Horas y más horas con las pesas. El culto al cuerpo puede llegar a convertirse en una obsesión que oculta un trastorno psicológico. La vigorexia, una patología descrita hace apenas tres años, afecta a aquellos adictos a la musculación que nunca se consideran lo suficientemente fornidos, se pesan varias veces al día, hacen del gimnasio su segunda casa y llegan a dedicar al ejercicio físico hasta seis horas al día.
La vigorexia o dismorfia muscular se encuadraría dentro de un grupo de trastornos denominados dismorfias corporales, sufridos por aquellas personas que no se sienten a gusto con su propio cuerpo y se obsesionan con la mejora de ciertos defectos físicos.
Para algunos expertos, la vigorexia constituye el reverso de la anorexia nerviosa. Mientras que la anorexia suele aparecer entre chicas jóvenes, que por más que adelgazan nunca llegan a verse lo suficientemente delgadas, la vigorexia afecta a hombres que se desviven por alcanzar un cuerpo cada vez más musculado.
En opinión del profesor José Carlos Caracuel Tubío, especialista en Análisis del Comportamiento Humano y Psicología del Deporte y presidente de la Federación Española de Psicología del Deporte, "en España la vigorexia se observa principalmente entre adolescentes".
A pesar de tener una complexión física más fornida que el resto de la población, las personas vigoréxicas se entregan compulsivamente al ejercicio con pesas sin perseguir otra meta que no sea aumentar la masa muscular. Esto lo consiguen dedicando una media de seis horas al día al ejercicio físico y mediante la ingestión de esteroides anabolizantes. "La vigorexia deriva de una confusión entre medios y fines", señala el profesor Caracuel.
"El problema surge cuando no se utiliza el ejercicio físico como un medio para llevar una vida más saludable. La consecución de un cuerpo musculado se convierte en un fin en sí mismo, y esta obsesión puede acarrear la adopción de hábitos no saludables".
El valor de la imagen
La presión de los medios de comunicación ha desempeñado un papel esencial en la extensión de esta patología. Desde el cine y la publicidad se difunde el modelo de hombre fuerte y atlético como prototipo de salud y éxito, lo cual puede causar una obsesión por el culto al cuerpo y una frustración en adolescentes cuya complexión no se adapte a estos cánones.
"Las principales razones por los que se cae en la vigorexia son de tipo estético. Algunas personas cuya constitución no se corresponda al modelo de cuerpo danone pueden tener problemas de integración en un medio donde se valora en gran medida el aspecto físico", añade Caracuel.
Los vigoréxicos suelen ser personas poco maduras, introvertidas, con problemas de integración y seguridad y baja autoestima, que piensan que tienen poco atractivo entre el sexo opuesto debido a su aspecto físico. Harrison G. Pope, psiquiatra del Hospital Mc Lean, de Boston, indica en sus estudios que la vigorexia puede ir acompañada de otras alteraciones psicológicas, como la ansiedad, la depresión y los trastornos obsesivos compulsivos.
Tratamiento
Ensayos realizados por Eric Hollander, especialista en trastornos compulsivos en la Escuela de Medicina Monte Sinaí, en Manhattan, sugieren que el tratamiento con antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (grupo de fármacos al que pertenece Prozac) puede resultar efectivo en pacientes con dismorfia muscular.
En opinión del profesor Caracuel, las principales armas para luchar contra la vigorexia son las terapias psicológicas habituales de modificación de la conducta. "Será dificil acabar con la vigorexia mientras desde el cine, las revistas y la publicidad se preconicen valores sociales basados en una cultura de la imagen".
En España aún no se han realizado estudios específicos acerca de este trastorno, por lo que no existen cifras de la indicencia de la vigorexia en nuestro país.
Esterorides
Es frecuente el consumo de esteroides anabolizantes (sustancias que favorecen la formación de masa muscular) entre personas vigoréxicas. El abuso de estas sustancias, que permiten aumentar rápidamente la masa muscular y son fáciles de encontrar en algunos gimnasios, puede ocasionar graves problemas físicos, como un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, lesiones hepáticas, disfunciones eréctiles, disminución del tamaño de los testículos y una mayor propensión a padecer cáncer de próstata. Junto a los problemas físicos y una dieta inadecuada que prescinde de la grasa en beneficio de una mayor cantidad de proteínas, el abuso de esteroides anabolizantes puede ocasionar, según Caracuel, "la aparición de problemas psicológicos. Vivir para el propio cuerpo deteriora seriamente las relaciones humanas. Además, los adolescentes que pasan muchas horas en el gimnasio suelen desarrollar un perfil agresivo que les conduce a demostrar su fuerza física durante los fines de semana participando en peleas".
Miguel Castillo
Fuente: Entorno |