Supe que mi hijo de 10 años, y medio veía pornografía porque él me lo dijo. Un día por la noche, él se acercó a mí y me dijo llorando y temblando que llevaba varios días sin dormir porque había visto cosas que no lo dejaban en paz: “Vi cosas horribles y no me las puedo arrancar de la cabeza”.
Cuando le pregunté sobre las imágenes me confesó que en un momento en el que yo me distraje para ir a atender otra cosa, el se aprovechó para usar mi usuario de la computadora, ya que el de el no tenía acceso a ninguna página en Internet, y vio las páginas que su “amigo” le recomendó que viera.
Esa primera vez lo tranquilicé, le advertimos su padre y yo que eso no era nada bueno para su edad, que no se preocupara porque esas son cosas que existen y que hubiera preferido que las conociera mucho más grande para que las pudiera poner en el contexto adecuado pero ya que las conoció ya supo que están mal por dañar la mente y el corazón de niños como él.
Días después advertí que estaba despertándose temprano para bajar al despacho y prender la computadora para tratar de ver más sitios pornográficos que el mismo amigo le había vuelto a recomendar. Esta vez no pudo acceder porque había cambiado el proveedor de Internet y el filtro para controlar el acceso a páginas indeseables. Pero me quedé muy preocupada porque era demasiada su ansia y necesidad para volver a ver cosas pornográficas. Esta vez lo reprendimos muy fuerte su padre y yo, le advertimos nuevamente del riesgo de volverse adicto a la pornografía y cómo es que termina la gente que es así, incluso le dijimos que podía terminar en la cárcel… Después de esta plática oí una de las frases que mas miedo me han dado: “mamá, no lo puedo evitar…” Ahí supe que él ya era un adicto a la pornografía y que tenía que buscar ayuda rápidamente.
En el colegio me apoyaron cambiando a mi hijo de salón para tratar de alejarlo del otro niño y hablaron con la otra familia. Le hicieron una prueba psicológica y el resultado fue que en efecto tuvo un impacto muy fuerte en él y que con la ayuda del papá, (estar cerca de él, pláticas, etc.) era más que suficiente pero no me quedé tranquila porque su padre es un padre muy presente y preocupado por estar cerca de él.
Me dieron asesoría en un consultorio de psicólogos, y concluyeron que necesitaba una terapia, ya para entonces tenía 11 años. Le dieron aproximadamente 10 sesiones con un psicólogo y al final, la conclusión fue que trabajaron en reposicionar su percepción de sí mismo puesto que las imágenes fueron tan fuertes que el niño pierde la percepción que tenía de sí mismo y su autoestima se ve muy deteriorada. Nos dieron algunos consejos prácticos para reforzar el autoestima de mi hijo, y fortalecer su voluntad y hasta ahí quedó el trabajo del terapeuta.
Durante la terapia surgió la incógnita de si se masturbaba o no pero hasta las primeras entrevistas no había notado nada. No fue sino hasta meses después que mi hijo comenzó a masturbarse de una forma descarada, no le importaba si había gente presente, sólo se tapaba con una cobija y listo. Se llevó una cobijita a su cuarto y ahí la escondió para poder hacerlo cuando quisiera.
Por supuesto hablamos con él, sobre todo su papá, sobre las consecuencias de masturbarse. Esta parte quedó bien entendida después de que expulsaron del colegio al niño que lo había motivado a entrar a la pornografía porque se estaba masturbando en el salón de clases.
Ya que había cumplido 12 años lo volví a cachar imprimiendo fotos de pornografía entre hombres… después de una larga reprimenda el me dijo que creía que era gay porque le gustaba ver sexo entre hombres. Lo que su papá y yo pudimos hacer entonces fue decirle que a cualquiera le llama la atención ver fotos como esa, que después de estar buscando tanto la pornografía eso era lo que pasaba, cada vez buscas algo más excitante y no es que el fuera gay ni nada por el estilo, su reacción era una consecuencia de su “obsesión” por esas imágenes.
Hoy casi tiene 13 años y está muy tranquilo, de hecho ya se empieza a cuidar sólo un poco porque ha aprendido a desviar la vista de anuncios espectaculares, de revistas, etc., tampoco tiene acceso a la computadora en mi casa y va a casas de amigos que se que no tienen acceso libre a Internet. No puede ver televisión que no esté clasificada como “público en general”, a las revistas de fútbol que compra les quitamos las páginas de anuncios de pornografía y cómo han de suponer vivo con el miedo y la angustia de que en cualquier momento vuelva a caer.
Fuente: ISI: Instituto de Seguridad en Internet