Para saber más / Matrimonio
Imprimir

La estabilidad matrimonial, un objetivo público

EE.UU.: Nacen programas para la formación en el compromiso

El informe Facilitating forever (Facilitar el “para siempre”) del National Marriage Project propone “un plan realista para ayudar a las parejas a formar y sostener relaciones positivas y matrimonios duraderos”. Para ello evalúa algunas iniciativas relacionadas con la formación de pareja y matrimonial que se han llevado a cabo en Estados Unidos en los últimos años

Fernando Rodríguez-Borlado  
Aceprensa, 19-V-2014

La inestabilidad familiar se ha extendido mucho en Estados Unidos. Según estadísticas oficiales, en las tres últimas décadas, los nacimientos extramatrimoniales han subido del 18% (1980) al 40,7% (2011). Los niños que viven con sus dos padres casados ha bajado del 70% al 59%. La tendencia es más marcada en la población negra, en que el 55% de los menores de edad están en hogares monoparentales, casi siempre con la madre. Para los niños negros, vivir con sus dos padres casados es un privilegio que solo alcanza al 29%.

Un problema del que derivan muchos otros

Existe una abundante literatura científica que vincula este tipo de situaciones con mayores riesgos para los niños: malos resultados académicos, pobreza, consumo de drogas. Un reciente estudio de los Centros para el Control de Enfermedades explora la probabilidad de vivir distintas “experiencias familiares adversas” (divorcio o separación, encarcelación de uno de los padres, consumo de drogas o depresión de algún miembro del hogar, etc.), según el tipo de estructura familiar.

Los resultados son claros: los niños que viven sin ninguno de sus padres (3,6% del total) tienen una probabilidad treinta veces mayor que los que viven con sus dos padres naturales de haber pasado por cuatro o más de estas experiencias adversas; los de hogares monoparentales (28,3%) tienen el doble de probabilidad.

Además de los problemas sociales, o más bien a consecuencia de ellos, la inestabilidad familiar genera también importantes pérdidas económicas para el país. Los autores del informe cifran en unos 112,000 millones de dólares al año los costes para el erario público.

Heridas profundas

De ahí que hayan surgido iniciativas para fortalecer el compromiso y la estabilidad de las parejas. No todo el mundo los alaba. Una crítica a la formación que dan estos programas es que frecuentemente presentan el matrimonio como una panacea, cuando en muchos casos los candidatos arrastran problemas personales que desaconsejan formar una familia, pues el riesgo de ruptura sería grande. Esta es una de las conclusiones de The Greyhound Archipelago, un reportaje publicado en National Review. El autor, Michael Potemra, viajó por todo Estados Unidos en autobuses utilizados habitualmente por las clases más pobres. Quería conocer “la verdadera realidad de la sociedad estadounidense”.

Lo que vio le llevó a concluir que los cursos matrimoniales no pueden subsanar toda una historia de “corazones rotos y decisiones desafortunadas”, refiriéndose al bagaje (abusos, consumo de drogas) que muchas personas entre las clases más desfavorecidas acumulan antes de casarse. Sin embargo, los autores de “Facilitating forever” consideran que precisamente la formación para el compromiso ayuda a asimilar estas experiencias negativas, y decidir con más perspectiva si se está en condiciones de formar una familia.

También un informe sobre el poco éxito de un programa llamado “Building Strong Families” entre padres no casados, señala: “Los cambios de comportamiento que exige mejorar la relación de pareja implican un gran esfuerzo personal. Los padres poco comprometidos en su relación, o que no confían en el compromiso de su pareja, son más reacios a afrontar este esfuerzo”.

Una cultura enferma

Algunos expertos sostienen que, más que una cuestión de heridas personales, hay de fondo una cierta aversión cultural al matrimonio, especialmente en algunos grupos sociales. Amy Wax, profesora de Derecho en la Universidad de Pensilvania, ha defendido en un libro (Race, Wrongs and Remedies, Hoover Studies in Politics, Economics, and Society, 2008) y varios artículos la tesis de que la minoría negra ha desarrollado una cultura antifamiliar que está en el fondo de muchos de sus problemas económicos y sociales. Además, señala, se ha construido un argumento políticamente correcto –so capa de la “compasión” hacia esta minoría racial– según el cual la inestabilidad familiar entre los negros es “culpa del sistema”. Sin embargo, dice, el éxito de un matrimonio tiene que ver, en gran parte, con las opciones personales de los implicados.

Sí se puede

Los cursos de formación para el compromiso (para jóvenes, parejas que están pensando en casarse o matrimonios) vienen precisamente a afrontar este problema.

Los autores del informe “Facilitating forever” han evaluado distintos programas. En general, los resultados han sido positivos, especialmente en los cursos dirigidos a jóvenes estudiantes y a matrimonios, y menos en los destinados a madres o padres solteros. Un problema generalizado en estos últimos ha sido la poca participación hasta el final del curso; lo que parece conectar con el problema de raíz: la falta de compromiso.

En cambio, algunos proyectos han obtenido buenos resultados. El informe destaca el caso de Oklahoma. Desde hace años, el estado ha financiado un gran número de cursos, en los que en total ya ha participado el 10% de la población. Ha descendido el porcentaje de niños nacidos de madre soltera, el de los que viven en un hogar monoparental o por debajo del umbral de pobreza. Las claves del éxito, según los autores, han sido el compromiso con este tipo de proyectos de los dos grandes partidos y el diseño de cursos específicamente pensados para grupos de riesgo.

Esta es, de hecho, una de las recomendaciones finales del estudio: adaptar los contenidos de los programas a las poblaciones más necesitadas de ellos. También proponen que se destine un 1% de los fondos TANF (Ayudas Temporales para Familias Necesitadas) a financiar estos cursos. Otra vía de financiación podría venir de las licencias de matrimonio que expide cada estado: el informe recomienda reservar parte de estos ingresos para fomentar la “formación en el compromiso”. Además del apoyo económico –explican los autores–, esta medida contribuiría a recordar a los recién casados el valor social de su “para siempre”.

**************

La preferencia por el matrimonio sigue vigente

Favorecer el matrimonio contribuye a evitar la desestructuración familiar y la pobreza infantil

M. Ángeles Burguera
Aceprensa, 8-X-2008

La cohabitación no ha sustituido al matrimonio y casi un 80% de los que atraviesan esa situación desearían casarse, según una encuesta realizada en Gran Bretaña y que ha servido de base a un informe del think tank Civitas titulado “Dudas sobre la familia”. La investigación revela que la preferencia por el matrimonio sigue vigente y que el matrimonio es realmente “más popular que nunca, con independencia del sexo, las ideas políticas o el estatus económico”, según asegura su autora, Anastasia de Waal, directora de la institución británica.

De acuerdo con los datos recogidos, siete de cada diez ciudadanos de entre 25 y 35 años desean casarse y el principal motivo es establecer un compromiso estable. Sin embargo, esta preferencia mayoritaria se ve frenada por circunstancias económicas, especialmente entre personas con menores niveles de ingresos.

Con estos resultados, De Waal plantea la necesidad de modificar las políticas familiares actuales, que prestan muy poca atención a los efectos de la desestructuración, como la pobreza de los hogares monoparentales, y no toman medidas para modificar las causas que la provocan. “Conservadores y laboristas asumen que la gente que no se casa lo hace simplemente porque lo decide así”, y no por otros motivos, como los económicos, señala. En su opinión, la política más progresista se ha afincado en una postura neutral, desde la que se potencia la diversidad y no se da importancia al tipo de familia. La consecuencia es que cada vez se identifica más la familia pobre y lo que los progresistas consideran “familia moderna”.

Mayor riesgo de pobreza infantil

Según el informe del think tank Civitas, las políticas están fallando en uno de los objetivos principales: erradicar la pobreza infantil. Esta lacra se concentra en las familias monoparentales, como resultado de situaciones de desempleo y de ruptura entre progenitores no casados. Los datos de la encuesta revelan que los niños nacidos de uniones libres tienen el doble de posibilidades de ver la separación de sus padres que los nacidos de padres casados. Así, la encuesta señala que el 70% de los hijos nacidos en el matrimonio viven con ambos progenitores hasta los 16 años, porcentaje que se reduce al 36% entre los nacidos de padres no casados.

De Waal sugiere también que lo que contribuya a dar estabilidad en el empleo será favorable para fortalecer la familia, puesto que hay mayor tendencia a separarse o a convivir entre las personas de menos ingresos o en paro. En la misma línea propone potenciar el cuidado compartido de los hijos y establecer ayudas para que los progenitores asuman las responsabilidades adquiridas frente a los hijos. “El énfasis político que se pone en las mujeres debería pasar a favorecer la paridad de responsabilidades; sería muy útil que las políticas familiares incluyeran a los hombres, empezando desde el cuidado de los hijos, para que incluso cuando la relación entre los adultos termine, la responsabilidad hacia los hijos permanezca”. El informe constata, además, que hay mucha pobreza ligada a la tendencia entre los padres separados a dejar de pagar las pensiones que les corresponden.

La necesidad de aprobar medidas políticas que favorezcan el matrimonio se ha visto reforzada recientemente con los resultados de otra investigación de la Universidad de Essex, que analiza las consecuencias negativas a largo plazo de que los niños crezcan con solo uno de los dos progenitores. “Los hijos de familias monoparentales van peor en la escuela, tienen menos posibilidades de conseguir buenos empleos y sufren más problemas de salud”, asegura el profesor responsable del informe, John Ermisch. El estudio ofrece algunos datos, calificados como “preocupantes”, sobre el crecimiento del número de nacimientos fuera del matrimonio: la proporción alcanzó el 44% del total en 2006 frente al 9% registrado en 1975.

 

******************

La familia, cuestión de salud pública

Agustín Alonso-Gutiérrez
Aceprensa
17-X-2007

 

De unos años a esta parte, estudios, encuestas y recopilaciones de datos en general han subrayado la superioridad del matrimonio frente a la cohabitación, de la familia intacta frente a la desestructurada; superioridad no ya moral, sino en términos de salud, economía, bienestar.

En 2000, The Unexpected Legacy of Divorce, de la psicóloga estadounidense Judith Wallerstein (ver Aceprensa 129/00), mostraba los resultados del divorcio en adultos de 30-40 años. Su obra, basada en los casos de hijos de divorciados, ponía en entredicho la idea de que el divorcio como solución para parejas infelices beneficiaría también a los niños, que sufrirán solo temporalmente en el momento de la ruptura. Sin embargo, como pudo comprobar Wallerstein 25 años después de aquellos divorcios, las consecuencias son duraderas.

Poco después, Linda J. Waite y Maggie Gallagher resumían en The Case for Marriage (ver Aceprensa 72/01) algunos datos que reflejaban cómo la defensa del matrimonio ha dejado de ser “una mera preocupación moral para convertirse en una cuestión de salud pública”. Lo que está en juego no es solamente la “felicidad privada” de dos personas. El matrimonio contribuye a prevenir males –adicciones, fracaso escolar, pobreza, delincuencia...– que pasan factura a toda la sociedad.

Why Marriage Matters ofrecía una síntesis de los resultados de decenas de estudios sociológicos sobre la cuestión en Estados Unidos, con un balance positivo para la unión familiar estable (ver Aceprensa 101/02).

En 2003, The Lancet publicaba un estudio sueco sobre el mayor riesgo de problemas psiquiátricos y de adicciones en niños criados en hogares monoparentales (ver Aceprensa 32/03). Recientemente, un estudio de la Fundación La Caixa, “Monoparentalidad e infancia”, asociaba estos hogares a un mayor índice de pobreza con datos circunscritos a España (ver Aceprensa 140/06).

Según el análisis de El estado de nuestras uniones en 2007, del National Marriage Project, el divorcio acentúa las desigualdades en Estados Unidos (ver Aceprensa 88/07). Son solo algunas de las múltiples publicaciones que subrayan los beneficios de un matrimonio y una familia estables.

The Economist (24-05-2007) recogía algunos de esos datos y mostraba la primacía del matrimonio sobre la cohabitación en rendimiento académico, salud, bienestar económico y material y productividad laboral. Richard Layard, director del Centre for Economic Performance de la London School of Economics y autor del libro Happiness: Lessons for a new science (ver Aceprensa 95/05), afirmaba recientemente en una conferencia que “si preguntas a la gente sobre los hechos fundamentales que influyen en su felicidad, la vida familiar es siempre lo primero”, según cita el economista Rafael Pampillón en su blog (1).

Un artículo en el International Herald Tribune (2-10-2007) habla de la superior tasa de delincuencia en la población negra estadounidense, y entre las razones principales alega “la crisis en las relaciones entre hombres y mujeres de todas las clases y, como resultado, el estado catastrófico de la vida de las familias negras, especialmente entre los pobres: el 70% de los niños negros son educados por madres solas”.

 

Referencia:
(1) http://economy.blogs.ie.edu/archives/2007/10/hay_diferencia.php.


.