Imprimir
Grandes cadenas comerciales criban sus estantes

Las gasolineras de la Shell y los almacenes norteamericanos Wal-Mart no admiten material escabroso.
       
La compañía petrolera holandesa Shell ha decidido retirar los libros y revistas pornográficos de las tiendas de sus gasolineras. La medida, adoptada a partir del 1 de febrero, responde a las quejas del público. Muchos clientes han protestado porque lo primero que se veía al entrar eran publicaciones de ese tipo.
       
Las tiendas de las gasolineras han ido ampliando su surtido hasta convertirse en una especie de supermercados cada vez más frecuentados por familias con niños. Precisamente estos clientes, ha declarado el portavoz de la Shell, son aquellos a quienes más negativamente afecta la pornografía: de ahí la decisión tomada. Ahora, en las tiendas sólo están permitidas las revistas Playboy y Penthouse, pero no en primera fila de los estantes.
       
Esta medida se añade a los esfuerzos de la Shell por mejorar su imagen, deteriorada últimamente. Además de las protestas de ecologistas por la contaminación, la compañía ha recibido críticas por su actividad en Nigeria. Cuando el gobierno de ese país condenó a muerte y ejecutó al escritor Ken Saro-Wiwa y otros opositores, que defendían los derechos de la minoría ogoni, asentada en la zona de explotación petrolera de la Shell, la compañía no quiso hacer nada, para no comprometer su concesión.
       
En Estados Unidos, por otra parte, ha sido muy comentada la práctica adoptada por Wal-Mart, la principal cadena de grandes almacenes. En este caso, los artículos filtrados son discos. La empresa no vende álbumes con cubiertas o letras no aptas para todos los públicos (es conocida la invasión de violencia y obscenidad en la música pop norteamericana). En los discos pueden verse etiquetas, colocadas por Wal-Mart, que avisan a los clientes de que el artículo está “reelaborado”, “saneado”, o es “limpio”.
      
 Wal-Mart es el detallista que más discos vende en Estados Unidos: 52 millones de unidades al año, del total de 615 millones. Las casas discográficas no pueden permitirse el lujo de que sus productos no estén en Wal-Mart. De modo que algunas cambian las cubiertas y hasta las letras para adaptarlas a los criterios de la cadena.
       
Algo similar ocurre con los vídeos en Wal-Mart y también en Blockbuster, la mayor cadena de videoclubs. Hay productoras cinematográficas, como Warner Brothers, que no hacen películas aptas sólo para mayores porque no podrían colocarlas en Blockbuster ni en Wal-Mart. Al menos, eso ha dicho el director Oliver Stone en declaraciones al New York Times.
     
  Los críticos de Wal-Mart señalan el contraste entre el rigor de la cadena con la música y los vídeos, y la facilidad con que se pueden comprar armas en el departamento correspondiente. Wal-Mart se ocupa de realizar las comprobaciones que exige la ley con una llamada a la policía, y el cliente sólo tiene que abonar en el momento el 10% del importe; puede pagar el resto en 60 días.

Aceprensa N°20