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Adicción y toxicomanía

La adicción es la actividad compulsiva y la implicación excesiva en una actividad específica. La actividad puede ser el juego o puede referirse al uso de casi cualquier sustancia, como una droga. Las drogas pueden causar dependencia psicológica y física.
La dependencia psicológica se basa en el deseo de continuar tomando una droga por placer o para reducir la tensión y evitar un malestar. Las drogas que producen dependencia psicológica actúan en el cerebro y tienen uno o más de los siguientes efectos:

- Reducir la ansiedad y la tensión.
- Causar alegría, euforia u otros cambios placenteros del humor.
- Provocar impresión de aumento de capacidad mental y física.
- Alterar la percepción.

La dependencia psicológica puede ser muy poderosa y difícil de superar. Es particularmente frecuente con las drogas que alteran el humor (y las sensaciones) y que afectan al sistema nervioso central.

Para los adictos, la actividad relacionada con las drogas llega a ser una parte tan grande de la vida diaria que la adicción interfiere generalmente con la capacidad de trabajar, estudiar o de relacionarse normalmente con la familia y amigos. En la dependencia grave, los pensamientos y las actividades del adicto están dirigidas predominantemente a obtener y tomar la droga. Un adicto puede manipular, mentir y robar para satisfacer su adicción. Los adictos tienen dificultades para abandonar la droga y a menudo vuelven a ella tras períodos de abstinencia.

Algunas drogas causan dependencia física, pero ésta no se acompaña siempre de dependencia psicológica. Con las drogas que causan dependencia física, el cuerpo se adapta a ellas cuando se usan de modo continuado, conduciendo a la tolerancia y a síndrome de abstinencia cuando se deja de consumir. La tolerancia es la necesidad de aumentar progresivamente la dosis de una droga para reproducir el efecto originariamente alcanzado por dosis menores. El síndrome de abstinencia ocurre cuando se deja de tomar la droga o cuando los efectos de ésta son bloqueados por un antagonista. Una persona con síntoma de abstinencia se siente enferma y puede tener muchos síntomas, como dolor de cabeza, diarrea o temblores. La abstinencia puede provocar una enfermedad grave e incluso con riesgo vital.

El abuso de drogas implica más que la acción fisiológica de las drogas. Por ejemplo, las personas con cáncer cuyo dolor se trata con opioides como la morfina durante meses o años, casi nunca se vuelven adictas a narcóticos, aunque pueden desarrollar una dependencia física. Casi todas las sociedades a lo largo de su historia conocida han autorizado el uso de fármacos psicoactivos, incluso los considerados perjudiciales. Las sustancias que alteran el humor, como el alcohol y las setas alucinógenas desempeñan un papel importante en algunos rituales.

En algunos países, el término médico abuso de sustancias se refiere a la disfunción y a la desadaptación que conlleva el uso de drogas pero no a la dependencia. Habitualmente el abuso de drogas es la experimentación y uso para la propia satisfacción de drogas ilegales, el uso de fármacos legales no prescritos por el médico para aliviar problemas o síntomas y el uso de drogas hasta la dependencia. El uso de drogas ocurre en todos los grupos socioeconómicos y afecta tanto a gente con alto nivel cultural y profesional como a personas con bajo nivel de estudios y sin empleo.

Aunque el abuso de drogas tiene efectos poderosos, el humor del adicto y el ambiente donde se toma la droga influyen significativamente en su efecto. Por ejemplo, una persona que se siente triste antes de beber alcohol puede estar más triste a medida que el alcohol hace efecto. La misma persona puede estar alegre cuando bebe con amigos que se alegran bajo los efectos del alcohol. No es posible predecir cuál va a ser el efecto de una droga para cada persona y en cada situación.

Cómo se desarrolla la dependencia a una droga es una cuestión compleja y no aclarada. El proceso está influido por las propiedades químicas de la droga, sus efectos, la personalidad del adicto y otras condiciones predisponentes como la herencia y la presión social. En particular, la progresión desde la experimentación al uso ocasional y luego desde la tolerancia a la dependencia es poco conocida. Las personas con alto riesgo adictivo basado en su historia familiar no han demostrado tener diferencias biológicas o psicológicas en la forma de responder a las drogas, aunque algunos estudios indican que los alcohólicos pueden tener genéticamente una respuesta disminuida a los efectos del alcohol.

Se ha prestado mucha atención a la llamada personalidad adictiva. Los adictos a menudo tienen baja autoestima, son inmaduros, fácilmente frustrables y tienen dificultad para resolver problemas personales y relacionarse con gente del sexo contrario. Los adictos pueden tratar de escapar de la realidad y han sido descritos como temerosos, introvertidos y deprimidos. Algunos tienen una historia de repetidos intentos de suicidio o de autolesiones. A los adictos se les ha descrito como personalidades dependientes, que tratan de encontrar un soporte en sus relaciones y que tienen problemas para cuidar de ellos mismos. Otros muestran rabia manifiesta e inconsciente y una expresión sexual incontrolada; pueden usar las drogas para controlar su comportamiento. Sin embargo, la evidencia sugiere que, en general, estos signos emergen como resultado de una adicción a largo plazo y no son necesariamente el resultado del abuso de drogas.

En ocasiones, los familiares o los amigos pueden comportarse de modo que permiten al adicto continuar abusando de las drogas o del alcohol; estas personas son consideradas codependientes (también llamadas facilitadoras). Los codependientes pueden llamar enfermo al adicto o crear excusas para el comportamiento de la persona. Por ejemplo, un amigo puede decir: “Pedro no tenía intención de atravesar el muro con el puño; estaba simplemente un poco enojado porque el bar no tenía su cerveza favorita”. El codependiente puede suplicar al adicto que deje de tomar drogas o alcohol pero raramente hace algo más para ayudarle a cambiar su conducta.

Un familiar o amigo que se preocupa debería animar al adicto a dejar de tomar drogas y a entrar en un programa de tratamiento. Si el adicto renuncia a buscar ayuda, el familiar o el amigo puede en algún caso amenazarle con dejar de estar en contacto con él. Tal actitud parece hiriente pero puede ser coordinada con la intervención guiada de un profesional. Éste puede ser un método de convencer al adicto de que debe realizar cambios en su comportamiento.

 

Una mujer adicta embarazada expone a su feto a la droga. A menudo, aquélla es reacia a admitir a médicos y enfermeras que está abusando de las drogas o del alcohol. El feto puede hacerse físicamente dependiente. Poco después del parto, el recién nacido puede experimentar un síndrome de abstinencia grave o incluso mortal, sobre todo si los médicos y enfermeras no han sido informados de la adicción de la madre. Los niños que sobreviven a la abstinencia pueden tener muchos otros problemas.
Finalmente, otra gran preocupación respecto a cualquier droga ilegal es que no siempre es lo que pretende ser. No existe control de calidad con las drogas ilegales y la mala calidad (grandes variaciones en los grados de potencia o incluso adulteración) representa un peligro añadido a su uso.

Alcoholismo

El alcoholismo es una enfermedad crónica caracterizada por una tendencia a beber más de lo debido, intentos infructuosos de dejar la bebida, y mantenimiento de la costumbre a pesar de las adversas consecuencias sociales y laborales.

El alcoholismo es una enfermedad frecuente. En Estados Unidos, por ejemplo, alrededor del 8 por ciento de los adultos tiene un problema de consumo de alcohol. Los hombres son cuatro veces más propensos que las mujeres a ser alcohólicos. Las personas de todas las edades son susceptibles. Cada vez más, los niños y los adolescentes tienen problemas con el alcohol, con desastrosas consecuencias.

El alcohol produce dependencia tanto psicológica como física. El alcoholismo generalmente interfiere con la capacidad de relacionarse y de trabajar y produce muchas conductas destructivas. Los alcohólicos suelen estar intoxicados diariamente. La embriaguez puede alterar las relaciones familiares y sociales y provoca frecuentemente divorcios. El absentismo extremo del trabajo puede conducir al desempleo. Los alcohólicos con frecuencia no pueden controlar su conducta, tienden a conducir vehículos habiendo bebido y sufren lesiones físicas por caídas, peleas o accidentes automovilísticos. Algunos alcohólicos también pueden ponerse violentos.

Causas

La causa del alcoholismo es desconocida pero el consumo de alcohol no es el único factor. Aproximadamente el 10 por ciento de la gente que bebe alcohol se vuelve alcohólica. Los familiares consanguíneos de los alcohólicos tienen una incidencia más alta de alcoholismo que la población general. También el alcoholismo tiene más probabilidades de desarrollarse en los hijos biológicos de los alcohólicos que en los adoptados, lo que sugiere que el alcoholismo implica un defecto genético o bioquímico. Algunas investigaciones sugieren que las personas con riesgo de ser alcohólicas se embriagan con menor facilidad que los no alcohólicos; esto quiere decir que sus cerebros son menos sensibles a los efectos del alcohol.

Además de un posible defecto genético, existe un cierto trasfondo y rasgos de personalidad que pueden predisponer a una persona al alcoholismo. Los alcohólicos generalmente provienen de familias deshechas y las relaciones con los padres están con frecuencia alteradas. Los alcohólicos tienden a sentirse aislados, solos, tímidos, depresivos u hostiles. Pueden exhibir conductas autodestructivas y ser sexualmente inmaduros. Con todo, el abuso y dependencia de alcohol son tan frecuentes que los alcohólicos pueden encontrarse entre las personas con cualquier tipo de personalidad.

Efectos biológicos

El alcohol se absorbe rápidamente desde el intestino delgado. Como el alcohol se absorbe más rápido de lo que se metaboliza y elimina, sus valores en la sangre aumentan rápidamente. Una pequeña cantidad de alcohol se excreta por la orina, el sudor y el aliento, sin ser modificado. La mayor parte del alcohol se metaboliza en el hígado y aporta 210 calorías por cada 30 ml (7 cal/ml) de alcohol puro consumido.
El alcohol deprime inmediatamente las funciones cerebrales; la intensidad de este efecto depende de su valor en la sangre (a mayor cantidad, mayor alteración). Las concentraciones de alcohol se pueden medir en la sangre o estimar midiendo la cantidad existente en una muestra de aire espirado. Las leyes limitan la concentración sanguínea de alcohol que puede tener una persona mientras conduce. En general, algunos países fijan el límite en 0,1 (100 miligramos de alcohol por cada decilitro de sangre) pero otros lo fijan en 0,08. Incluso una concentración de alcohol de 0,08 puede reducir la capacidad de una persona para conducir con seguridad.

La ingestión prolongada de excesivas cantidades de alcohol daña muchos órganos, particularmente el hígado, el cerebro y el corazón. Como otras drogas, el alcohol tiende a inducir tolerancia, por lo que las personas que toman más de dos vasos al día pueden beber más alcohol que los no bebedores sin que se produzcan efectos de embriaguez. Los alcohólicos también pueden hacerse más tolerantes a otras sustancias que deprimen la función del sistema nervioso central; por ejemplo, las personas que toman barbitúricos o benzodiacepinas necesitan generalmente altas dosis para conseguir un efecto terapéutico. La tolerancia no parece alterar el modo en que es metabolizado o excretado el alcohol. Más bien el alcohol induce una adaptación del cerebro y de otros tejidos.

Si un alcohólico, de repente, deja de beber, es probable que se produzcan síntomas de abstinencia. El síndrome de abstinencia de alcohol generalmente comienza de 12 a 24 horas después de que la persona deja de consumir alcohol. Los síntomas leves incluyen temblor, debilidad, sudación y náuseas. Algunas personas sufren convulsiones (llamadas epilepsia alcohólica o convulsiones por alcohol). Los grandes bebedores que dejan la bebida pueden sufrir alucinosis alcohólica. Pueden tener alucinaciones y oír voces que parecen acusadoras y amenazantes, causándoles aprensión y terror. Las alucinaciones alcohólicas pueden durar días y pueden ser controladas con fármacos antipsicóticos, como la clorpromacina o la tioridacina.

Si se deja sin tratar, la abstinencia de alcohol puede producir un conjunto de síntomas más graves llamado delírium trémens. El delírium trémens por lo general no comienza inmediatamente, más bien aparece entre 2 y 10 días después de dejar de beber. En el delírium trémens, la persona está al principio ansiosa y más tarde desarrolla confusión creciente, insomnio, pesadillas, sudación excesiva y depresión profunda. El pulso tiende a acelerarse. Puede aparecer fiebre. El episodio puede agravarse con alucinaciones fugaces, con ilusiones que producen miedo, inquietud y desorientación, con alucinaciones visuales que pueden aterrorizar. Los objetos vistos con poca luz pueden ser particularmente aterradores. Por último, la persona está extremadamente confusa y desorientada. Una persona con delírium trémens siente en ocasiones que el suelo se mueve, las paredes se caen o que la cama gira. A medida que progresa el delirio, aparece temblor persistente en las manos, que a veces se extiende a la cabeza y al cuerpo, y la mayoría de las personas presenta una intensa descoordinación. El delírium trémens puede ser mortal, particularmente si no se trata.

Otros problemas están directamente relacionados con los efectos tóxicos del alcohol en el cerebro y en el hígado. Un hígado dañado por el alcohol es menos capaz de eliminar del cuerpo las sustancias tóxicas, lo que puede causar un coma hepático. Una persona en coma está embotada, somnolienta, estuporosa y confusa y generalmente presenta un temblor extraño en las manos, como aleteo. El coma hepático incluye peligro de muerte y necesita tratamiento inmediato.

El síndrome de Korsakoff (psicosis amnésica de Korsakoff) generalmente ocurre en personas que ingieren regularmente grandes cantidades de alcohol, especialmente en aquellas que están desnutridas y tienen deficiencia de vitaminas B (particularmente tiamina). Una persona con síndrome de Korsakoff pierde la memoria de los acontecimientos recientes. La memoria es tan frágil que a menudo la persona inventa historias que intentan encubrir la incapacidad para recordar. El síndrome de Korsakoff a veces ocurre después de un ataque de delírium trémens. Algunas personas con síndrome de Korsakoff también desarrollan encefalopatía de Wernicke; los síntomas incluyen movimientos anormales de los ojos, confusión, movimientos incoordinados y anomalías en la función nerviosa. El síndrome de Korsakoff puede ser mortal a menos que se suprima rápidamente la deficiencia de tiamina.

En una mujer embarazada, una historia de una gran ingestión crónica de alcohol se puede asociar con malformaciones del feto en desarrollo, incluyendo bajo peso al nacer, pequeña talla, cabeza pequeña, lesiones cardíacas, daño muscular y bajo coeficiente intelectual o retraso mental. La ingestión moderada de alcohol de tipo social (por ejemplo, 2 vasos de vino de 120 ml al día) no está asociada a estos problemas.

Tratamiento
Los alcohólicos que presentan síndrome de abstinencia generalmente los tratan ellos mismos bebiendo. Algunas personas buscan atención médica porque no desean continuar bebiendo o porque el síndrome de abstinencia es muy intenso. En uno u otro caso, el médico comprueba en primer lugar la posibilidad de una enfermedad o una lesión de la cabeza que pudiera complicar la situación. El médico trata entonces de caracterizar el tipo de síndrome de abstinencia, de estimar cuánto bebe usualmente la persona y de determinar cuándo dejó de beber.
Como la deficiencia vitamínica causa síndrome de abstinencia potencialmente mortal, los médicos de los servicios de urgencia dan generalmente grandes dosis intravenosas de complejos vitamínicos C y B, especialmente tiamina. Los líquidos intravenosos, el magnesio y la glucosa se dan a menudo para prevenir algunos de el síndrome de abstinencia de alcohol y para evitar la deshidratación.
Frecuentemente, los médicos prescriben un fármaco benzodiacepínico durante unos días para calmar la agitación y ayudar a prevenir el síndrome de abstinencia. Los fármacos antipsicóticos se administran generalmente a un reducido número de personas con alucinosis alcohólica. El delírium trémens puede poner en peligro la vida y se trata más agresivamente para controlar la fiebre alta y la agitación intensa. Generalmente se administran líquidos intravenosos, fármacos para bajar la fiebre (como el paracetamol), y sedantes, y se requiere una supervisión estrecha. Con este tratamiento, el delírium trémens generalmente comienza a desaparecer dentro de las primeras 12 a 24 horas.

Después de resolver los problemas médicos urgentes, debe comenzarse una desintoxicación y un programa de rehabilitación. En la primera fase del tratamiento, el alcohol se suprime por completo. Por lo tanto, un alcohólico tiene que modificar su conducta. Permanecer sobrio es difícil. Sin ayuda, la mayoría recae en unos pocos días o semanas. Generalmente se cree que el tratamiento de grupo es más eficaz que el asesoramiento individual; sin embargo, el tratamiento se debería adecuar a cada individuo. También puede ser importante el contar con el apoyo de los familiares.

Alcohólicos Anónimos

No existe nada que beneficie tanto a los alcohólicos y de modo tan eficaz como la ayuda que se pueden proporcionar ellos mismos participando en Alcohólicos Anónimos (AA). Alcohólicos Anónimos opera dentro de un contexto religioso; existen organizaciones alternativas para quien desea una aproximación más secular. Un alcohólico debe sentirse cómodo, preferiblemente incorporándose a un grupo donde los miembros comparten otros intereses aparte del alcoholismo. Por ejemplo, algunas áreas metropolitanas tienen grupos de Alcohólicos Anónimos para médicos y dentistas u otras profesiones y para personas con ciertas aficiones.

Alcohólicos Anónimos procura un sitio donde el alcohólico en recuperación puede entablar relaciones sociales fuera del bar con amigos no bebedores, quienes también sirven de apoyo cuando surge de nuevo la necesidad imperiosa de beber. El alcohólico oye las confesiones de los otros al grupo entero con respecto a cómo están luchando día a día para evitar tomar una copa. Finalmente, proponiendo medios para que el alcohólico ayude a los demás, Alcohólicos Anónimos permite que la persona construya una confianza y autoestima que antes sólo encontraba bebiendo alcohol.

Tratamiento farmacológico

A veces, el alcohólico puede recurrir a un fármaco para evitar consumir alcohol. Se puede prescribir un fármaco llamado disulfiram. Este fármaco interfiere con el metabolismo del alcohol, produciendo acumulación de acetaldehído, un metabolito del alcohol, en la sangre. El acetaldehído es tóxico y produce rubor facial, dolor de cabeza pulsátil, aumento del ritmo cardíaco, respiración acelerada y sudación durante 5 a 10 minutos después de que la persona ingiere el alcohol. Las náuseas y los vómitos pueden presentarse de 30 a 60 minutos después. Estas reacciones incómodas y potencialmente peligrosas duran entre 1 y 3 horas. La incomodidad de la ingestión de alcohol después de tomar disulfiram es tan intensa que pocas personas se arriesgan a tomar alcohol, incluso la pequeña cantidad que llevan algunos preparados de venta libre contra la tos y el catarro o algunas comidas.

Un alcohólico en recuperación no puede tomar disulfiram apenas ha dejado de beber; el fármaco puede ser tomado sólo después de unos pocos días de abstinencia. El disulfiram puede afectar al metabolismo del alcohol de 3 a 7 días después de la última dosis del fármaco. A causa de la intensa reacción al alcohol asociada con el tratamiento, el disulfiram debería ser administrado solamente a alcohólicos en recuperación los cuales quieren realmente ayuda y están deseando cooperar. Las mujeres embarazadas o la gente que tiene una enfermedad grave no deben tomar disulfiram.

La naltrexona, otro fármaco, puede ayudar a la gente a hacerse menos dependiente del alcohol, si es usada como parte de un programa de tratamiento extenso que incluya asesoramiento. La naltrexona altera los efectos del alcohol en ciertas endorfinas del cerebro, que pueden estar asociadas con la búsqueda compulsiva y el consumo de alcohol. Una gran ventaja con respecto al disulfiram es que la naltrexona no produce malestar. Una desventaja es que la persona que toma naltrexona puede continuar bebiendo. Las personas con hepatitis u otra enfermedad hepática no deben tomar naltrexona.

Adicción a narcóticos

La adicción a narcóticos es una dependencia física y psicológica intensa (una compulsión para continuar tomando narcóticos). Debido al desarrollo de tolerancia, la dosis debe incrementarse continuamente para obtener el mismo efecto y se necesita usar continuamente el mismo narcótico o uno similar para evitar el síndrome de la abstinencia.

Los narcóticos que tienen un uso médico legítimo como potentes analgésicos se llaman opioides e incluyen la codeína (que tiene un bajo potencial para crear dependencia), oxicodona (sola y en varias combinaciones, como oxicodona más paracetamol), meperidina, morfina e hidromorfina. La heroína, que es ilegal en muchos países, es uno de los narcóticos más potentes.
La tolerancia y la abstinencia leve se pueden desarrollar en 2 o 3 días de uso continuado. Cuando se suspende el uso de la droga, a veces aparece el síndrome de abstinencia. La mayoría de los narcóticos en dosis equivalentes puede producir grados de tolerancia y de dependencia física equivalentes. Los adictos pueden sustituir un narcótico por otro. Las personas que han desarrollado tolerancia pueden mostrar pocos signos de uso de drogas y funcionar normalmente en sus actividades diarias mientras siguen teniendo acceso a las drogas. Las personas a las que se les administra narcóticos para tratar el dolor intenso tienen poco riesgo de volverse adictas si usan la medicación como es prescrita.

Síntomas

Los narcóticos usados para aliviar el dolor pueden tener otros efectos como estreñimiento, piel enrojecida o caliente y presión arterial baja, prurito, pupilas contraídas, somnolencia, respiración lenta y profunda, frecuencia cardíaca lenta y temperatura corporal baja. Los narcóticos pueden producir también euforia, a veces simplemente porque un dolor intenso finalmente ha desaparecido.

Generalmente los síntomas de la abstinencia son los opuestos a los efectos de la droga: hiperactividad, un sentido de alerta exacerbado, respiración rápida, agitación, incremento del ritmo cardíaco y fiebre. El primer signo de abstinencia es generalmente la respiración rápida, generalmente acompañada por bostezos, transpiración, lagrimeo y goteo nasal. Otros síntomas incluyen pupilas dilatadas, horripilación (“carne de gallina”), temblores, sacudidas musculares, sensaciones fugaces de calor y frío, dolores musculares, pérdida de apetito, contracturas intestinales y diarrea. Los síntomas pueden aparecer sólo de 4 a 6 horas después de dejar de usar el narcótico y llegan al máximo en 36 a 72 horas. Los síntomas de abstinencia son más graves en las personas que han usado grandes dosis durante largos períodos. Como los narcóticos se eliminan del cuerpo a diferentes velocidades, los síntomas de abstinencia difieren para cada droga.

Complicaciones

Muchas complicaciones, además de la abstinencia, derivan del abuso de narcóticos, especialmente si las drogas son inyectadas con agujas compartidas sin esterilizar. Por ejemplo, la hepatitis vírica, que puede contagiarse a través de agujas compartidas, causa lesión hepática. Las infecciones óseas (osteomielitis) particularmente en las vértebras, puede también producirse con el uso de agujas sin esterilizar. El codo del adicto a drogas (miositis osificante) está causado por las inyecciones repetidas y con agujas defectuosas; la musculatura alrededor del codo es reemplazada por tejido cicatricial. Muchos adictos comienzan con inyecciones subcutáneas, que pueden causar úlceras cutáneas. A medida que aumenta la adicción, el drogadicto se puede inyectar la droga en la vena, volviendo a la inyección subcutánea cuando sus venas están tan llenas de tejido cicatricial que ya no se pueden inyectar.

Los adictos a narcóticos desarrollan problemas pulmonares, como irritaciones pulmonares por aspiración (inhalación de saliva o vómitos), neumonía, abscesos, émbolos pulmonares y cicatrices, resultado del talco contenido en las inyecciones con impurezas.

Se pueden desarrollar problemas en relación con el sistema inmune. Los adictos que se inyectan drogas por vía intravenosa pierden la capacidad de luchar contra las infecciones. Debido a que el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) se puede propagar a través de agujas compartidas, gran número de personas que se inyectan narcóticos también desarrollan SIDA.
La adicción a narcóticos puede provocar problemas neurológicos, generalmente como resultado de un inadecuado flujo de sangre al cerebro. Puede aparecer coma. La quinina, un contaminante habitual de la heroína, puede causar visión doble, parálisis y otros síntomas de lesión nerviosa como el síndrome de Guillain-Barré. Los organismos infecciosos procedentes de agujas no estériles pueden a veces infectar el cerebro, causando meningitis y abscesos cerebrales.

Otras complicaciones incluyen abscesos cutáneos, infecciones de la piel y de los ganglios linfáticos y coágulos sanguíneos.

La sobredosis de drogas representa una grave amenaza para la vida, particularmente porque los narcóticos pueden suprimir la respiración y llenar de líquido los pulmones. Una concentración inesperadamente alta de heroína inyectada o incluso inhalada puede conducir a la sobredosis y a la muerte.

El consumo de narcóticos durante el embarazo es especialmente grave. La heroína y la metadona cruzan fácilmente la barrera placentaria hacia el feto. Un niño nacido de una madre adicta puede desarrollar rápidamente el síndrome de abstinencia, incluyendo temblores, chillidos agudos, estado de nerviosismo, convulsiones y respiración rápida. Una madre infectada por el VIH o por el virus de la hepatitis B puede transmitir el virus al feto.

Tratamiento

La sobredosis de narcóticos es una urgencia médica que debe ser tratada rápidamente para evitar la muerte. La sobredosis puede suprimir la respiración y se puede acumular líquido en los pulmones (edema pulmonar) de tal modo que requiera tratamiento con ventilación mecánica. Los médicos de los servicios de urgencia inyectan un fármaco llamado naloxona por vía intravenosa para bloquear la acción del narcótico.

Hay pocos médicos que tengan formación o experiencia en el tratamiento de una adicción a narcóticos y las leyes regulan la actuación del médico. De todas formas, los adictos a narcóticos deben exponer sus problemas al médico de atención primaria, quien podrá recomendarles un centro para el tratamiento de la adicción. Tales centros pueden tratar el síndrome de abstinencia y aportar asesoramiento psicológico y social.

Aunque el síndrome de abstinencia acaban por ceder, la abstinencia aguda puede ser grave y durar varios días. Estos síntomas, muy desagradables, crean una fuerte compulsión a tomar drogas de nuevo; sin embargo, generalmente no suponen un riesgo vital y pueden ser aliviados con medicación.

La substitución del narcótico por la metadona es el método de tratamiento preferido para la abstinencia. La metadona, que, de hecho, es también un narcótico, se administra por vía oral y altera la función cerebral menos que otros tipos de narcóticos. Como los efectos de la metadona son mucho más duraderos que los de otros narcóticos, se puede tomar con menos frecuencia, usualmente una vez al día. El mantenimiento de los adictos con dosis lo suficientemente grandes de metadona durante meses o años les permite ser socialmente productivos porque sus problemas de suministro están solucionados. Para algunos, el tratamiento es útil. Otros pueden no rehabilitarse socialmente.

Los adictos deben acudir diariamente a la clínica, donde se les dispensa la metadona en las dosis más pequeñas posibles para prevenir el desarrollo del síndrome de abstinencia intenso. Generalmente, 20 miligramos de metadona al día impiden el desarrollo del síndrome de abstinencia grave; sin embargo, algunos adictos necesitan dosis mayores. Una vez que se ha establecido la dosis de metadona que disminuye la intensidad de la reacción de abstinencia, se procede a reducir esta dosis aproximadamente un 20 por ciento cada día. Esto deja a la persona libre de síntomas agudos de abstinencia pero no previene una recaída para consumir de nuevo heroína.

La interrupción del mantenimiento con metadona puede producir a veces una reacción desagradable, como dolor muscular profundo (dolores óseos). Las personas con abstinencia de metadona generalmente tienen mal carácter y problemas para conciliar el sueño. Puede ser de ayuda el tomar somníferos durante varias noches. Muchas de las reacciones de la abstinencia desaparecen al cabo de 7 a 10 días pero la debilidad, el insomnio y la ansiedad intensa pueden durar varios meses.

En algunos países, determinados centros de tratamiento pueden dispensar 1-alfa-acetilmetadol (LAAM), una forma de metadona de actividad prolongada. Esto elimina la necesidad de acudir diariamente a la clínica o de tomar medicaciones en casa. Sin embargo, el LAAM está todavía en fase experimental.

El síndrome de abstinencia de narcóticos también pueden ser aliviados con un fármaco llamado clonidina. Sin embargo, la clonidina puede ocasionar algunos efectos secundarios como bajada de la presión arterial, modorra, inquietud, insomnio, irritabilidad, aumento del ritmo cardíaco y dolores de cabeza.

La naltrexona es un fármaco que bloquea los efectos incluso de dosis intravenosas muy importantes de heroína. Dependiendo de la dosis, los efectos de la naltrexona duran entre 24 y 72 horas. A causa de esto, un adicto que tiene una inserción social estable puede tomar este fármaco diariamente (o tres veces por semana) para evitar la tentación de consumir heroína. Un grupo de apoyo formado por el médico, la familia y los amigos es importante para el éxito del tratamiento.

El concepto de la comunidad terapéutica surgió hace casi 25 años en respuesta a los problemas de la adicción a la heroína. Los pioneros de este apoyo no farmacológico fueron Daytop Village y Phoenix House. El tratamiento implica convivir en una comunidad un tiempo relativamente largo (generalmente 15 meses) para ayudar a los adictos a construir una nueva vida a través del entrenamiento, la educación y una reorientación de su comportamiento. Estos programas han ayudado a muchas personas, pero permanece sin respuesta cuál ha sido precisamente su resultado y con qué amplitud deberían ser aplicados.

Adicción a ansiolíticos y a hipnóticos

Los fármacos que se prescriben para tratar la ansiedad y como inductores del sueño pueden causar dependencia tanto física como psicológica. Tales fármacos incluyen benzodiacepinas, barbitúricos, glutetimida, cloralhidrato y meprobamato. Cada uno funciona de un modo diferente y tiene un potencial de dependencia y de tolerancia diferente. El meprobamato, la glutetimida, el cloralhidrato y los barbitúricos son prescritos con menos frecuencia que en el pasado, principalmente porque las benzodiacepinas son más seguras.

En general, las personas adictas a estos fármacos comenzaron tomándolos por razones médicas. Algunas veces el médico puede prescribir dosis altas durante períodos largos para tratar un problema grave, lo cual puede provocar dependencia. En otras ocasiones, las personas pueden utilizar más medicación de la que se les ha prescrito. En cualquier caso, la dependencia se puede desarrollar a las 2 semanas de uso continuado.

Síntomas

La dependencia de los hipnóticos y de los ansiolíticos disminuye el estado de alerta y produce una expresión balbuceante, mala coordinación, confusión y respiración lenta. Estos fármacos pueden hacer que una persona esté alternativamente deprimida y ansiosa. Algunas personas experimentan pérdida de memoria, toma de decisiones erróneas, momentos de pérdida de atención y cambios brutales del estado emocional. Las personas de edad avanzada pueden parecer dementes, pueden hablar despacio y tener dificultades para pensar y para comprender a los demás. Pueden ocurrir caídas que traen como resultado fracturas óseas, especialmente de cadera.

Estos fármacos provocan somnolencia y tienden a acortar la fase de sueño con movimientos rápidos de los ojos (REM), que es aquella en la que se sueña. La interferencia con el sueño puede hacer a una persona más irritable al día siguiente. Los patrones del sueño pueden quedar gravemente alterados en las personas que interrumpen el fármaco después de haber desarrollado tanto dependencia como tolerancia. La persona puede tener entonces más fase REM, soñar más y despertarse más frecuentemente de lo normal. Este tipo de reacción de rebote varía de persona a persona, pero en general es más grave y ocurre con mayor frecuencia en aquellos que consumen altas dosis del fármaco y durante períodos más largos antes de la interrupción.

La abstinencia aguda de cualquiera de estos fármacos puede producir una reacción grave, aterrorizante y potencialmente mortal, de un tipo parecido al de la abstinencia alcohólica (delírium trémens). Las reacciones de abstinencia graves son más frecuentes después del uso de barbitúricos o glutetimida que con las benzodiacepinas. La persona es hospitalizada durante el proceso de abstinencia debido a la posibilidad de una reacción grave.

Tratamiento

Interrumpir una reacción de abstinencia grave es difícil, aunque el tratamiento puede aliviarla. Durante las primeras 12 a 20 horas, la persona puede estar nerviosa, inquieta y débil. Pueden temblarle las manos y las piernas. Hacia el segundo día, los temblores pueden ser más intensos y la persona se siente todavía más débil. Durante el segundo y tercer días, la mayoría de las personas que estaba tomando dosis diarias que eran ocho o más veces la prescripción habitual de barbitúricos o de glutetimida, sufre convulsiones graves que pueden ser incluso mortales. Ocasionalmente, puede producirse un ataque convulsivo incluso de 1 a 3 semanas después del comienzo de la abstinencia. Otros efectos que puede ocasionar la abstinencia son deshidratación, delirio, insomnio, confusión y alucinaciones visuales y auditivas. Incluso aplicando el mejor tratamiento, una persona puede tardar un mes o más en sentirse normal.

La abstinencia de barbitúricos es generalmente peor que la de benzodiacepinas, aunque ambas pueden resultar muy difíciles de tratar. La duración de las reacciones debidas a la abstinencia varía de un fármaco a otro. Frecuentemente, los médicos tratan la abstinencia volviendo a administrar el fármaco causante a una dosis inferior y disminuyéndola progresivamente a lo largo de días o semanas.

Adicción a la marihuana

El consumo de marihuana (cannabis) está ampliamente extendido. Los estudios entre los estudiantes universitarios han demostrado periódicamente aumento, disminución y un nuevo aumento del consumo. En algunos países, la marihuana se fuma habitualmente en forma de cigarrillos hechos con las raíces, las hojas y las flores distales de la planta seca, que casi siempre es la Cannabis sativa. La marihuana también es usada como hachís, que es la resina de la planta prensada (una sustancia del color del alquitrán). El componente activo de la marihuana es el tetrahidrocannabinol (THC), el cual se presenta en muchas variedades, siendo la más activa la delta-9-THC. La delta-9-THC se fabrica de forma sintética como un fármaco llamado dronabinol y se usa en investigación y en ocasiones para tratar las náuseas y los vómitos asociados a la quimioterapia anticancerosa.

Algunas personas se hacen dependientes de la marihuana por razones psicológicas y esta dependencia puede tener todas las características de una adicción grave.

Síntomas

La marihuana deprime la actividad cerebral, produciendo un estado de ensoñación en el cual las ideas parecen inconexas e incontrolables. El tiempo, el color y las percepciones espaciales pueden distorsionarse y exaltarse. Los colores pueden parecer más brillantes, los sonidos más altos y puede aumentar el apetito. La marihuana generalmente alivia la tensión y aporta una sensación de bienestar. La sensación de exaltación, excitación y gozo interior (el efecto de euforia) parece estar en relación con el ambiente en el cual se toma la droga, según que el fumador esté solo o en grupo y dependiendo del humor predominante.

Mientras se consume marihuana disminuyen las capacidades comunicativas y motrices, por lo que es peligroso conducir o manejar maquinaria pesada. Las personas que consumen grandes cantidades de marihuana pueden volverse confusas y desorientadas. Pueden desarrollar una psicosis tóxica, no sabiendo quiénes son, donde están o qué hora es. Los esquizofrénicos están especialmente predispuestos a estos efectos y existe probada evidencia de que la esquizofrenia puede empeorar con el uso de marihuana. Ocasionalmente, pueden producirse reacciones de pánico, sobre todo en los consumidores nuevos. Otros efectos incluyen aumento de la frecuencia cardíaca, ojos inyectados en sangre y boca seca.

Se puede desarrollar tolerancia a largo plazo en los consumidores de marihuana. Las reacciones de abstinencia pueden incluir aumento de actividad muscular (por ejemplo, contracciones espasmódicas) e insomnio. Sin embargo, como la marihuana es eliminada del organismo de forma lenta a lo largo de varias semanas, una reacción de abstinencia tiende a ser leve y generalmente no es perceptible para el consumidor moderado.

Algunos estudios han sugerido que el uso prolongado e intenso de marihuana en los varones puede reducir los valores de testosterona, el tamaño de los testículos y la cantidad de esperma. El uso crónico en mujeres puede llevar a ciclos menstruales irregulares. Sin embargo, estos efectos no ocurren siempre y las consecuencias sobre la fertilidad son inciertas. Las mujeres embarazadas que consumen marihuana pueden tener hijos de menor peso que las no consumidoras. Además, la delta-9-THC pasa a la leche materna y puede afectar al lactante de la misma forma en que afecta a la madre.
El consumo intenso y prolongado de marihuana puede tener efectos similares al del consumo de cigarrillos sobre los pulmones. Es frecuente la bronquitis y probablemente se incrementa el riesgo de cáncer de pulmón.

Los resultados de la detección de marihuana en los análisis de orina permanecen positivos durante varios días después del consumo, incluso en consumidores ocasionales. En los consumidores habituales, los resultados de los análisis pueden permanecer positivos más tiempo a medida que la droga se va eliminando lentamente de la grasa corporal. El tiempo que tarda es variable, dependiendo del porcentaje de THC y de la frecuencia del consumo. Los análisis de orina son un medio eficaz de identificar el uso de marihuana, pero una prueba de orina con resultado positivo sólo indica que la persona ha consumido marihuana, no prueba que el consumidor esté en ese momento con las facultades alteradas (intoxicado). Análisis sofisticados pueden determinar hasta un año después si se ha consumido marihuana.

Adicción a las anfetaminas

Entre las drogas clasificadas como anfetaminas están la anfetamina, la metanfetamina (speed) y la metilendioxi-metanfetamina (MDMA, Éxtasis o Adán).

El abuso de anfetaminas puede ser crónico o intermitente. La dependencia es tanto psicológica como física. Años atrás, la dependencia de anfetaminas pudo comenzar cuando se prescribieron fármacos para perder peso, pero ahora la mayor parte del abuso comienza con la distribución ilegal del fármaco. Algunas anfetaminas no están aprobadas para uso médico y otras son fabricadas y consumidas ilegalmente. La metanfetamina es la anfetamina que más se consume de forma abusiva. La MDMA tiene una amplia distribución en Europa y, en años recientes, en Estados Unidos. Los consumidores toman a menudo estas drogas para bailar sin tregua hasta el amanecer. La MDMA interfiere en la recaptación de serotonina (un neurotransmisor) y se considera tóxica para el sistema nervioso.

Síntomas

Las anfetaminas aumentan el estado de alerta (reducen la fatiga), aumentan la concentración, disminuyen el apetito y aumentan la resistencia física. Pueden inducir un estado de bienestar o euforia.
Muchos consumidores de anfetaminas están deprimidos y utilizan los efectos sobre el humor de estos estimulantes para aliviar temporalmente la depresión. La resistencia física puede, en algún grado, mejorar temporalmente. Por ejemplo, en los atletas que participan en una carrera, la diferencia entre el primer y el segundo puesto puede ser de tan sólo unas pocas décimas de segundo y las anfetaminas pueden provocar esa diferencia. Algunas personas, como los camioneros que recorren grandes distancias, pueden usar las anfetaminas para que les ayuden a permanecer despiertos.

Además de estimular el cerebro, las anfetaminas aumentan la presión arterial y la frecuencia cardíaca. Han ocurrido ataques cardíacos mortales, incluso en atletas jóvenes y sanos. La presión arterial puede llegar a ser tan alta que rompa un vaso en el cerebro, provocando un accidente vascular cerebral y probablemente ocasionando parálisis y fallecimiento. El fallecimiento es más probable cuando las drogas como el MDMA son usadas en locales con temperaturas altas y poca ventilación, cuando el consumidor está muy activo físicamente (por ejemplo, bailando rápido) o cuando transpira intensamente y no toma suficiente agua para recuperar el líquido perdido.

Las personas que consumen habitualmente anfetaminas varias veces al día desarrollan rápidamente tolerancia. La cantidad consumida al final puede superar en varios cientos de veces la dosis original. A tales dosis casi todos los consumidores abusivos se vuelven psicóticos, porque las anfetaminas pueden causar ansiedad intensa, paranoia y una alteración del sentido de la realidad. Las reacciones psicóticas incluyen alucinaciones visuales y auditivas (ver y oír cosas que no existen) y sentimientos de omnipotencia. Aunque estos efectos pueden suceder en cualquier consumidor, las personas con un trastorno psiquiátrico, como la esquizofrenia, son más vulnerables.

Tratamiento

Cuando se interrumpe bruscamente el consumo de una anfetamina, suceden síntomas opuestos a los efectos de la droga. El consumidor se encuentra cansado o somnoliento (un efecto que puede durar 2 o 3 días después de dejar de tomar la droga). Algunas personas están intensamente ansiosas e inquietas. Los consumidores que estaban deprimidos cuando comenzaron a usar las anfetaminas pueden ponerse incluso más deprimidos cuando las dejan. Pueden volverse suicidas pero puede que durante varios días les falten las fuerzas para intentar suicidarse. Así los consumidores crónicos pueden necesitar ser hospitalizados durante la abstinencia de la droga.

Una persona que experimenta delirios y alucinaciones puede recibir un fármaco antipsicótico, como la clorpromacina, que tiene un efecto calmante y alivia el sufrimiento. Sin embargo, un fármaco antipsicótico puede disminuir de forma aguda la presión arterial. Habitualmente, un ambiente tranquilizante y seguro ayuda a la persona a recuperarse.

Adicción a la cocaína

La cocaína produce un efecto similar al de las anfetaminas, pero es un estimulante mucho más potente. Se puede tomar por vía oral, inhalar en forma de polvo por vía nasal o inyectarse, por lo general directamente en una vena. Cuando se hierve con bicarbonato sódico, la cocaína se convierte en una base llamada crack, que puede ser fumada. El crack actúa casi tan rápido como la cocaína intravenosa. La cocaína intravenosa o inhalada produce una sensación de alerta extrema, de euforia y de gran poder.

Síntomas

La cocaína aumenta la presión arterial y la frecuencia cardíaca y puede provocar un ataque cardíaco mortal, incluso en atletas jóvenes y sanos. Otros efectos incluyen estreñimiento, daño intestinal, nerviosismo intenso, sensación de que algo se mueve por debajo de la piel (los bichos de la cocaína), lo que es un signo de posible daño nervioso, ataques epilépticos (convulsiones), alucinaciones, insomnio, delirios paranoides y conducta violenta. El consumidor abusivo puede representar un peligro para sí mismo o para los demás. Debido a que los efectos de la cocaína duran sólo alrededor de 30 minutos, el consumidor toma dosis repetidas. Para reducir parte del extremo nerviosismo causado por la cocaína, muchos adictos también consumen de manera abusiva heroína o alguna otra sustancia depresora del sistema nervioso, como el alcohol.
Las mujeres que se quedan embarazadas mientras son adictas a la cocaína son más proclives a sufrir un aborto que las no adictas. Si la mujer no sufre un aborto, el feto puede resultar dañado por la cocaína que, con facilidad, pasa de la sangre de la madre a la del hijo. Los niños nacidos de madres adictas pueden tener un sueño anormal y escasa coordinación. El gateo, la marcha y el uso del lenguaje pueden estar retrasado pero esto puede ser el resultado de deficiencias nutricionales, de un escaso cuidado prenatal y del abuso de otras drogas por la madre.

La tolerancia a la cocaína se desarrolla rápidamente con el uso diario frecuente. Las reacciones de abstinencia incluyen cansancio extremo y depresión (las opuestas a los efectos de la droga). Las ansias de suicidio surgen cuando el adicto deja de tomar la droga. Al cabo de varios días, cuando han vuelto las fuerzas físicas y mentales, el adicto puede intentar suicidarse.

Como con el uso intravenoso de heroína, muchas enfermedades infecciosas, incluyendo la hepatitis y el SIDA, son transmitidas cuando los adictos a la cocaína comparten jeringas sin esterilizar.

Diagnóstico

Se evidencia el uso de cocaína por la hiperactividad de la persona, las pupilas dilatadas y el incremento de la frecuencia cardíaca. La ansiedad y el comportamiento errático, grandioso e hipersexual son evidentes con el uso importante. A menudo se ve paranoia en aquellos que son llevados a un servicio de urgencias. El consumo de cocaína se puede confirmar con un análisis de sangre y orina.

Tratamiento

La cocaína es una droga de acción muy corta en el tiempo, por lo que una reacción tóxica puede que no necesite tratamiento. El personal médico de urgencias vigila de cerca a la persona para ver si se mantiene el efecto peligroso (peligro de muerte). Pueden administrarse fármacos para bajar la presión arterial o disminuir la frecuencia cardíaca. Se pueden administrar otros fármacos para frenar las convulsiones. Una fiebre muy alta puede requerir también tratamiento.
La abstinencia de un consumo de cocaína de larga evolución requiere una supervisión de cerca porque la persona puede volverse depresiva y suicida. Puede ser necesario ingresarla en un hospital o en un centro de tratamiento de toxicomanías. El método más eficaz para tratar el abuso de cocaína es el asesoramiento y la psicoterapia. A veces los trastornos psicológicos frecuentes entre los adictos a la cocaína, como la depresión y el trastorno maniacodepresivo, se tratan con antidepresivos o con litio.

Adicción a los alucinógenos

Los alucinógenos incluyen el LSD (dietilamida del ácido lisérgico), la psilocibina (seta mágica), la mescalina (peyote) y el 2,5-dimetoxi-4-metilanfetamina (DOM, STP), un derivado anfetamínico.
Estas drogas generalmente no producen verdaderas alucinaciones; las verdaderas alucinaciones ocurren cuando una persona cree que las cosas anormales que ve y oye están sucediendo realmente. Por el contrario, la mayoría de los adictos a alucinógenos comprende que las sensaciones anormales no son reales y están causadas por la droga. Por lo tanto, estas drogas son en realidad falsamente alucinógenas.

Síntomas

Los alucinógenos distorsionan las sensaciones auditivas y visuales. Adicionalmente, las sensaciones pueden mezclarse; por ejemplo, la audición de música puede provocar que aparezcan colores y movimientos al ritmo de la música. Los principales peligros que tiene el uso de estas drogas son los efectos psicológicos y la alteración del juicio que producen, los cuales pueden conducir a tomar decisiones peligrosas o a provocar accidentes. Por ejemplo, un adicto podría pensar que puede volar y puede incluso saltar desde una ventana para probarlo, con resultado de lesiones graves o de muerte.

Los alucinógenos estimulan el cerebro. El efecto en sí puede depender del humor de la persona cuando consume la droga y del ambiente en el cual la toma. Por ejemplo, las personas que estaban deprimidas antes de tomar la droga es probable que se sientan más tristes cuando ésta haga efecto.

La habilidad del adicto para manejar adecuadamente las distorsiones visuales y auditivas también afecta a la experiencia. Una persona inexperta y asustada es menos capaz que alguien más experimentado y que no teme el “viaje”. Una persona bajo la influencia de un alucinógeno, generalmente LSD, puede tener ansiedad extrema y comenzar a sentir pánico, lo que produce un mal “viaje”. Puede querer parar el “viaje”, pero eso no es posible. El “viaje” es peor que una pesadilla porque el que sueña puede despertarse, terminando el mal sueño. Un mal “viaje” no acaba rápidamente.

A medida que continúa el “viaje”, el adicto comienza a perder el control y puede volverse temporalmente psicótico. A veces, un mal “viaje” puede ser tan intenso o hacer emerger una vulnerabilidad tan innata que la persona puede permanecer psicótica durante muchos días después de haber desaparecido los efectos de la droga. Una psicosis prolongada es más probable en una persona con un trastorno psicológico preexistente, que se ha hecho más obvio o ha empeorado por los efectos de la droga.
La tolerancia al LSD puede aparecer después de 72 horas de uso continuado. Los adictos al LSD pueden también volverse tolerantes a otros alucinógenos. En general, las personas que se han hecho tolerantes a los alucinógenos y dejan de tomarlos de repente no parecen sufrir síndrome de abstinencia.

Algunas personas (especialmente los consumidores crónicos o repetidos de alucinógenos, particularmente LSD) pueden experimentar reaparición de síntomas una vez que han dejado de tomar drogas. La reaparición de síntomas (flashbacks) es similar, pero generalmente menos intensa, que la experiencia original, puede ser desencadenada por la marihuana y posiblemente por otras drogas, como el alcohol, o por el estrés y la fatiga o sin razón aparente. Generalmente, estos síntomas desaparecen entre los 6 y los 12 meses, pero pueden continuar hasta 5 años después del último consumo de LSD, especialmente cuando el individuo sufre todavía ansiedad u otro trastorno psiquiátrico.

Diagnóstico y tratamiento

El consumo agudo de alucinógenos se caracteriza por episodios de pánico y de distorsiones visuales, acompañados por varios tipos de delirio. Las pupilas se dilatan, pero el ritmo cardíaco no se acelera al mismo nivel que con los estimulantes. La información procedente de los amigos del consumidor es importante para el diagnóstico.
La mayoría de los consumidores de alucinógenos no busca nunca tratamiento. Una habitación tranquila y oscura y una charla serena y tranquilizante pueden ayudar a un adicto que está teniendo un mal “viaje”. El adicto a la droga necesita asegurarse que los efectos son causados por ésta y que acabarán. Una persona que experimenta una psicosis prolongada puede necesitar tratamiento psiquiátrico.

Adicción a la fenciclidina

La fenciclidina (PCP, polvo de ángel) se desarrolló al final de los años cincuenta como un anestésico, un fuerte reductor de la sensación dolorosa. El uso médico de PCP fue interrumpido en 1962 porque los pacientes que lo recibieron presentaban con frecuencia intensa ansiedad y delirios y algunos se volvieron temporalmente psicóticos. La PCP apareció como droga de calle en 1967 y, con frecuencia, fue vendida fraudulentamente como marihuana. Toda la PCP disponible hoy en la calle se sintetiza ilegalmente.

La PCP se fuma habitualmente después de ser espolvoreada sobre sustancias vegetales, como perejil, hojas de menta, tabaco o marihuana. Ocasionalmente, la PCP se consume por vía oral o en inyección.

Síntomas

La PCP deprime el cerebro y los consumidores, generalmente, se ponen confusos y desorientados poco después de tomar la droga. Puede que no sepan dónde están, quiénes son o qué hora o día es y entrar en un trance como si estuvieran hipnotizados. La salivación y la transpiración pueden aumentar. Los consumidores pueden ser combativos y, como no sienten dolor, pueden continuar peleando incluso aunque sean golpeados con fuerza. También se incrementan la presión arterial y el ritmo cardíaco. Son frecuentes los temblores musculares (agitación).

Las dosis muy altas de PCP pueden provocar elevación de la presión arterial, lo que puede ocasionar un accidente vascular cerebral, alucinaciones auditivas (oír voces), ataques epilépticos (convulsiones), fiebre alta con riesgo vital (hipertermia), coma y posiblemente muerte. El consumo crónico de PCP puede dañar el cerebro, los riñones y los músculos. Los consumidores esquizofrénicos son más proclives a volverse psicóticos durante días o semanas después de consumir PCP.

Tratamiento

El tratamiento de una reacción adversa a PCP se dirige a los efectos específicos. Por ejemplo, se administran fármacos para bajar la presión arterial elevada o para frenar las convulsiones. Cuando los consumidores de PCP se agitan (como suele ocurrir cuando son llevados para ser tratados), se les coloca en una habitación tranquila para que se relajen, aunque se les controla frecuentemente la presión arterial, el ritmo cardíaco y la respiración. No sirve de ayuda hablarles de forma calmada; de hecho, la persona puede agitarse todavía más. Si el ambiente tranquilo no los calma, el médico puede administrar un calmante como el diazepam. Puede ponerse una sonda en el estómago y administrar fármacos para acelerar la eliminación de PCP.

Adicción a solventes volátiles

Entre los adolescentes, los solventes volátiles y aerosoles son consumidos con mayor frecuencia que la cocaína o el LSD pero con menos frecuencia que la marihuana y el alcohol. Los solventes volátiles y aerosoles consumidos se encuentran en muchos productos del hogar. Estos productos se entiende que deben ser usados solamente en una habitación bien ventilada, porque muchos de los productos químicos que contienen son poderosos depresores del cerebro. Incluso en una habitación bien ventilada, estos productos químicos tienen algún defecto depresor.
Los efectos son más marcados cuando se inhalan directamente las emanaciones. Los productos pueden ser pulverizados en una bolsa de plástico e inhalados, o puede colocarse una tela empapada con el producto cerca de la nariz o de la boca.

Síntomas

Los consumidores se intoxican rápidamente. Se ha observado la aparición de vértigos, somnolencia, confusión, expresión balbuceante y una capacidad reducida para mantenerse de pie y caminar (marcha inestable). Estos efectos pueden durar unos minutos o más de una hora. El adicto puede también agitarse (no debido a que las sustancias químicas sean estimulantes, sino porque se pierde el control, al igual que ocurre con el consumo excesivo de alcohol). Puede producirse la muerte, incluso en la primera ocasión en la que se inhala directamente el producto, por una depresión intensa de la respiración o por un ritmo cardíaco irregular (arritmia cardíaca).

Algunas personas, generalmente adolescentes o incluso niños, encienden con cerillas estas sustancias mientras las inhalan, provocando la propagación del fuego a través de la nariz y la boca hacia los pulmones. Las graves quemaduras en la piel y en los órganos internos pueden ser mortales. Otros han muerto de asfixia porque el spray inhalado ha revestido internamente los pulmones, impidiendo el paso del oxígeno a la sangre.
El consumo crónico o la exposición a estas sustancias químicas en el centro de trabajo pueden dañar gravemente el cerebro, el corazón, los riñones, el hígado y los pulmones. Además, se puede dañar la médula ósea, afectando la producción de glóbulos rojos y provocando anemia. Aunque la inhalación del óxido nitroso (gas de la risa) de los recipientes que contienen crema batida puede parecer inofensiva, la exposición prolongada puede causar adormecimiento y debilidad en las piernas y en los brazos, que puede llegar a ser permanente.

Las ampollas de nitrito de amilo tienen usos médicos legítimos, por ejemplo, aliviar el dolor en el pecho causado por una enfermedad de las arterias coronarias. Sin embargo, el nitrito de amilo puede ser consumido de modo abusivo, generalmente por varones homosexuales que buscan alterar la conciencia y aumentar el placer sexual. El nitrito de amilo parece intensificar el orgasmo alterando la llegada de oxígeno al cerebro. Aunque el nitrito de amilo se obtiene con receta médica o por síntesis ilegal, el nitrito de butilo y el nitrito de isobutilo se venden legalmente bajo diversas denominaciones. El nitrito de butilo y el nitrito de isobutilo bajan momentáneamente la presión arterial, producen vértigos y pueden causar enrojecimiento, seguido de una frecuencia cardíaca acelerada. Por estas razones, pueden ser peligrosos para las personas con problemas cardíacos.

Tratamiento

El tratamiento de los niños y de los adolescentes que son adictos a los solventes volátiles y a los aerosoles implica la evaluación y el tratamiento de cada órgano lesionado. También implica la educación y el asesoramiento para conocer los problemas psicológicos y sociales. Los porcentajes de recuperación de la adicción a solventes volátiles y aerosoles están entre los más bajos de las adicciones a sustancias que modifican del humor.

Fuente: Manual Merck de información Médica para el hogar (Capítulo 92)