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La verdad de Soraya M. 

Director: Cyrus Nowrasteh  

Guión: Betsy Giffen Nowrasteh y Cyrus Nowrastehm. Intérpretes: Shohreh Aghdashloo, Mozhan Marnò, James Caviezel, Navid Negahban, David Diaan. 114 min. Jóvenes-adultos. (V)

En 1986, al periodista franco-iraní Freidoune Sahebjam se le avería su coche en Kapuyeh, una pequeña aldea montañosa de Irán, ya en manos del fundamentalismo islámico. Una mujer mayor le convence para que vaya a su casa y grabe una estremecedora historia que tiene que contarle. El periodista conoce así la dantesca tragedia de Soraya M, una joven madre de cuatro hijos, lapidada pocos días antes, víctima de una cruel conspiración.

Esta estremecedora y notable película del estadounidense Cyrus Nowrasteh se basa en el best seller internacional de Freidoune Sahebjam, que dio a conocer al mundo la lapidación de Soraya M. La cinta pasó por los festivales de Toronto y Los Ángeles y, en ambos, obtuvo el premio del Público.

Tanto el libro como el guión de la película –escrito por el propio Nowrasteh y su esposa Betsy Giffen– subrayan la inseguridad jurídica, el desprecio a los derechos humanos y la discriminación de la mujer en países islámicos donde se aplica la sharía, sobre todo aquellos en que siguen vigentes penas tan inhumanas como la lapidación pública: Irán, Somalia, Sudán, Irak, Emiratos Árabes Unidos, Afganistán, Pakistán…

Por otra parte, la cinta matiza sus críticas elogiando a la vez la religiosidad sincera y el sentido de solidaridad de tantos creyentes musulmanes. E incluso muestra cómo, detrás de algunos fundamentalismos supuestamente religiosos, se ocultan la codicia, la ambición de poder, la lujuria y otros intereses nada espirituales.

Sin hacerse notar demasiado –salvo en el espeluznante desenlace, seco y explícito–, Nowrasteh entrelaza con fluidez todos los hilos narrativos, sorteando con habilidad el maniqueísmo y la falta de matices. Lo logra casi siempre gracias al sobrio naturalismo de su cámara y a la excelente labor de todo el reparto, especialmente de la veterana Shohreh Aghdashloo y de la joven Mozhan Marnò, muy convincente en la sufrida piel de Soraya M. También Jim Caviezel está a gran altura en su breve aparición, donde confirma su poderosa presencia física y su profunda voz. Elogio especial merece la partitura de John Debney, tan sugerente e inquietante como la que compuso para La Pasión de Cristo.

 Jim Caviezel: Honrado, valiente, actor 
   
El actor norteamericano Jim Caviezel ha presentado en España La verdad de Soraya M., el terrible relato basado en un caso real sobre una mujer lapidada en Irán. En una rueda de prensa intensa e impactante, un actor dio una soberana lección de honradez y valentía en la defensa de la justicia y de los derechos de las mujeres en países donde sufren terribles discriminaciones.

Basada en una novela del periodista y corresponsal de guerra franco-iraní Freidoune Sahebjam (1933-2008), esta película cuenta la historia real de Soraya, una mujer iraní casada y madre de 4 hijos, que fue lapidada después de una acusación de adulterio y un proceso judicial vergonzoso, en el que quedó de manifiesto la indefensión de muchas mujeres en Irán, como en algunos otros países. La novela de Sahebjam se publicó en 1990 con el titulo La femme lapidée y tuvo mucho éxito.

El actor norteamericano Jim Caviezel (La delgada línea roja, La Pasión de Cristo) pasó por Madrid para hablar de una película en la que ha participado después de recibir la llamada del productor Steven McEveety (Braveheart, La Pasión de Cristo) para sustituir al actor en principio seleccionado, que había renunciado a trabajar en la cinta.

Pocas veces se asiste a una rueda de prensa con un actor en la que se escuchan palabras como las de Caviezel. El actor norteamericano de 42 años fue claro, sencillo y directo, no contemporizó.

Le preguntaron si no le parecía excesiva la dureza de la larga secuencia de la lapidación, si había estado en algún país islámico. Contestó que seguro que la secuencia supone menos sufrimiento que el que padeció la mujer que fue lapidada o las que lo han sido después. Caviezel señaló que había estado en países islámicos y encontró en ellos menos libertad que en otros.

La pasividad de los buenos

Caviezel explicó su presencia en la película: recordó lo que pensaba cuando era niño y le explicaron lo que ocurrió en Europa en los años 40. Hubo gente que prefirió contemporizar, como Chamberlain. Y hubo gente que se jugó la vida para que los nazis no triunfasen. “El mal –señaló– avanza si los buenos tienen miedo o dejan de actuar contra la injusticia por temor a afrontar dificultades, molestias o represalias”. Caviezel añadió que algo parecido ocurrió con el comunismo, que mantuvo esclavizadas a millones de personas en Europa mientras muchos buenos miraban para otro lado, contemporizaban o atendían a otros intereses.

Si el autor de la novela tuvo que pasar media vida escondido y mirando a su espalda por la fetua que se dictó contra él, a Caviezel no le parecía razonable dejar de exponerse a críticas o polémicas por hacer una película que pone de manifiesto una situación de injusticia e indefensión de muchas mujeres. “¿Hemos tenido problemas y amenazas? Sí, los hemos tenido”.

“No todas las películas polémicas son malas. Si respondes a preguntas sobre religión y política, la gente te etiqueta, pero al final, un hombre es lo que hace, seas de la religión que seas y con el fervor que quieras”.

La verdad de Soraya M. solo se había estrenado en Estados Unidos. Pasó por el festival de Toronto, donde ganó el premio del público. Ahora se estrena en España, con dos años de retraso. Está rodada en persa y la protagonista es la actriz iraní Shohreh Aghdashloo, candidata al Oscar por su trabajo en Casa de arena y niebla.

“Nuestra generación será recordada por su rebeldía pero también por querer salvar su propio pellejo. El hilo común de todas las guerras del siglo XX es la cobardía y no querer ver las cosas. La indiferencia es el mayor pecado del siglo XX”.

Sin levantar la voz, sereno y natural, advirtiendo que le encantaría que le llamasen para hacer buenas comedias, que no se le dan mal, Caviezel terminó diciendo que utilizó la fama que se supone que tiene para ayudar a que se hiciera la película.