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¿Promover la muerte digna con medios menos dignos?

Firmado por Aceprensa  
Fecha: 7 Marzo 2007

Carlos Centeno, Médico Oncólogo, Master en Cuidados Paliativos y Especialista Universitario en Bioética, comenta en "Diario Médico" (6 marzo 2007) el caso de Inmaculada Echevarría, paciente de Granada con miodistrofia en la que se plantea retirar el respirador.

"La respiración asistida se considera un medio extraordinario y para aplicarlo como tal deben considerarse la proporcionalidad de la medida y la voluntad del paciente. Si no hay expectativa de recuperación -que parece no haberla– y, sobre todo, si el paciente lo rechazara, no debería iniciarse. En caso de haberse iniciado ese soporte vital, la voluntad previa y/o actual de no ser mantenido por un medio extraordinario debe ser respetada. En caso de ser necesario suspender el procedimiento, como en el caso de que no se hubiese iniciado, deberán tomarse todas las medidas para aliviar el sufrimiento de la dificultad respiratoria extrema (sensación de ahogo), incluida la sedación paliativa si es necesaria".

"No es éste un caso de eutanasia (acción u omisión encaminada a terminar con la vida de alguien que sufre). Se trata más bien de un caso de desproporción o intensidad desmedida del soporte vital en una enfermedad para la que no tenemos curación. (...) La paciente se hubiera muerto por su proceso y la medicina entiende que lo que corresponde en estos casos es cuidar hasta el final sin prolongar artificialmente la vida que se acaba".

Por otra parte, Centeno señala otro problema ético que se plantea aquí: "si es ético aprovechar la situación de sufrimiento de un paciente concreto para hacer campaña de la propia ideología favorable a la eutanasia".

Algunos partidarios de la eutanasia "se acercan al paciente, terminal o no, y con la colaboración de medios que comparten sus ideas, le ofrecen, en su situación, un protagonismo y un estrellato a los que es difícil no sucumbir. Al tiempo, intoxican la información y presentan como eutanasia lo que no es eutanasia; presentan como conflictivamente ético lo que es considerado buena práctica; y, en el colmo del provecho, inventan una discusión religiosa porque, de paso, sirve también al interés secundario de atacar una fe porque no es la suya y porque quien confía en Dios malamente servirá a su causa".
"No prestan en cambio su voz y sus medios a tantos otros pacientes terminales que podrían tener, con mejores cuidados paliativos, un final más adecuado, una muerte más digna".

Inmaculada Echevarría: ¿Se trata de eutanasia o no?
La retirada del respirador de Inmaculada Echevarría y la sedación terminal para aliviar los dolores de su agonía, con el resultado final de su muerte, ha provocado diversas reacciones e interpretaciones. Hay quien habla de eutanasia, de eutanasia pasiva, de suicidio asistido o de limitación del esfuerzo terapéutico.

Firmado por Aceprensa   
Fecha: 16 Marzo 2007
"ABC" es el medio que recoge un mayor número de opiniones al respecto. César Nombela, Catedrático de Microbiología, considera que "es imposible sustraerse a la idea de que el respirador supone la aplicación de un tratamiento, tan establecido y común como podría ser la alimentación mediante sonda gástrica o por vía parenteral, al enfermo incapaz de nutrirse de la forma normal. Es muy difícil, por tanto, evitar la conclusión de que lo que se ha practicado es una eutanasia, aun volviendo a insistir en el respeto a quienes piensan que simplemente se ha omitido una terapia desproporcionada".

En esa misma línea se pronuncia Alfonso López de la Osa, profesor de Derecho Administrativo, al decir que "es una constatación que la ejecución del acto, la desconexión, es un acto directo que tiene como fin inmediato acabar con la vida de una persona consciente".

Derecho a la retirada de un tratamiento

También en "ABC", José Miguel Serrano, profesor de Filosofía del Derecho, declara que tras el consentimiento para recibir el tratamiento del respirador, Inmaculada "mantenía su derecho a oponerse a tal tratamiento en cualquier momento", la decisión del Consejo Consultivo de Andalucía sería "correcta", aunque reconozca que "estamos en los límites".

Xavier Gómez-Batiste, presidente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos, afirma con fuerza que "no es eutanasia" porque "se trata de una decisión individual legítima de limitación del esfuerzo terapéutico", aunque reconoce que "este caso tiene características que lo hacen más impactante, por el hecho de que la relación entre el abandono de tratamiento es inmediata (y mediática), comparada con un enfermo que decide abandonar la hemodiálisis o no tratarse de una obstrucción intestinal". Miguel Bajo, catedrático de Derecho Penal, señala que esta muerte "no es punible porque existe un derecho a rechazar el tratamiento según el artículo 2.4 de la nueva Ley de Autonomía del Paciente". De modo que "al igual que un paciente hospitalizado puede rechazar en cualquier momento la ingestión del medicamento mediante una decisión racional, quien mantiene sus constantes vitales mediante aparatos técnicos puede igualmente oponerse a la conexión".

Enrique Molina, profesor de Teología Moral de la Universidad de Navarra, afirma que "retirar a un paciente en estado terminal los medios terapéuticos que le mantienen con vida, no puede ser considerado eutanasia: no se causa o induce directa ni indirectamente su muerte. La dificultad está en si los medios que permiten que conserve su vida son proporcionados o no al fin que se pretende. La respiración asistida es un medio que puede tener más de desproporcionado que de proporcionado", aunque "a la hora de la verdad, sólo quien conoce muy bien la situación médica del enfermo y su evolución pasada y previsible, está en condiciones de valorar el medio terapéutico, y, por tanto, si la actuación médica que lo retira, contando siempre con el paciente, es o no una eutanasia".

Manuel Gómez Sancho, director de la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Doctor Negrín, niega categóricamente la posibilidad de considerarlo eutanasia, porque "era una enferma y como tal tenía derecho a rechazar un tratamiento con el que no estaba de acuerdo. Pudo rechazarlo en su momento y no lo hizo, pero quizá este era el momento para hacerlo. Nadie puede ser obligado a someterse a recibir un tratamiento, salvo algunas excepciones y ninguna es el caso que nos ocupa".

El País recoge otras opiniones. Para Dolores Espejo, presidenta de la Fundación Bioética, "en este caso no se trata de un tratamiento médico sino de una medida de soporte vital. Es evidente que la eliminación de una vida es un modo desproporcionado para tratar el dolor, cualquier otra dolencia, o una minusvalía. Tampoco el sufrimiento de una persona justifica su eliminación". María Dolores Vila-Coro, titular de la cátedra de bioética de la Unesco, discrepa: "No es eutanasia liberar a la persona del aparato que la mantiene artificialmente, si lo desea, para que la naturaleza siga su curso y actúe por sí misma, cuando el proceso de muerte ya es irreversible. Al desconectar a Inmaculada no se abre ninguna puerta a la eutanasia pues todo depende del uso que se haga y del alcance que se le otorgue".

Otras opiniones

En una nota de prensa, la Federación de Asociaciones Provida ha manifestado "su profundo disgusto y preocupación por la muerte de Inmaculada Echevarría por tratarse de un claro caso de eutanasia pasiva, por omisión de un medio proporcionado y necesario".

Por otra parte, la plataforma Hay Alternativas, a través de su portavoz, la Dra.Gádor Joya, afirma que "hemos de evitar caer en la trampa que nos quieren tender los partidarios de la muerte, intentando aprovechar su caso para traer a debate el tema de la eutanasia, ya que el caso de Inmaculada podría enmarcarse dentro de un cuadro de limitación del esfuerzo terapéutico".

La retirada del respirador a Inmaculada Echevarría

Firmado por Juan Carlos García de Vicente  
Fecha: 21 Marzo 2007     Aceprensa

Durante los últimos días, hemos escuchado diversas tomas de postura de médicos y especialistas en bioética sobre el acierto de retirar el respirador artificial a la señora Inmaculada Echevarría. Para unos, era moralmente exigible retirar el respirador. Para otros no, porque equivaldría a realizar una eutanasia. Lo significativo es que todos ellos (al menos, todos a los que me quiero referir aquí) son contrarios a la eutanasia, que nunca está justificada. Tal concordancia es altamente positiva, y quizás no ha sido suficientemente valorada.

Lo que estaba en discusión no es si los sufrimientos de la señora Echevarría son útiles o inútiles, si su vida sigue mereciendo la pena o no... El punto es si estamos o no aplicando un medio de soporte vital proporcionado a la situación de esta paciente. Sobre esto es sobre lo que los diversos especialistas discrepan.

Por lo que a mí respecta, reconozco no tener más datos en este caso que los que ha dado la prensa. Y confieso que ahí radica mi principal perplejidad. Cuando vi la foto de la señora hace unos días, no me pareció que estuviera en la proximidad de una muerte inevitable. Estaba despierta, consciente, con una traqueotomía, podía conceder entrevistas y expresarse, tenía capacidad jurídica de decisión sobre sí misma... Era una persona viva y en relación activa con su entorno. Padeciendo, sin duda, una durísima situación de enfermedad, pero viva y dueña de su situación. Pensé que esa señora necesitaría mucha ayuda (psicológica, asistencial, espiritual) para vivir con dignidad, y esperé que pudiera recibirla. Porque lo que le faltaba es que encima la matasen: el rechazo más absoluto de la sociedad bajo un disfraz de compasión hacia ella.

¿Proporcionado o no?

Entonces, ¿ha estado mal "desconectarla"? Si hubiera más datos se podría juzgar acerca de la proporcionalidad o no de ese tratamiento. Pero no los hay. O mejor dicho, hay un dato que es de por sí demoledor: ella quiere morirse para evitar más sufrimiento inútil. Y le pide a los médicos que le ayuden a morirse. Eso es eutanasia. Porque eutanasia es una acción o una omisión que, de por sí o por la intención con que se realiza, busca provocar la muerte para eliminar los sufrimientos. Pero ¿seguro que es así de fácil, así de claro?... No.
La cosa que perturba este juicio es que "la ayuda a morirse" requiere quitar un medio de soporte vital del que ella depende desde hace años. Y como es un medio extraordinario (la gente no necesita respiradores para vivir: esa situación médica es siempre algo extraordinario), su estado se puede confundir muy fácilmente con las situaciones en las que se afirma, justamente, que los llamados medios desproporcionados pueden ser suspendidos sin incurrir en una acción éticamente mala.

Retirar el respirador podría ser renunciar a una medida desproporcionada de soporte vital. Insisto: podría; se trata de una hipótesis que debe ser estudiada a fondo y con todos los datos, en la sede adecuada que es la sede terapéutica y por los especialistas competentes. Es la pregunta acerca de si es razonable o no seguir manteniendo esta terapia teniendo en cuenta los beneficios que comporta, las cargas que conlleva.

Pero en este caso, la cuestión se ha planteado prácticamente desde los comienzos como una petición jurídicamente exigible de que la medicina colabore en poner fin a una vida. Eso es eutanasia. En cambio, la suspensión de terapias desproporcionadas no lo es. Además, el parecer de los médicos que a lo largo de tantos años han sido responsables de esa paciente no se ha tenido suficientemente en cuenta. ¿Acaso fueron tan inexpertos que no vieron que era un medio desproporcionado? A menos que el progresivo deterioro clínico de la paciente les lleve a preguntarse a partir de un determinado momento si ese medio no estará empezando a ser desproporcionado. Entonces es razonable plantearse si continuarlo o no, y eso es algo bien distinto de la eutanasia.

La zona gris

Aconsejé recientemente, a ciencia y conciencia, suspender el respirador a cierto paciente con una compleja patología de base, que llevaba una semana en la UCI con respiración artificial, que no se había recuperado nada en absoluto de un coma originado por una parada cardiorrespiratoria de varios minutos, al que intubaron en plena calle y llevaron al hospital. La medida (el respirador) se estaba demostrando ineficaz y desproporcionada. Falleció pocos minutos después de retirarle el respirador, acompañado de sus familiares y tras haber recibido los últimos sacramentos.
En medicina y en ética puede haber, y de hecho hay, situaciones que no son tan fáciles y tan claras como esa. Situaciones que se encuentran en una zona gris, en la que personas competentes juzgan que es mejor seguir un poco más, otras también competentes juzgan que es mejor esperar, y otras que es mejor desistir.

Esto pasa no sólo en medicina, sino en otros problemas de la vida misma, a todos los niveles: profesional, familiar, de relaciones amistosas... Situaciones en las que las personas, queriendo actuar bien, aconsejan una cosa u otra en razón de su diversa experiencia, su sensibilidad para captar las circunstancias de aquellos a los que afectarán sus decisiones, etc. Situaciones en las que todos desean acertar, y que no se resuelven colocando el cartel de buenos y malos. La discrepancia de pareceres pone de manifiesto precisamente que el tema es complejo, que ninguno quiere actuar mal, y que todos quieren acertar según su leal saber y entender.

Si algo se ha puesto de manifiesto en este debate, es que los mismos que rechazan la eutanasia por tratarse de algo gravemente indigno hacia los pacientes, reconocen como deber médico la limitación del esfuerzo terapéutico, cosa bien distinta de la eutanasia, renunciando a utilizar tratamientos médicos desproporcionados y que no den esperanzas razonables de beneficio a los pacientes. En esto todos hemos estado de acuerdo.

Juan Carlos García de Vicente
Juan Carlos García de Vicente es médico, doctor en moral y profesor de Bioética; miembro del National Catholic Bioethics Center (EE.UU.).