Introducción
En esta serie de conferencias sobre El Placer se manejan términos muy relacionados entre sí. En torno a la noción primitiva de lo agradable se manejan términos como placer, deleite, gozo, fruición, alegría, jubilo y otras; en torno a otra noción primitiva, lo desagradable, también se manejan términos con matices diversos, como sufrimiento, dolor, tristeza y otros. En nuestros días se manejan a veces indistintamente, lo cual da lugar a confusiones; y lo mismo pasaba en el Siglo de Oro, cuando todavía no se contaba con diccionarios.
Conviene aprovechar los esfuerzos comenzados en la antigüedad griega y continuados durante siglos para llegar a definiciones precisas, y disfrutar más las intervenciones de los conferencistas en nuestro ciclo.
Comienzo por precisar, primero, entre las más grandes nociones como sentimiento, emoción, apetito y pasión; y paso luego a distinguir las diferentes pasiones, entre las cuales nos interesan ahora las de placer y dolor. Lo hare tomando la lista de las once pasiones del hombre tal como la establece (I-II, a partir de q. 22) santo Tomás de Aquino, gran heredero, y a pulso propio, de los tesoros de reflexión anteriores. Y no es sólo una lista, sino que (cf. primera tabla) se ve que esas pasiones están en movimiento.
Según santo Tomás, estas pasiones no son de suyo moralmente malas; es más, como todo lo existente, ontológicamente son buenas; digamos que son los instrumentos de que está dotado el hombre para trabajar en esta tierra y llegar a ser feliz en la otra vida. Tomás se inspira en Aristóteles y más remotamente en Platón, quien a su vez se inspira en Sócrates.
Tomamos en cuenta las funciones clásicas del alma. En el Fedro 246a, y ss, Sócrates, a propósito de una fuerte dificultad sobre el ser humano quisiera explicar a Fedro qué es el alma humana; pero necesitará tantas palabras técnicas que el asunto se complicará, y prefiere usar una metáfora: el alma humana es como la energía que une un carro alado con un auriga y dos caballos. El auriga es la parte inteligible; el primer caballo es la parte fogosa (hago esta traducción en lugar de la acostumbrada irascible, pues esta suele tener ahora un sentido peyorativo); y el segundo caballo es la parte concupiscible). El primer caballo gusta de la armonía del conjunto, y suele seguir al auriga; el segundo caballo suele tirar más a lo suyo, sin importarle la armonía del conjunto. De ahí la sensación que a veces tenemos de estar como divididos interiormente.
Hay que hacer notar que se habla aquí de la metáfora sobre el alma en sí misma; todavía no del cuerpo. Platón presenta estos tres aspectos del alma en otros diálogos, por ejemplo en Republica 434d y ss.
I. Actos del apetito sensitivo
Todos conllevan alteración orgánica. Pero: el sentimiento culmina en apetito, y en ambos la alteración orgánica es más bien suave. La emoción culmina en pasión, y en ambas la alteración es más bien intensa. Es difícil determinar de manera nítida y tajante los límites entre esas nociones en la existencia concreta.
Sentimiento y emoción no siempre conocen su objeto; y son estados afectivos, esto es, más bien pasivos. Apetito y pasión conocen siempre su objeto, y son tendencias, esto es, son activas.
Hay pasiones (y apetitos, sentimientos y emociones) del apetito racional o voluntad. En cambio, las once pasiones (y apetitos, sentimientos y emociones) que vamos a ver, son del apetito sensitivo, pues se relacionan con el conocimiento sensible, y son causados por éste; lo que no obsta para que todas puedan ser meramente sensibles o espirituales según su objeto; por ejempio el amor puede ser a cosas o a personas.
II. Movimiento pasional en Tomas de Aquino, S. XIII
A. En la parte concupiscible |
a) Simple tendencia al bien: |
1. Amor |
Agrado o complacencia en el bien. Algo "me gusta". Provoca: |
2. Deseo |
Propensión a poseer el bien amado todavía ausente. |
3. Deleite |
Disfrute del bien ya poseído y presente. |
b) Simple aversión al mal: |
4. Aversión |
Desagrado en el mal. Algo "me disgusta". Provoca: |
5. Huida |
Tendencia a alejarse del mal ausente aún pero inminente. |
6. Sufrimiento |
Molestia, dolor, o displicencia a causa del mal presente. |
B. En la parte fogosa |
a) Sobre el bien arduo todavía no obtenido: |
7. Esperanza |
Tendencia al bien arduo, cuya obtención se considera posible. |
8. Desesperación |
Abatimiento al considerar imposible la obtención de ese bien. |
b) Sobre el mal arduo todavía no acaecido: |
9. Temor |
Retraimiento o trepidación a causa del mal amenazante. |
10. Audacia |
Afronta dificultades para superar el mal, con seguridad de la victoria. |
c) Sobre el mal arduo ya acaecido: |
11. Indignación |
Apetito de reivindicación contra la causa del mal. |
Excepto la indignación, que no tiene pareja, estas pasiones se corresponden de dos en dos; en cuanto opuestas: amor-aversión; deseo-huida, deleite-sufrimiento, esperanza-desesperación, temor-audacia; en cuanto pueden ir juntas o una tras otra: esperanza-audacia; temor-desesperación.
Transcribo los términos latinos usados por santo Tomás, y mis traducciones, ocasionalmente más claras, a mi manera de ver, que las acostumbradas:
Santo Tomás estudia con detenimiento cada una de esas pasiones: sus variedades, causas, efectos, relaciones. Presento el esquema de las pasiones que nos interesan en este ciclo: deleite y sufrimiento.
III. Deleite
Variedades
Placer: Suele indicar solo el deleite sensible; o algo exterior.
Voluptuosidad: Deleite sensible de tipo suave, sensual, aun sexual.
Libido: Idem, pero desenfrenado e insaciable.
Lascivia: Libido que no toma en cuenta suficientemente al otro.
Lujuria: Lascivia que para nada toma en cuenta al otro.
Gozo: Suele indicar más el deleite espiritual o algo más interior. Pero también puede decirse del deleite sensible; y es que en el gozo hay deleite sensible, aunque el objeto sea de otro orden. El animal tiene deleite imperfecto, pues su conocimiento es imperfecto; propiamente no tiene gozo, pues no conoce fin y medios en cuanto tales.
Fruición: Deleite relativo al ultimo fin.
Algunos efectos, sobre todo del gozo: Alegría, en el corazón. Hilaridad, en el rostro. Jovialidad, en el trato. Exultación, en todo el cuerpo. Jubilo, en voces inarticuladas.
IV. Sufrimiento
Variedades
Tristeza Amargura-pesar interior a causa del mal presente.
Dolor Molestia proveniente de lesiones o enfermedades corporales.
Misericordia Tristeza a causa del mal ajeno.
Emulación Sentimiento de la carencia del bien de otro, con reacción del ánimo para alcanzar ese bien u otro mayor.
Envidia Tristeza del bien ajeno en hombre digno, no porque no pueda obtenerse ese bien, sino porque el otro la posee.
Celos Sufrimiento ante la posibilidad real o imaginaria de perder la exclusiva en la posesión del bien amado. Efecto del amor.
Indignación Tristeza del bien ajeno en hombre indigno o culpable, con ánimo de imponerle una pena.
Reivindicación Por el bien de ese hombre, o de los demás.
Venganza Solo por dañarlo.
Angustia Anulación del movimiento de huida.
Acidia Anulación del movimiento del alma.
V. Vida intelectual y vida de placeres
En tema tan vasto, atenderé sólo a la impronta socrática, la raíz cultural de Occidente, en particular por lo que toca a nuestro tema, y me reduciré a unos cuantos diálogos, y sin seguir todo el itinerario del pensamiento de Platón. Tomo el Filebo como diálogo central. El Filebo trata de llegar a saber en qué consiste nuestra felicidad en esta tierra; en la otra vida será asunto del dios. Al comenzar el diálogo Se ha tenido ya una larga discusión. Para Filebo la felicidad esta en los placeres, en particular en los placeres sensibles; para Sócrates en el discernimiento, en el uso de la inteligencia, en la vida intelectual. La discusión ha sido tan terca que ha dejado exhausto a Filebo, y en su lugar entra al quite su amigo Protarco. Este le hace ver a Sócrates que también el discernimiento procura placer; pero Socrates hace ver que se trata de placeres muy diversos. En otro diálogo Menón nunca pudo unificar el montón de nociones en una sola; Protarco es mañoso, y junta sin más todos los tipos de placer en una sola noción, pero sin distinguirlos ni verlos en su relación.
VI. Primer avance. La vida mixta
Filebo y su amigo están por todos los placeres y en toda su intensidad; Sócrates, por el conjunto del discernimiento, la verdad, la inteligencia, la ciencia, la técnica. Ambos aceptan por fin que una vida que exclusivamente constara de placer, sin inteligencia ni memoria, ni juicios verdaderos, esto es, que ni entendiera su placer, ni se diera cuenta de que lo tiene, ni se acordara de que lo tuvo, seria no la vida de un hombre, sino acaso la de un caracol o molusco. Y a la inversa, una vida que no fuera sino inteligencia, ciencia, memoria, técnica, y que no tuviera ningún placer en absoluto ni grande ni pequeño, y ningún dolor, ni que fuera capaz de tenerlos, no sería una vida humana. Y se ponen de acuerdo: para ser feliz hay que vivir los dos conjuntos. No por ello termina la discusión, sino que prosigue más intensa: en esa vida mixta ¿qué es lo más importante, el placer o el discernimiento?
VII. Segundo avance. Los 4 géneros: ilimitado, limite, mixto, causa
Hay realidades de suyo ilimitadas, por ejemplo calor y velocidad, que admiten grados, el más y el menos. Hay también limites o limitantes precisos, que suelen ser números o medidas, por ejemplo 18, 120. Combinando los dos tenemos los mixtos, como 18°C, 120 km. por hora. En nuestra vida terrena lo que tenemos son los mixtos; pero éstos no aparecen como por arte de magia; siempre puede señalarse una causa que los produce. El placer se clasifica: ilimitado en sí. En efecto, es susceptible del más y del menos; pero Filebo y su amigo reponen la felicidad precisamente en lo ilimitado en cuanto a la intensidad y al numero de placeres, pues de lo contrario el placer no sería el bien absoluto. Sócrates arguye: la felicidad no se puede poner en lo ilimitado, pues en lo ilimitado entra también el sufrimiento.
Excurso 1". El insaciable. Gorgias, 488b y ss.
Ya en el Gorgias Sócrates tiene en Calicles difícil contendiente. Para Calicles, estupendo ejemplar de la juventud dorada de Atenas, el camino de la sabiduría y de la felicidad es el disfrute de todos los placeres, lo que corresponde a los más fuertes y mejores en el orden natural, a los políticos listos y valientes que gobiernan a los demás, capaces de ser injustos contra los demás, con tal de satisfacerse. Sócrates le pregunta si esos políticos serían capaces también de gobernarse a sí mismos, esto es, si deberían tener sofrosine, autodominio o templanza. Calicles responde que esos serían idiotas, pues la vida bella y justa consiste no en reprimir los propios impulsos y deseos, sino en dejarlos crecer y satisfacerlos todos, sean los que sean, por más que las gentes del vulgo critiquen esto por pura envidia e impotencia. Llamar dichosos a quienes no tienen deseos es llamar felices a las piedras y a los muertos. Sócrates responde con otra metáfora: el desenfrenado se parece a un barril agujereado, que nunca puede llenarse, insaciable, máxime que se intenta llenarlo acarreando agua con jícaras llenas también de agujeros. Compara también a dos hombres que tienen, cada uno, muchos toneles. Los del primero están en buen estado y llenos de buenas cosas como vino, leche y miel; llenos los toneles, ese hombre no vive preocupado. Los toneles del otro tienen muchas fugas; y ese hombre tiene que trabajar día y noche, siempre ansioso. El hombre feliz parece ser el primero.
Excurso 2°. Placer y sufrimiento. Gorgias, 494b y ss.
La posición de Calicles es extrema: satisfacer a todos los placeres y pasiones. Sócrates le presenta el caso del placer de rascarse; si el hombre feliz ha de tener siempre comezón para sentir el placer de rascarse. Y es que placer y sufrimiento parecen codearse siempre; puede pensarse, por ejemplo, en el placer de la comida, relativo a lo desagradable del hambre; o de la bebida, relativo a lo desagradable de la sed. En el Fedón 57a, aparece otro ejemplo: el día en que Sócrates ha de beber la cicuta, lo visitan sus amigos. Le acaban de quitar las cadenas, y Sócrates se frota con fuerza la pierna. El placer que siente le inspira la reflexión de que dolor y placer van juntos, o uno tras otro, como si estuvieran pegados.
Volviendo al Gorgias, Sócrates hace ver que los tontos pueden tener placeres; y los listos, penas; el placer de los tontos puede ser más grande que el de los listos; y el sufrimiento de éstos mayor que el de los tontos. Igualmente, los cobardes pueden tener gozos mayores al de los valientes, por ejemplo cuando el enemigo retrocede. Calicles parece no tener nada que objetar; pero hay problema pues él considera buenos a los listos y valientes; malos, a los tontos y cobardes. Concluyen que hay que distinguir entre placeres que realmente hacen bien, y placeres que hacen daño, conclusión que corrige mucho la posición inicial de Calicles. Otra conclusión es que el fin último de nuestras actividades, incluso las placenteras, es el bien.
En resumen, el placer se clasifica como ilimitado. A la hora de clasificar la inteligencia se hace notar que en el mundo hay muchas realidades ilimitadas; suficientes de límite, y muchos mixtos. Lo que regula años, meses, y estaciones y leyes de la naturaleza lo llamamos causa, que sin duda es una inteligencia. Así que la inteligencia se clasifica como causa.
VIII. Tercer avance. Tipos especiales de placer: necesarios, verdaderos, puros
1. Es obvio que hay placeres de primera necesidad, como comer, beber y dormir.
2. No parece acertado preguntarse si hay placeres verdaderos y placeres falsos, comenta Protarco. Si da placer es placer; si no, no es placer; y no resulta inteligente hablar de placeres falsos. Sócrates replica: todo hombre está lleno de esperanzas; solo que a los buenos, por ser amados de los dioses, se les ofrecen imágenes verdaderas de los bienes futuros, y así sienten goces verdaderos; mientras que los malos tienen puesta la mira en placeres falsos, como abundancia de oro y de satisfacciones; y son placeres malos porque son falsos. Podemos, además, equivocarnos al apreciar su intensidad. Un placer futuro -por ejemplo: vivir como médico- se hace más fuerte por una molestia actual: levantarse diariamente a las 5 para llegar a tiempo a clases. Y un sufrimiento futuro -caer enfermo de cirrosis- se atenúa por un placer actual -tomar una copa en una reunión agradable con los amigos-.
3. Finalmente, si bien hay placeres que van de la mano con algún sufrimiento, hay también placeres no mezclados, sino que son puros placeres, como los de la vista al contemplar ciertas figuras geométricas -pensemos en el arte moderno del diseño, por ejemplo, de cubiertos para la mesa, o la contemplación de un paisaje-. Placeres del olfato, al oler ciertos perfumes; o del oído, con sonidos dulces y claros, que dan una nota única y pura, y que son bellos no en relación a otros, sino en sí mismos. Igualmente el gozo de aprender. En todos estos casos no es doloroso el carecer de tales placeres, ni la cesación de ellos. Notemos que los placeres mezclados se caracterizan por la desmedida; en cambio los puros placeres se caracterizan por estas notas: mesura, belleza, verdad.
IX. Cuarto avance. Las ciencias, en especial las matemáticas
Las artes prácticas son más o menos puras según tengan más o menos de ciencia. Si se les quita cuanto tenga que ver con el número, peso o medida, no queda sino conjetura y rutina. Pensemos en un maestro de obras que no usa para nada las ciencias matemáticas; o se sobrepasa, y hace que el cliente gaste el triple; o se queda corto, y la construcción se viene abajo al primer ventarrón. O en la cocinera que no tiene sentido de la medida que conviene de sal; y echa un gramo, o, si no, un kilo. En todo caso lo que hace es incomible. Por arriba de las matemáticas queda la dialéctica o filosofía, que es la música sublime, que llega a lo realmente trascendente (cf. La ascensión dialéctica del amor en el Banquete 210a y ss, retomada en el Fedro 250b y ss. que llega a la Belleza trascendente y subsistente en sí; en que queda claro que son posibles otros caminos para llegar a otras realidades trascendentes y subsistentes como la Justicia en sí, la Ciencia en sí, la Serenidad en sí, el Ser en sí y otras muchas -como aparece en los diálogos Parménides y El Sofista-, y la más intensa ascensión en el libro VI de República 503d y ss, que toma esas realidades trascendentes para llegar al Bien en sí, que da la esencia y la existencia a las realidades trascendentes mencionadas; esto es, que gracias al Bien, aquellas son lo que son, y gracias a El existen).
X. Quinto Avance. Elementos De La Vida Feliz
1. La vida mixta
a) Desde luego, según lo convenido, placer y discernimiento. Y se discutiendo cuál de ellos es el más importante.
b) De las obras del discernimiento se toman las ciencias, artes y técnicas todas, aun inferiores, todas tan útiles al hombre. (En República 520, aquellos que han recibido la educación más elevada no se quedan en la contemplación del Bien, sino que han de bajar de nuevo a la caverna y manejar ahí técnicas empíricas para el bien de los demás).
c) De los placeres se aceptarán los placeres verdaderos, esto es, los que en verdad son beneficiosos y no dañinos. Por supuesto, los necesarios; pero ¿los dejamos entrar en montón, como a las ciencias? Podríamos preguntar a los placeres mismos: "¿desean ustedes estar solos, o cohabitar con el discernimiento?". Nos responderían: "no es bueno estar solo. Y el mejor compañero seria el que nos conociera lo más perfectamente posible". Por otra parte podríamos preguntar a la inteligencia y discernimiento si necesitan la compañía de placeres. Su respuesta seria: los placeres verdaderos y puros son parientes nuestros; también los que acompañan a la salud, a la serenidad o sofrosine y a la virtud. Pero ¿cómo vamos a querer la compañía de los placeres alocados que perturban nuestra actividad y matan luego, con el olvido, todo lo que engendramos?
Los elementos de la vida mixta se recogen en la tabla siguiente. Bajo cada término se colocan otros íntimamente relacionados con él.
Inteligencia |
Ciencias todas |
Placeres Verdaderos |
Discernimiento
Verdad |
Artes y Técnicas
Opiniones verdaderas |
Necesarios
Puros, preferentemente |
2. La causa de la vida mixta
Andamos tras el bien. La causa, esto es, lo que hace que el bien sea apetecible a todos es claramente mesura y proporción, que equivalen a virtud y belleza. Sin ellas no hay combinación bella, sino mezcla informe, desordenada. inarmónica, sospechosa, ambigua en cuanto al mal. Añadiendo verdad, tenemos así los componentes de la causa:
Mesura |
Proporción |
Verdad |
Virtud
Conveniencia |
Belleza
Perfección |
Discernimiento
Inteligencia |
Notemos que el placer suele ser desmesurado, contra mesura; desequilibrante, contra proporción armonía y perfección; engañador, contra verdad. En cambio, la inteligencia y discernimiento, si en si no son la verdad, ni la virtud ni la belleza, son lo más cercano a ellas. La fuerza del bien ¡se encuentra en la naturaleza de lo bello!
XI. La escala definitiva
Se obtiene combinando los elementos de que hemos hablado. Notemos que la inteligencia es, en un sentido, causa de la mezcla, pues interviene para hacer bien la mezcla; y en otro sentido es también componente de la mezcla, pues al inicio desechamos la vida que fuera mero placer, sin nada de inteligencia.
Así que en gran conclusión se llega a un resultado sorprendente. Al comenzar el diálogo, placer y discernimiento se disputaban la medalla de oro; tras ardua lucha tuvieron que renunciar en favor de la vida mixta, pero se disputaban la medalla de plata. Como resultado definitivo, el conjunto de inteligencia, discernimiento y verdad obtiene sólo la medalla de bronce; el conjunto de los placeres queda relegado al quinto lugar, y eso que compiten sólo los placeres admitidos, no los bestiales. La vida mixta, que parecía llevarse la medalla de oro, ya ni aparece. Dos competidores inesperados, mesura y proporción, esto es, virtud y belleza se llevan primero y segundo lugar!
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Vida mixta |
Mesura |
Proporción |
Verdad |
Ciencias todas |
Placeres verdaderos |
Virtud
Conveniencia |
Belleza
Perfección |
Discerni-miento
Inteligencia |
Artes y Técnicas
Opiniones verdaderas |
Necesarios
Puros |
Causa |
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XII. Comentarios
1. Notar la relación tan griega que se establece entre bien y belleza.
2. Puede parecer extraño que al establecer lo que es el bien o vida feliz, la inteligencia ceda el puesto ante virtud y belleza. Y que lo admita Sócrates, el campeón de la inteligencia, el que, según unos para bien, según otros para mal, introdujo el intelectualismo en Occidente. Pero es claro que la inteligencia en si no es lo supremo. Tal es la posición del binomio Sócrates-Platón. Puede haber hombres muy inteligentes y de gran discernimiento que usen estos dones de manera fea e injusta. Como simple ejemplo de nuestra época recordemos que al menos hasta hace poco se calculaba que el 80.% de los ingenios más brillantes se ocupaba en la industria armamentista, esto es, en la cultura e industria de la muerte, acción que en sí misma no es ni virtuosa ni bella.
3. Por lo expuesto queda claro que es insostenible lo que a veces se afirma de Platón, que desdeña el placer sensible. En el Filebo habla de falsos placeres. No quiere decir que haya cosas placenteras que no sean placer; sino que en definitiva no contribuyen a nuestra felicidad, como es el caso del exceso en la bebida -todo un placer en sí mismo- sino que acarrea enfermedades incompatibles con la felicidad en esta tierra, por no hablar del placer de explotadores, opresores y tiranos de todo género –como vimos en los excursos- independientemente de las consecuencias para la otra vida. Entre estos placeres falsos hay algunos tan antihumanos que Sócrates-Platón no dudan en llamarlos bestiales. Lo cual no quiere decir que Sócrates-Platón desdeñen todo placer, por más que algunos críticos insistan en ello. El punto es de interés, porque ellos se encuentran al origen de la cultura occidental en torno al placer.
4. Así que es insostenible la afirmación de que Platón huye de esta tierra al mundo de las ideas, al lugar supraceleste. En el Filebo 61d aparece un texto iluminador al respecto, en el pasaje en que se aceptan, como elementos de la felicidad humana en esta tierra, todas las ciencias y las técnicas humanas, aun inferiores, si queremos que nuestra vida sea vida. Habla de un hombre que no querría que el arquitecto le construyera la casa con el Circulo en sí, ni con la Esfera en sí, ni con la Belleza en sí, subsistentes, pues entonces no podría ni entrar a su casa; sino con los materiales necesarios bien terrenos.
5. Es conocido el antiguo efato "mente sana en cuerpo sano". Sócrates-Platón lo recogen como herencia, y en varias partes, especialmente en la República proponen una educación equilibrada: gimnasia para el cuerpo y música para el alma. Un lector apresurado de hoy podría caer en la suposición reductora de pensar en la gimnasia olímpica y en la música de notas en el pentagrama. En realidad habría que poner bajo el rubro gimnasia los diversos deportes y ejercicios físicos, aun de trabajo material; y bajo el rubro música las diversas disciplinas que cultivan el espíritu (tomando esta palabra en su sentido amplio), como danza, poesía, lectura, desde luego lo que entendemos por música, y cuanto cultive la mente. De ahí que para Sócrates-Platón la música sublime es la filosofía.
6. Se suele reprochar al binomio Sócrates-Platón que hayan provocado en Occidente toda una serie de traumas y represiones, pues ellos habrían propugnado el triunfo y control de la inteligencia sobre los sentidos. Tal afirmación tampoco puede sostenerse, pues ellos hablan, a lo largo de diversos diálogos de un equilibrio y armonía internos. Recordemos la metáfora mencionada del auriga (inteligencia), primer caballo (fogosidad) y segundo caballo (parte concupiscible, que en el ser humano concreto se refiere al cuerpo y, por tanto, a los sentidos). Los diálogos nunca sostienen que la inteligencia deba aplastar a los sentidos; sino que el ideal es que el auriga y los dos caballos están en armonía. Es posible que ciertas traducciones den pie al malentendido, como "dirección", "control" y semejantes; pero en la mente de Sócrates-Platón esas palabras no tenían sentido represivo. Lo ilustra el caso de tres vivencias vecinas que conviene distinguir: uno no siente nada; tal es la apatía. Otro siente todo el fragor de las pasiones, y se reprime; tal es la ataraxia. Un tercero siente todo el fragor de las pasiones, y no las aplasta, sino que las armoniza, como una sinfonía en que hay movimientos calmados, alegres y de pronto, en armonía suenan los clarines y las trompetas. Tal es la serenidad del alma, la famosa sofrosine, tan admirada por Sócrates-Platón.
Excurso 3. El hombre más infeliz. República 576b y ss.
La vida del hombre injusto es la más infeliz. Nadie más esclavo que el tirano; lo más elevado de él cayó en esclavitud; lo peor y más loco es quien manda. Ya no hace en realidad lo que quiere, sino que arrastrado por la pasión queda turbado y lleno de remordimientos. En realidad siempre está hambreado y pobre, presa de terror. En ninguna parte hay tantas desgracias y sufrimientos. No parece que pueda haber mayor infelicidad. Se llega al colmo cuando el hombre tiránico en sí llega a ser el tirano del Estado. Ayuda el ejemplo de un rico con muchos esclavos. No los teme, porque el Estado lo protege. Pero llevemos toda su casa al desierto, donde ningún hombre lo ayudaría. Viviría siempre con gran miedo de que los esclavos lo asesinaran a él, a su mujer y a sus hijos. Se pondría entonces a halagar a sus esclavos, a darles promesas, libertades. Supongamos ahora que está rodeado de vecinos que no toleran, bajo pena suprema, que un hombre mande a otros. Su situación seria peor, con tantos vigilantes. El tirano vive así, con sus instintos, temores y deseos que lo obsesionan. Es el único que no puede viajar a gusto para curiosear, sino que se pasa la vida encerrado. El tirano vive así en la esclavitud y la bajeza, impotente para satisfacer sus deseos, pobre en su alma entera, en continuo terror. Ya ni hablemos de la envidia, perfidia, injusticia, falta de amigos, impiedad y otros vicios que hospeda. El tirano es el más infeliz de todos, aunque ni hombres ni dioses se den cuenta de sus injusticias.
Ibid. 583c y ss: la mayor parte de los placeres que el hombre experimenta nacen cuando cesa algo desagradable; y los malestares suelen nacer cuando cesa un placer, esto es, hay un reposo intermedio entre placer y dolor. Por eso la gente dice que todo placer consiste en la cesación de un sufrimiento; y todo sufrimiento en la cesación de un placer. Sócrates no puede aceptar esta teoría, pues tal estado intermedio es una especie de reposo, mientras que el placer y el sufrimiento son más bien una especie de movimiento. Hay incluso ciertos placeres del cuerpo, como los del olfato que se dan de pronto, sin estar precedidos de nada desagradable y cesan sin dejar tampoco nada de desagradable. Lo que pasa con la gente que sostiene aquella teoría, es que sólo conocen, por decirlo así, dos pisos de la casa, pero nunca han conocido el tercer piso, ¡el del puro placer! Hambre, sed y necesidades semejantes; ignorancia y falta de discernimiento son una especie de vacío que se llena con alimento o inteligencia. La plenitud más real la producirá aquella que tenga más realidad. Comida, bebida, etc., tienen que ver con lo mudable y perecedero; mientras la opinión verdadera, la ciencia y la inteligencia tienen que ver con lo inmutable y eterno. Estas son las más reales, las que proporcionan el placer más puro y verdadero, las que dan más plenitud. La gente sin discernimiento ni virtud se pasa la vida en festines, errando de la parte baja a la media, pero nunca levanta los ojos a lo que es de veras elevado. Nada raro que viendo solo lo bajo se den coces y cornadas entre sí, presa de amores insensatos, como decía Estesijoro, que en Troya se peleaba por el fantasma de Elena.
Cuando el alma entera obedece a la razón, y no hay sedición alguna, cada una de las partes del alma realiza su función propia; y así practica la justicia; y cada una de las partes goza de los placeres que le son propios, de la manera mis pura y verdadera posible. Pero si es otra de las partes del alma la que tiene el mando, no encuentra su placer propio, y obliga a las otras a ir tras placeres ajenos y falsos. Quien se separa más de la razón en el Estado es el tirano; y en el individuo, la pasión tiránica. Así que el tirano es el más infeliz. Llega a ser gente incapaz de disfrutar los placeres más sencillos y naturales.1
Excurso 4. Sabiduría y felicidad. Epinomis, al final
Se define ahí el camino de la sabiduría, que es el camino de la felicidad: consiste en la unidad y perfección intelectual aunada a la unidad y perfección de la propia vida. Eso concuerda con el ideal humano que Platón presenta en la República: la armonía interna, sea del Estado, sea del individuo.
Epílogo. Aristóteles y Tomás de Aquino, herederos de Platón
Para ambos el fin de la vida es la felicidad, visión muy griega; y la felicidad consiste en una actividad, visión muy aristotélica y tomista. La felicidad no puede consistir en las riquezas ni honores, que son exteriores al hombre; ni en funciones fisiológicas del tipo comida. bebida, crecimiento o reproducción, pues la felicidad del hombre no se reduce a la de plantas y animales; ni tampoco al ejercicio de la virtud, como piensan los estoicos; doctrina que ni Aristóteles ni Tomás pueden aceptar, pues desprecia elementos importantes de la vida humana. Y se remontan al Platón de el Filebo, como puede apreciarse por lo expuesto.
No parece que se pueda ser feliz en cadenas, en tortura, en la miseria. La felicidad tampoco consiste en el placer, pues el placer es un estado pasivo, mientras la felicidad es una actividad. No por eso el placer es malo en sí. El placer no es sino un epifenómeno, algo que acompaña a la realización de nuestras potencialidades. Digamos que el placer es el atractivo teleológico para que busquemos el bien verdadero. El placer no es el bien pero es un bien; es como el encanto que se añade a la juventud.2
No hemos de olvidar lo que somos para absorbernos en el placer; pero tampoco hemos de absorbernos en lo que somos, y desdeñar el placer, que también es voz del ser.
El fin al cual tiende el hombre es un bien último, deseable por sí mismo, y que se basta a sí mismo, alcanzable por la actividad humana; y ésta será la de la inteligencia, su facultad más elevada, la única que puede prolongarse indefinidamente sin fatiga, la más agradable, la que más se basta a sí misma, la que requiere menos recursos; pero la inteligencia no es un absoluto, como vimos que es la posición intelectuatista de Sócrates y de Platón, como lo es la de sus herederos Aristóteles y santo Tomás. Añaden que para realizar esa actividad aquí en la tierra es menester estar suficientemente provistos de bienes externos; y, muy interesante ya en Aristóteles, el tener amigos. Otros pensadores darán el papel primordial no a la inteligencia, sino al corazón.
Dialogo con el Público
1. cuál es tu posición personal sobre el placer?
Viene reflejada en aquel texto de san Agustín que invita a ver en la hermosura del cosmos un gran libro o carta de amor divino; a mirar, examinar y leer en el firmamento y en la tierra. Para ti, Dios no puso letras sino sus creaturas: y todas te están gritando: ¡El nos hizo! (Serm 61. 13; Civ 10.1,2). Ver todas las realidades con cariño, sin miedos ni prejuicios. Una de esas realidades es el placer, que forma parte de la creación divina; por tanto es en si algo bueno. No es el bien pero es un bien. Según una frase famosa que até es como el encanto que acompaña a la juventud. El placer suele acompañar o seguir a la realización de nuestras cualidades o potencialidades, a manera de seducción teleológica; y hay que verlo con atención, pero sin miedo. Se parece a los instrumentos, que en sí mismos, en cuanto existen, esto es, ontológicamente, son buenos; y moralmente son neutrales, pues la calificación moral depende del uso que hagamos de ellos. Alguien usa un martillo en carpintería; otro, para cometer un asesinato. Pero aunque lo quiera usar para el bien, si no lo sabe usar puede martillarse los dedos en lugar de los clavos. El placer es un arte delicado, pero no por eso hay que tenerle miedo. Bajo otro aspecto, el placer terreno es un adelanto de la vida eterna. Dice san Pablo que los cristianos están siempre alegres sobre un fondo de felicidad que nada ni nadie nos puede quitar, aun en las grandes tribulaciones. Aunque esté en la cárcel, o me hagan injusticia, aunque pierda yo una pierna por enfermedad, o se mueran mis seres queridos. Las lágrimas son humanas y muy válidas, pero nadie me puede quitar la felicidad interna de que Dios me ama; y en ese "yo" estoy no sólo como individuo, sino toda la comunidad humana. Por cierto, esta actitud es muy gozosa.
2. ¿Hay que disfrutar el placer cuando toca, o se puede suscitarlo?
Muchas veces rehuimos todo placer porque nos han metido en la cabeza que hay ciertos placeres que no debemos tener; o ha habido fuerzas extrañas que nos han quitado muchos placeres. Es deseable que toda actividad, en particular mi trabajo, me sea placentero. Hablo de mi trabajo cotidiano. Sólo que se nos ha impuesto un sistema en que muchas veces tenemos trabajos que no nos gustan; quisiéramos dedicarnos a otra cosa, pero nos moriríamos de hambre. Entonces uno va con pesadez al trabajo, soñando en el domingo; y trabaja uno todo el año pensando en las vacaciones.
Puesto que han pedido mi opinión personal, iré a ese nivel. Siendo niño recuerdo que los domingos el sol era más brillante; que las vacaciones quedaban envueltas en un halo de felicidad. Poco tiempo después comprendí que no había ninguna razón cosmológica de que así fuera, y un día decidí, aunque no lo vivo a la perfección, de que para mí todos los días serían domingo, que para mí todos los días serían vacaciones. Vacaciones quiere decir no nada más irse al mar, tirarse a la playa, no hacer nada. También leemos algunos libros, visitamos museos, conversamos unos con otros. Bueno, pensé, los libros que estoy leyendo por qué no tomarlos como si estuviera yo de vacaciones. Entonces yo vivo mis vacaciones perpetuas, en domingo continuo.
La naturaleza espontáneamente nos ofrece muchos placeres, pero tenemos la responsabilidad de hacer toda la vida placentera. En la vida se presentan diversos sufrimientos; trato de afrontarlos, sobre ese fondo de gozo de que hablé, y no lamentándome al cuadrado. Es más, trato de decirle a Dios: "acepto este sufrimiento en tu honor ¡salud!, y no creas que me dolió tanto".
3. He oído que somos un tanto maniqueos. ¿Qué es el maniqueismo?
En nuestro mundo hay cosas buenas y hay cosas malas. Pensando que sólo las cosas buenas provienen de Dios, alguien pensó que las cosas malas pueden explicarse solamente como provenientes de un principio independiente de Dios y opuesto a El. Ese ser, principio del mal, está en eterna lucha contra Dios, el principio del bien. Tal es la primera afirmación fundamental del maniqueísmo. La segunda afirmación responde a la pregunta, ¿qué es lo bueno y qué es lo malo? Para los maniqueos, lo bueno son las almas, el espíritu; lo malo es la materia, el cuerpo. En el siglo XIII el Concilio de Letrán condenó esta doctrina como herética, al menos por un motivo doble: primero, por afirmar un principio, un ser, independiente de Dios; segundo, por haber dicho que la materia y el cuerpo son malos. Cuando Dios terminó su creación leemos en el Génesis "Vio Dios lo que habla hecho y vio que todo era muy bueno" (Gen 1,31). Esto es, que no sólo las almas, sino también los cuerpos en sí mismos son buenos, la materia en sí misma es buena. Y un cristiano no puede decir que la materia sea mala. Ya sé que hay textos que de pronto nos pueden perturbar, como la frase de Cristo: "el espíritu está pronto, más la carne es débil" (Mt 26,41), y textos que se parecen. San Pablo condena también mucho la carne (por ejemplo, Gal 5,17; 2 Cor 12,7). Pero no es lo mismo carne que materia, y se explica muy bien en los textos lo que significa carne: la carne no es nuestro cuerpo físico, la carne es la actitud humana que se cierra en sí misma y no se abre al amor ni de Dios ni de los demás. Aunque condenado, el maniqueísmo tiene su atractivo, y se cuela, imperceptible, por todas partes, entre muchas personas. No que seamos maniqueos, sino que se nos pegan ciertos residuos. De ahí el sabor maniqueo de algunas de nuestras expresiones, y de la interpretación extemporánea de los textos patrísticos.
Un joven amigo mío, me contó que su psicólogo le había recomendado que a solas hablara de vez en cuando con las partes de su cuerpo. Me gustó mucho el ejercicio. Imagínense que un día me ponga yo a hablar con mis ojos, brazos, lengua, pies; mis pies me llevan a todas partes donde yo quiero; cómo no un día decirles: "pies, cómo los quiero"; me han servido todo el tiempo y nunca les he dicho una palabra de cariño, quizá aun los trato con gran descuido. Sería un meditación fantástica hablar con las diversas partes, hasta la última célula, del cuerpo; y hablarles bellamente y dando gracias a Dios. El psicólogo lo recetó como terapia. Yo lo recetaría como un gran ejercicio del espíritu.
4. Se dice que los enemigos del alma son demonio, mundo y carne.
Pienso que el texto se refiere a la misma realidad bajo tres aspectos. ¿Cuál es esa realidad concreta? Respondo en el plano del cristianismo, porque la inmensa mayoría de nuestra sociedad es cristiana y católica. Pero podrían hacerse diversas traducciones, incluso en el plano ateo, pues la problemática es universal. El camino es Jesús, y el camino de Jesús me dice: "dalo todo a los pobres", ¿y quiénes son los pobres? Pues los demás, porque lo que yo tengo no lo tienen los demás. Hace tiempo hablamos de esto, así que en resumen: Todos somos ricos. Aun quien no gana ni el salario mínimo, ni tiene casa, "ni padre ni madre, ni perrito que le ladre"; pero vive y tiene ojos, manos, pies, capacidad para orar; al menos, por deformado que esté, tiene la sonrisa del corazón. Todo para los demás. Si fuera así, todos nos trataríamos como las piedras preciosas que somos a los ojos de Dios. Ese mundo sí que sería feliz. Ahora bien, lo que me aparta del camino que es Jesús, según los aspectos, toma el nombre de demonio, mundo, carne. Demonio puede tener dos sentidos; uno, el del famoso ángel caído y tentador; otro, el realmente peligroso, es mi actitud interior, como parte mía, que se opone a lo que es Jesús, o en cuanto yo me opongo. Mundo, es la actitud mía que prescindiendo de las cosas de arriba, se considera nada más como perteneciendo a esta tierra, y se aferra a ella. Por cierto, los náhuatl antiguos, dicho sea en honor de nuestras razas prehispánicas, tenían la noción de la creación, de nuestra relación con Dios. En las poesías de Netzahualcóyotl se dice que no somos de aquí, que somos peregrinos. Carne sería lo mismo, pero se subraya que el que yo vivo nada más para mí, sin tener en cuenta a los demás.
5. ¿Por qué algunos santos, o monjes y aun laicos se han proporcionado flagelaciones y se han negado placeres?
La respuesta mis general es que se trata de estar en forma para el encuentro con Dios. Comparo el caso, aunque quizá se rían, con la dieta del boxeador, gimnasta o bailarina. Se privan de ciertos alimentos gratos y se alimentan con mesura para jugar bien y bailar grácilmente. No le harán caso a quien en nombre del placer los aliente a quebrantar su dieta. Recuerdo a Crist Evert, tenista famosísima, quien dijo una vez que su placer más grande era tomarse una buena hamburguesa; pero que la comía sólo el día en que acababa de ganar un campeonato. Nadie diría de estas personas que son sádico masoquistas, ni que tienen miedo al placer. Sus privaciones nos parecen válidas. ¿Por qué las invalidamos cuando se trata del certamen celeste? Las flagelaciones, si se toman por sado masoquismo, no tienen valor en el mundo del espíritu. Pero hay otras razones, por ejemplo la de entrenamiento para el autodominio; o para equilibrar la soberbia interior. Quizá no se ha notado que las flagelaciones más que al cuerpo humillan al alma. En fin, nos alargaría el invocar otras razones válidas por discutibles que pudieran ser. Pero si quisiera decir que admiramos y alabamos a quienes realizan grandes sacrificios por una pasión amorosa o deportiva; y en la vida de religión nos parecen abominables. Tal es nuestra defensa, porque nosotros mismos no tenemos esa pasión por lo divino, sino que somos algo tibio y no admitimos provocaciones a una vida ardiente. Lo sensato sería reconocerlo. Como dijo Kierkegaard en el Postscriptum: "Mis vale perderse en la pasión, que haber perdido la pasión".
6. Considero que el problema reside en que muchas veces no sabemos reconocer lo que es placentero. Vivimos tan rápida o rutinariamente que ya no experimentamos el placer; ni siquiera el de sentir el aire fresco en la cara, el de estar a la mesa con la familia o con los amigos. ¿Por qué?
Es una lástima. Hay gente que se ha hecho incapaz de "perder el tiempo" para disfrutar la belleza de un atardecer. Estamos inmersos en tantas delicadezas como don de Dios, que no degustamos. Da la impresión de que hay un intento por reducirnos a máquinas que ni piensen ni sientan. Tema interesante para el futuro seria investigar qué intereses hay en el sistema del mundo que han hecho que nos cerremos a los placeres y que se nos prohíban ciertos placeres.
7. En tu conferencia comprendí que lo decisivo son la mesura y la proporción, esto es, la virtud y la belleza. Pero esto es limitante. ¿Dónde queda el placer de la venganza y otros semejantes?
Sí, se habla del dulce placer de la venganza; y hay otros dulces placeres por el estilo. En la nomenclatura platónica es, por lo pronto, un placer mezclado, pues ahí hay también algo que me hace sufrir, toda una irritación interna. Pero lo importante no es que sea mezclado, sino que sea falso. De que es placer lo es, entre otras cosas me hace sentir mi grandeza, y en este sentido es verdadero placer; pero no lo es en el sentido indicado, de que en definitiva no coadyuva a construir mi felicidad, sino a destruirla.
En la tabla que propuse, sobre las once pasiones fundamentales tenemos la indignación, pasión que en sí misma, ontológicamente, es buena. Hay cosas ante las cuales espontáneamente nos indignamos, por ejemplo ante la injusticia. Pero esta indignación puede canalizarse por dos vías con diferente calificación moral. Hay una vía moralmente buena: la reivindicación, que consiste en restablecer la justicia dañada, por el bien de las personas. La otra vía, moralmente mala es la venganza, que intenta no hacer el bien, sino dañar a las personas.
No es el único caso. Claro que es placentera la gula, pero es un placer falso, pues me producirá enfermedades del estómago. Si decimos que es bueno el beber con mesura, parece que estamos poniendo límites odiosos, pero la mesura es componente decisivo para la felicidad. Pienso la mesura no como limitante sino como exultante. Lo ilustro con el texto de santo Tomás (ll-ll q. 168, a.2) que aparece en el programa que anuncia estas conferencias. Siguiendo las huellas de Aristóteles, en este punto discípulo de Platón, dice que el humor alegre (eutrapelia o iucunditas) es toda una virtud moral, que consiste en la armonía de movimientos y gestos externos, al participar en comidas, juegos, diversiones y fiestas, de manera que uno se divierta y contribuya a que se diviertan los demás.
La virtud está en un punto intermedio entre dos extremos viciosos; un extremo es el aburrido que se aburre a sí mismo y aburre a los demás; otro, el exagerado chocarrero, el que se desenfrena tanto en una fiesta que rompe la vajilla del dueño, atropella a cinco, se embriaga, provoca pleitos y ruptura de amistades, y grita: "¡viva México!". Para el, todo fantástico; pero no contribuyó realmente a la alegría de los demás. En el fondo, ni a la propia; al amanecer exclama adolorido: "¡que cruda traigo!".
Quien desea placeres sin límites puede ser víctima de un espejismo. Lo mismo la generosidad como virtud moral está en un punto intermedio entre dos extremos viciosos, el derroche y la tacañería. Es del más alto interés ese "punto intermedio". ¿Será el 50%? No, sino que el punto preciso lo decide un buen discernimiento. Y para poner un buen símil se trata de puntería. Un cazador se sentiría muy mal acribillando del todo al tigre, cuando sabe que hay que darle en el codillo. La puntería es imagen del discernimiento, de la mesura. No se trata de un límite, sino de un triunfo. Sócrates y Platón hablan de discernimiento, de mesura. Los suelen interpretar como control, dominio. Y estarían bien interpretados, sólo que estas últimas palabras no se entienden a veces en su significado correcto, de armonía, sino como los entiende un cacique a lo mexicano, o un dictador de tantos que ha habido en el mundo.
Me imagino sin embargo que hay placeres que sí son ilimitados, o que deberían lanzarnos a lo ilimitado, por ejemplo el deleite de amar. Lo digo en el plano natural, porque en el plano sobrenatural las virtudes teologales no admiten extremos viciosos.
8. ¿Por qué algunos buscan placeres que causan tristeza?
Hay explicaciones variadas, y el más indicado para responder seria un psicólogo. Doy sin embargo una de esas explicaciones posibles. Lo ilustro con el relato de Kierkegaard El Hombre Más Desdichado de Todos, un capítulo de su libro Enten Eller (La Alternativa, como se suele traducir). Un muchacho se asocia con otros para formar el "club de los compañeros de la muerte", con sesiones los viernes a media noche en un cementerio. Todos son muy infelices, sufren mucho, y no hay nadie que sufra como ellos. Una noche en el cementerio se encuentran una tumba vacía, y comentan que ese sí les gana, pues se aburrió hasta en la tumba, y la tumba no lo aguantó. Entonces hacen un campeonato para ver quién es el más infeliz de todos los tiempos, y darle esa tumba como trofeo. Entre los candidatos aparecen Antígona, Edipo, Job, la conciencia infeliz de Hegel, otros muchos. No cuento toda la historia, pero lo importante aquí es el afán, muy humano, por otra parte, de ser el campeón de algo, por lo menos en sufrimientos. "En sufrimientos nadie me gana". No lo decimos así, pero es muy agradable. Es el famoso: "a mí nadie me quiere, nadie me comprende". Y es tan rico decir eso y sentirlo. Es la motivación del protagonismo. Por otro lado, hay tristezas que causan cierto placer, porque sustituyen una presencia.
9. ¿A qué se debe que los grandes opresores y torturadores ya no puedan hacer el amor de una manera natural y sencilla?
Me imagino que es una trampa de la naturaleza para hacerme caer en la cuenta del desequilibrio en que estoy. El ideal de mi vida, como ser humano, es vivir en armonía conmigo mismo, con la naturaleza, con los demás, y si creo en Dios, con Dios. Si yo, siendo un gran político, un torturador, un perverso industrial, me doy cuenta de que ya no soy capaz de los placeres más sencillos y naturales, puedo considerar eso como una señal de que algo anda mal en mí mismo. Es una gran llamada de atención, que me indica mi terrible desequilibrio. Si aparte de los placeres naturales y sencillos me gustan los otros, ya será otra explicación. Pero puse el caso de los que ya no eran capaces del placer más natural y sencillo. Sucede lo mismo cuando la cabeza, o el estómago, o un diente me duelen. El dolor es aviso de la naturaleza: ¡cuídalo!
10. La muerte nos entristece. ¿Ha de alegrarnos?
La una tristeza es una pasión natural. Decía ya que las lágrimas también son cristianas; pero que estamos sobre un fundamento de gozo. He asistido a funerales en que la familia estaba tan tranquila, tan serena en su dolor. El funeral que llamó más mi atención fue el de un jesuita ya de edad, quizá de los más viejos en ese año, y que, sin embargo, era tan joven como los jóvenes. El creyó siempre en la juventud, en los estudiantes jesuitas; y los jóvenes lo amaban. Fue sepultado en Puente Grande donde estaban como 300 jesuitas. Hablaron varios, sonrientes, incluso con bromas, como si él estuviera vivo ahí. Y al meter la caja en la gaveta, los 300 que estaban ahí espontáneamente se pusieron a aplaudir; y regresaron con aire muy festivo al comedor a tomar una copa en su honor. Yo sé que esto puede llamar la atención de muchas personas, como sucedió en el cementerio, pero es hermoso tener, al menos a veces, la mirada de la fe.
1. Cf. Retrato sexual de los poderosos, por Sam Janus, Barbara Bess y Carol Saltus. En un burdel de superlujo en Whashington -época actual- se ve que los grandes opresores, torturadores y asesinos a gran escala son incapaces de experimentar los placeres sencillos. Eventualmente llegan al orgasmo solo con medios muy artificiales y, según algunos, degradantes.
2. La Philosophie Morale de Saint Thomas D'aquin, A.D. Sertillangca, Pan's,Alcan, 2 ' edit. 1922, p. 93.
Conferencia sostenida el 14 de octubre 1992.
Xipe Totek 21 |