Imprimir
Indemnización | Sentencia en japón

 Murió de tanto trabajar
Tras 114 horas extras, Kenichi Uchino, de 30 años, murió en la fábrica. Su viuda, que lleva años luchando por una indemnización, logra que le den la razón. Japón reconoce 355 casos al año. Podrían ser hasta 10.000
Arturo Escandón
 
Kenichi Uchino cayó en una profunda depresión por el exceso de trabajo.

Despuntaba el alba del 9 de febrero de 2002 cuando Kenichi Uchino se desplomó sobre el piso de la fábrica Tsusumi, una de las 12 que Toyota tiene precisamente en la ciudad de Toyota, una suerte de Detroit japonesa situada en la prefectura de Aichi, en el centro del país. Aunque el dictamen médico no dejó lugar a dudas al atribuir la muerte a un paro cardiaco, las razones que provocaron el repentino ataque habían sido hasta esta semana parte de un litigio de casi seis años de duración, incubado en los laberínticos pasillos de las agencias gubernamentales japonesas.

Hiroko Uchino, viuda de este mando medio de Toyota Motors,primer constructor mundial de automóviles, supo inmediatamente que se trataba de un caso más de karoshi, palabra vernácula que significa «muerte por exceso de trabajo» y que describe un fenómeno muy común en el ambiente laboral del país y que en las últimas dos décadas ha hecho sonar todas las alarmas sociales. La palabra se emplea también para indicar no sólo la muerte de un trabajador, sino los casos de invalidez permanente, especialmente aquéllos relacionados con los infartos cerebrales producidos por el exceso de trabajo.

Apenas acaecida la muerte de su marido, de 30 años de edad, Hiroko Uchino acudió al ministerio de Trabajo para formalizar la denuncia con el propósito de cobrar una indemnización. Se encontró sola con dos hijos, en una sociedad en la que el empleo estable es prerrogativa del hombre. En caso de demostrar que la muerte de su cónyuge se debía al exceso de trabajo, la repartición ministerial ordenaría a Toyota a pagarle una compensación que podría ascender a los 84 millones de yenes (520.000 euros).

Las autoridades ministeriales no la creyeron. Exigían pruebas y se alinearon con el gigante automotor. Según Toyota, Uchino hizo un total de 45 horas extra el mes anterior a su muerte. De acuerdo con la ley, la muerte puede sobrevenir por exceso de trabajo sólo con 100 horas o más de labores extras registradas durante el mes anterior al deceso o lesión. No le pareció sospechoso a los puntillosos inspectores que Uchino se desplomase a las cuatro de la madrugada, cuando su turno en el control de calidad del ensamblaje del modelo Prius finalizaba tres horas antes en la fábrica Tsusumi.

Su mujer está segura de que su marido había trabajado más de 100 horas extras, pues solía abrir la puerta de su casa al alba, tan cansado que no lograba ni desayunar. Según Hiroko, los 1,3 billones de yenes (8.000 millones de euros) de beneficios que presentó la marca en 2006 son fruto de tantos y tantos Uchiros que se desloman en las cadenas de montaje. Por eso llevó el asunto a los tribunales. «Sonreía bastante menos y decía que sólo era feliz durmiendo», explica la viuda.

Una pension indigna

Tras una interminable batalla, el Tribunal de Distrito de Nagoya le dio la razón esta semana. Los jueces establecieron que el trabajador realizó 114 horas extra el mes anterior a su deceso (y 60 de media en los meses anteriores), lo que abre la puerta a una posible compensación económica. Aunque la firma puede recurrir la sentencia hasta el 14 de diciembre.

«Hay miles de personas que sufren esta práctica», denunció Hiroko Uchino el pasado miércoles. La viuda tiene 37 años de edad y dos hijos de siete y nueve años. Apenas le quedaron ahorros de su marido, que ganaba el salario medio mensual. Y se mostró reticente a cobrar los 1.000 euros mensuales de pensión de viudedad, por considerarse indignos en el país nipón.

El Ministerio de Trabajo rechazó el pasado año fiscal, que finalizó en marzo de 2007, cerca de la mitad de las 938 formalizaciones de denuncia que buscaban compensación económica por casos de enfermedad o muerte por exceso de trabajo. El Gobierno estima que el número de víctimas por karoshi fue de 355 (de ellas, 147 mortales), la cifra más alta registrada desde que se crearon los mecanismos para otorgar compensaciones en 1987, una subida del 7,6% respecto a 2005.

El Consejo Nacional de Defensa de las Víctimas del Karoshi, institución que ayuda a los familiares de las víctimas a obtener compensación y en muchos casos librar interminables batallas judiciales, considera que cada año mueren 10.000 trabajadores víctimas del karoshi.

La presión internacional y la epidemia de karoshi desatada en Japón en los últimos años obligó al Ministerio de Trabajo japonés a reducir la jornada semanal de 48 a 40 horas, como en España, en 1987, recomendar (que no exigir) un número máximo de horas extras, establecer directrices más precisas que definieran el karoshi y facilitar la asignación de compensaciones económicas a las víctimas.

Sin embargo, estas medidas no son más que una capa de maquillaje que oculta un abuso de poder generalizado. Cerca de seis millones de japoneses trabajan 60 o más horas extras al mes y sólo la mitad aprovecha todas sus vacaciones pagadas. Uchino era uno de ellos.

La última epidemia

«Karoshi». Este término socio-médico se usa con el fin de determinar una compensación económica en casos de muerte o enfermedad por explotación laboral. Fue acuñado a finales de la década de los 70 para identificar los primeros casos de este tipo que se dieron en Japón. En los últimos años, el exceso de horas de trabajo al que se ven obligados los trabajadores japoneses ha convertido la palabra en un vocablo de uso común. Por karoshi se entiende tanto a víctimas mortales, como a personas con enfermedades graves producidas por un número desorbitado de horas en su puesto de trabajo. La mayoría de los afectados sufren derrames cerebrales y complicaciones cardíacas. Para que los tribunales acrediten el karoshi, el trabajador debe haber cumplido al menos 100 horas extra en el mes previo al incidente. No se considera karoshi, sin embargo, si el empleado sufre un accidente como consecuencia de la fatiga que produce la sobrecarga laboral, aunque se produzca dentro de su lugar de trabajo.

El Mundo. Suplemento. Domingo 9 de diciembre 2007