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Víctimas de la adicción:

«Tuve que dejar de estudiar»

Cuando cumplí dieciocho años me compré un móvil. Mi madre no me lo quería comprar, así que me lo compré yo. Aprendí a meterme en el chat y empecé a conectarme. Conocí a mucha gente, pero empezaron a llegar facturas de más de 100.000 pesetas. Yo estudiaba y tuve que dejarlo, porque no estaba atenta en clase; estaba sólo con el móvil, y nada más. Cuando me empezó a faltar dinero, comencé a robar a mi familia y a sacar dinero de hasta debajo de las piedras, hasta que mi madre decidió poner fin a esto; buscando soluciones, me llevó al centro donde estoy ahora. Llevo ya tres años y estoy bastante bien, pero al principio me costó asumirlo. En cuanto a la recuperación, si se ponen ganas, uno se puede recuperar; si no, cuesta mucho. Es muy importante reconocer que tienes un problema.

Una Historia Personal de Obediencia

Un día, me di cuenta que dondequiera que iba, había una TV: la tienda de abastos, mi gimnasio, el banco, mi iglesia, el aeropuerto, el taller de reparaciones, el consultorio médico y las habitaciones de mi propia casa. Mi sala familiar había sido rebautizada con el nombre de sala de televisión. ¿Dónde podría ir para escapar de ella?

Decidí hacer algo al respecto. Mi familia no tenía por qué seguir siendo adicta a la televisión. Cuando mi familia se mudó a una nueva ciudad recientemente, decidimos no traer la televisión con nosotros. Nuestros amigos y familia pensaron que estábamos locos, pero fue un importante paso para nuestra familia. Los muebles de la casa a la cual nos mudamos, ofrecían una hermosa televisión para nuestra familia, pero yo decliné. Como esposo y padre de nuestra familia, quería dar un paso y mostrar a mis hijos que ellos significaban más para mí que la televisión.

En los últimos años, la violencia y el contenido censurable había aumentado y yo sentí que nuestra familia necesitaba un descanso. Yo sentía como si la televisión hubiera secuestrado a mi familia y quería proteger a mis hijos de convertirse en adictos a la televisión.
La solución que sirvió para mi familia… ¡me deshice de la televisión! El resultado ha sido más tiempo en familia y relaciones más saludables.

Adicciones confesables

Hace un par de años dejé de ver la televisión... por dejar de ver la televisión me refiero a seguir programas asiduamente, evidentemente sigo viendo las noticias y alguna que otra tontería a ratos muertos, pero nada significativo... y cuando creía que la "caja tonta" tenia la batalla perdida ¡zas! aparecen las series norteamericanas.

Si señores, esta es mi adicción confesable, las series de televisión. Prácticamente todo el mundo que conozco está enganchado a algo, Perdidos, House, 24, mujeres desesperadas, las chicas Gilmore, Everwood, Anatomía de Gray, Alias, etc...

Se trata de una adicción confesable porque todo el mundo la padece (mal de muchos consuelo de tontos) pero no deja de ser una adicción... cada semana delante del televisor esperando ávidamente nuestra dosis, y luego una semana de ansia y sufrimiento, de síndrome de abstinencia esperando nuestra siguiente dosis, ése siguiente capitulo que nos sacará de dudas, pero a la vez sembrará nuevas incógnitas para tenernos enganchados semana tras semana... ¡mas que telespectador yo me consideraría yonki televisivo!

Aunque hay una cosa peor que ser yonki televisivo... y es no serlo. Eres feliz dentro de tu burbuja de ignorancia hasta que te encuentras con algún yonki (cosa inevitable) que te empieza a contar todo sobre su serie favorita. Entonces hay dos opciones, la opción A, que es que acabes detestando la serie, a tu amigo y básicamente a toda la humanidad que insiste en hablarte constantemente sobre algo que te repatea, y la opción B, que es que acabes por ver tu también la serie y te conviertas en uno de ellos...
Como podéis ver, ambas opciones conducen a una vida de tortura y sufrimiento ya sea por adicción o hastío, y es que la gente es mala y la televisión mas!!

Adicta a la TV

Cuando yo era una pequeña Señorita Lee, mi mami me cuenta que la única forma de darme la comida era prendiendo la televisión, como que me hipnotizaba. Tanto los dibujos animados como los comerciales… esa tónica me marcó para siempre… soy Elizabeth y tengo un problema: soy adicta a la tv

Antes de ser toda una niña geek (que depende patológicamente del notebook) mi ocio era dosificado en forma importante gracias a la tv, onda que estando en la pieza, incluso estudiando, necesitaba tener la tv encendida, por el simple hecho de que metiera bulla (a lo mejor con eso no me sentía sola) Ahora ya no es tanto, pero sí soy bien maniática de las series gringas (no concibo la vida sin canal Sony)

A qué viene esto… con el cambio de casa, me quedé sin tele (se la adjudicó mi sister), ergo, me compré una nueva, porque no pude sobrevivir 2 semanas sin ella! Y así me puse a pensar que mi caso, por suerte, no es el más heavy, porque en más de alguna visita domiciliaria en la carrera, me tocó ver que familias super humildes tenían los tremendos plasmas instalados en el living, cosa que carece de cualquier lógica en las prioridades económicas de una familia de escasos recursos, así y todo se le da a esa cajita hipnótica un valor agregado difícil de entender, porque la señora de la casa hace el aseo y cocina mientras escucha el SQP, sus hijos se emboban viendo los monos, almuerzan viendo La Jueza, toman once mientras dan la teleserie y rematan la jornada con las noticias y la película de turno. En verdad la vida gira en torno a la tv.

Por lo menos en mi caso no es para tanto (aparte aunque quisiera, no me sobra el tiempo y tengo una vida) Sí reconozco que tengo mi parrilla de intocables, donde las series del Sony y Fox se llevan varios lugares con creces. Y también asumo que cuando estoy de vacaciones, me dedico los primeros días a pasar tardes enteras viendo películas acostada, con pausas para dormir siesta (… quiero vacaciones! )

Y por estos días distintas cosas me han llevado a recordar ene series animadas que veía cuando chica, cómo olvidar… Érase una vez, Los autos locos, Las olimpiadas de la risa, Heidi, La abeja maya, Conan, Sabrina, Ángel, El Capitán Planeta, Los Transformers, Robotec, Candy, Silverhawks, La pequeña Lulú, Heman, Spiderman, el Inspector Gadget, Marco, los Superamigos, la Máquina del Tiempo, Espartaco, Dinoplatívolos, Thundercats, los Ositos Gummi, las Fábulas del Verde Bosque, Tiroloco McGraw y Pepe Trueno, el Lagarto Juancho, Don Gato, el Show de Porky (y toda la familia de Warner Bros.) Leoncio y Tristón, los Glowfriends, el Conde Pátula, los Poteiros, los Cariñositos, los Moomin, la Hormiga Atómica, por mencionar algunos XD (sí, TODAS las veía… creo que eso explica algunas cosas XD)

Claramente no es sano pasar pegado como weastancio viendo televisión (aunque claro… cada uno ve tv como puede), pero sí reconozco que al menos en mi vida, la dosis de tv es indispensable, ná que hacer!
Y ustedes… son de la generación con mentalidad televisiva? (y a ver si me cuentan qué monitos veían cuando niños, es rico ponerse a recordar)

Adicción, conducta adictiva, televisión

La adicción a la televisión es pasiva: Basta con sentarse (a ser posible en una posición cómoda) y ponerse a mirar. No requiere más acción por parte de la persona que pulsar los botones del mando a distancia.

¿Por qué engancha?

Es un medio que aporta información de forma fácil. Pensemos que los programas están diseñados para satisfacer los gustos de la mayoría de los espectadores que están viéndolos en ese momento y por lo tanto encajan con sus necesidades con relativa facilidad, lo que lo convierte en un comportamiento aún más agradable.

Además de por lo gratificante, mirar la televisión parece producir una disminución de la actividad en las áreas del cerebro encargadas de procesar informaciones complejas. Pensemos que muchas personas utilizan la mirada pasiva a la pantalla como una forma de desconectarse de los problemas habituales.
¿Cuáles son las características-tipo del teleadicto?

1.- Ve mucha más televisión que el resto de los espectadores (y esto no es fácil, ya que el consumo medio de televisión en España por persona y día se sitúa alrededor de las 4 horas).
2.- Utiliza la televisión para tranquilizarse, más que como medio de entretenimiento.
3.- Selecciona poco o nada los programas (hace mucho zapping).
4.- Incapaz de delimitar el tiempo de visión, se pasa las horas muertas mirando la pantalla.
5.- Se siente desgraciado, incómodo o molesto cuando está viendo la televisión.
También se plantea que puede estar descontento consigo mismo por ver tanta televisión, o que experimenta relajación mientras la ve, pero luego se siente peor que antes de haber empezado. Estas son características de quien ya es consciente de que el consumo es problemático.

Adicción a los videojuegos

Mi suegro se queja amargamente de que mi cuñado se la pasa chateando hasta la madrugada, dice también no comprender como alguien puede gastar su tiempo y su dinero pegado a la computadora, el chat y los juegos , según el son solo perdida de tiempo, pero resulta que mi suegro no puede concebir otra actividad que no sea el trabajo, y no por el dinero, sino por si mismo, pues el es adicto al trabajo (y también es mala esa adicción, al grado de que no lo deja disfrutar la vida y relajarse), desde mi punto de vista el chat me parece muy aburrido, y si consume mucho tiempo, el trabajo sirve para hacer el necesario dinero para la vida, y para realizar proyectos que puedan interesarnos, bueno pues cada quien tiene sus "vicios", o mejor dicho cada quien sabe como quiere "desperdiciar" su vida: haciendo dinero, trabajando, retozando en familia, explotando su sexualidad, viajando, adquiriendo conocimiento, etc, etc. Sin embargo es verdad que los videojuegos nos abren la posibilidad de abstraernos y de cautivar nuestra atención por periodos muy prolongados, pues pueden darnos aventura, acción, misterio, interacción como muy pocas actividades en la vida, y relativamente seguro, y barato (no todos tenemos la fortuna de Lara Croft, pero casi todos podemos jugar sus aventuras), y en mentes infantiles o juveniles debe de cuidarse de no afectar su estudio, su sueño, o sus capacidades físico-atléticas, en un adulto, pues ya es su responsabilidad hasta donde quiere llegar, si no tiene compromisos familiares o algo así, en caso de tenerlos pues si se cumplen supongo que es mejor que pase algunas horas en su consola que en algún bar o cantina, el verdadero problema es que algunos que tienen una gran dosis de violencia explicita, pero dudo que algún juego pueda hacernos sentir lo mismo que las noticias reales de crímenes, de guerras, de muertes por hambre (Nota: los videojuegos al igual que todas las actividades donde se puede uno abstraer de una realidad muchas veces non grata, se presta para convertirse en adicción, esto es una realidad.)

Georgina Elustondo

No le duraba siquiera un día. Bastaba un puñado de horas para que Franco esfumara su sueldo de 2.000 pesos comprando discos, instrumentos musicales y cualquier otro chiche electrónico que, desde la vidriera, lo sedujera hasta vaciarle la billetera. "Me he gastado 1.500 pesos en una hora. Y lo peor es que no era plata que me sobrara, ni eran ahorros: era la guita de las expensas, de la prepaga, del súper. Por eso, a días de cobrar empezaba a tapar agujeros con tres tarjetas y después pedía prestado para llegar a fin de mes con los gastos diarios. Me angustiaba, juraba no hacerlo más, pero no podía parar".

Pasó así más de ocho meses, hace ya un año. "Tenía un límite. No salía nunca de casa con las tarjetas, para no hacerlas bolsa. Cuando cobraba trataba de irme en taxi hasta el banco para pagar las tarjetas antes de salir a la calle con plata encima. Teniendo pagos los gastos fijos, mangueaba hasta fin de mes. Pero un día papá se cansó y se me cayó el mundo. Me dijo 'lo único que pago de acá en más es un psicólogo'. Y acá estoy, curándome".

El problema de Franco
—que tiene 28 años, es ingeniero y aún hoy siente tanta "vergüenza" de lo vivido que no puede compartir su historia más que por teléfono— no es raro ni excepcional. Franco es un comprador compulsivo, una víctima más de un trastorno cada vez más frecuente en los consultorios psicológicos: la adicción al consumo.

"Es un trastorno que se inscribe en el terreno de las adicciones y compulsiones. Revela una incapacidad de controlar los impulsos", explica el doctor Alfredo Cía, presidente de la Asociación Argentina de Trastornos de Ansiedad. "Están aumentando los casos, pero la mayoría no viene por este problema específico sino por trastornos de ansiedad, depresivos o alimentarios, y en la consulta aparece el otro tema. A la gente le cuesta reconocer que el consumo puede convertirse en una adicción, porque en la sociedad actual todos compramos de más y nos parece normal".

"Cuando estoy mal, gasto"

Enfrentó la primera cita con el psicólogo desmoronada por un montón de problemas que —creía ella— nada tenían que ver con su costumbre de comprar y gastar. Depresiones, fobias, emociones alteradas... Pero con el correr de las sesiones, Mariela, 27 años, empleada, reconoció: "Cuando me siento mal empiezo a comprar y gastar sin parar".

Ahora, Mariela entiende que su compulsión por las compras son sólo un síntoma de una profunda depresión: "No tomaba conciencia de que tenía ese problema. Yo tapaba todo comprando. He gastado fortunas en ropa, perfumes.... Todo era desmedido, me pasaba lo mismo con la comida", cuenta a Clarín.
Como vive con su familia, no tiene gastos fijos: "Eso me jugó en contra, tenía canilla libre", reconoce. "Ahora estoy tratando de ponerme prioridades económicas y metas para ahorrar. Lo importante es frenar eso hasta resolver lo importante, mi depresión".

El Mundo.com