Aumento de la adicción a las drogas
Vivimos en una sociedad donde consumir drogas y de forma especial psicofármacos, como son los tranquilizantes, los que inducen al sueño (hipnóticos) o los antidepresivos es un comportamiento habitual y socialmente aceptado. Entre estos psicofármacos de uso cada vez más habitual están las drogas benzodiacepinicas, que por sus propiedades calmantes del sistema nervioso central, se utilizan para tratar la ansiedad, trastornos emocionales y trastornos del sueño, como tranquilizantes, relajantes musculares y anticonvulsionantes. Las drogas benzodiacepinicas, al presentar menos efectos secundarios y ser más seguras, han reemplazado en gran medida a los barbitúricos.
La adicción a las drogas benzodiacepinicas
Sin embargo, estas drogas benzodiacepinicas pueden causar no sólo dependencia física, sino también adicción. En general, las personas que sufren adicción a las benzodiacepinas (Tranquilizantes) comenzaron tomándolos por razones médicas. Algunas veces el médico puede prescribir dosis altas durante períodos largos para tratar un problema grave, lo cual puede provocar dependencia. En otras ocasiones, las personas pueden utilizar más medicación de la que se les ha prescrito, o durante más tiempo del prescrito. En cualquier caso, la adicción se puede desarrollar, en algunos casos, a las dos semanas de uso continuado (aunque, como se señala más adelante, tener dependencia a los tranquilizantes no significa que haya adicción).
Todavía mucha gente piensa que, así como el drogadicto lo es simplemente porque ha decidido consumir demasiadas drogas, la adicción a estos fármacos es simplemente un consumo demasiado alto. Pero científicos y médicos coinciden de manera contundente en diferenciar el abuso de la adicción a las drogas benzodiacepinicas. Las investigaciones demuestran que la adicción, al contrario que el uso o incluso el abuso de tranquilizantes, no es un problema de libre decisión. La adicción comienza cuando hay un abuso de benzodiacepinas, es decir, cuando el consumidor decide conscientemente administrarse drogas benzodiacepinicas de manera descontrolada y habitual, pero es algo más. Porque la adicción a las benzodiacepinas supone introducirse en un estado cualitativamente diferente, un estado de consumo compulsivo de tranquilizantes.
Por tanto la adicción a las benzodiacepinas, más allá de consideraciones morales o sociales, es una enfermedad tratable, una dolencia. La adicción es una enfermedad del cerebro. Porque las benzodiacepinas no sólo interfieren en el funcionamiento cerebral normal al crear fuertes sentimientos de calma, sino que además tienen efectos a largo plazo en el metabolismo y la actividad del cerebro. En un determinado momento del abuso de las drogas benzodiacepinicas, se producen cambios cerebrales que convierten este abuso en adicción. Así, los adictos a las drogas benzodiacepinicas sufren un intenso y compulsivo deseo de esta droga (craving) y no pueden abandonar el consumo por sí mismos.
Aunque los mecanismos de la adicción todavía no son totalmente entendidos, sí se sabe que la tolerancia y la dependencia pueden conducir a ella: cuando las drogas benzodiacepinicas se consumen repetidamente, el cerebro se adapta y se vuelve cada vez menos sensible a estas sustancias, por lo que la dosis de consumo debe ser incrementada gradualmente para obtener los mismos efectos. Esto es la tolerancia. Por otra parte, cuando se deja de consumir las drogas benzodiacepinicas, el consumidor experimenta alteraciones físicas, esto es, síndrome de abstinencia, que desaparece cuando se vuelven a consumir tranquilizantes. Estos síntomas de abstinencia se dan porque el cerebro se ha adaptado a la presencia de la droga (es decir, hay una neuroadaptación), y cuando el consumo de drogas benzodiacepinicas se interrumpe bruscamente se hacen evidentes los desórdenes cerebrales que estaban enmascarados por el consumo. Cuando un consumidor se vuelve dependiente de los tranquilizantes, su organismo sólo funciona “normalmente” si recibe esta droga. De hecho, los pacientes adictos a las drogas benzodiacepinicas no deberán intentar dejarlas por su cuenta ya que el síndrome de abstinencia de estas drogas es problemático. Los pacientes adictos a estos medicamentos deben someterse a una desintoxicación bajo supervisión médica ya que la dosis debe disminuirse gradualmente y con ayuda de otras medicaciones.
Pero es posible tener dependencia de las drogas benzodiacepinicas sin ser adicto a estas drogas, aunque la dependencia frecuentemente se relaciona con la adicción. Algunas personas pueden ser dependientes –si dejan de consumir tranquilizantes sufren síndrome de abstinencia- pero no son consumidores compulsivos y por tanto no son adictos. Es el caso de los pacientes que toman tranquilizantes como tratamiento de alguna enfermedad, y que necesitan tomarlos para controlar su enfermedad. Si esos sedantes dejan de tomarse abruptamente, los pacientes tendrán síntomas de abstinencia, pero esos síntomas pueden disminuirse o incluso eliminarse con una disminución gradual de las benzodiacepinas con el control médico. No hay un deseo compulsivo de seguir tomando tranquilizantes, sólo se toman porque son necesarios.
La adicción a las drogas implica, como se ha anotado, un intenso e irresistible deseo de droga, un comportamiento de búsqueda compulsiva de tranquilizantes. El consumo de las drogas benzodiacepinicas se vuelve obsesivo. El adicto está atrapado. El problema o la situación que estuviera intentando resolver cuando comenzó a consumir sedantes o ansiolíticos se ha borrado de su mente. En este punto, en lo único que puede pensar es en conseguir y consumir el fármaco. Por tanto, se pierde el control de este consumo y se ignoran sus gravísimas consecuencias, y sólo el tratamiento llevado a cabo por profesionales puede lograr una recuperación de esta enfermedad.
Efectos de la adicción a las drogas benzodiacepinicas (Tranquilizantes)
La adicción a las drogas benzodiacepinicas disminuye el estado de alerta y produce una expresión balbuceante, mala coordinación, confusión y respiración lenta. Estos fármacos pueden hacer que una persona esté alternativamente deprimida y ansiosa. Algunas personas experimentan pérdida de memoria, toma de decisiones erróneas, momentos de pérdida de atención y cambios brutales del estado emocional. Las personas de edad avanzada pueden parecer dementes, pueden hablar despacio y tener dificultades para pensar y para comprender a los demás. Pueden ocurrir caídas que traen como resultado fracturas óseas, especialmente de cadera. Las benzodiacepinas, aunque son menos tóxicas que los barbitúricos, provocan desinhibición, ataraxia, disartria y errores en el rendimiento. Todos los sedantes hipnóticos producen efectos clínicos acumulativos (con la repetición de la dosis), sinergismo aditivo o supraditivo (cuando se administran con otra clase de sedantes o alcohol) y residuales (después de la terminación del tratamiento). A largo plazo lesionan las funciones sexuales.
Fuente: Centro de tratamiento y desintoxicación de la adicción a las drogas TAVAD