CHRISTCHURCH, New Zeland, sábado, 18 febrero 2006 (ZENIT.org)
- Nuevos estudios confirman que las mujeres sufren graves efectos secundarios después de abortar. La primera víctima del aborto es el niño no nacido. Y durante años algunos grupos de mujeres y de activistas pro vida han llamado la atención sobre los efectos negativos en las mujeres implicadas.
Investigaciones recientes sobre el impacto psicológico del aborto muestran que aumenta el riesgo de problemas de salud mental, informaba el 3 de enero el Sydney Morning Herald. Un estudio neozelandés, llevado a cabo por David Fergusson de la Escuela Christchurch de Medicinas y Ciencias de la Salud, era descrito por el periódico como «el estudio más detallado a largo plazo hasta la fecha sobre una cuestión que divide».
Los resultados se basaban en el estudio de 1.264 niñas, desde su nacimiento en los años setenta. De estos, el 41% de las mujeres se quedaron embarazadas a los 25 años de edad y el 14,6% abortó, de un total de 90 embarazos que se llevaron hasta el final. El estudio se publicó en el Journal of Child Psychiatry and Psychology.
A la edad de 25 años, el 42% de las que habían abortado también habían experimentado una importante depresión – un 35% más fuerte de aquellas que habían elegido continuar con su embarazo. El riesgo de desórdenes de ansiedad subió en igual grado. Y las mujeres que habían tenido al menos un aborto tenían un índice el doble de alto de beber alcohol a niveles peligrosos en comparación con las que habían terminado sus embarazos. Las que habían abortado tenían tres veces más posibilidades de depender de drogas ilegales.
Fergusson afirmaba que su investigación estaba motivada por el deseo de mejorar el nivel de conocimiento científico en un área en la que existen pocas evidencias. Se describió como «un ateo, un racionalista y favorable al aborto».
Estos descubrimientos contradicen los resultados de otro estudio, publicado por la British Medical Journal el 28 de octubre. En su documento titulado «Depresión y Primer Embarazo no Querido: Estudio Longitudinal», Sarah Schmiege y Nancy Felipe Russo sostenían: «El poner fin a un primer embarazo no querido en comparación con seguir adelante con él no está directamente relacionado con un riesgo de depresión clínicamente significativa».
Schmiege y Russo, de la Universidad de Colorado y de la Universidad Estatal de Arizona, respectivamente, basaban sus conclusiones en un estudio de 1.247 mujeres en Estados Unidos.
Abuso infantil
No obstante, sus conclusiones fueron puestas en dudas por Julia Millington, directora de política de la organización ProLife Alliance del Reino Unido. Millington observaba que un cierto número de otros estudios publicados en revistas científicas han encontrado evidencias de problemas que derivaban del aborto. Citaba, por ejemplo, la investigación llevada a cabo en Canadá y publicada en el 2003 en la Canadian Medial Association Journal.
Algunos días después de que la British Medical Journal publicara el estudio de Schmiege y Russo, la revista médica Acta Pediatrica publicaba los resultados de una investigación que mostraba que las mujeres que han abortado abusaban físicamente más de sus hijos que las mujeres que no habían abortado.
Priscilla Coleman, profesora en la Universidad Estatal Bowling Green, llevó a cabo el estudio de un grupo de 581 mujeres de Baltimore con bajos ingresos, informaba el 3 de noviembre el Washington Times. Comparadas con las madres que no tenían historial de abortos inducidos, aquellas que habían abortado tenían un riesgo un 144% mayor de abusar físicamente de sus hijos.
Coleman observó que «un buen número de mujeres que tienen abortos» experimentan problemas de estrés y culpabilidad, sentimientos que pueden causar cólera. También observaba que las mujeres que han perdido a sus hijos por causas naturales pueden experimentar los mismos efectos psicológicos que las madres post-abortivas, pero los efectos generalmente no suelen durar.
Posteriormente, el 12 de diciembre, el periódico británico Telegraph informaba de un estudio noruego que también encontró estrés y culpa entre las mujeres que se habían sometido a abortos. Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Oslo, y publicado en la revista BMC Medicine, estudió un grupo de 40 mujeres que habían sufrido un aborto por causas naturales y 80 mujeres que habían abortado. Los investigadores entrevistaron a las mujeres 10 días, seis meses, dos años y cinco años tras el acontecimiento.
Las mujeres que habían perdido a su hijo sufrían más tensión mental a los seis meses de dicha pérdida. Pero las mujeres que habían abortado experimentaban más estrés mental en los intervalos de dos y cinco años.
Los efectos negativos del aborto no se limitan a la tensión mental. Un estudio francés de 2.837 nacimientos encontró que las mujeres que habían abortado previamente tenían un riesgo más alto de dar a luz prematuramente, informó el 15 de mayo el periódico Telegraph.
Las madres que habían abortado previamente tenían 1,7 veces más probabilidad de dar a luz a su bebé antes de la semana 28 de gestación. Muchos bebés nacidos en ese momento mueren poco después del nacimiento y un gran número de los que sobreviven sufren de graves discapacidades, indicaba el artículo.
Poca información
Más datos se encuentran en el informe preparado por el South Dakota Task Force to Study Abortion, presentado al gobernador del estado y al legislativo el pasado diciembre. Los comités del congreso y del senado del estado escucharon el testimonio de algunas mujeres que se habían sometido a abortos. Según el informe, «dieron su testimonio sobre cómo se deprimieron y se sintieron asaltadas por la idea del suicidio».
Casi 2.000 mujeres que habían abortado hicieron declaraciones detallando sus experiencias. Muchas mujeres informaron que se sintieron presionadas a abortar, en ocasiones por el padre del niño, pero también por otros. Además, muchas de ellas testificaron o informaron a los consejeros post-aborto que, si se les hubiera dado una información adecuada, no se habrían sometido al aborto.
Las evidencias también revelaban deficiencias en la forma en que se llevaron a cabo los aborto. Los datos proporcionados por el departamento de sanidad de Dakota del Sur revelaban que en el 2003, el último año con estadísticas disponibles, se llevaron a cabo 819 abortos en el estado. En 814 de las 819 operaciones, la única información dada a la madre embarazada sobre el niño no nacido fue simplemente su estado de gestación. En 813 casos de los 819, esto se hizo mediante una declaración grabada y las mujeres no tuvieron oportunidad de preguntar dudas al médico.
Según los procedimientos de una clínica de Planned Parenthood, descritos por testigos, el médico que va a practicar el aborto ve por primera vez a la madre embarazada en la sala de operaciones. Y esto sólo tras haber firmado el consentimiento y haber aceptado el someterse al aborto.
Falta de apoyo
Otro útil estudio sobre el aborto, publicado el pasado noviembre, es «Mujeres y Aborto: una Reseña Basada en Evidencias», de Selena Ewing. El documento fue publicado por Women’s Forum Australia. Ewing, una investigadora en el Instituto de Bioética Southern Cross, en Adelaida, revisó y resumió una amplia serie de investigaciones sobre el aborto.
Encontró que muchos abortos tienen lugar debido a una falta de apoyo a las mujeres embarazadas. Las preocupaciones financieras son la mayor motivación para abortar, porque muchas mujeres creen que continuar con su embarazo comprometerá sus planes de trabajo y estudio. Las mujeres, que tienen la preocupación de convertirse en madres solteras, sugieren, observa Ewing, una falta de apoyo de los hombres en muchos casos, y una falta de apoyo de la comunidad a la maternidad en soltería. El informe también encontró que el aborto se asocia de modo acusado con violencia doméstica y abuso de las mujeres.
Dados estos factores, Ewing sostiene que hablar del aborto como causado por embarazos «no buscados» o «no deseados» es una mala forma de acercarse a estos temas. Los estudios muestran que las mujeres embarazadas no creen que estos términos sean adecuados a la hora de describir su situación, sostiene Ewing. Además, las actitudes de las mujeres cambian durante el tiempo que dura su embarazo.
El estudio también contiene numerosas referencias a la investigación publicada sobre los efectos físicos y psicológicos del aborto. Sobre esto último, Ewing indica que el del 10 al 20% de las mujeres sufren de graves complicaciones psicológicas. Sobran evidencias, por tanto.
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