal (IMC) es un baremo objetivo para establecer la proporción saludable entre la altura de una persona y su peso. Se calcula dividiendo el peso de una persona (expresado en kilos) entre su altura, expresada en metros y elevada al cuadrado. Está aceptado desde hace años por la OMS y la comunidad científica internacional y es una herramienta útil para determinar el estado de salud y el riesgo de padecer enfermedades derivadas de un estado nutricional con carencias (osteoporosis, propensión a las infecciones, alteraciones hormonales, debilidad...).
- ¿Cuál es un IMC normal?
Entre 18,5 y 24,9 se considera que una persona está en su peso y que, por tanto, corre menos peligro de enfermar a causa de sus hábitos nutricionales. Si se sobrepasan estos límites, tanto por arriba como por abajo, las probabilidades de desarrollar obesidad y patologías cardiovasculares por un lado o malnutrición y trastornos de la conducta alimentaria, por otro, aumentan progresivamente. Es decir, las chicas que han pasado la prueba establecida en Cibeles están muy delgadas, pero sanas, según este indicador.
- ¿Están enfermas las modelos rechazadas por Cibeles?
No, y ningún especialista lo ha dicho. «Simplemente son chicas que se encuentran en una situación de cierto riesgo y que son más propensas a padecer algunos trastornos, según este parámetro. Como médicos no podemos dar opiniones subjetivas, hemos buscado criterios objetivos y el IMC lo es», aclara Susana Monereo, jefe de sección del servicio de Endocrinología del Hospital Universitario de Getafe (Madrid) y portavoz del equipo médico que evaluó a las modelos antes de iniciarse el evento madrileño.
- ¿Y qué hay de la genética?
Muchos han proclamado que las modelos son extremadamente delgadas debido a sus genes, a su constitución y a su metabolismo. «Eso puede ser cierto, pero se trata de excepciones. A la mayoría, estar delgado hasta esos límites les cuesta dieta draconiana y ejercicio», afirma la presidenta de ADANER. Monereo lo corrobora y, además, añade que «una chica que sea alta y muy delgada por naturaleza pero que esté sana alcanza el IMC requerido sin ningún problema». Ambas portavoces han insistido en señalar que las modelos seguirán siendo altas y delgadas y que, de hecho, tener un IMC de 18 es estar muy delgado. «No deberíamos perder de vista lo que es la normalidad. En los últimos años este concepto [en cuanto al peso] se ha denostado y una chica que se encuentra dentro de los límites de la normalidad ahora se considerada que está entradita en carnes, gordita», ejemplifica González.
- ¿Esta medida acabará con la anorexia?
No. La anorexia es una enfermedad que está descrita desde hace cientos de años. En su aparición y desarrollo influyen factores genéticos, culturales, sociales y ambientales. El paso que ha dado Cibeles es una contribución preventiva para atajar este problema que ha adquirido una magnitud inquietante.
- ¿Sólo preocupa la anorexia?
En absoluto. El culto al cuerpo y la transmisión de la idea de que el éxito, la felicidad y la realización personal están indefectiblemente unidos a la imagen han traído de la mano todo un rosario de trastornos de la conducta alimentaria por los que los especialistas también están alerta.
La anorexia y la bulimia son los problemas con los que la sociedad está más familiarizada, pero hay otros que también están relacionados con los hábitos nutricionales y con la percepción de la imagen corporal. De esta manera, está aumentando la incidencia de la vigorexia (obsesión por lograr un cuerpo musculoso y por hacer ejercicio para lograrlo, también llamado complejo de Adonis) o la ortorexia (fijación patológica por la comida sana, lo que lleva a renunciar a los alimentos sospechosos de ser 'impuros').
No se pueden olvidar lo que los especialistas llaman síndromes subclínicos. Es decir, se pueden padecer uno o varios síntomas de alguna enfermedad o desarrollar factores de riesgo para padecerla, pero no haber llegado a cumplir con todos los requisitos necesarios para elaborar un diagnóstico clínico.
«Estos casos también son preocupantes porque tarde o temprano acaban derivando en un trastorno en toda regla», explica la representante de ADANER. «Cuando el único objetivo en la vida es lograr un cierto peso o tener un determinado aspecto, sea cual sea, ya nos encontramos ante una señal de alarma», corrobora la doctora Monereo.
- ¿Qué más hay que hacer?
El plano preventivo debe afrontarse desde los condicionantes externos que han demostrado su influencia en el aumento de los trastornos de la conducta alimentaria. Éstos son, fundamentalmente, el colegio, la familia y los medios de comunicación.
Un estudio publicado en febrero en 'Pediatrics' puso de manifiesto que los chavales que en el centro escolar eran objeto de las burlas por parte de sus compañeros a causa de su peso tenían más riesgo de desarrollar alteraciones de la conducta alimentaria y que, sobre todo las chicas, tomaban la decisión de hacer dieta en función de este escarnio. «Las escuelas deberían poner en marcha políticas explícitas acerca de este tipo de comportamientos, igual que ocurre con la segregación racial o el acoso», concluían los autores.
Por su parte, el núcleo familiar no puede mirar hacia otro lado en este tema. Así, es importante no juzgar a los pequeños por su aspecto, por su peso o hacer alusiones despectivas habituales relacionadas con su imagen.
Además, deben predicar con el ejemplo, pues la evidencia científica que apunta que las madres que se pasan la vida probando dietas, tratando de perder peso, preocupadas por su aspecto físico o que incluyen el tema de la delgadez en sus conversaciones ejercen una influencia muy negativa a la hora de que sus vástagos se hagan una idea de lo que significa tener buen aspecto.
Finalmente, los medios de comunicación no pueden eludir su responsabilidad.
Numerosos trabajos han demostrado que el mundo de la moda se ha convertido en un referente para la sociedad, especialmente para las adolescentes, que acaban haciendo esfuerzos sobrehumanos por parecerse a la modelos que ven en sus revistas.
Estas publicaciones deberían cuidar el tipo de modelos que muestran así como promover un estilo de vida bello ligado a la salud. Así, tendrían que vigilar la idoneidad de las dietas de las que se hacen eco y dar más importancia, por ejemplo, al ejercicio, pues también se ha comprobado que muchas chicas hacen deporte animadas por ellas.
- Reclamaciones asistenciales.
Desde ADANER hace años que se vienen demandando unidades multidisciplinares para tratar estos problemas. Éstas deben contemplar el ingreso hospitalario, la atención hospitalaria de día y la atención ambulatoria continuada para vigilar la evolución en el tiempo y evitar recaídas. «Muy pocas comunidades autónomas las tienen», se queja González. Entre tanto, si se sospecha que existe un problema de esta índole lo mejor es acudir a la asociación más cercana. Desde allí se canaliza toda la información.
Una polémica que no ha sido tan agria
En realidad, la supuesta indignación de las modelos no ha sido para tanto. «La relación con ellas fue estupenda, acudieron a pasar la prueba porque lo consideraron un requisito para hacer su trabajo», recuerda Susana Monereo, portavoz, además, de la SEEN (Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición). Es más, la inmensa mayoría entraba dentro de los límites de la normalidad. Finalmente, las que no superaron el corte -cabe recordar que porque estaban bastante por debajo del 18 exigido-, lejos de poner el grito en el cielo, «se interesaron por su salud, pidieron más información acerca del significado del IMC y preguntaron cómo podían incrementar un poco este índice sin poner en riesgo sus futuros trabajos», dice la especialista del Hospital Universitario de Getafe.
¿Y cómo se logra engordar sin abultar? Pues según los especialistas, no hay fórmulas mágicas. Se deben hacer cinco o seis comidas al día, en pequeñas cantidades. Hay que prestar mucha atención a la calidad de los productos que se eligen y eliminar por completo los caprichos. Es prioritario cocinar con poca grasa y procurando no añadir calorías innecesarias (salsas, aditivos...). Además hay que hacer ejercicios específicos para mantener la salud cardiovascular y un tejido muscular estilizado y flexible.
Hay que tener claro que...
- Se puede ser alto y delgado gracias a la genética pero, a la mayoría de la población, mantenerse estilizado le supone cuidar bastante su alimentación y hacer ejercicio.
- Pesar más no significa estar gordo. El músculo pesa más que la grasa. Así, alguien sano estará más delgado que otra persona 'fofa'.
- Los cambios hormonales propios de la adolescencia tienden a redondear la silueta femenina en caderas, glúteos, pecho y muslos (constituyen la reserva grasa necesaria para tener hijos). Si se desea atenuar estas formas femeninas hay que recurrir a dietas equilibradas y al ejercicio físico.
- Bajar de peso con dietas demasiado restrictivas eleva el riesgo de osteoporosis, aumenta la predisposición a las infecciones, deshidrata y envejece la piel. Estropea el pelo y las uñas.
- El mero hecho de 'vivir a dieta' eleva el riesgo de acabar padeciendo anorexia o bulimia.
Fuente: El Mundo |