| Amenaza mundial El tráfico ilícito de drogas y la  drogadicción son problemas de carácter universal, sus efectos y repercusiones  de orden político, social, económico, medio ambiente y fundamentalmente de  salud pública permiten tipificarlo como un delito de «lesa humanidad».En el mundo se estima la  existencia de 48 millones de adictos regulares, por ello el poder económico del  narcotráfico ha asumido proporciones considerables.
 Esta situación se genero en el  decenio de 1980, cuando la rápida declinación de los precios de los productos  básicos no elaborados y la acumulación de la deuda externa en los países en  vías de desarrollo, afectaron seriamente nuestras economías; intensificando la  pobreza y dio pie a esta amenaza mundial que constituye hoy el tráfico ilícito  de drogas, para convertirse en una industria dominante con ventas netas  superiores a las del petróleo, calculándose que las organizaciones criminales  de la droga, mueven alrededor de 500 mil millones de dólares al año;  irónicamente superado únicamente por el contrabando de armas; evidenciándose  así que la pobreza y el trafico de drogas están interrelacionadas y se  refuerzan mutuamente.
 Producción y tráfico La caída de los precios de  productos como el azúcar, el algodón y el trigo, determinaron que los  agricultores se dedicaran a otros cultivos más rentables como la coca, la  marihuana o la amapola.En Latinoamérica, el problema  principal lo constituye la superproducción de hojas de coca, materia prima  indispensable para la producción de cocaína.
 Este arbusto, considerado por los  incas como de origen divino, es conocido y utilizado desde el siglo VI por las  poblaciones andinas que mastican sus hojas secas, para mitigar la fatiga y el  hambre, lo que constituye una costumbre ancestral.
 Investigaciones científicas  demuestran que la hoja de coca, además de cocaína, contiene doce alcaloides  más, así como vitaminas y proteínas, lo cual abre muchas incógnitas.Se cultiva entre los 500 y 1.200  mts. sobre el nivel de mar, a temperatura de 18 a 25 grades centígrados, 70 a 80% de humedad,  desarrollándose en pendientes hasta de 45° y en condiciones muy rústicas.
 Una de las características más  importantes de esta planta es su rendimiento, pues permite cosechar hojas cada  tres meses con una producción anual de 1.000 a 2.000 kilos por hectárea, durante 20  años aproximadamente. Solo en la Selva Alta del Perú,  existen 20 millones de hectáreas con optimas características agrícolas para el  cultivo de coca; estimándose que en la actualidad existen 200.000 hectáreas  de cocales, sin embargo a mediados de la década del 70 se tenían únicamente 18  mil hectáreas, empleadas mayormente para fines lícitos.A consecuencia del notable  incremento de la demanda, principalmente en los Estados Unidos y Europa, se  produce la desmesurada expansión, hasta llegar a las 200 mil hectáreas en el  Perú y 60 mil hectáreas en Bolivia que son los principales cultivadores; con lo  cual se podría producir entre tres mil y cuatro mil toneladas de pasta básica  de cocaína, cifras que invitan a meditar sobre la magnitud de este problema.
 Considerándose el constante  incremento de la demanda, las cuantiosas ganancias que obtienen los  traficantes, las condiciones socioeconómicas, la allá rentabilidad que produce  el cultivo y la disposición de tierras aptas para la coca, se puede comprender  el gran esfuerzo que debemos desarrollar para hacer frente a este delicado  fenómeno.
 Los cultivadores luego de secar  las hojas de coca, la venden entre 400 a 1.000 dólares la tonelada, a una serie de  pequeños grupos de traficantes, que mediante procedimientos químicos y en  rústicos laboratorios ubicados en aéreas inaccesibles, para burlar la  vigilancia policial, extraen el alcaloide, produciendo la pasta básica de  cocaína que venden a las organizaciones internacionales entre 300 y 1.000  dólares el kilo, en el mismo lugar y/o se trasladan hacia los centros de  recolección; para este proceso químico inicial usan básicamente, acido  sulfúrico, carbonato de calcio y kerosene, que pese a los controles que  legalmente existen para su producción, venta y uso, no es difícil obtenerlos  por ser elementos de uso doméstico.
 Esta situación ha venido  nutriéndose, en su esencia, por los índices de pobreza que caracteriza a la mayoría  de nuestras sociedades, el estimulo generado por el fenómeno monopólico de su  mercado, habiendo dado lugar al reemplazo de cultivos alimenticios por cocales,  intensificación de la migración hacia estas zonas especialmente de  agricultores, extinción de la flora y fauna por la deforestación y el severo  daño ecológico; afectando así el patrón sociocultural de nuestra población y  sobre todo distorsionando más aun el proceso económico interno de nuestros  países.Grandes organizaciones de  traficantes internacionales, han montado amplias redes en las zonas cocaleras,  en complicidad con los habitantes de numerosos centros poblados que en su  mayoría se dedican al narcotráfico; no solo para promover la producción de la  pasta básica de cocaína, sino principalmente para su acopio y traslado hacia  los laboratorios de refinado, ubicados generalmente cerca de la frontera con  los países vecinos, de modo tal que sea difícil el alcance policial y permitan  su fuga en casos de acciones de interdicción.
 Aproximadamente el 90% de la  producción de pasta básica de cocaína sale por rutas terrestres, fluviales y  aéreas, hacia estos laboratorios de refinado y de aquí al exterior para su  conversión en clorhidrato, que luego será comercializado en los centros de  consumo, precisamente, por estas organizaciones internacionales de traficantes.El medio más usado por los  traficantes para el transporte de la droga es el aéreo, mediante avionetas de  bandera boliviana, brasileña, americana o colombiana que constituyen la  mayoría, habiéndose detectado casos de aeronaves —con matricula falsificada.  Todas estas aeronaves que violan nuestro espacio aéreo se encuentran  debidamente acondicionadas con tanques de combustible adicionales para una  mayor autonomía de vuelo y equipos especiales de comunicación; usan los  numerosos aeropuertos clandestinos construidos expresamente por los traficantes  en lugares inaccesibles de nuestra costa y selva, por ejemplo en el Perú, en  continuas operaciones se han localizado 179 de estos aeropuertos e inmediatamente  inutilizados con cargas de dinamita, sin embargo son reparados en pocas horas  por los traficantes, por lo que ha obligado a la policía a emplear nuevos  equipos especiales para su destrucción y constante vigilancia aérea.
 En los laboratorios de refinado se  busca eliminar las impurezas y elementos químicos innecesarios, empleándose  básicamente permanganato de potasio, acetona y amoníaco; elementos químicos que  no produce Bolivia ni el Perú, originándose por ello un contrabando de estos  elementos desde los países industrializados, para luego ingresar  clandestinamente, en gran parte a través del río Amazonas, hacia nuestros  países.Aprovechando el bajo nivel  cultural y económico de los pobladores cercanos a las aéreas criticas del  tráfico ilícito de drogas, la mafias de traficantes extranjeros desarrollan un  plan de manipulación de dichos pobladores tratando de crear una base social  mediante la infiltración en Sindicatos, Frentes de Defensa y otras  organizaciones, con el propósito de enfrentar al campesino con las autoridades;  proporcionan contribuciones para ganarse su apoyo y montan campañas de  desprestigio permanente de las Instituciones y Autoridades encargadas de  perseguirlos; emplean la corrupción que mina los valores éticos y morales y  usan muy hábilmente la violencia, incluso con sicarios y mercenarios para  intimidar e imponerse mediante la fuerza.
 Esta situación se ha agravado al  constatarse que últimamente, como el caso del Perú, bandas de traficantes  conviven y en algunos casos se prestan mutua ayuda con grupos subversivos que  operan en las mismas zonas, con el propósito de crear «territorios liberados»  que faciliten a ambos lograr sus ilícitos fines; obviamente esta simbiosis hace  más difícil cualquier intento de erradicar estos fenómenos delictivos.Los mencionados laboratorios de  refinado, son construidos, equipados y administrados por las organizaciones  internacionales del narcotráfico, se abastecen de elementos para su  construcción como equipos mecánicos, eléctricos e inclusive combustible y alimentos  de los países vecinos, por estar instalados precisamente cerca de la frontera;  por ello fue necesario suscribir convenios bilaterales principalmente entre los  países sudamericanos  para el desarrollo  de operaciones combinadas.
 Luego de procesada la pasta  básica de cocaína en estos amplios laboratorios, se convierte en pasta básica  de cocaína lavada, cuyo valor es de 2.000 a 4.000 dólares el kilo que  posteriormente será transportada a diversos países, últimamente en mayor  cantidad al hermano país de Colombia, para su cristalización, que permitirá  transformarse en clorhidrato de cocaína, cuyo valor se estima por ahora entre  15.000 y 45.000 dólares el kilo al por mayor, para luego ingresar en el  circuito de comercialización en los países consumidores, estimulado por una  demanda que establece desbalances entre quienes estamos atrapados por el  subdesarrollo y quienes lo crean y mantienen, originando los mecanismos más  importantes de acumulación financiera. Al Perú se le ha identificado con  la producción del 65% de la hoja de coca utilizada ilícitamente para la  producción mundial de cocaína y se ha pretendido afirmar que ellos enriquecen a  los campesinos y reactivan la economía peruana por ser supuestamente una fuente  de divisas; sin embargo y conforme se explicara anteriormente, el mayor valor  agregado del proceso de la cocaína radica es su transformación y  comercialización, fases que no se realizan en el Perú en donde se cultiva coca  desde tiempos inmemorables para usos distintos a la producción de cocaína y que  en nada puede asociarse con este. El monto de las ganancias ilícitas que se  incorpora a nuestra economía, es en todo caso insignificante, comparado con los  recursos que el Perú dedica al combate de este delito. El problema de la droga, en  nuestros países, además de las características anotadas, merece especial  intención el daño ecológico que ocasiona en el medio ambiente; la falta de mano  de obra para cosechar la hoja de coca, es contrarrestada por los  narcotraficantes con el empleo de agroquímicos como el Paraquat que es  altamente residual. En la elaboración de la pasta  básica de cocaína, se utilizan igualmente kerosene y acido sulfúrico, carbonato  de calcio y otros, cuyos desechos son arrojados a los ríos o terrenos aledaños  que no solo perjudica la flora y fauna, sino que además por el fenómeno de  evaporación, traslada los vapores tóxicos contaminando el medio ambiente. La economía ilícita de las drogas El comercio ilícito de la hoja de  coca y de la pasta básica de cocaína se ha generalizado en las zonas  productoras, donde prácticamente toda la economía regional gira alrededor de  este tráfico ilegal, generándose por la exagerada valorización de los bienes y  servicios, una anormal inflación local que afecta gravemente a todas las  actividades ajenas a estos cultivos; los salarios pagados a los trabajadores  locales en el cultivo y cosecha de la coca es 4 a 5 veces mayor al salario  normal que pueda pagar un agricultor no cocalero, lo que lleva a que la  agricultura licita languidezca y no se desarrolle al nivel que debería tener en  un área con la extensión y calidad de tierras como el Valle del Huallaga o  Chapare por ejemplo. El dinero que ingresa en la zona,  sirve para introducir a miles de campesinos a la vida moderna a través de la  adquisición de bienes suntuarios, por la idiosincrasia del traficante y que no  son precisamente para salud o educación.Siendo el dinero en efectivo el  medio de intercambio, su disponibilidad inmediata es un fuerte atractivo, para  los agricultores y los intermediarios en la cadena de las drogas; sin embargo,  solo una pequeña fracción de las ganancias queda en manos de dichos  agricultores, puesto que la mayor ganancia se da principalmente en la  comercialización de droga en los centros de consumo.
 De otra parte, debido a los  problemas en la balanza de pagos, que últimamente se ha convertido en algo  constante por causas de la deuda externa; se aprecia un cambio en la actitud de  los Gobiernos con problemas de divisas, frente al extraordinario volumen no  tradicional que proviene del sector ilícito; al adoptar un tratamiento  permisivo y tolerante. Por la falta de inversión externa y préstamos de  organismos financieros, las divisas provenientes del tráfico de drogas,  empiezan a adquirir un lugar importante en los países. Si bien los dólares provenientes  del narcotráfico parecen resolver las necesidades inmediatas de divisas, se  duda que en realidad puedan solucionar los requerimientos económicos mayores de  los países; por un lado no es una fuente estable de dinero, como lo indica la  fuga de capitales y de otra parte es irreal que el país dependa de este dinero  ilícito para mantener su economía. Esta situación es confirmada con  las conclusiones expuestas por autoridades colombianas, cuando afirman que la  economía de Colombia no esta mantenida en ningún sentido positivo por el  narcotráfico y que el país estaría mejor sin él. La mayor parte de las entradas  de la coca y cocaína no regresan de ninguna manera a Colombia. Mucho de lo que  se regresa tiene el efecto de interrumpir la economía legal. La violencia y  turbulencia política, asociada con el narcotráfico han costado miles de  millones de dólares en fuga de capitales y en la perdida de inversiones y  turismo, dos actividades que tienen un efecto estimulante más alto para la  economía que los dólares clandestinos productos de las drogas. Es difícil evaluar con exactitud,  la magnitud de las ganancias y recursos económicos que se mueven en el tráfico  ilícito de sustancias estupefacientes y psicotrópicas, porque ellos fluctúan  acordes con el comportamiento del   mercado, costo de los insumos y el resultado de las acciones  de interdicción que desarrollan las organizaciones antidroga; sin embargo, por  algunas consideraciones se puede tener refrenda de la dimensión económica que  se mueve en este comercio de drogas, como por ejemplo: el valor de los químicos  que se utilizan para la producción, es multiplicado por 10, cuando estos son  entregados en el laboratorio; el precio real de un kilo de pasta básica de  cocaína aumenta 15 veces, cuando se continua su proceso hasta convertirla en  clorhidrato de cocaína y esta droga a su vez, multiplica su valor hasta 10  veces, cuando es comercializada en dosis de consumo a los adictos. Por esta  razón, los traficantes al comercializar 1.000 kilos de cocaína, al por mayor en  los mercados estadounidenses, tienen una utilidad aproximada de 5 millones de  dólares, ganancia que se incrementa cuando se vende en Europa. Como dato interesante de esta  cuantiosa ganancia, obviamente para los comercializadores, podemos referir que  únicamente los Carteles Colombianos de cocaína tienen una ganancia bruta de  unos 50.000 millones de dólares al año; pero irónicamente, la mayor parte de  las utilidades del comercio de drogas, se invierten fuera de los países de  origen y/o se mantienen cuentas bancarias en el extranjero sobre todo en los  Estados Unidos de Norteamérica, las Bahamas y las Islas del Caribe. Los traficantes de drogas, para  legitimar sus cuantiosas ganancias, desarrollan un hábil manejo del mismo, con  el propósito de ocultar su verdadera procedencia. Los bancos y otras  instituciones financieras, pueden inadvertidamente servir de intermediarios  para trasferir fondos, por medio de aquellos sistemas que no permiten que las  autoridades supervisoras tengan injerencia en dichas actividades, en razón de  que el interés de las autoridades bancarias es preservar la estabilidad global  del sistema bancario, antes que la legitimidad de las operaciones individuales  de los clientes. Podemos distinguir básicamente tres modalidades para lavar  dinero, el primero consiste en sacar los fondos a otro país, conocidos como  «paraísos fiscales» mediante agentes que transportan por correo, por medio de  transacciones múltiples con sucursales de los referidos bancos y/o el manejo  conveniente de valores; segundo mediante la apertura de cuentas en el  extranjero con nombres falsos, constituyendo sociedades y empresas extranjeras  que desarrollan negocios ficticios y/o adquieren bienes y valores; y finalmente  mediante la obtención de préstamos de bancos extranjeros con fondos que el  mismo traficante transfirió ilegalmente; acordando falsos contratos de  prestación de servicios y/o arrendamientos de bienes. Para el desarrollo de este  mecanismo de lavado de dinero, los traficantes cuentan con países que brindan  facilidades para el depósito de dinero por los bajos impuestos. El secreto  bancario, leyes convenientes para la constitución de sociedades; de otra parte  no son muy rígidos en los procedimientos y requisitos, tienen buen servicio de  comunicaciones y transporte; están generalmente próximos a las rutas del TID,  con restricciones mínimas para el cambio de divisas, disponibilidad de  servicios profesionales para el propósito deseado y un clima político propicio. Impacto regional La agudización del fenómeno del  tráfico ilícito de drogas y el abuso en el consumo indebido de sustancias  estupefacientes y psicotrópicas, en el marco de una aguda crisis económica y  social que demanda una política de ajuste estructural; construye el principal  motivo de preocupación de los pueblos y Gobiernos de la región.El impacto de accionar de estas  organizaciones delictivas que indudablemente inciden negativamente en dicha  situación determina las siguientes tendencias:
 — La posible agudización de la  crisis de las Instituciones encargadas de hacer frente a esta difícil situación  delictiva, evidenciada por la debilidad de las respuestas preventivas y/o  represivas, la descoordinación y la ausencia de estrategias integradas.— La sobrevaluación de la moneda  por la existencia de un sistema de lavado de dinero, la compra de precursores  químicos del exterior, el pago de servicio por protección y de operaciones de  transporte y el uso suntuario de los excedentes.
 — Deterioro acelerado de la  diversificación agrícola, en la zonas productoras de precursores vegetales, por  el alto valor agregado que genera su transformación en droga, creando una  ficción de ingresos, relativamente mayor que otros cultivos; afectando la  producción agrícola y la agroexportación, y reduciendo la capacidad de captar  divisas con exportaciones no tradicionales.
 — Pérdida gradual de la calidad  de vida en las aéreas rurales, por cuanto, el cultivador no controla los  precios que son manipulados por la red de compradores asociados a los  traficantes; por el costo que significa vivir con cierta seguridad en una zona  tan violentada y porque su condición de monocultivar no le permite  autosostenerse.
 — Incremento de la migración  hacia las zonas productoras que absorben la mano de obra tanto para el cultivo  de la coca por ejemplo, como para el procesamiento y trafico de la droga;  desplazándolos del eje de la producción de alimentos y materias primas y  comprometiéndolas directa o indirectamente en el delito.
 — Grave daño ecológico, por el  empleo de elementos químicos para el procesamiento de drogas y la eliminación  de desechos, como por el uso indiscriminado de pesticidas para preservar de  maleza los cultivos de coca.
 — Agudización de las diferencias  sociales y de ingresos por el alza en el costo de vida, como consecuencia de la  circulación de excedentes provenientes del tráfico ilícito de drogas;  acentuándose las tendencias al consumo y la inversión no productiva.
 — Presión política hacia los  Gobiernos y las Instituciones, iniciándose procesos locales que intentan  legitimar su presencia aprovechando eventos electorales; desarrollando un  amplio mecanismo de corrupción; simulando abastecer necesidades, dotar equipos,  regalar y proporcionar dinero para apoyo y seguridad; agrediendo y/o  desprestigiando a los que se le oponen y conspirando contra los proyectos y  programas de sustitución de cultivos ilegales.
 — Promueven los procesos de  violencia en las aéreas de cultivo, para ello organiza grupos paramilitares, se  asocia para ciertas acciones con los subversivos, buscando aislar la zona,  obtener el control territorial y desorientar y/o multiplicar las operaciones  que deben ejecutar las fuerzas del orden.
 — Pretende deteriorar las  relaciones internacionales bilaterales y multilaterales, así como las  relaciones de cooperación de las Agencias Internacionales con los Gobiernos,  argumentando ineficiencia y/o mala administración de los programas  gubernamentales; agudizando las diferencias de enfoque o movilizando ciertos  sectores en contra de los programas de lucha contra las drogas.
 Finalmente y temiendo en  consideración que las organizaciones internacionales que se dedican al TID se  vuelven cada vez más movibles, mejor organizadas que las fuerzas que lo  combaten, se adaptan e innovan en la medida que las estrategias de los  Gobiernos no tienen coherencia con la situación; consideramos que se hace  imprescindible una estrategia global cuyo eje fundamental debe ser la reducción  de la demanda; la persecución del delito en base a un oportuno intercambio de  inteligencia y acción combinada que ataque el centro de las empresas criminales  multinacionales; el desarrollo de acciones económicas alternativas para reducir  los cultivos precursores de drogas y una adecuada y oportuna cooperación y  apoyo internacional.
 General Juan Zarate Gamb1ni Director de programa anti-droga
 (Perú)
 Dolentium Hominum n. 19 |