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Control de peso

La alimentación proporciona al ser humano la energía que requiere para llevar a cabo todas sus funciones, las cuales incluyen actividades físicas, intelectuales y fisiológicas (circulación sanguínea, digestión y regulación de la temperatura corporal, entre muchas otras). Para que lo anterior pueda efectuarse de la mejor manera es recomendable seguir dieta equilibrada, la cual debe incluir todos los grupos de alimentos (proteínas, carbohidratos, grasas y fibra) y ser de 2000 calorías diarias aproximadamente.

Ahora bien, si ingerimos gran cantidad de alimentos con alto contenido calórico, por ejemplo, aquellos que tienen demasiada azúcar y grasas, y no practicamos actividad física, estos nutrientes no se utilizan como energía y comienzan a almacenarse en el organismo. En consecuencia, el peso corporal se incrementa y, en algunos casos, se llega a la obesidad (se presenta cuando hay exceso de más del 20% del peso normal), lo cual puede afectar seriamente la salud y derivar en enfermedades como diabetes mellitus, hipertensión arterial y problemas en la columna vertebral, entre otras.

Cabe destacar que también existen factores hereditarios y alteraciones en el organismo que pueden dar lugar al exceso de peso, asimismo, se incluyen problemas psicológicos, como depresión, estrés, ruptura de la unidad familiar, presiones y fracasos escolares o laborales, así como baja autoestima, lo cual propicia manifestación desmedida e incontrolable de hambre.

Ante ello se tiene como alternativa el control de peso, el cual no significa matarse de hambre o recurrir a productos milagrosos que nos librarán de los kilos de más como por arte de magia, sino es un programa que incluye dieta balanceada, práctica de ejercicio físico, terapia psicológica y, en ciertos casos, administración de medicamentos que sólo deben ser prescritos por el endocrinólogo.

Así que tenga en mente que la única manera de perder peso efectivamente es modificando la relación entre la ingestión de energía y su utilización, es decir, reduciendo el consumo de alimentos e incrementando la actividad física. Para tal efecto, siempre es indispensable que solicite la asesoría de un nutriólogo o endocrinólogo para que no ponga en riesgo su salud.

Obesidad o sobrepeso

¿Cómo saber si una persona tiene sobrepeso u obesidad? La herramienta médica que proporciona una respuesta aproximada es el Índice de Masa Corporal (IMC), que se obtiene mediante una operación aritmética que consiste en dividir la cantidad de kilogramos del individuo entre el número obtenido al elevar al cuadrado la cifra de su estatura. Por ejemplo, si alguien pesa 85 kilogramos y su estatura es 1.70 m, deberá dividir 85 entre 2.89 (resultado de multiplicar 1.70 x 1.70), con lo que se obtiene un IMC de 29.4. (Ver calculadora de Peso Ideal e Índice de Masa Corporal). De acuerdo con este cálculo puede determinarse cómo anda nuestro peso corporal, lo cual se puede valorar al comparar el resultado con la siguiente tabla:

Índice de Masa Corporal
Menos de 16 Desnutrición
De 17 a 20 Bajo peso
De 20 a 24 Peso normal
De 24 a 29 Sobrepeso
De 29 a 34 Obesidad
De 34 a 39 Obesidad severa
Más de 39 Obesidad de alto riesgo

Cabe destacar que lo anterior sólo nos muestra una aproximación, ya que no considera la complexión de las personas, asimismo, debe tomarse en cuenta que hay ocasiones en que nuestro peso corporal puede parecer elevado y el IMC, incluso, revelar obesidad, lo cual no necesariamente significa que se tenga un problema, ya que hay individuos que tienen gran cantidad de músculo y éste pesa más que la grasa, lo que frecuentemente le llega a suceder a la gente que practica mucho ejercicio. Por otra parte, es importante saber que existen dos formas de clasificar la obesidad:

Endógena. Se desarrolla a edad temprana, se caracteriza por incremento en el número de células grasas del organismo y se presenta a causa de problemas hormonales o anomalías en las glándulas tiroides (controla el metabolismo) e hipófisis (regula el hambre).

Exógena. Normalmente se presenta en la adultez, ocasiona incremento en el tamaño de las células grasas y se manifiesta cuando se tiene dieta alta en grasas y azúcares.

Evaluación

Actualmente, especialistas en la materia (nutriólogos y endocrinólogos) recurren a nuevo método para evaluar los problemas de sobrepeso y obesidad en la población, el cual revela qué proporción del peso corporal corresponde a grasa y músculo. Esto lo realizan al utilizar un aparato similar a una báscula, mismo que está provisto de sensores especiales que miden con exactitud los componentes antes citados. Pero eso no es todo, ya que también toman en cuenta la complexión de la persona y si su sobrepeso u obesidad es a causa de malos hábitos alimenticios o por problemas internos; asimismo, elaboran historia clínica del paciente y, en algunos casos, solicitan exámenes de laboratorio.
Toda la información registrada permite diseñar un esquema de reducción de peso de manera personalizada y sin poner en riesgo la salud.

¿Qué hacer?

Someterse a un programa de control de peso no es fácil, ya que se requiere fuerza de voluntad y estar convencido de que es lo mejor para conservar buena salud, asimismo, es indispensable ser constante y tener mucha paciencia, ya que los cambios en la silueta no se reflejan de un día a otro.

La primera indicación es seguir una dieta equilibrada que contenga 57% de carbohidratos (de preferencia complejos, es decir, los que no tienen sabor dulce), 25% de grasas (nunca hay que omitirlas porque permiten la producción de hormonas), 15% de proteínas y 3% de fibra. Pueden incluirse alimentos bajos en calorías y grasas, sustitutos del azúcar y algunos complementos alimenticios.

De igual forma, es conveniente practicar ejercicio físico, por lo menos 30 minutos al día, ya que de esta manera se quema parte de las calorías acumuladas en forma de grasas.

Es importante que la rutina a seguir sea impuesta por algún instructor y que no se intente en las primeras sesiones abusar, pues hacerlo puede lesionar articulaciones, desgarrar músculos y ocasionar gran fatiga. Lo pertinente es practicarse un examen médico que indique cuál es la condición del organismo y, partiendo de ello, programar con el entrenador la rutina adecuada.

Por otra parte, no hay que olvidar la psicoterapia, pues estudios recientes han demostrado que este método es buen apoyo para quienes tienen que bajar su peso, ya que les permite controlar la ansiedad y compulsión hacia los alimentos, adecuarse al nuevo régimen alimenticio, evitar que se rechacen a sí mismos y ayudar a que acepten que la pérdida de kilos es un proceso que requiere tiempo y disciplina.

Estrategias

Existe todo un conjunto de técnicas que pueden facilitar el proceso de adelgazamiento, a continuación se detallan:

Auto-observación. Es importante identificar dónde y cuándo nos excedemos con la comida, pues ello permitirá que evitemos y/o tengamos control ante dichas situaciones. Recuerde que los hábitos alimenticios no se pueden cambiar si no detectamos cuándo solemos comer más.
Planeación. Es necesario organizar las comidas de acuerdo al régimen alimenticio que haya recomendado el nutriólogo o endocrinólogo, asimismo, resulta conveniente hacer listas de los productos que se comprarán en el supermercado para no adquirir comestibles que no forman parte de la dieta. Se recomienda adquirir los alimentos después de haber comido, así se evitará caer en la tentación de consumir algún postre.
Recompensa. Guarde en una alcancía el dinero que solía gastar en antojos y, al finalizar la semana, compre algún artículo de su agrado, por ejemplo, libros, objetos para decorar su hogar, o bien, vaya al cine o hágale un regalo a sus seres queridos.
Aprendizaje. Debe tenerse muy claro que un programa de reducción de peso efectivo y vigilado por especialistas en la materia no sólo le hará perder los kilos de más, sino también le enseñará a comer de manera balanceada y a controlar la compulsión hacia los alimentos para no volver a engordar.

Considere que es muy importante disciplinarse al respecto y conservar el peso adecuado, pues subir y bajar kilos con frecuencia puede dañar algunas funciones del organismo, por ejemplo, metabolismo (proceso físico-químico que transforma los alimentos en energía) y digestión. Pero eso no es todo, pues la piel también paga las consecuencias, ya que pierde su elasticidad y se reseca, lo cual da lugar a la aparición de estrías. Por ello, es conveniente mantenerse estable, y nunca está de más aplicar cremas humectantes en todo el cuerpo para prevenir las lesiones antes citadas.

Desechar creencias erróneas

Existen al menos cuatro ideas irracionales fundamentales que obstaculizan el adelgazamiento y el bienestar, motivo por el cual es indispensable identificarlas para desecharlas y lograr nuestros objetivos sin complicaciones. A continuación se detallan:
-"Tengo que comer cuando me apetezca y más si tengo al alcance la comida". Con frecuencia nos encontramos en ambientes de tentación, donde se pueden encontrar alimentos apetitosos listos para el consumo, ya sean fuentes de sodas, cafeterías, pastelerías, puestos o refrigerador y alacena de la casa. En estas ocasiones es probable decirse a uno mismo: "Tengo que comerme este pastel" o "no puedo resistirme a esa deliciosa pizza", conducta que es conocida como baja tolerancia a la frustración, la cual se caracteriza por no soportar quedarse sin el bocado que se apetece.

En estos casos es recomendable detenerse y enfrentar tal pensamiento cuestionándose lo siguiente: "¿Por qué tengo que consumir este postre si ya comí y estoy satisfecho?" o "¿me moriré de hambre si no lo hago"; aunque seguramente el comestible esté muy apetitoso, no pasa nada si no lo ingiere.

-"Debo seguir mi dieta estrictamente porque cualquier desliz significa que tendré que abandonarla". Imagínese que sigue al pie de la letra su nuevo régimen alimenticio y de pronto se presenta alguna celebración, en la cual se excede comiendo. Luego de ello, aparece sentimiento de culpa y coraje por haber perdido el control, y la siguiente idea bombardea su cabeza a cada momento: "No sirvió el esfuerzo, todo es inútil, al diablo la dieta". Cuando esto ocurre no hay que desanimarse ni permitir que la frustración nos haga retroceder, pues de alguna manera es normal tener recaídas antes de conseguir la pérdida de peso definitiva. Lo importante es continuar y no permitir que pensamientos obsesivos se apoderen de nosotros.

-"No sirvo para nada debido a mi sobrepeso u obesidad". La mayoría de las personas que presentan este problema se deprimen con frecuencia debido a que tienen una imagen negativa de sí mismos, por lo que constantemente se califican de inútiles o inferiores. Quienes experimentan lo anterior deben tomar en cuenta que el verdadero valor de una persona no se mide en kilogramos, sino en sentimientos, actitudes positivas e inteligencia; es necesario repetirse diariamente: "Valgo tanto como cualquier otra persona", percepción que permite reducir la ansiedad, trastorno que dificulta seguir adecuado régimen alimenticio.

-"Tengo que estar delgado para gustarle a los demás". Este pensamiento atormenta a infinidad de personas debido a la influencia negativa que ejercen los medios de comunicación, pues venden la siguiente idea: "La delgadez es la mejor forma de alcanzar el éxito y ser admirado", la cual ha sido aceptada por algunos sectores de la sociedad. Lo anterior ocasiona que la gente con sobrepeso u obesidad se rechace a sí misma y recurra a métodos de adelgazamiento que pueden poner en riesgo su salud.
En estos casos, lo más recomendable es desechar los estereotipos y convencerse que la pérdida de peso sólo es válida para mantenernos sanos y no para ser admirados, por lo que es conveniente liberarse de la presión que ejercen terceras personas y preocuparse sólo por el propio bienestar. Considere que el peso adecuado evitará problemas que pueden poner en riesgo su vida, como padecimientos en corazón, hipertensión arterial, diabetes mellitus, disfunción respiratoria, arteriosclerosis (endurecimiento de las arterias), apnea del sueño (mala circulación de oxígeno al cerebro) y elevación del ácido úrico.

Medicamentos

Muchas personas que se encuentran en régimen de reducción de peso llegan a requerir, además de dieta y ejercicio, algunos medicamentos, los cuales sólo deben ser prescritos por el endocrinólogo. A continuación se presentan los más comunes:

Anorexígenos noradrenérgicos. Su mecanismo de acción consiste en disminuir el hambre, ya que actúan en el centro regulador del apetito ubicado en el hipotálamo (glándula ubicada en el cerebro). Pueden ocasionar adicción.

Anorexígenos serotoninérgicos. Ejercen acción a nivel del centro de la saciedad, y sus reacciones adversas incluyen trastornos cardiacos.

Inhibidores de grasa. Evitan que una parte de la grasa proveniente de los alimentos sea absorbida, porcentaje que se elimina a través de la defecación. Sus efectos secundarios incluyen mayor número de evacuaciones al día, diarrea, calambres abdominales, incontinencia fecal y náuseas.

Cirugías

Hay quienes recurren a intervenciones quirúrgicas para resolver su problema de sobrepeso y obesidad; entre las más comunes se encuentran gastroplastia de reducción (disminución del tamaño del estómago), liposucción y abdominoplastia. Sin embargo, no todas las personas son candidatas a estos procedimientos.

Gastroplastia de reducción. Consiste en disminuir el tamaño del estómago mediante la colocación de grapas de titanio o bandas gástricas (elementos similares a un pequeño cinturón) en la parte superior de dicho órgano, lo que reduce la sensación de hambre, por tanto, se consume menor cantidad de alimentos y comienza a utilizarse como energía la grasa almacenada.

Cabe destacar que esta intervención quirúrgica sólo está indicada en personas que tienen sobrepeso del 40%, o más, sobre su peso ideal, quienes generalmente no han obtenido resultados al seguir dietas y rutinas de ejercicio. Asimismo, debe quedar muy claro que la cirugía no persigue fines estéticos, sino preservar la salud pues, como bien sabemos, la obesidad predispone o agrava enfermedades como diabetes, hipertensión arterial y lesiones en huesos y articulaciones.

Es muy importante que este procedimiento sea realizado por un gastroenterólogo altamente calificado, pues si la cirugía se efectúa de manera inadecuada el paciente podría sufrir fatales consecuencias, por ejemplo, necrosis estomacal (muerte del órgano), perforación de esófago y/o estómago, así como fuertes infecciones.
Liposucción. Es necesario considerar que no está indicada para bajar de peso, reducir el volumen de senos ni para tratar la celulitis, pues únicamente modela la figura; por tanto, sólo obtienen buenos resultados las personas delgadas con algunos depósitos de grasa, siempre y cuando acudan con un cirujano experto y se encuentren física y mentalmente saludables.

El procedimiento consiste en retirar acumulaciones de tejido adiposo en abdomen, caderas, glúteos, muslos, rodillas, brazos, cuello, papada y mejillas, mediante la introducción de finos tubos que la absorben.

Abdominoplastia. Consiste en eliminar acumulaciones de grasa, retirar exceso de piel y tensar músculos de la pared abdominal, lo cual devuelve la estética al cuerpo al permitirle lucir abdomen fuerte y atractivo. Esta cirugía se realiza en un lapso de entre 2 y 4 horas, se requiere de un corte sobre el pubis que va de una cadera a la otra y, posteriormente, se realiza otro alrededor del ombligo.

A continuación, se separa la piel de la pared abdominal hacia arriba hasta alcanzar las costillas, cuyos músculos se reubican en su lugar. El tejido separado se estira en dirección al pubis y la piel sobrante es extirpada; el ombligo se coloca en su nueva posición y finalmente se sutura. Debe tomarse en cuenta que si la acumulación de grasa en abdomen es excesiva de ninguna manera habrá que esperar que esta zona quede totalmente plana, sólo mejorará su apariencia.

Charlatanería.
Debido a que en la actualidad se ha incrementado el número de personas con problemas de sobrepeso y obesidad, se ha desarrollado una industria poco ética en el control de peso, la cual ofrece productos "mágicos" que aseguran disminuir los kilos de más en cuestión de días o semanas.

Mucha gente cree en estas falsas promesas, pero lo único que consiguen perder es dinero o poner en riesgo su salud; a continuación los más frecuentes:

Dietas. Considere que las que se basan en consumo de sólo un alimento, por ejemplo, manzana o papaya en todo el día, ocasionan descompensaciones importantes en el organismo debido a que no se obtienen la mayoría de los nutrientes. Por su parte, las llamadas dietas de hambre causan deficiencia de vitaminas y minerales, pero eso no es todo, también generan efecto contrario al deseado: el cuerpo se adapta a bajo aporte de energía, y para defenderse de la agresión acumula grasa.

A su vez, las que se basan en consumo de grasas, carnes y pocos cereales pueden conducir a condición fisiológica llamada cetoacidosis, que consiste en acelerar el metabolismo para bajar de peso; pero el costo de seguirlas es muy alto, ya que pueden ocasionar infartos o que se obstruya alguna vena del cerebro.
Hierbas. Con mucha frecuencia también se ofrecen productos cuya fórmula se basa en plantas, los cuales, pese a ser de origen natural, no están exentos de riesgos, veamos cuáles son:

-Ma-huang o té del desierto (Ephedra sinica). Contiene sustancias llamadas efedrina y pseudoefedrina, las cuales pueden ocasionar ansiedad e hiperactividad.
-Guarana (Paullinia cupana). Incluye altas cantidades de cafeína, lo que deriva en ansiedad e insomnio.
-Fucus o bladderwrack (Fucus vesiculosus). Su abuso puede dañar permanentemente la glándula tiroides.
-Belladona (Atropa belladona). Su consumo excesivo produce resequedad en boca, deficiencia respiratoria, falta de reflejos, enrojecimiento y resequedad en piel, dificultad para orinar, elevación de la temperatura corporal, dilatación de pupilas y alucinaciones. Clínicas. Padecer obesidad ha llevado a la gente a acudir a sinnúmero de establecimientos donde recomiendan "tratamientos" para reducir el peso corporal, pero tenga cuidado antes de acudir a alguno, pues en ocasiones el personal que ahí labora no posee los conocimientos adecuados.

Si su deseo es atenderse en una clínica de control de peso deberá comprobar que quienes laboran en ella realmente sean especialistas en obesidad y nutrición (pida currículos, identificaciones oficiales y cédulas profesionales), asimismo, será necesario que le hagan minuciosa historia clínica lo que, aunado a sus hábitos alimenticios y actividad física, permitirá que le proporcionen el tratamiento más adecuado. Pero ante todo considere que la reducción de peso es un proceso que requiere tiempo, por lo que de ninguna manera se reflejará de la noche a la mañana, si esto le prometen en la clínica, desconfíe.

Vendas.Son promovidas por muchas clínicas de pérdida de peso, donde las ofrecen en variadas modalidades, con soluciones de aminoácidos, éter, algas y colágeno, entre otros compuestos, y se les asegura a las clientes que perderán peso. Una vez que las vendas se sumergen en alguna de estas sustancias, se envuelve con ellas a la persona, quien debe mantenerlas por 30 minutos, periodo en el que supuestamente se derrite cierta cantidad de grasa. No existen estudios científicos que documenten que son eficaces, y cuando una persona se somete a este método le exigen dieta muy baja en calorías y supresores del apetito; de esta forma aseguran que el individuo pierda peso y así lo atribuyen al tratamiento.

Cremas. Muchas de ellas se elaboran a base de mentol, sustancia que hace rígidos los tejidos y ocasiona que el cuerpo se mantenga contraído, lo que da el efecto de mayor delgadez, pero no se quema la grasa.

Parches dietéticos. Se dice que al ser colocados (en brazos o espalda baja) liberan sustancias que inhiben el apetito, pero su seguridad y efectividad no han sido probadas.

Bloqueadores de grasa. Se presentan en forma de cápsulas o polvo y pretenden absorber la grasa de los alimentos evitando que se digiera; al respecto, especialistas en Nutrición y Endocrinología afirman que estos productos sólo inducen a la gente a comer descontroladamente gran cantidad de grasas y carbohidratos, lo que ocasiona que incrementen su peso corporal porque dichas formulaciones no son efectivas.

Píldoras dietéticas magnéticas. Supuestamente promueven la expulsión de grasa del cuerpo, pero existe poca evidencia científica que apoye su efectividad.

Los que "llenan" el estómago. Son fibras que al ser consumidas se expanden, con lo que crean sensación de saciedad y reducen el hambre, sin embargo, se les considera dañinas debido a que pueden causar obstrucción en intestinos y esófago.

Cápsulas milagrosas. Éstas pueden hacer que una persona baje hasta 12 kilogramos en un mes, lo cual le parecería magnífico a quien esté obsesionado con perder peso de inmediato, sin embargo, debe tenerse mucho cuidado, pues aunque afirman que su contenido es inofensivo, lo cierto es que en su interior incluyen un embrión de la lombriz solitaria. Este parásito mide aproximadamente 3 metros, come todo lo que consume el "anfitrión", y en el momento menos esperado puede salir por la boca, destruye los intestinos y es posible que ocasione la muerte.

Estimuladores eléctricos. Sólo tienen uso legítimo en terapia física, no obstante, han sido promocionados para pérdida de peso y tonificación de músculos. Si se usan incorrectamente pueden causar fuertes quemaduras.

Anteojos supresores del apetito. Están provistos de vidrios de color, los cuales pretenden proyectar a los alimentos poco apetitosos para reducir el hambre; no hay evidencia de que funcionen.

Aretes mágicos. Se dice que estimulan los puntos acupunturistas que controlan el apetito, pero no se ha comprobado que sean eficaces.

Trastornos de la alimentación

La obsesión por perder peso ha llevado a muchas personas no sólo a recurrir a productos milagrosos, sino a padecer trastornos en la alimentación, como anorexia y bulimia, los cuales pueden causarle la muerte, a continuación se detallan sus principales características:
Anorexia.
Quien la padece reduce de manera extrema el consumo de alimentos y realiza arduas rutinas de ejercicio, lo que ocasiona que presente peso muy inferior al ideal. Los criterios diagnósticos son:
-Rechazo a mantener el peso corporal adecuado.
-Miedo intenso a aumentar de peso o a engordar.
-Falsa percepción de la silueta, pues aunque los afectados estén muy delgados se sienten obesos.
-Ausencia de menstruación (en mujeres).
-Negación del problema.

Bulimia.
Trastorno en el cual muchos individuos, casi siempre mujeres, presentan frecuentes episodios de voracidad, pero después de haber ingerido gran cantidad de alimentos se provocan el vómito o toman laxantes y diuréticos para prevenir el aumento de peso. Puede pasar desapercibida debido a que no se manifiesta pérdida dramática de peso.
Los criterios diagnósticos son:
-Episodios recurrentes de sobreingesta: consumir en un período corto gran cantidad de comida, la cual es superior a la que la mayoría de la gente comería.
-Sentimiento de falta de control sobre la ingesta durante este episodio (por ejemplo, sentir que uno no es capaz de detenerse ante la comida).
-Conductas recurrentes inadecuadas para compensar y prevenir el aumento de peso, como vómito autoinducido, abuso de laxantes, diuréticos u otras medicaciones, ayuno o ejercicio excesivo.
La autoestima está excesivamente influida por la figura y el peso. Es importante tomar en cuenta que la única manera efectiva de perder peso es: seguir dieta balanceada y realizar ejercicio físico, pues como podrá darse cuenta los productos milagrosos no funcionan. Además, si ya decidió controlar su peso, manténgase firme en su objetivo y póngase en manos de especialistas calificados.

4 mayo 2006
Fuente: Salud.latino.msn.com