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La vida en una balanza

Un temor irracional a ganar peso invade a quienes padecen dos conocidos trastornos de la conducta alimentaria: la anorexia nerviosa y la bulimia, perturbaciones mentales que ponen en peligro la existencia de quienes las padecen. No parece haber edad en la que la mujer esté a salvo, pues en Venezuela  se han registrado casos de pacientes con nueve  y hasta con 70 años. 
Pablo Blanco


Foto: Rick Gómez

Antes de llegar a la entrevista Fabiana había adelantado, telefónicamente, sus características físicas para ser identificada en persona: “Soy catirita, gordita y tengo cara de despistada”. Puntualmente llega al encuentro una chica de algo así como un metro 60 de estatura y 48 kilos de peso, con grandes ojos azules, las facciones del rostro bastante marcadas y de contextura atlética, pero notablemente delgada. “Estuve al borde del precipicio”, comenta mientras saca de su cartera una fotografía tomada hace cuatro años, cuando pesaba 39 kilos. “Un día, en la universidad, un amigo me observó mientras caminábamos hacia un salón de clases y me dijo: ‘Fabiana, tú eres anoréxica’. Yo me le reí en la cara, le dije: ‘¿Anoréxica? ¿Tú estás loco?’, y me explicó que él había sido bulímico y que sabía de lo que me estaba hablando. Para mí no fue tan fácil aceptar que tenía una enfermedad. Suena loco, pero uno tiene como 20 mil personas en la mente hablándote al mismo tiempo: una voz te dice que tienes ganas de comer, la otra te dice que no lo hagas. Es una lucha interna demasiado brava con uno mismo. Actualmente reconozco, conscientemente, mi caso y puedo hablar de mi anorexia una y otra vez. Mi psiquiatra y mi nutricionista dicen que eso me hace bien, que es un paso adelante. Pero, para mí, el problema no ha desaparecido. No como en la calle y continúo obsesionada con el ejercicio físico. Además, todavía me sigo viendo gorda”.

Al relato de Fabiana se suma el de Ingrid, una profesional de 26 años, de tez morena y rozagante aspecto. “Hace unos siete años mis compañeras de la universidad y yo nos tragábamos un montón de chucherías cuando nos reuníamos para estudiar. Lo hacíamos antes de almorzar. Después del almuerzo seguíamos comiendo y luego nos metíamos todas en el baño a ver quién vomitaba primero. Igual lo hacíamos en el baño de la universidad, por turnos. Mientras más te dijeran que estabas muy flaca mejor te sentías. Para nosotras eso estaba bien, teníamos una competencia. Yo tenía la meta de llegar a la talla 24 en pantalón. En eso estuve tres años, hasta que me diagnosticaron bulimia. Me puse muy mal, pero recuerdo que era la única forma de ver a mis padres juntos. Yo creo que uno se sale de eso cuando toma la decisión, cuando le da la gana”.

Que este par de testimonios sirva como punto de partida para explicar dos conocidos trastornos de la conducta alimentaria: la anorexia nerviosa y la bulimia, dos patologías frecuentes, principalmente, en las adolescentes. Imperia Brajkovich, endocrinóloga del Centro Médico Docente La Trinidad y profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela; Luisa Ayala y Ana María Ríos, nutricionista y psiquiatra, respectivamente, de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Centro Médico de Caracas; Ernesto Rodríguez y Cynthia Figuera de Soublette, psiquiatra y nutricionista, respectivamente, del instituto integral Humana; y Jessica Díaz Nagel, psiquiatra de la Unidad de Estudios y Terapia Cognitiva y Sexual, toman la palabra para revisar las causas, características, consecuencias y tratamientos de ambas patologías.  

El ayuno como regla     

Brajkovich señala que la anorexia nerviosa es un trastorno psiquiátrico con múltiples manifestaciones médicas y endocrinológicas. La patología fue descrita por primera vez, en 1689, por el médico inglés Sir Richard Morton, quien estudiaba el caso de una muchacha de 17 años que, según él, “parecía un esqueleto cubierto de piel”. En algunos sitios web especializados se agrega que la joven paciente de Morton presentaba una súbita pérdida del apetito y una dedicación obsesiva a sus estudios. Dos psiquiatras: el francés Charles Lasègue y el inglés Sir William Gull se disputaron la paternidad del término a mediados del siglo XIX. En la actualidad la anorexia se considera un trastorno epidémico en Europa y Estados Unidos, que afecta a entre cinco y 10 por ciento de la población adolescente. En ambas regiones se llevan a cabo intensas campañas contra la pérdida de peso de las jóvenes modelos, quienes no sólo sufren estas enfermedades con frecuencia sino que representan el patrón contemporáneo de belleza, seguido, lamentablemente, por muchas a cualquier precio, incluso el de la muerte.

En dos platos

La anorexia nerviosa se divide en dos tipos: anorexia nerviosa restrictiva (el paciente come muy poco aun estando por debajo de su peso corporal) y anorexia purgativa (se da cuando el paciente ingiere, igualmente, poca cantidad de alimentos, pero se encarga de botar las calorías consumidas vomitando, haciendo ejercicios de manera compulsiva o usando laxantes y pastillas adelgazantes). Según lo especificado por los especialistas, esta enfermedad aparece, por lo general, antes de los 25 años, lo cual no implica que no pueda aparecer a los 30 o más adelante. Sus principales síntomas son: 
• Pérdida de, al menos, 25 por ciento del peso original de la persona. 
• Existencia de una actitud distorsionada frente al alimento y el peso: no importan el hambre, las amenazas de salud y los consejos de los demás al respecto.
• Ausencia de enfermedad orgánica que explique la pérdida de peso.
• Ausencia de alguna patología psiquiátrica previa.
• Presencia de, al menos, dos de los siguientes signos: amenorrea de tres meses (ausencia de menstruaciones), bradicardia (baja frecuencia cardiaca), períodos de hiperactividad, episodios de bulimia o vómitos y lanugo (vello corporal parecido al de los bebés).  
• Rechazo a mantener el peso corporal por encima del peso mínimo para la edad y talla. El individuo pierde peso voluntariamente hasta  alcanzar uno que puede ser hasta 15 por ciento menor al ideal.
• Imagen distorsionada de sí misma frente al espejo (la persona se ve gorda).
• Desconocimiento de la gravedad potencial o real de lo que ocurre.
• Práctica de ejercicios físicos de manera excesiva con la finalidad de perder calorías.  

“Atracones” clandestinos

La bulimia —aseguran Brajkovich y Díaz— se caracteriza por episodios recurrentes de ingestión de cantidades masivas de alimentos de alto contenido calórico en un período corto, acompañados de una sensación de descontrol.
Estas ingestiones se denominan “atracones” (igualmente conocidos por su nombre en inglés binge eating). Este síntoma se presenta también en los llamados comedores compulsivos (quienes padecen otro trastorno de la conducta alimentaria). Estos últimos —a diferencia de los pacientes bulímicos— no se purgan ni provocan el vómito después del atracón. La cantidad de comida ingerida en un binge puede significar entre 3.500 y 5.000 calorías. “Estos episodios pueden durar entre una y ocho horas”, destaca Brajkovich.
El individuo prefiere alimentos ricos en grasas y carbohidratos que nunca consumiría si no fuera a purgarse posteriormente. Estos episodios acaban en dolor abdominal, vómito autoprovocado y —como ya se ha dicho— purgas, ya sea con diuréticos o laxantes. Todo se realiza en el más completo secreto. Después del acto, surge un sentimiento de autodesprecio, malestar y temor a la pérdida de control. El abuso de alcohol y drogas y la depresión son frecuentes en pacientes que padecen esta patología. Las alteraciones menstruales son 20 por ciento menos frecuentes en las mujeres bulímicas que en las anoréxicas. Los individuos que comienzan a padecer el trastorno tienen un mínimo de dos episodios de bulimia (o vómitos) a la semana durante tres meses. Sus principales síntomas son: 
• Preocupación excesiva por la imagen corporal y el peso.
• Episodios recurrentes de voracidad, consumo rápido de comida en corto tiempo y posterior inducción del vómito. 
• Sensación de falta de control sobre el comportamiento alimentario.
• Permanente utilización de laxantes y diuréticos.
• Práctica de pesar el vómito autoprovocado para medir las calorías botadas.  
• Sometimiento a estrictas dietas. 
• Inducción excesiva del vómito con la finalidad de quemar calorías.
• Usualmente quienes padecen de bulimia tienen sobrepeso o un peso corporal normal. 

No sólo a ellas

Según lo aportado por la doctora Díaz, estos trastornos son entre 10 y 20 veces más frecuentes en mujeres que en hombres. No obstante, recientemente se han registrado, en el país, casos de niñas y niños entre los nueve y los once años.  Otro paradigma roto es el que suponía que sólo afectaba a la población de la clase alta; los especialistas consultados aseguran haber trabajado con pacientes de estratos sociales muy bajos. En Venezuela, como en el mundo, ha aumentado la incidencia (el número de casos diagnosticados) lo cual no significa que haya aumentado la prevalencia (el número de pacientes afectados).
Figuera comenta que hace unos años, algunas personas no acudían al médico por causa de una anorexia o una bulimia sencillamente porque ignoraban que estaban enfermas. “Mientras más rápido se atiendan los casos más probabilidades hay de que los pacientes mejoren”. Sin embargo, la doctora Ríos señala que si bien es cierto que el diagnóstico a tiempo supone un tratamiento más efectivo, también lo es el hecho de que mientras más temprano aparezcan estas patologías en un individuo, el pronóstico médico empeora. “Para poner un ejemplo sencillo: si un individuo presenta un problema de alcoholismo desde sus 12 años de vida, va a ser más difícil tratarle ese problema en el futuro porque comenzó su adicción muy tempranamente”.

Todos para uno 

 “En Humana —comentan Rodríguez y Figuera— atendemos a los pacientes anoréxicos y bulímicos en nuestra Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria. “Hacemos una evaluación integral del paciente. El psiquiatra  diagnostica algún trastorno de la personalidad asociado a estas patologías. El psicólogo trabaja el área de autoestima y los nutricionistas y los médicos chequean los exámenes de laboratorio (específicamente el perfil general).
Se ha visto que la enfermedad no responde si no hay un equipo multidisciplinario. Llevamos a cabo comidas vigiladas con los pacientes y terapias grupales en las que ellos hablan libremente de sus casos. “El éxito de estas dinámicas ha sido muy grande”. Ambos especialistas adelantaron que está en proyecto la Fundación Humana para atender a los pacientes de bajos recursos.

Familias anoréxicas, familias bulímicas

En la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria, el trabajo es muy similar al de Humana. La doctora Josefa Vivas de Vegas, la doctora Ana María Ríos, psiquiatra considerada una autoridad en la materia, y las nutricionistas Beatriz Verdi y Luisa Ayala están al frente de este centro de atención. Ayala explica esta labor multidisciplinaria. “Lo primero es estabilizar el peso del paciente y lograr que comience a ganar masa corporal. Posteriormente, come con nosotros, vigilamos que termine su plato, lo cual puede tomarse un buen tiempo debido a que los pacientes son bastante ritualistas a la hora de comer, además de tener una manera particular de masticar e ingerir. Si se avanza, se procede a tratar de mejorar la relación de estos individuos con la comida, incorporando paulatinamente alimentos de todos los grupos alimentarios. Ríos hace hincapié en un punto que considera de alta importancia: “En Venezuela los seguros médicos no contemplan la cobertura de la anorexia y la bulimia. Lo cual es grave tomando en cuenta que estas enfermedades son costosas y alteran la dinámica familiar en forma dramática; no sólo implican una inversión de dinero, sino de tiempo y esfuerzo mental. No en vano, cuando se tiene un caso de anorexia o bulimia tiende a hablarse de ‘familias anoréxicas’ o ‘familias bulímicas’, porque todos sus miembros están padeciendo las consecuencias de su aparición”. Otro punto recalcado insistentemente por todos los especialistas consultados es el bombardeo mediático de productos adelgazantes (pastillas “milagrosas”, laxantes y diuréticos) los cuales se venden sin récipe médico, permitiendo el fácil consumo de los mismos a quienes padecen de estas patologías, en detrimento de su salud. Otro punto pendiente es una fuerte campaña de prevención a nivel nacional. •

Causas 

Los factores que predisponen (causas) a la anorexia y la bulimia son múltiples. Según los especialistas consultados, los más frecuentes son los siguientes:
•Existencia de un gen descrito en los desórdenes de la conducta alimentaria: la patología de determinado paciente puede estar asociada a algún familiar cercano que haya padecido de alguno de estos trastornos.
•Familias en las que predominan madres dominantes y padres ausentes.
•Cambios repentinos y radicales que afectan la vida de un individuo como el divorcio de los padres, la mudanza de habitación o el ingreso a una nueva institución académica.
•La presión social por la extremada delgadez.
•Quienes padecen de anorexia son perfeccionistas, introvertidos, ritualistas (funcionan con estrictos horarios) y reservados. Los bulímicos son impulsivos, extrovertidos y compulsivos.
•Influyen también factores desencadenantes como la pérdida de un familiar o una ruptura amorosa.
•Existen profesiones en las que se encuentran grupos de riesgo de padecer ambas enfermedades, tales como bailarines de ballet, artistas de televisión y  atletas, entre otros. El caso de anorexia más famoso hasta la fecha es el de la fallecida cantante estadounidense Karen Carpenter.
 
Consecuencias 

Brajkovich, Ríos y Rodríguez mencionan  algunas de las consecuencias más determinantes:
•En cuanto a la anorexia: El estado de desnutrición del paciente puede llegar a ser tan severo que  el tejido graso no se aprecia. En esos casos el corazón disminuye de tamaño, hay edema (hinchazón) porque las albúminas (proteínas) están disminuidas, hipotensión arterial y malestar estomacal. Al comer, los pacientes se sienten saciados enseguida. Puede haber anemia, glóbulos blancos y plaquetas bajas porque la médula está deficiente. También hay bajos niveles de potasio, sobre todo en quienes usan laxantes y diuréticos. El hígado se infiltra de grasa. Bajan las defensas y las personas son propensas a las infecciones. Pueden, además, tener insuficiencia respiratoria, convulsiones, letargia y dolores en las piernas.
•La consecuencia más grave de la anorexia es la muerte por inanición (por la pérdida del peso necesario para vivir).
•En cuanto a la bulimia: Las posibilidades de morirse vomitando son más altas de las que se piensa. Cada vez que alguien vomita pierde electrolitos (se deshidrata). La bulimia ocasiona también problemas renales, por el abuso de diuréticos, y problemas gastrointestinales, por el abuso de laxantes. Entre los males menores, el vómito ocasiona la pérdida total del esmalte dental. 
•Es frecuente encontrar pacientes que pasan de la anorexia restrictiva a la bulimia.
•La comorbilidad tiene que ver con el trastorno mental que coexiste con la anorexia o la bulimia del paciente, que puede llevarlo al suicidio.

El Universal. Jueves 18 de septiembre, 2008

Fuentes consultadas

•Doctora Imperia Brajkovich.
Servicio de Endocrinología y Diabetes del Centro Médico Docente La Trinidad. 
•Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria del Centro Médico de Caracas.
•Doctora Jessica Díaz Nagel, psiquiatra.
Centro Profesional Santa Paula.
•Unidad de Trastornos de la  Conducta Alimentaria. Grupo Humana.


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