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Conversando con Carmen Moya
Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Valencia y especialista en medicina Preventiva y Salud. Delegada del Plan Nacional sobre Drogas en la Comunidad Valenciana.

Los datos expuestos expresan un panorama como para echarse a temblar.

Carmen Moya.-  Sin querer alarmar, sí llaman la atención porque se ha producido una bajada muy importante en la percepción de riesgo que tiene la sociedad, y los propios usuarios, sobre el consumo de drogas. Quizá porque ya no tenemos las pautas de consumo de años atrás, más vinculadas con la marginalidad y la delincuencia.

¿En estos últimos veinte años hemos ido a peor?

Carmen Moya.-  El fenómeno de las drogodependencias ha evolucionado, pero no a peor, sino de diferente manera. Basta recordar la percepción que teníamos hace veinte años: las drogas estaban entre las tres preocupaciones sociales, junto al terrorismo y el paro. Además, recordemos que junto con el consumo de heroína surgió una situación muy problemática vinculada con el sida, que llevó a la muerte a muchos consumidores. No creo que se deba analizar la evolución en términos de peor o mejor, sino que en este momento tenemos una situación distinta que se distingue por esa escasa percepción de riesgo.

Lo que supone una complicación añadida...

Carmen Moya.-  Contribuye a banalizar los consumos. No es para alarmar, pero sí para preocupar.

¿Por qué hay tan poca conciencia del peligro?

Carmen Moya.-  Son muchos los factores. El asunto de la delincuencia, la inseguridad ciudadana vinculada a los consumos, los robos, etcétera, de hace unos años configuraban una situación que ya prácticamente no se produce. El consumidor de hoy en día está integrado socialmente, salvo situaciones residuales; no tiene que delinquir ni sufre un evidente deterioro físico. Todo esto contribuye a diluir la percepción de riesgo. De ahí que debamos llamar la atención a padres y chavales y decirles que estas drogas no son inocuas. Todas tienen un papel lesivo para la salud.

El caballo mata, se decía hace años, y era evidente. ¿Hay que proclamarlo también con la coca?

Carmen Moya.-  Claro que mata. Además, como su consumo está vinculado al fin de semana y a la fiesta, hay quien piensa que no hay riesgo y que lo puede controlar. Eso es falso porque el poder adictivo de la cocaína está vinculado a la vulnerabilidad genética de las personas. A unos, la cocaína les lleva a padecer unos problemas psiquiátricos muy importantes y a otros les causa lesiones de tipo cardiocirculatorio. Acercarse a estas drogas, aunque sea con carácter experimental, es muy peligroso; se la juegan como en la ruleta rusa.

Lo que llama la atención también es que España sea el país de la UE donde más ha aumentado el consumo de cocaína y cannabis. ¿A qué se debe?

Carmen Moya.-  España y el Reino Unido encabezan este ranking. Los que se acercan a esta droga son jóvenes, en época de experimentación y en una sociedad de accesibilidad. Estamos hablando de porcentajes importantes, pero el grueso de los jóvenes no consumen drogas. El consumo del alcohol está mucho más extendido, pero no preocupa tanto a la sociedad.

Da la impresión de que hay una cierta laxitud en la prevención y en la represión de las drogas.

Carmen Moya.-  No es cierto. Hoy por hoy España es el país donde más cannabis se aprehende de toda la UE, aunque sí es verdad que somos un país de paso. Los efectivos policiales son eficaces, pero la entrada de droga hacia Europa por España es muy importante.

Pero quien quiere saber, sabe dónde encontrar la droga fácilmente.

Carmen Moya.-  Y debemos romper esta percepción...

Es algo más que una percepción.

Carmen Moya.-  Sí, sí, pero por eso hay que reforzar los comportamientos de los jóvenes y darles a conocer que se puede ser popular, se puede disfrutar y tener éxito sin necesidad de emborracharse ni tomar ningún tipo de drogas.

¿Qué se debe hacer, entonces?

Carmen Moya.-  Prevención y sensibilización social, especialmente en los ámbitos familiar, educativo y del grupo de amigos. Y hay que aportar información veraz, sencilla y sin crear alarmismo.

Fuente: Diario Vasco