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Los "ricos" también lloran (el costo de ser "guapo")

Hoy comparto algunos pedacitos de un artículo sobre la obsesión de algunos muchachos con el tema de la belleza y cómo sufren.
Julia

Al igual que las mujeres, los hombres (…) buscan, cada vez más, tener cuerpos perfectos, esos que garantizan la admiración y aceptación instantánea en prácticamente cualquier ámbito de lo público y, más aún, de lo privado.

A diferencia de ellas, en cambio, la búsqueda masculina del cuerpo ideal no parece estar en los cuerpos sumamente delgados y casi sin formas, sino más bien en los cuerpos fuertes, macizos, de músculos torneados y abdominales marcados. A pesar de que no hay estadísticas oficiales precisas, la práctica clínica muestra que, en relación a las mujeres, son muy pocos los hombres que sufren de anorexia o bulimia, y, a su vez, también la cifra es baja en relación a otro trastorno solamente masculino: la vigorexia, la búsqueda obsesiva por la perfección del cuerpo, de moda en gran parte del mundo occidental.

“Como patología, la vigorexia todavía no figura en los libros de psiquiatría clínica. El nombre se lo puso en 1993 el psiquiatra Harrison Pope del Hospital Mac Lean de Boston”, explica Adriana Bertoletti, médica psiquiatra. “En el hombre se da en esa búsqueda por ser musculoso. Y también se da una distorsión de la imagen corporal: aún estando en el gimnasio seis veces por semana, entrenando metódicamente y estando realmente vigorosos, muchos hombres se siguen viendo enclenques y escuálidos. Una distorsión entre lo que son sus verdaderos cuerpos y lo que el espejo les refleja. Y si bien las causas son individuales, de acuerdo a la historia de cada persona, en lo general se ve en esta tendencia una necesidad de verse bien, pensando que uno así se relaciona mejor con el otro. Sin embargo, esta búsqueda los lleva más a la soledad y al aislamiento. Por un lado, se siguen viendo `enclenques`, `feos`; y por el otro lado, forman como una coraza que no deja que otras personas realmente se les acerquen”.
Así, con una supuesta voluntad manifiesta de ser incluidos, de ser reconocidos, de ser vistos por otros, estos cuerpos perfectos se encargan de dejar de lado la posibilidad de un contacto personal y, por ende, se resguardan de lo que parece ser más peligroso: un vínculo. El encuentro que proponen es, por sobre todo, superficial y efímero. Y del mismo modo, quiénes se les acercan parecen entender el mensaje.

Ahora, ¿hasta qué punto los encuentros posibles no están un tanto predeterminados por una imagen de moda? ¿Cuánto se puede ver cómo es la persona si lo físico está tan sobrevalorado? ¿Qué se muestra y qué se esconde? “Es que ponen en el cuerpo todo lo que no pueden poner en otro lado. Es un modo de estar muy fijados en sí mismos, en un recorte, y pierden de vista un panorama mucho más amplio.

La tiranía de la imagen de un cuerpo perfecto creada por una cultura postmoderna que tiene como uno de sus valores supremos a la apariencia, al aspecto externo, termina, paradójicamente, generando hábitos de conducta que van en detrimento de algo esencial: el cuidado del propio cuerpo. Es que en la búsqueda de ese cuerpo soñado, el costo que se paga es, la gran mayoría de las veces, tan alto como el ideal de perfección al que se aspira. Un precio altísimo por un cuerpo ideal que, tarde o temprano, lo termina pagando el cuerpo real.

Leandro tiene 25 años, es modelo publicitario desde hace 2 años, y ya está agobiado: la presión continua por tener un cuerpo y mantener una cara en estados de belleza ideales hacen que su vida cotidiana sea una sucesión de dietas, largas horas en el gym, cuidados de todo tipo a toda hora. “Cuando empecé a modelar, estaba bien de cuerpo, bastante bien. Pero me di cuenta enseguida de que muchos de los otros chicos estaban mejor que yo, y me sentí bastante mal. Por eso empecé a entrenar más días en el gimnasio, a hacer dieta, a correr, hacía de todo. Pero igual no estaba tan marcado como ellos, entonces empecé a tomar pastillas para quemar grasas, era la forma más rápida de sacarme lo que sobraba. A las semanas estaba perfecto, sin un rollo, bien marcadito. Seguí tomando las pastillas para mantenerme así como estaba, pero me duró poco porque las tuve que dejar cuando me vinieron dolores fuertísimos en el estómago, me descompuse varias veces y terminé internado. Me había intoxicado, no era el estómago, era el hígado, casi tengo hepatitis medicamentosa. Al final no la tuve, pero tuve que estar internado unas semanas.”

Es más que obvio que el aspecto, en el mundo de la moda, es esencial. Sólo que en estos últimos años parece también obvio que el aspecto es igual de esencial para muchos hombres que están muy lejos de ser modelos. Son hombres de todas las edades, aunque la franja más amplia es la que va de los 30 a los 40, cuando aparece un deseo de recuperar juventud perdida y con poco conocimiento de la línea que separa querer estar bien con tener que estar muy bien. Siempre. En clases medias y altas, donde la más que variada oferta de productos y servicios para el cuidado del cuerpo encuentran una demanda creciente y voraz. En una ciudad como Buenos Aires, en la que cultivar una imagen externa de forzada belleza parece ser sinónimo de inserción o inclusión, de éxito o fracaso. Y sin ninguna pasarela de por medio.

Artemisa noticias


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