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Los cruzados de la comida sana
Recorrido por la galaxia de movimientos civiles que han hecho de la calidad alimenticia toda una fortaleza de compromiso militante.
Por Tiziana Sforza, Madrid.

Prefieren “Slow Food” a “fast food”, compran frutas y legumbres directamente a los hortelanos locales y le añaden al café azúcar de caña en bruto gracias al comercio equitativo y solidario. Son los seguidores de la alimentación biológica, le han declarado la guerra a los productos transgénicos y a las grandes superficies de la alimentación, y se leen las etiquetas de los alimentos como si se tratara del último best seller de Dan Brown en busca del enigma escondido tras las crípticas siglas E212 y E199 –que indican la existencia de aditivos autorizados por la Unión Europea-. Esta legión de maníacos de la línea dispuestos a luchar por defender sus estómagos es cada vez más numerosa y visible dentro de la sociedad civil. Desde hace unos años, numerosas organizaciones y comunidades de toda clase han salido a la luz, superando las propias fronteras nacionales. Son movimientos que han influido en la puesta en práctica de leyes comunitarias que van modificando nuestros hábitos alimenticios y nos informan sobre la calidad de los alimentos a través del concepto de trazabilidad.

Los Cruzados del placer ético

Fundada en París en 1986 por Carlo Petrini, Slow Food es una organización internacional que pretende proteger la diversidad de los placeres de la mesa contra la homogeneización del modo de vida “fast food”. El movimiento Slow Food aboga por una cultura de la gastronomía, desarrolla la educación sobre los gustos a través de cursos y seminarios, anima a optar por la biodiversidad en materia agrícola y preserva los alimentos tradicionales de cualquier riesgo “de extinción”. Dicha asociación agrupa hoy en día a más de 82.000 adeptos y tiene sedes en Italia, Alemania, Suiza, Estados Unidos, Francia, Japón, España y así hasta en 107 distintos países. La cocina del terruño y la especial consideración hacia particularidades regionales son las estrategias dominantes de este “movimiento del paladar” animado por voluntarios enamorados del buen yantar.

Cittadinanzattiva es, por su parte, un movimiento cívico nacido en 1978 para la promoción y definición de los derechos de los ciudadanos y de los consumidores en Europa y en Italia en particular. Esta iniciativa agrupa a 235 asambleas territoriales y casi 76.000 socios. Entre sus logros más significativos se encuentra la instauración de un programa de “restauración amiga” que permite ejercer un control sobre la evaluación de los servicios de restauración colectiva, como son las cantinas escolares, las de los hospitales o las de los centros geriátricos.

La prestigiosa ONG Greenpeace también empieza a interesarse en la cuestión alimentaria y busca lanzar a escala internacional una campaña contra los alimentos transgénicos. Su petición reclama la introducción de un etiquetado obligatorio para los productos con origen en animales alimentados a base de transgénicos. Los activistas de Greenpeace se baten además contra el uso irracional de pesticidas y el fin de la biodiversidad.

Por último, los grupos de adquisición solidaria (GAS) constituidos por consumidores compran sus frutas y verduras directamente a los agricultores tratando de privilegiar a los pequeños productores respetuosos con el medio ambiente. Es una tendencia que surgió hace unos años en Italia, donde los GAS se reúnen a menudo para comprar al por mayor productos alimentarios o de uso corriente redistribuyéndolos entre ellos. La idea que subyace en su práctica reside en la necesidad de un cambio de estilo de vida, favoreciendo un consumo crítico que tenga en cuenta las exigencias éticas en el mercado.

De los campos a las campañas

La campaña sobre seguridad alimentaria lanzada por la UE en asociación con los representantes de la industria agroalimentaria y de las asociaciones de consumidores pretende actuar a partir de ahora para garantizar altos estándares de calidad para los productos. Algunas voces se elevan para denunciar una nivelación de mínimos de las directivas y reglamentos comunitarios. Desde 1993, el EUFIC (Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación), una organización europea sin ánimo de lucro, colabora con instituciones nacionales e internacionales para ofrecer a los consumidores europeos el máximo de información sobre la calidad nutritiva y el procedimiento de seguridad alimentaria de los productos existentes en el mercado. Entre las iniciativas de Eufic, se encuentran dos páginas webs: www.coolfood.com orientado a la juventud para que aprenda las bases de una alimentación y de un estilo de vida sanos y www.foodstudents.com, un foro interactivo sobre alimentos, seguridad y nuevas tecnologías de producción.

Café Babel. La revista europea. 23/01/06


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