May 10, 2011 (Zenit) - Una nueva ola de violencia interreligiosa en Egipto ha concluido con un dramático balance sangriento. Según la agencia AINA (Assyrian International News Agency, 8 de mayo), unos 12 coptos han muerto y otros 232 fueron heridos en el asalto desencadenado en la tarde del sábado 7 de mayo por algunos centenares de manifestantes salafistas – una corriente musulmana fundamentalista – contra la iglesia copta de San Minas, situada en el barrio de Imbaba, en la periferia noroccidental de la capital El Cairo.
Los manifestantes musulmanes habían pedido a gritos la liberación de una presunta convertida al islam – una joven llamada Abir, según revela AINA –, que según ellos la habrían tenido prisionera en el complejo de la iglesia, hecho negado, por otro lado, por el mismo gobernador de la provincia de Gizeh y por el padre Yohanna Mansour, de la diócesis copta de Gizeh. Después de las iniciales agresiones verbales, la situación degeneró rápidamente y empezaron a volar piedras y botellas incendiarias. Al final se llegó a las armas de fuego. En el ataque sufrieron daños, incendiándose, algunas casas y otras dos iglesias del mismo barrio, entre las que destacar una católica, como cuenta la agencia Fides (9 de mayo). “Un grupo de salafitas entró disparando en la iglesia y asesinó al padre de uno de nuestros postulantes, que está en Uganda”, contó a Fides el padre Luciano Verdoscia, misionero comboniano.
Según lo que cuenta el periódico egipcio Al-Ahram (8 de mayo), los incidentes se produjeron sólo pocas horas después de la aparición en un canal de televisión con sede en Chipre -Hayat Christian TV- de otra famosa presuntamente convertida al islam, Camelia Shehata Zakher. La mujer, esposa de un sacerdote copto, que junto a otra conocida “convertida”, Wafa’ Costantine, desde hace meses está en el centro de la polémica entre la comunidad musulmana y la copta, ha rechazado las declaraciones que hablan de su conversión al islam. En una grabación disponible en YouTube [1], la mujer, de veinticinco años, sostiene que pertenece a la iglesia copta y niega, además, haber sido torturada, como decían ciertos grupos musulmanes. “Soy cristiana por mi elección personal”, afirmó la mujer, que además se confesó “aficionada a la Iglesia”.
No obstante, la historia de la “conversión” de Shehata y Wafa’ Constantine -declarada “completamente falsa” por varios exponentes cristianos, entre los que está el islamólogo y jesuita Samir Khalil Samir (AsiaNews, 3 de enero)- continúa envenenando las relaciones entre las dos comunidades y a ser la causa del derramamiento de sangre. Basta pensar en el ataque terrorista contra la catedral siro-católica de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en la capital iraquí Bagdad, donde el 31 de octubre de 2010 murieron más de 50 personas, y en el atentado suicida del 1° de enero en Alejandría de Egipto, que provocó más de veinte víctimas cristianos.
En el tentativo de hacerse sitio en Egipto “post-Mubarak”, el movimiento conservador de los salafitas intenta sacar el mayor provecho posible de la cuestión de los presuntos convertidos. Mientras que antes se oía hablar poco de los salafistas, fue después de la caída del presidente Hosni Mubarak, sucedida el pasado 11 de febrero, cuando se volvieron “muy activos”. Como recuerda Al-Ahram, el grupo fundamentalista ha tratado, por ejemplo, de hacerse con el control de una de las mezquitas más grandes de la capital, la mezquita Nour (o Noor). Lo impidieron los militares, que consiguieron restablecer el orden.
Mientras que en las últimas semanas individuos o grupos salafistas han lanzado varios ataques contra iglesias coptas, el miércoles 30 de marzo, durante una sentada delante de la oficina del Consejo de Estado, en el corazón del Cairo, se lanzó una alianza para apoyar a los “nuevos musulmanes”, la Coalition for the Support New Muslims. Según los responsables, serían casi 70 los convertidos al islam que han sido secuestrados por los coptos. (ZENIT, 14 de abril de 2011).
Perfectamente sincronizados con la Pascua cristiana, los salafistas anunciaron su “programa” de diez puntos o “peticiones” con respecto a la Iglesia copta durante una manifestación que se desarrolló el pasado domingo 25 de abril, delante de la mezquita El Kayed Ibrahim de Alejandría. Entre las distintas peticiones está el “proceso a Papa Shenouda”, “la liberación de Shehata y Wafa’ Constantine”, y “la inspección de los monasterios y de las iglesias para buscar a mujeres musulmanas hechas prisioneras por la Iglesia” (AINA, 30 de abril).
Algunos testigos han contado que en el ataque del pasado sábado, algunos salafistas vestían según el estilo talibán. Según un residente del barrio de Imbaba, Saber Loutfi, que ha hablado con Coptic Free Voice, los responsables pertenecen a “los 3.000 jihadistas que han vuelto recientemente de Afganistán” (AINA, 8 de mayo). También la pobreza alimenta el extremismo, como ha declarado el padre Verdoscia a Fides. “El barrio de Imbaba es un área pobre y el fanatismo prospera donde reinan la ignorancia y la pobreza”, dijo. “Los salafistas son un grupo minoritario, pero que se hace notar, también con acciones violentas”.
El baño de sangre ocurrido en el barrio de Imbaba ha puesto en alerta al gobierno del primer ministro Essam Sharaf, que ha aplazado una visita a Bahrein y a los Emiratos Árabes Unidos y ha convocado una reunión de emergencia de su gabinete para discutir la situación. Por su lado, el ministro de Justicia, Abdel Aziz al-Gindi, advirtió de que el gobierno utilizará el “puño de hierro” contra los que amenazan la seguridad del país (BBC, 9 de mayo). También los militares parecen decididos a no dejarlo pasar. “El Supremo Consejo Militar -así se puede leer en la web de Facebook del organismo- ha decidido enviar a todas las personas arrestadas después de los sucesos de ayer (sábado), es decir a 190 personas, al Tribunal Supremo Militar (BBC, 8 de mayo).
También el Gran Muftí de Egipto, el profesor Alí Gomaa, intervino exhortando a todos los egipcios a “estar unidos para prevenir los enfrentamientos” (Reuters, 8 de mayo). Clara ha sido la reacción de Essam El-Erian. “Es necesario un cambio de vida contra esta violencia, no debemos permitir que esta gente arruine lo que hemos hecho en la Revolución de enero”, ha dicho el portavoz de los Hermanos Musulmanes (Al-Ahram). “El incidente de Imbaba demuestra claramente que algunas personas continúan actuando a escondidas para provocar los conflictos sectarios”, declaró El-Erian, haciendo alusión al partido del ex hombre fuerte de Egipto, elNational Democratic Party (NDP). Según los medios de comunicación egipcios, sería una “contrarrevolución” organizada de los restos de la formación política, disuelta oficialmente por la justicia egipcia el pasado 16 de abril.
Ni siquiera el obispo de Gizeh, Anba Theodosius, tiene dudas. “Estas cosas están planeadas”, declaró con amargura (AINA, 8 de mayo). “No tenemos ley ni seguridad, estamos en la jungla. Estamos en un estado de caos. Un rumor recorre toda la zona. Cada día es una catástrofe”, continuó el prelado, que no pretende ceder mínimamente a los extremistas. “No abandonaremos nunca nuestro país”, dijo con firmeza.
La Iglesia local también ha criticado a las fuerzas del orden. “El ejército no se opondrá a la gente que hace estas cosas. Quieren permanecer neutrales. La policía llega pero muy lentamente. Tiene miedo. No han sido suficientemente fuertes”, así ha declarado, en una entrevista concedida a Ayuda a la Iglesia Necesitada (9 de mayo), el obispo católico de Gizeh, monseñor Antonios Aziz Mina. Para el obispo no basta restablecer el orden. “No podemos hacer la paz y la reconciliación sin llevar antes a (esta) gente a la justicia. Sino la reconciliación será un teatro y los problemas seguirán existiendo”, continuó diciendo. Mientras en el barrio de Imbaba, la comunidad copta ha comenzado, según el periódico egipcio Al-Masry Al-Youm (8 de mayo), a formar grupos de autodefensa.
Para el padre Verdoscia, urge una reforma en el islam. “Según mi opinión -dijo a Fides- el islam debe evolucionar. Espero que los musulmanes moderados puedan distanciarse de determinadas lecturas del islam”. Según el comboniano, activo en Egipto desde hace años, “estos homicidios se producen cuando en el islam, una categoría de personas son declaradas ‘kuffar’ (infieles), pueden ser asesinadas o privadas de todos sus bienes. Las interpretaciones de este tipo deben ser revisadas por los mismos islámicos”.
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