Este libro de José Andrés Mercado consta de cinco capítulos y una conclusión.
En términos generales, considero que el trabajo es finalmente un atractivo conjunto de aciertos y desaciertos. Empecemos por los aciertos: el más importante, desde mi perspectiva, es el objetivo central del libro que, como indica el título del mismo, versa sobre la creencia en la filosofía humeana. Coincido con el autor en que es muy pobre la bibliografía en castellano sobre este tema específico y fundamental de la filosofía de Hume; me atrevería a decir que no sólo sobre este tema en particular, sino también sobre la filosofía humeana en general, encontramos poca bibliografía en nuestro idioma; esto último contrasta mucho con lo que ha sucedido en los últimos años en lengua inglesa, en el que el renovado estudio sobre Hume ha cobrado un nuevo vigor y, por tanto, la bibliografía de especialistas anglosajones sobre el filósofo es muy amplia y variada. Por esta razón, le damos la bienvenida al libro de Mercado, ya que representa un esfuerzo en nuestro idioma. También le damos la bienvenida por la elección del tema, pues, desde nuestro punto de vista, la creencia es una de las cuestiones más innovadoras de la filosofía humeana, además de que, como lo muestra Mercado, está presente tanto en la obra de juventud, i.e., el Tratado, como en las de madurez, como las Investigaciones, entre otras obras.
Otro acierto de José Andrés Mercado es mostrar las enormes dificultades con las que se enfrenta cualquier especialista que intente definir qué significa creencia para el filósofo escocés; el autor del libro hace un recorrido bastante completo de la obra humeana intentando rastrear el significado de ese concepto en particular. Un elemento también positivo del trabajo de Mercado es el de hablar de creencia como un elemento propio y fundamental de la teoría del conocimiento humeana, así como del papel de la creencia en su reflexión sobre la religión. El último acierto que aquí enumeraré es la actualización de la bibliografía, tanto de la obra humeana como sobre ella.
Los anteriores son ejemplos de lo que considero aciertos del libro; a continuación hablaré de lo que a mi juicio son los desaciertos o, quizá más honestamente, cuestiones con las que no coincido. Aclaro de entrada que cada una de ellas son cuestiones de forma y no de contenido; por ejemplo, lamento o extraño que el autor constantemente cite a otros intérpretes o a Hume mismo, y rara vez nos dé su propio punto de vista. Creo que este estilo tan lleno de citas hace que la lectura resulte difícil, pesada y que mueva al lector a preguntarse: ¿cuál es la opinión del autor, su punto de vista, la interpretación de Mercado?.
Un ejemplo clarísimo de esto es el primer capítulo, donde cita sin tregua las diferentes interpretaciones que se han propuesto de la filosofía de Hume desde que se publicó el Tratado hasta nuestros días.
En fin, los cinco capítulos, unos más, otros menos, me resultaron de difícil lectura, principalmente por el estilo con que se escribió; específicamente, por falta de fluidez. Ahora bien, todo ello contrasta con las conclusiones, en las que Mercado premia nuestra paciencia y perseverancia y nos ofrece unas conclusiones fluidas, asertivas y muy de agradecer para el lector que las recibe como un vaso de agua fresca después de una larga caminata.
Carmen Silva
Facultad de Filosofía y Letras
Universidad Nacional Autónoma de México
carmensilva55@gmail.com
Diánoia, vol. LIII, no. 60 (mayo 2008
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