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Potomanía, obsesión por beber agua
Juan Fernando González G.

En el afán por llevar vida saludable y bajar de peso, cada día es más común ver gente cargando una botella con agua de la que bebe a menudo. Sin embargo, tomar líquido en exceso es verdadero problema, ya que puede ser síntoma de desequilibrio psiquiátrico.

Anorexia (pérdida de peso por dejar de comer y someterse a intensas rutinas de ejercicio) y bulimia (episodios repetidos de excesivo consumo de alimentos seguidos de vómito o uso de laxantes) han despertado el interés de la comunidad científica ligada a la Medicina, toda vez que son dos de los trastornos alimenticios más frecuentes en el orbe y porque se caracterizan por el establecimiento de un patrón de conducta que pone en franco riesgo la integridad de quienes los padecen.

Sirva este preámbulo para decir que una de las señales más visibles de dichos desórdenes es la ingesta exagerada de agua, comportamiento que se ha bautizado como potomanía (proveniente del griego potos, bebida, y mania, locura), que es la punta del iceberg de un conflicto psicológico que debe ser atendido por equipo multidisciplinario para que el afectado recobre su calidad de vida.

“Ni tanto que queme al santo…”

Dos terceras partes del peso de toda persona están conformadas por agua. La mayoría de ésta se encuentra al interior de las células, cantidad menor en el espacio que las rodea y sólo 8% en la sangre, porcentaje que se puede considerar relativamente pequeño pero que es fundamental para el óptimo funcionamiento del organismo.

Por otra parte, los riñones están capacitados para expulsar varios litros de orina al día, o bien, en caso de deshidratación, conservar el preciado líquido y deshacerse solamente de 500 mililitros. Hay que saber, asimismo, que cotidianamente se pierden 750 mililitros de agua por la evaporación a través de la piel y los pulmones, cantidad que puede incrementar en caso de practicar ejercicio o estar expuesto a clima cálido.

Algunas consideraciones en torno al agua son las siguientes:

Se puede perder líquido a través del aparato digestivo, aunque no es lo usual. Cuando esto sucede, suele deberse a vómito constante o diarrea intensa.
Una persona sana, sin ningún tipo de problema en los riñones, debe beber al menos un litro de agua al día; sin embargo, lo mejor es ingerir, en promedio, de 1.5 a 2 litros para prevenir deshidratación y el desarrollo de cálculos renales.
La concentración de sodio en sangre es buen indicador de la cantidad de agua existente en el organismo. Por ello, si hay suficiente hidratación el valor sanguíneo de este mineral será constante, pero si es demasiado elevado el cuerpo retiene agua para diluir el exceso del citado elemento y se produce menos orina. Cuando la concentración de sodio desciende demasiado, los riñones excretan más agua para restaurar el equilibrio de dicha concentración.

Inundación psicológica

El hipotálamo es la parte del cerebro que controla numerosos aspectos de la conducta emocional, pero también es responsable de la conservación de agua en el organismo y de emitir la señal de que hace falta líquido (sed).

Sería complicado que hubiera un desajuste fisiológico (potomanía neurológica) que alterara este complejo mecanismo, por lo que los especialistas aceptan que beber agua excesivamente, de manera compulsiva y sin que exista sensación de sed es, a todas luces, parte de un desequilibrio psiquiátrico que puede encuadrarse dentro de los trastornos relacionados con el control de impulsos.

El asunto, señala cierto estudio realizado en el Hospital Ramón y Cajal, en Madrid, España, es que muchas jovencitas son presas de la mercadotecnia y publicidad, así como de la presión social, para bajar unos cuantos kilos aunque, en principio, muchas de ellas tienen plena conciencia de no ser obesas.

María es un caso que puede ejemplificar claramente la patología a la que nos referimos. La chica, española de 19 años, habló abiertamente del asunto tras haber sido rescatada de una crisis y luego de cumplir tres meses de terapia psiquiátrica: “Yo no era gorda, ni pensaba que lo fuera, pero había escuchado durante mucho tiempo que el agua era lo mejor para calmar la ansiedad y disminuir el apetito. Como no quería recurrir a pastillas o dietas milagrosas, opté por un sistema mucho más natural e inofensivo (al menos eso creía), por lo que empecé a beber aproximadamente dos litros y medio al día”.

Sin embargo, lo que parecía actitud plausible fue ocupando poco a poco lugar relevante en la vida de esta mujer, toda vez que no podía salir a la calle sin su fiel compañera: su botella de agua. Pronto, la joven estaba bebiendo más de 6 litros del vital fluido.
María recuerda así la experiencia: “En ningún momento fui consciente de que lo que hacía podía suponer algún peligro físico para mí, ya que beber agua es lo que recomiendan los médicos y lo que vemos todos los días en la televisión. ¿Cómo vas a pensar que lo más natural que existe puede llegar a hacerte daño?”, explica.

Indeseables consecuencias

Ya hemos vislumbrado las repercusiones que puede generar el exceso de agua en el organismo humano, pero vale la pena resaltar la opinión de Elena Asuar, experta en Nutrición, quien establece que aquellos que tienen este tipo de comportamiento son “adictos que no se imaginan las consecuencias. Piensan que, por ser natural, el agua no hace daño. Ésta es la imagen que se tiene del líquido, pero es un error: su ingesta excesiva y prolongada puede tener nefastas consecuencias”, establece.

En el caso de María, rememora la nutrióloga, “varios meses después de su dieta líquida se desplomó en el salón de clases, lo que detonó el problema en el que estaba inmiscuida. El diagnóstico que hicieron los médicos señalaba falla cardiaca, calambres en las piernas y sobradas muestras de cansancio de sus riñones, los cuales habían estado sometidos a verdadero estrés”.

Así, el mal uso del elemento se convierte en uno de los mayores enemigos del organismo humano. La Dra. Elena Asuar lo explica de la siguiente forma: Al beber tanta agua se altera el funcionamiento de los riñones (encargados de regular los excesos de líquido a través de la orina), de la sangre y el equilibrio de los fluidos internos.
El exceso de agua en el organismo ayuda a que los minerales (sodio, potasio y magnesio, entre otros) se diluyan con mayor rapidez en el plasma sanguíneo, lo cual provoca, dice la especialista, que aparezcan calambres, cansancio, pérdida de agilidad mental y alteraciones del ritmo cardiaco.

“Una de las situaciones más difíciles de revertir es cuando la sangre presenta niveles muy bajos de sodio (hiponatremia), pues el funcionamiento del cerebro se ve seriamente comprometido. En estos casos es común la presencia de náuseas, dolor de cabeza muy intenso o episodios de letargo (somnolencia profunda y prolongada). Los casos más graves terminan en convulsiones, parálisis y, en casos extremos, la muerte por estado de choque (también llamado shock, que se distingue porque el paciente presenta palidez, frío, pulso débil y la respiración superficial)”, afirma.

Como es de esperarse, quien adquiere este hábito puede, además, estar atrapado en las redes de la anorexia o la bulimia, lo que hace que la salud del individuo corra mayor riesgo. De hecho, como ya se dijo, la ingesta exagerada de agua puede ser una de las señales más visibles de algún trastorno alimenticio, aunque no es válido generalizar.
Asimismo, los especialistas son claros cuando hablan de las adicciones: el consumo de sustancias o las conductas negativas solamente son señal de alarma, una manifestación de cierto desorden psicológico mayor que debe ser atendido tan pronto como se detecte. En el caso de la potomanía, la mejor atención correrá a cargo de un psicólogo, psiquiatra y, o, nutriólogo especializado en desórdenes alimenticios.

Efectos peligrosos 

Varios órganos sufren daño ante el consumo excesivo de agua:
Cerebro. La pérdida de magnesio, otro de los minerales cuyo equilibrio se ve afectado por la potomanía, provoca falta de memoria y contribuye a acelerar el envejecimiento.
Corazón. El exceso de agua contribuye a la pérdida masiva de potasio por la orina. Sin este mineral, el corazón pierde su ritmo y el músculo cardiaco puede llegar a pararse.
Riñones. Regulan el equilibrio del agua y minerales, además de que filtran las impurezas del organismo; sin embargo, tienen un límite, por lo que el exceso de líquido en el cuerpo provoca que se colapsen.

Músculos. Disminuye el número de impulsos nerviosos que llegan a sus tejidos y aparecen calambres, sin olvidar que el bajo tono de las fibras musculares provoca la aparición de fatiga.

Fuente: Salud y medicinas.com


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