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Consecuencias de las adopciones de homosexuales

Por María  Victoria Giménez

Personalidad fractura

La posibilidad de que las parejas homosexuales adopten legalmente hijos ha vuelto al debate público estos días tras la sentencia en la que un juez de Navarra aceptaba la solicitud de dos lesbianas en este sentido. Una vez más, sin embargo, el eje de los comentarios queda desviado, puesto que el único sujeto de derechos en este tema es el niño o la niña. No existe el derecho a adoptar, sino a ser adoptado. En el caso de las dos mujeres, hay que tener en cuenta que una es la madre natural de la criatura adoptada y, por lo tanto, ya convivía con la pareja. Pero más allá de los hechos, que son bastante conocidos, es especialmente interesante escuchar la opinión de los expertos, sobre todo de los campos de la psicología y la psiquiatría, unos profesionales que mayoritariamente consideran que un menor adoptado por gays o lesbianas puede ver "fracturada su identidad", explica textualmente Aquilino Polaino, catedrático de Psicopatología en la Universidad Complutense de Madrid.

Un determinante poderoso

Un reportaje publicado por el diario LA RAZÓN  muestra una conclusión muy clara a partir de las declaraciones de los entendidos: A pesar de la insuficiencia de estudios que permitan generalizar, los riesgos unidos a la adopción y la educación de niños y niñas entre parejas homosexuales son graves. Mónica Fontana, especialista en Psicología Clínica y Terapia Familiar y profesora en la Universidad San Pablo-CEU, recuerda que, a partir de análisis realizados después del año 2000, se ha demostrado que "la atracción sexual hacia personas del mismo sexo al llegar a la adolescencia es del 60 por ciento más en los niños adoptados por padres de esta orientación". Pese a esto, el presidente de la Asociación Mundial de Psiquiatría, Juan José López-Ibor, aclara que "un niño o una niña educado en el seno de una familia homosexual no está tampoco abocado a la homosexualidad. El ambiente no es un determinante absoluto, aunque sí poderoso". 

Un dato implacable

Otro elemento que hay que tener en cuenta es un estudio científico realizado por Golombok y Tasker en 1995. El trabajo, sobre una muestra de 46 jóvenes de 23,5 años de edad media, demuestra una incidencia significativamente mayor de relaciones homosexuales entre personas que habían crecido con madres lesbianas (24 por ciento) en relación con quienes se habían educado con madres heterosexuales (0 por ciento). También da su opinión la Asociación Española de Pediatría: "Un núcleo familiar con dos padres o dos madres es claramente perjudicial para el desarrollo armónico de la personalidad y la adaptación social del niño o la niña". 

El adoptado como un trofeo

Según el psiquiatra Enrique Rojas, "suponiendo que la educación que reciba un niño se realice buscando lo mejor para él y no ofreciéndolo como un trofeo de las reivindicaciones de la militancia homosexual, sería complejo que se desarrollase de manera similar a un niño educado entre heterosexuales". En esta línea, Rojas añade que "el ser humano necesita firmeza y flexibilidad, autoridad y condescendencia, corazón y cabeza, fortaleza y ternura; todas son características complementarias aportadas por el padre y la madre". Por tanto, "es imposible una educación completa en un ambiente homosexual".

No hay ninguna persona que pueda ser discriminada por su orientación sexual, pero de esta constatación es absurdo deducir la emanación de un derecho específico. Rechazar que los vínculos motivados por el sexo y el afecto se equiparen a la figura matrimonial hombre-mujer no quiere decir negar el derecho que cada persona tiene (esto sí que es un derecho) a vivir su propia vida de acuerdo con lo que le dicta la conciencia en el ámbito de su privacidad.

Fuente: e-cristians.net