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El diseņo de la moda y sociedad



Autores: Jennifer Liñán y Anna Llatjós

Definiciones: 

Diseño – es el proceso previo de configuración mental “pre-figuración” en la búsqueda de una solución en cualquier campo.

Moda – es una elección o un mecanismo regulador de elecciones realizadas en función de unos criterios de gusto.

Sociedad - es el conjunto de individuos que comparten fines, conductas y cultura, se relacionan interactuando entre sí, cooperativamente, para formar un grupo o una comunidad.

La moda

La moda femenina es un producto de la publicidad sexista, tiende a reproducir la doble moral sexual que permanece en nuestro ambiente socio-cultural, el hombre tiene el lugar central en torno al cual gira la mujer. A nivel de las relaciones sociales se observa un trato desigual entre hombre y mujeres, existe un trato preferencial a los hombres que se traduce en el hecho de gozar de un mayor número de libertades y oportunidades de desarrollo.

La participación de la mujer es restringida en contextos de desarrollo profesional, educativo y de esparcimiento. La publicidad sexista repasa los modelos sexuales que están basados en estereotipos formados por las diferentes instancias socializantes como la familia, la escuela, el grupo de amigos, etc., son reforzados por la influencia de los medios intensivos de comunicación.

La moda femenina se presenta como un conjunto de mensajes enmarcados en campañas publicitarias que difunden el estereotipo de la mujer sensual y seductora, funciona como modelo identificativos de millones de mujeres que buscan un acercamiento a esta imagen por medio del consumo de las mercancías y servicios que a través de esa imagen se promueven. El poder y la influencia sobre los medios masivos de comunicación sobre el comportamiento humano se comprueban en el fenómeno psicosocial de la moda, que dicta las reglas del juego en materia del “buen vestir”, orientando la conducta de consumo de grandes capas de la población. 

Por ser la moda el resultado de un conjunto de campañas publicitarias que difunden imágenes del hombre y la mujer en donde el modelo predominante es el de la mujer atractiva y sensual, su acción se rodea de una aureola sexual. El uso de la mujer como objeto sexual se encuentra de manera explícita en los contenidos de los mensajes comerciales que contribuyen a crear una imagen predominante de la mujer, es literalmente vendida al formar parte de las etiquetas de diversos artículos de consumo. La sexualidad es parte de las características sobresalientes que rodean las últimas creaciones o “gritos de la moda”.

La expresión de la sexualidad es parte de los ingredientes utilizados por una publicidad que busca garantizar su consumo en el marco de una atmósfera sociocultural, represora de lo sexual, pero que por otro lado, permite su estimulación a través de la publicidad, los mensajes destacan a través de las imágenes, las características sexuales secundarias de la mujer para placer del hombre.

Moda y sociedad

La moda en general, enfocada bajo una perspectiva macrosocial, se presenta como un fenómeno psicosocial, en tanto que sus repercusiones afectan a la sociedad en un conjunto. De los efectos que puede destacarse como producto de los intentos por estar a la moda, es que el esfuerzo de millones de individuos por “estar al día” trae consigo una serie de gastos que afectan a una economía familiar cada vez más debilitada por la crisis económica que caracteriza en inicio de la década de los noventas y que afecta a amplios sectores de la población.

Es evidente que los efectos de cualquier moda, sea femenina o masculina, rebasan el ámbito de lo individual y lo familiar y se sitúan como un fenómeno social que influye en la población en su conjunto. La moda se constituye como un problema psicosocial que afecta a la población en general, en tanto que se estimula el consumo de artículos inútiles que vienen a satisfacer pseudo-necesidades, por encima de verdaderas necesidades en el contexto de una economía de crisis.

La moda como fenómeno social que afecta al conjunto de la población, alcanza en la población masculina que se muestra a su vez susceptible a la manipulación de la publicidad. Por ello, la moda no es exclusiva de las mujeres ya que abarca a la sociedad en su conjunto.

Al analizar las características que presenta el proceso de socialización actualmente, en sus diferentes instancias (familia, escuela, grupo de amigos, medios masivos de comunicación, etc.), se puede observar que comparten un denominador común que es el desarrollo de una ideología individualista y comparativa que acompaña todo el desarrollo psicosocial de los individuos. Desde la infancia se estimula la competencia al premiar al infante que se porta bien y castigar al que se porta mal, al provocar la competencia entre los niños para ver quien termina más rápido determinada actividad, lo cual genera rivalidad y ánimos de confrontación, en lugar de actitudes solidarias y de colaboración.

Esta competencia entre unos y otros continúa a lo largo de todas las etapas del desarrollo psicosocial, una fuerte ideología individualista que genera a su vez toda una serie de sentimientos negativos: aislamiento, inseguridad, frustración, etc., al no poder ganar siempre y sobre todo un vacío interior que es causa de sufrimiento para millones de personas que experimentan la enorme contradicción de vivir en la era de los medios masivos de comunicación, que permitan comunicarse a cualquier parte del mundo, pero se experimentan dificultades de comunicación a nivel interpersonal, al grado de que algunos autores mencionan que vivimos en la era de la incomunicación interpersonal.

Este vacío interior producto del conjunto de mecanismos de defensa psicológicos, creados para estar a salvo de esa sensación de amenaza que produce la presencia del otro, permite una creciente influencia de los medios masivos de comunicación, que presentan modelos de identificación a través de las campañas publicitarias que ponen “de moda” determinada imagen femenina o masculina, logrando con ello crear una necesidad de identificación que propicia el acto compulsivo de compra de determinados artículos para asemejarse a la imagen estereotipada que presentan las figuras “de moda”.

Acercándose al fenómeno de la moda femenina desde una perspectiva científica, implica desarrollar un postura crítica frente a la misma en la que se determine si sus efectos son o no benéficos para determinada sociedad. La moda al actuar sobre el conjunto de la población afecta comportamientos colectivos, orientando los mismos al consumo de determinadas mercancías (por lo regular etiquetas con altos precios por aquello de la oferta y la demanda), muchas de las cuales no representan la satisfacción a una necesidad real, sino más bien se dirigen a satisfacer pseudo-necesidades creadas ex-profeso a través de una publicidad reiterada en los medios masivos de comunicación y en medios impresos, que busca lograr la respuesta esperada del receptor.

Por ello, la moda independientemente de ser un fenómeno social, responde a intereses particulares de aquel sector social ligado en forma directa a los medios de producción, es decir, a los fabricantes de los productos “de moda”.

El fenómeno de la moda, sea masculina o femenina, es todo un proceso bien planificado de manipulación social en el cual participa un conjunto de profesionales faltos de ética a quienes no les interesa la repercusión social que esta tenga. La esencia de la existencia de la moda es la ganancia lograda a través de la manipulación de sentimientos, deseos, fantasías e impulsos de toda naturaleza, sin importar la frustración que se provoque en aquellos que no tienen la capacidad adquisitiva para adquirir determinados productos.

Respecto a la comunicación social, la moda tiene una importante carga simbólica en materia de erotismo, autoestima, seguridad y relaciones de poder.

Otros tópicos que alcanzan dimensiones considerables en el tejido estriado son las relaciones vestimenta-clase social y moda-estética, la primera como signo de pertenencia a determinado estrato y la última señalando el modo en el que a partir de los cánones de belleza se crean prendas al servicio del arquetipo estético imperante.

Así pues, la moda participa en la dinámica social como elemento enajenante de todo un potencial humano, donde la riqueza de la personalidad psicológica de los individuos cede en importancia a la apariencia, (“la primera impresión es lo que cuenta”). Se evalúa la imagen al considerarla “moderna o anticuada”, degenerando a los individuos en una relación cosificante al ubicar a las personas como cosas, o adornos, en los cuales importa más su imagen que su personalidad. Dicha enajenación de las relaciones interpersonales se complementa con la personificación de los objetos:

En el primer nivel de enajenación, las personas son tratadas como cosas y apreciadas en función de los objetos que traen consigo y / o que giran al alrededor de ellos: no interesa el potencial humano, sino el valor de los objetos de ese portador.

En el segundo nivel, el contenido del potencial afectivo de cada persona es canalizado hacia un objeto, artículo y / o instrumento ante la imposibilidad de realizarlo en el terreno de las relaciones interpersonales, por el vacío efectivo que produce la formación psicosocial en extremo individualista.

El fenómeno social de la moda se presenta en el contexto de un “clima psicológico” caracterizado por la existencia de una crisis de identidad por parte de amplios sectores de la población. En el proceso de socialización (desarrollo del individuo como tejido liso en lo estriado de la sociedad). Cada individuo atraviesa por diferentes etapas en las que se encuentran identificación con modelos específicos, provenientes de figuras significativas que pueblan su entorno inmediato.

En una sociedad industrializada la presencia de los medios masivos de comunicación provoca efectos psicosociales en el desarrollo de la personalidad de los individuos. La presencia de televisores en cada casa-habitación es un fenómeno social que debe ser abordado con mayor amplitud en la investigación científica. Su diario accionar produce identificaciones efímeras con figuras que surgen y desaparecen con frecuencia sospechosa, moldeadas por la publicidad, pero que, por su carácter comercial, desaparecen al poco tiempo para que su lugar sea tomado por una nueva figura “de moda”. 

En los niños la influencia de la televisión es más poderosa puesto que se encuentran en un etapa de desarrollo psicosocial caracterizada por un alto aprendizaje de los eventos que acontecen en su medio ambiente, dentro del cual, la televisión tiene presencia predominante.

En el caso de los adolescentes, se les considera como uno de los públicos más susceptibles y maleables utilizados por la publicidad, precisamente por encontrarse en esa etapa de búsqueda de modelos de identificación.

La crisis de identidad que experimenta el público adolescente, y que se prolonga en varios casos, es el abono que prepara el terreno para el trabajo de la publicidad, que ofrece imágenes estereotipadas como modelos de identificación a las grandes masas.

Al rebasar las fronteras de los países, la moda se presenta como un acto de penetración cultural proveniente sobre todo de los países con alto grado de desarrollo, y a través de la cual, se modifican las costumbres, hábitos, valores y en consecuencia se moldea el comportamiento social.

En la ropa interior, por ejemplo, que es un símbolo elocuente de cómo la sociedad se representa a sí misma, de su erotismo y de sus modos de relación, podemos leer cómo los seres humanos hemos ido evolucionando a lo largo del tiempo.

La aparición del corpiño fue un hecho significativo: esa pieza significó la emancipación de la mujer, no sólo en su rol social, sino también en lo que concerniente a su organismo, dado que en el siglo XIX vivían prisioneras de un corsé que les generaba trastornos emocionales y, por supuesto, físicos. Otro hito importante fue, a partir de la posguerra, la utilización de fibras sintéticas en la producción de la ropa interior en Estados Unidos. Por ejemplo, los pantys reemplazaron a las medias de seda que eran privativas y además antiestéticas.

Los medios masivos educan a grandes auditorios en el desarrollo de una ideología de conformidad con el status quo, de tal forma que contribuyen a de uniformar pensamientos, valores y, sobre todo, comportamientos de las grandes masas.

Gustos, estilos de vida y convicciones finalmente determinados por la moda. ¿De verdad somos tan libres como creemos?

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