A esa conclusión llegaron las investigadoras australianas Hayley Dohnt y Marika Tiggemann, de la Universidad Flinders, quienes plantean que las niñas desarrollan su deseo de ser flacas durante los primeros años escolares; es decir, entre los 6 y 7 años. A esa edad, ya tienen la definición y el concepto sobre qué es una dieta.
Estos factores pueden abrir el camino hacia un trastorno de la conducta alimentaria, como la anorexia o la bulimia.
Las niñas que participaron en el estudio observaron siluetas de pequeñas de 9 años y al escoger la más parecida a ellas y la que reflejaba lo que querían ser, la mayoría eligió el retrato de la más delgada.
Según los resultados, publicados en la revista British Journal of Developmental Psychology, el 71,5 por ciento de las pequeñas aseguró que desea una figura más delgada y el 45,7 por ciento dijo que utilizaría una dieta si aumentaba de peso.
Los resultados permiten entender la tendencia a la aparición de problemas en la conducta alimentaria en edades más tempranas.
Rosa Behar, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Valparaíso, precisa que detrás de estas patologías hay causas como factores biológicos, culturales y sociales. Tener madres o hermanas que sufrieron o padecen patologías alimentarias o de salud mental predispone a un mayor riesgo de morbilidad.
“En esas familias hay una preocupación mayor, implícita o no, por el peso, la figura y la comida”, dice.
Pares y medios
A lo anterior se suma que en los últimos años ha disminuido la edad de comienzo de la maduración sexual, que produce cambios corporales incluso antes de los 10 años.
Sin embargo, el factor sociocultural tiene un peso igual o más importante, agrega Behar, considerando que el riesgo se eleva dentro de sociedades industrializadas y occidentales, en las que la belleza física es sinónimo de delgadez y éxito.
La psiquiatra Lilian Urrutia concuerda en eso y se refiere a la influencia mediática. “Las niñas están expuestas a programas de televisión y revistas dirigidos a adolescentes o jóvenes y en los que se vende una imagen errónea de lo que es exitoso. Ellas reciben el mismo mensaje, pero sin ningún filtro ni orientación”. Así, desde pequeñas aprenden a hipervalorizar lo físico.
Otro aspecto determinante es la influencia del grupo de pares. “El período en el que comienza la insatisfacción (6 años) coincide con el inicio de la etapa escolar”, cuando interactuan más con otros niños, dice Dohnt.
Las niñas pueden crecer rodeadas de modelos e ideas que las hacen más vulnerables a desarrollar un trastorno alimentario en la adolescencia, o incluso antes. Para prevenir que la influencia del medio desencadene en una niña ideas negativas sobre la autoimagen, Behar precisa que es importante que los padres enseñen a sus hijos a soportar y defenderse de burlas y comentarios adversos sobre su figura.
Un problema que también nos toca
En el país no hay investigaciones que muestren una tendencia similar a la detectada en Australia. No obstante, algunos estudios señalan que los trastornos alimenticios son un problema latente entre los adolescentes.
Una investigación del Programa de Salud Mental de las Mujeres de la facultad de medicina de la U. de Antioquia, entre 972 alumnas de cinco colegios de Medellín, encontró que al 77 por ciento de las adolescentes les aterra la idea de ganar peso, el 41 por ciento tiene comen desaforadamente y un 33 por ciento sienten culpa después de comer.
Las expertas Nora Elena Bartolini, médica psiquiatra, y Camila Pombo, psicóloga de la Fundación Horus TCA de Bogotá, aplican desde hace un año una encuesta en colegios mixtos y femeninos de la capital para detectar la incidencia de trastornos alimenticios.
Aunque aún no hay conclusiones, las especialistas observan una tendencia: contrario a los promedios mundiales según los cuales entre el 1 y el 4 por ciento de la población de adolescentes puede estar afectada por estos trastornos los resultados muestran que entre el 4 y el 9 por ciento pueden tener ya estos problemas o una altísima predisposición a padecerlos.
Las expertas sostienen que los delgados ideales de belleza presentados en los medios de comunicación son una causa importante de la distorsión que los niños empiezan a tener de su propia imagen.
“Varias mamás me han dicho, preocupadas, que en las conversaciones de sus hijas y sus amiguitas ya incluyen el tema de la gordura y qué hacer para no subir de peso”, sostiene Bartolini.
Ante este panorama, recomiendan estar atentos a las señales de alarma, no perder la calma y buscar la ayuda de un profesional.
(El Tiempo, Colombia, 2005-04-09) |