La heroína es una droga adictiva cuyo uso constituye un serio problema en los Estados Unidos.
La heroína se obtiene de la morfina, una sustancia que ocurre naturalmente y se extrae de la bellota de la amapola, también conocida como adormidera asiática. La heroína generalmente aparece en forma de polvo blanco o marrón. Los nombres callejeros relacionados con esta droga incluyen "pasta", "H","dama blanca", "polvo blanco" y "lenguazo" en español y "smack", "H", "skag" y "junk" en inglés. Otros nombres se refieren al tipo de heroína producido en una zona geográfica específica, como el "alquitrán negro mejicano" ("Mexican black tar").
Peligros para la salud
El abuso de la heroína está asociado con consecuencias graves para la salud, incluyendo sobredosis mortal, aborto espontáneo, colapso de las venas y, particularmente en el caso de los usuarios que se la inyectan, enfermedades infecciosas incluyendo el VIH/SIDA y la hepatitis.
Los efectos a corto plazo del abuso de la heroína aparecen poco después de la primera dosis y desaparecen en pocas horas. Después de una inyección de heroína, el usuario dice sentir un brote de euforia (un "rush") acompañado por un cálido enrojecimiento de la piel, sequedad bucal y pesadez en las extremidades. Después de esta euforia inicial, el usuario pasa a una sensación de estar volando ("on the nod"), un estado en que se alterna entre estar completamente despierto y el sopor. Las facultades mentales se turban debido a la depresión del sistema nervioso central. Los efectos a largo plazo de la heroína aparecen después de haber usado la droga repetidamente por algún período de tiempo. Los usuarios crónicos pueden sufrir colapso de las venas, infección del endocardio y de las válvulas del corazón, abscesos, celulitis y enfermedades del hígado. Pueden haber complicaciones pulmonares que incluyen varios tipos de neumonía como resultado del mal estado de salud del toxicómano, así como por los efectos depresores de la heroína sobre la respiración.
El abuso de la heroína durante el embarazo conjuntamente con sus muchos factores ambientales conexos (por ejemplo, la falta de cuidados prenatales), se ha relacionado a consecuencias adversas incluyendo un bajo peso al nacer, un factor de riesgo importante para retrasos subsiguientes en el desarrollo.
Además de los efectos de la droga en sí, la heroína que se vende en la calle puede tener aditivos que no se disuelven fácilmente y que resultan en una obstrucción en los vasos sanguíneos que van a los pulmones, al hígado, a los riñones o al cerebro. Esto puede causar infección o hasta la muerte de pequeños grupos de células en estos órganos vitales.
La Red de Alerta sobre el Abuso de Drogas (DAWN, por sus siglas en inglés)* informa que el 8 por ciento de las visitas a las salas de emergencia relacionadas con alguna droga en el último semestre del 2003, tenían que ver con el abuso de heroína. Otro 4 por ciento de las visitas que mencionaban al uso de alguna droga como razón para acudir al hospital, se relacionaban al uso de opiáceos no específicos, entre los cuales podría estar la heroína.
La tolerancia, la adicción y la abstinencia
El uso regular de la heroína produce tolerancia a la droga, lo que significa que el usuario tiene que usar una mayor cantidad de heroína para obtener la misma intensidad del efecto. Este uso de dosis más altas lleva, con el tiempo, a la dependencia física y a la adicción. Con la dependencia física, el cuerpo se adapta a la presencia de la droga y puede sufrir los síntomas del síndrome de abstinencia si el uso se reduce o se descontinúa.
El síndrome de abstinencia, que en los abusadores habituales puede ocurrir tan rápido como a las pocas horas de la última administración de la droga, entre otros síntomas, provoca un deseo vehemente de usar heroína, además de agitación, dolores en los músculos y en los huesos, insomnio, diarrea y vómito, escalofríos con piel de gallina ("cold turkey" o "romper en frío"), y movimientos en forma de patadas ("kicking the habit", que literalmente significa "pateando al hábito"). Los principales síntomas de este síndrome alcanzan su punto máximo entre las 48 y 72 horas después de la última dosis y se calman después de aproximadamente una semana. A pesar de que el síndrome de abstinencia de la heroína se considera menos peligroso que el del alcohol o el de los barbitúricos, ocasionalmente puede ser mortal cuando un toxicómano con una dependencia fuerte a la droga y en mal estado de salud la deja abruptamente.
Tratamiento
Hay una gran variedad de opciones terapéuticas para la adicción a la heroína, entre las que se incluyen los medicamentos y la terapia conductual. La ciencia nos ha enseñado que cuando se combina la farmacoterapia con otros servicios de apoyo, frecuentemente el paciente puede dejar de usar heroína (u otro opiáceo) y volver a una vida más estable y productiva.
En noviembre de 1997, los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, por sus siglas en inglés) convocaron un Panel de Consenso sobre el Tratamiento Médico Eficaz de la Adicción a la Heroína. El panel de expertos nacionales concluyó que las adicciones a los opiáceos son enfermedades del cerebro y trastornos médicos que en realidad sí se pueden tratar eficazmente. El panel recomendó firmemente (1) mayor acceso a los programas de tratamiento de mantenimiento con metadona para las personas adictas a la heroína u otras drogas opiáceas; y (2) la eliminación de regulaciones federales y estatales así como de otras barreras que impidan el acceso a estos programas. El panel también recalcó la importancia de ofrecer orientación sicológica para el abuso de sustancias, terapias psicosociales y otros servicios de apoyo al paciente que fomenten la retención y el éxito de los programas de tratamiento de mantenimiento con metadona. La declaración de consenso completa del panel de expertos se puede obtener visitando el sitio electrónico del Programa de Desarrollo de Consensos de los NIH en la dirección consensus.nih.gov.
La metadona, un medicamento opiáceo sintético que bloquea los efectos de la heroína por unas 24 horas, tiene una historia de éxito comprobado cuando se receta en dosis suficientemente altas para las personas adictas a la heroína. Otros medicamentos aprobados son la naloxona, que se utiliza para tratar casos de sobredosis, y la naltrexona, ambas actúan bloqueando los efectos de la morfina, la heroína y otros opiáceos.
La buprenorfina es la adición más reciente a la gama de medicamentos disponibles para tratar la adicción a la heroína y otros opiáceos. Este medicamento difiere de la metadona en que ofrece menos riesgo de adicción y se puede dispensar en la privacidad del consultorio médico. También hay varios otros medicamentos bajo estudio para uso en programas de tratamiento para la adicción a la heroína.
Para la mujer embarazada que abusa de la heroína, el mantenimiento con metadona combinado con cuidados prenatales y un programa de tratamiento integral para el abuso de drogas puede mejorar muchos de los resultados maternos y neonatales perjudiciales asociados al abuso de la heroína sin tratamiento. Hay evidencia preliminar de que la buprenorfina también es segura y eficaz para tratar la dependencia a la heroína durante el embarazo, si bien los bebés expuestos a metadona o buprenorfina durante el embarazo normalmente requieren tratamiento para el síndrome de abstinencia. En el caso de las mujeres que no quieran o no puedan recibir farmacoterapia para su adicción a la heroína, la desintoxicación de los opiáceos durante el embarazo se puede lograr con una relativa seguridad, aunque se debe considerar la probabilidad de que recaigan en el uso de la heroína.
Hay muchos tratamientos conductuales eficaces que se pueden usar para la adicción a la heroína. Estos pueden incluir enfoques residenciales y ambulatorios. Varias terapias conductuales nuevas están resultando especialmente prometedoras para este tipo de adicción. La terapia de manejo de contingencias utiliza un sistema basado en comprobantes o vales, donde el paciente gana "puntos" por tener un resultado negativo en los análisis de laboratorio que determinan si ha usado drogas. Después puede cambiar estos comprobantes por artículos que fomentan una vida sana. Las intervenciones cognitivo-conductuales están diseñadas para ayudar a modificar el pensamiento, las expectativas y el comportamiento del paciente y para aumentar su habilidad para hacerle frente a varios factores causantes de estrés en la vida.
NIDA