Roma, jueves, 23 septiembre 2004
Linda Watson pudo dejar las calles –tras más de 20 años en el comercio sexual– para convertirse en un modelo para aquellas mujeres que como ella quieren salir de la prostitución.
Se cuenta entre las principales promotoras de la campaña contra la legalización de la prostitución en su país, Australia, y fue elegida en 2003 en la nación como «la mujer más inspiradora del año».
"Estás vendida"
La propia Watson relata su implicación en las redes de la prostitución: «Tuve una vida difícil como madre soltera con tres hijos, cada uno de los cuales no tenía más que el suelo para dormir. Así que, cuando una mujer de apariencia pudiente me tocó en el hombro en el salón de té de mi humilde oficina y me dijo que podía ganar 2.000 dólares a la semana simplemente dando masajes, me vi muy tentada».
La mujer en cuestión intentaba convencerla haciéndole ver la posibilidad de limitarse a una prueba de dos meses. «Nadie lo sabría y después podría dejarlo», le aseguró.
En poco tiempo Watson se dio cuenta de la verdad, pero ya era demasiado tarde: «Tan pronto como empiezas, pierdes tu dignidad. Estás vendida» –recordó–. «Mi primer cliente era directivo de alto nivel de los medios e inmediatamente fue como si hubiera sido vendida como un trozo de carne a todos sus millonarios».
Una vuelta difícil
También describió cómo la situación llegó a estar «fuera de control». El dinero y la manipulación «eran un tipo de red de seguridad que te pones alrededor» y si «intentas dejarlo para empezar una nueva vida no tienes dónde ir para recuperar el respeto y reconstruir una vida».
Abandonar el comercio del sexo parecía imposible hasta que «vivía por pura desesperación». Fue el día en que murió la princesa Diana de Gales. «Por primera vez me di cuenta verdaderamente de que la riqueza y el poder no eran la respuesta a todo –relata–. Ciertamente no le habían salvado la vida».
Linda decidió buscar trabajo, pero nadie la contrataba. Entonces sintió que su misión era la de salvar a otras mujeres atrapadas en la prostitución, pero una vez más nadie se mostró dispuesto a ayudarla.
Así comenzó a establecer casas de recuperación para prostitutas –«Linda’s Houses of Hope» (Las casas de la esperanza de Linda)– para proporcionar refugio, asesoramiento y protección, entre otros medios. Linda Watson frecuentemente tiene que trabajar con las víctimas partiendo de cero.
"Están como muertas"
«Algunas de las jóvenes vienen a mi puerta sin sus prendas, hasta sin dientes –revela Linda--. Algunos hombres les hacen saltar los dientes a golpes, así que debemos ocuparnos de atender todos estos aspectos».
A la vista de la difusión de la violencia y de las drogas y con chicas que «atienden» «de ocho a quince clientes al día», Watson se irrita al oír a políticos que tratan de sacar adelante proyectos de ley para legalizar la prostitución.
«La prostitución te destruye –alerta–. No te estimas y te parece que nadie podría amarte jamás». Admite que preguntaría a los políticos: «¿Les gustaría que esto le ocurriera a sus hijas o hermanas?».
«Estoy profundamente impactada, y creía que nada podría afectarme», reconoce Linda refiriéndose a las víctimas. «Están tan destruidas que están como muertas, a modo de “muertos vivientes”. Si la gente viera esto nunca querría la legalización [de la prostitución]».
El peligro del bien
Su vida actual no está exenta de peligros. Su éxito en derribar las propuestas de ley de legalización y en exponer los abusos contra las mujeres le han ganado muchos enemigos. «Estoy casi acostumbrada a recibir ataques, disparos y amenazas de muerte», apunta Linda Watson, e «intento esquivar las balas», concluye.
Fuente: ZENIT