Los últimos comunicados de ETA permiten asomarse a un paisaje inédito en la democracia española: el de una sociedad donde ya no hay unas personas que matan y amedrentan a otras para imponer sus ideas. Florencio Domínguez, redactor jefe de la agencia Vasco Press, autor de varios libros sobre ETA y uno de los mayores expertos en terrorismo, desvela algunas claves para entender los acontecimientos del presente y para intuir los del futuro.
Pamplona, 1984. Varios escolares contemplan los restos del coche bomba que acaba de hacer explosión junto a su colegio. En el atentado murieron dos policías: Juan José Visiedo y Tomás Palacín. La relativa perplejidad de los jóvenes es el resumen de una época que ahora parece llegar a su fin.
Diez claves en torno al fin de ETA
1. Las razones reales de la tregua
Los sucesivos comunicados de ETA podrían llevar a pensar que el alto el fuego responde a un análisis prolijo y documentado de los terroristas, pero su reflexión, si es que la ha habido, es únicamente uno de los motivos de la iniciativa, y ni siquiera el principal. “ETA ha llegado a la tregua arrastrada de las orejas”, lo resume Florencio Domínguez. Aunque los autores del comunicado en el que se anunciaba la “suspensión de acciones ofensivas” no lo admitirán nunca, las razones de más peso han sido estrictamente policiales: el descubrimiento de varios zulos en Francia, la desarticulación de la infraestructura portuguesa, la caída de varios comandos, la detención del responsable del aparato militar… Antes del comunicado, los terroristas llevaban 16 meses sin haber podido perpetrar un atentado en España. Ellos mismos habían hablado en documentos internos de una situación de “debilidad estructural”. “Por tanto, lo que hizo ETA con el comunicado de septiembre fue ponerle un lazo de colores al parón forzoso en el que estaba sumida desde septiembre, por mucho que traten de presentarlo como una decisión política”, insiste el experto. Lo que parece claro es que detrás de ese abandono de las armas no hay argumentos morales o éticos: entre 2007 y 2009, ETA abrió un debate entre sus presos y sus militantes, y la conclusión fue que había una voluntad mayoritaria de continuar con la violencia.
2. El nuevo paisaje político
Junto a esa debilidad operativa, hay otra razón de peso en el alto el fuego de los terroristas: el nuevo paisaje político que se abrió el 30 de junio de 2009, cuando el Tribunal de Estrasburgo ratificó la validez de la ley española que había desalojado a Batasuna de las instituciones. La sentencia dejaba nítidamente claro que ninguna de las sucesivas marcas electorales del mundo abertzale radical podría volver a la legalidad sin desmarcase de ETA. En ese sentido, la tregua también pretendía crear un ambiente propicio para que Batasuna promoviese su regreso a las urnas, como de hecho ha ocurrido. En resumen —explica Florencio Domínguez—, el objetivo del alto el fuego de ETA es doble: aliviarse de la presión policial y darle un marco de juego a Batasuna para que intente su legalización. Se trataría además de comprobar si esa segunda aspiración podría conducir a un proceso de negociación “clásico” (representantes de ETA y del Estado que se reúnen para estudiar posibles estrategias compartidas).
3. Una lucha de poder
A pesar de que el alto el fuego pretenda facilitar la vuelta a las instituciones, ni el comunicado ni las interpretaciones interesadas que se han hecho sobre él han podido ocultar la lucha de poder que vienen manteniendo ETA y Batasuna desde hace dos años. “Es una lucha por ver quién manda que aún no se ha resuelto”, asegura Florencio Domínguez. En general, casi siempre ha sido ETA quien ha llevado las riendas del llamado MLNV (Movimiento de Liberación Nacional Vasco). En 1987, después del atentado de Hipercor, hubo un “amago de pulso” cuando HASI —un partido que también había surgido en el caldo de cultivo del nacionalismo radical— trató de cuestionar el liderazgo de ETA. “Pero ETA era entonces una organización poderosa y la disidencia de HASI le duró un cuarto de hora”, añade Florencio Domínguez. “En cambio, ahora ya no es así. Ahora ETA ya no tiene la capacidad de imponerse a Batasuna. Por eso, desde finales de 2009, su principal estrategia ha sido la de ganar tiempo”.
4. La percepción de la derrota
Dice Florencio Domínguez que la citada “debilidad estructural” de ETA es ya una “debilidad crónica”, y que la sociedad española se encuentra ahora mismo en la mejor situación en la que ha estado nunca en relación con el terrorismo. Eso no quiere decir que los efectos de tantos años de actividad criminal vayan a desaparecer sin más. “Hay hechos que son irreversibles: ni los asesinatos ni el sufrimiento que ha provocado ETA tienen vuelta atrás”. Y añade, en ese sentido, que es muy importante que el terrorismo termine con la percepción social de que los terroristas han sido derrotados: “La idea que algunos tienen de que eso sea una cosa sin ganas, sin vencedores ni vencidos, es muy peligrosa. Un profesor de Irlanda del Norte, Henry Patterson, recordaba hace poco que al IRA le decomisaron las armas pero no la ideología, y que eso ha hecho posible que, aunque el IRA oficial haya abandonado las bombas y las pistolas, otros grupos con la misma ideología retomen las actuaciones terroristas. Si se salva la ideología que ha inspirado ETA, si no se cuestiona social y políticamente la justificación que ha tenido ETA para practicar el terrorismo, si no se percibe su derrota —incluso por su base social—, se puede mantener viva la llama para que otros vengan detrás y continúen la violencia”. A juicio del periodista de Vasco Press, han surgido en los últimos meses algunos proyectos interesantes. Uno de ellos lo ha promovido el Gobierno Vasco, que va a tratar de llevar a los colegios el testimonio de las víctimas. “Lo que hace el terrorismo es deshumanizar a las víctimas, por eso es importante que los niños les pongan nombres y apellidos, que sepan que tenían familia, sentimientos, proyectos vitales. No eran categorías abstractas, no eran enemigos del pueblo vasco”.
5. Una autocrítica de verdad
Ha habido algunos miembros de ETA muy significados que han hecho una autocrítica de su pasado: José Luis Álvarez Santacristina (Txelis), Joseba Urrusolo Sistiaga, Carmen Guisasola, Idoia López Riaño, Kepa Picabea, Rafael Caride Simón… Casi todos ellos formaban parte de la vanguardia de ETA hace veinte años y hoy cumplen condena en la prisión de Nanclares de Oca (Álava), cerca de sus domicilios. Sin embargo, se trata de casos más bien excepcionales. Florencio Domínguez cree que hay que trabajar para que todos los miembros de ETA “interioricen su derrota”, como ocurrió en Italia con los activistas de las Brigadas Rojas. “No basta con decir: ‘Lo dejo y, a partir de hoy, ya no mato más’. Hace falta una actitud crítica con el pasado. En el mundo de ETA ha existido siempre un planteamiento que podría resumirse del siguiente modo: ‘ETA tiene sentido hasta que yo lo deje. Lo que hemos hecho está justificado hasta que yo, que soy miembro de ETA, decido salirme de la organización. Y a partir de entonces, ya no’. Cada cual justifica su propia trayectoria. Hay que conseguir que quede en la memoria colectiva —también en la suya— que ETA no ha tenido sentido nunca”.
6. Volver a la vida civil
Algunos miembros de ETA se han acogido a beneficios penitenciarios y empiezan a disfrutar de una cierta normalidad en su vida cotidiana, al menos cuando se encuentran fuera de la cárcel. Uno de ellos es José Luis Álvarez Santacristina, Txelis, mencionado más arriba. Él fue uno de los miembros del colectivo Artapalo desarticulado en Bidart en 1992. Mientras estuvo al frente de la banda, ETA perpetró más de cien asesinatos. Sin embargo, poco tiempo después de ingresar en prisión empezó a cuestionar los medios y la estrategia de la organización, y sumó a su causa a otros presos relevantes. Florencio Domínguez cree que todos esos años de disidencia han amortiguado el malestar social que cabría esperar de su tercer grado penitenciario: “Txelis lleva quince años pidiendo el abandono de las armas y creo que eso se valora socialmente”. “El hecho de que él salga a la calle no suscita el rechazo que se produciría si abandonasen la cárcel otros presos. Por ejemplo, Idoia López Riaño, que no ha dicho ni mu, por mucho que haya firmado un papel en el que manifiesta su arrepentimiento”.
7. Divisiones dentro de ETA
Aunque ETA transmite de sí misma la imagen de una organización compacta y disciplinada, en 2008 estuvo totalmente dividida en dos facciones. Florencio Domínguez aclara que esa división no tenía su origen en las distintas posturas sobre el papel de la lucha armada o en un sofisticado debate político. Era una pura y simple lucha de poder. Por un lado estaban los representantes del llamado aparato político (Txeroki y Ata) y, por otro, los cabecillas de los aparatos logístico y militar (Thierry, Ainhoa Ozaeta y Jon Suberbiola). Los dos equipos se expulsaron mutuamente de la organización aunque al final fue la policía la que resolvió la crisis: al detener de golpe a todo el aparato político, dejaron al resto sin competencia. En la actualidad, parece que ha vuelto a haber consenso entre las personas que toman las decisiones. Florencio Domínguez no cree que Josu Ternera tenga el protagonismo que algunos le atribuyen. “En 2006, él sí que negoció las condiciones de la tregua, pero luego quedó marginado por los dirigentes que en ese momento estaban al frente de la banda”.
8. Los antecedentes
Para Florencio Domínguez, no es probable que en la actualidad se pueda copiar el modelo de ETA politico-militar: “La historia no se repite. ETA pm tomó la decisión de dejar las armas a cambio de medidas de reinserción social, y sin contrapartidas políticas. Eran todavía los años de la transición y en la sociedad había una disposición mayor hacia el perdón. Fue una maniobra que se hizo a costa de las víctimas. Hoy no sería posible repetir aquello. En primer lugar, porque ETA ha continuado desde entonces su actividad terrorista, y ha cometido varios cientos de asesinatos más. Y también porque las víctimas tienen hoy un papel social que se han buscado ellas mismas. Podrá haber un cierto margen de generosidad por parte del gobierno —los gobiernos siempre han ofrecido a ETA generosidad penal a cambio del abandono de las armas—, pero el guión que puso fin a ETA pm no resulta válido en la actualidad. ETA se ha cerrado todas las puertas en las tres últimas décadas”. Florencio Domínguez tampoco cree que haya nada imitable en el caso del IRA: “El IRA tomó la decisión de abandonar las armas cuando asumió que no podía ganar la guerra. En Irlanda hubo unas negociaciones y el IRA aceptó a finales de los noventa unas ofertas políticas que eran muy similares a las que se le habían hecho en 1973. Es decir: pasó más de veinte años provocando dolor para conseguir algo que hubiese podido conseguir ahorrando a todos esas dos décadas de muerte y destrucción”. Con todo, el experto cree que sí hay un patrón que se repite y que puede tener algunas consecuencias: la “interiorización de la derrota”. Esa fue la razón que movió a los responsables del IRA y también la que hizo cambiar de actitud en agosto de 2004 a Francisco Mujica Garmendia —número uno de ETA hasta su captura en 1992— y a otros cinco presos cualificados de la banda. “Ese es el principal factor de evolución de muchos miembros de organizaciones terroristas: la idea de que la derrota es más segura que la victoria”.
9. Las víctimas
“Las víctimas han sido un cero a la izquierda durante años”, afirma el experto en terrorismo. Más aún —añade—, hay muchas que han tenido que vivir en la clandestinidad. Y lo ilustra con un ejemplo concreto: “Hace unos meses leí las declaraciones de la viuda de un empresario asesinado tiempo atrás. Durante mucho tiempo, esa mujer prefería decir que su marido había muerto en un accidente de tráfico. Su caso es un reflejo dolorosísimo de toda una época de la sociedad vasca”. Hoy las víctimas tienen un reconocimiento social, aunque han tenido que trabajar mucho para conseguirlo. También la sociedad ha ido reaccionando, hasta deshacer por completo el mito del apoyo popular en el que se amparaban los pistoleros de ETA. Tasio Erkizia, uno de los dirigentes históricos de la izquierda abertzale, lo admitía hace dos meses: “Tenemos 700 presos, más presos que nunca, nos han prohibido la actividad política, nos han echado de la legalidad y la sociedad está mirando hacia otro lado”. A Florencio Domínguez también le parece elocuente que la mayor parte de la ciudadanía vasca haya asistido con despreocupación a las peripecias policiales y jurídicas de los terroristas: “Algunos temían que la persecución legal a ETA provocase una reacción social de rechazo, y se deteriorase la convivencia, y ardiera el País Vasco. Y lo que ocurrió fue que hubo una indiferencia social absoluta con respecto a lo que le estaba pasando a ETA y Batasuna. Y eso ellos lo acusan”.
10. El perdón
Florencio Domínguez cree que no habría que poner a las víctimas ante el “dilema moral” de perdonar o no a sus verdugos. “Lo que los terroristas tienen que hacer es reconocer el daño que han causado. Hay familias que han dicho públicamente que no perdonan. ¿Qué pasa con ellas? ¿Son los malos de la película porque no perdonan y porque reclaman justicia? Y también hemos visto a viudas que han perdonado en momentos durísimos, cuando aún no habían levantado el cadáver de su marido. Ha habido muchas víctimas que han mantenido un comportamiento moral intachable. Nunca han buscado venganza particular. De todos modos, el perdón de las víctimas es independiente del proceso jurídico y del castigo penal. Juan Pablo II perdonó a Ali Agca, pero las autoridades italianas lo mantuvieron en la cárcel el tiempo previsto. Son dos planos diferentes y en ningún caso hay que mezclarlos”.
Nuestro Tiempo N° 667 marzo - abril 2011 |