La parlamentaria afgana y profesora nos recibe en su casa en Kabul. Fue una de las pioneras en inaugurar una escuela femenina tras la caída del régimen talibán.
Lola García-Ajofrín, Kabul (Afganistán)
Farida Hamidi: Foto: Lola García-Ajofrín
Era un momento histórico en Nimruz (Afganistán). Tras cinco años de régimen Talibán (1996-2001), en los que la educación había estado prohibida a las mujeres, la primera escuela para niñas abría sus puertas. Ni las familias ni los vecinos estaban preparados para ello. A base de mano dura había calado el mensaje de que el lugar de las afganas era la casa. Aquel día, algunos hombres se acercaron a la escuela con sus rifles para recordarlo y encararon a Farida Hamidi.
La parlamentaria afgana y profesora nos lo cuenta en el elegante salón de su casa en Kabul, entre bandejas de frutos de secos estratégicamente colocadas en cada mesa. Esta profesora de 44 años, hoy una de las 69 diputadas con las que cuenta el Parlamento de Afganistán gracias a una cuota establecida por la Constitución en 2005, fue también la primera mujer en acercar la educación a las niñas en su región, una vez caído el gobierno talibán.
En 2010, su nombre volvió a saltar a la prensa gracias a la feroz campaña disputada entre ella y Freshta Amini por el asiento en el parlamento reservado a una mujer en su zona. La acogida fue tal que las dos resultaron vencedoras y arrebataron el segundo puesto a los hombres.
Es mediodía y Hamidi acaba de llegar del Parlamento, con elegante pañuelo negro y el maquillaje retocado. Antes de empezar la entrevista se quita los zapatos y se pone cómoda.
En 2010, la campaña en Nimruz entre Freshta Amini y usted fue realmente dura. ¿Cómo consiguió, siendo mujer, 3.480 votos, en una región tan pequeña?
No solo eso, mi resultado fue el mayor de la provincia incluso teniendo en cuenta a los candidatos masculinos. Cuando el régimen talibán terminó y Karzai se convirtió en Presidente ya mucha gente me conocía porque había sido la primera mujer en abrir una escuela de niñas.
¿Por qué decidió abrir la escuela siendo un momento tan difícil?
Porque pensaba que no podíamos dejar a las niñas sin educación. Antes de abrir la escuela, había enseñado a algunas niñas en mi casa. Las chicas venías de diferentes zonas y yo las daba clase. Después abrí la escuela. Conseguí 4.000 alumnas. Durante ocho meses fui la directora, entonces el gobernador provincial me pidió que dirigiera el Departamento de Asuntos de la Mujer de Badghis para defender los derechos de las mujeres allí.
A veces es peligroso intentar cambiar una sociedad. ¿Ha tenido algún problema grave por ello?
Cuando fui elegida directora del Departamento de Asuntos de la Mujer, y por tanto, para un área política, muchos de mis compañeros se opusieron a mi elección. He tenido muchos problemas en mi trabajo, muchos estaban en contra de mí por ser mujer, pero seguí y seguí y cuando llegó el momento, me presenté al Parlamento. Había trabajado mucho con las mujeres y fue por esto que me pidieron que me presentara. Tenía gente que me apoyaba pero otra que me decía: “Si te presentas, te matamos”. Poco a poco he ido ganándome el apoyo de la gente.
Hábleme de ese primer día en el que empezó a funcionar la escuela para niñas.
Había grupos de hombres armados que vinieron a la puerta del centro con sus rifles. Me encaraban diciendo que por qué tenía que cambiar las cosas, que por qué abría una escuela para niñas en Afganistán, que dejase todo como estaba. Era una sociedad muy sexista. Esto se fue solucionando gracias al imán de la mezquita que me ha ayudado mucho. Cuando iban a reza, explicaba a los padres que debían enviar a sus niñas al colegio. Gracias a esto, las familias empezaron a aceptarlo.
Estos días se ha hablado mucho del caso de niñas envenenadas en las escuelas, ¿en su provincia ha habido problemas?
Diría que hace unos años la situación era más fácil que ahora, porque la gente quería la paz, pero en los últimos tres o cuatro años los problemas de seguridad están aumentando.
¿Cree que después de 2014, cuando salgan las tropas de la OTAN, la situación podría empeorar?
Si la ISAF nos apoya en tres categorías: militar, seguridad y policía, no tendría porque haber problemas pero si no lo hacen, entonces, sí que los habrá. Hoy tuve una reunión en el Parlamento sobre la situación después de 2014. Y consideramos que si ellos nos apoyan en estos tres niveles no habrá problemas, pero si no lo hacen, entonces sí y perderemos el tiempo empleado en estos diez años. Y habrá ataques a nuestros vecinos, como los que está habiendo en la frontera con Pakistán.
Y si los talibán vuelven al poder...
Espero que no vuelvan, ellos no aceptan los derechos de las mujeres ni quieren que mujeres, como en mi caso, estemos en puestos de poder.
Pero, ¿y si ocurriera?
Primero, es imposible, pero si vuelven, ellos no quieren a las mujeres, no aceptan que las mujeres estén en puestos institucionales, entonces, tendré que dejar Afganistán y la situación volverá a ser la de antes, las mujeres tendrán que dejar sus trabajos y estar retenidas en casa. Muchas se marcharán de Afganistán.
Uno de los problemas más graves que aún soportan las mujeres en Afganistán es la violencia machista (el 87%), ¿cómo es posible combatir esto?
La educación es la pieza principal para cambiar las cosas. Las familias que permiten que sus hijas vayan a la escuela cambian radicalmente. Estamos intentando en mi provincia educar en esto y rescatar a las mujeres de este problema tan grave. Y la única cosa que realmente puede conseguirlo es la educación. Sin educación no podemos hacer nada. Hay mujeres que ni conocen sus derechos.
Hay quien considera que pese a las sumas de dinero que, se dice, se han dedicado a Afganistán, los cambios han sido pocos y lentos. ¿Por qué cree que esto es así?
Porque la mayoría del dinero que viene a Afganistán en nombre de ayuda se emplea en salarios muy altos para ellos, en su seguridad. Se están gastando el dinero para Afganistán en ellos mismos. Un dinero que tendría que ser para reconstrucción del país. Pero en los niveles más altos hay mucha corrupción. Muchos países dicen que se han invertido millones de dólares en Afganistán pero aquí se están empleando muy poco. Esto es por lo que los cambios que se están produciendo son tan pocos. Prometieron reconstruir Afganistán pero esto no se está haciendo.
La diputada Fawzia Koofi ha anunciado que se presentará a la presidencia en 2014. ¿Cree que Afganistán podría ver pronto una mujer presidenta?
No sabemos cuándo, pero la mujer afgana tiene el derecho. No sé cuando, no puedo verlo. Si todavía hay gente en mi provincia y en el Parlamento en contra de mí porque quieren a un hombre. Es muy pronto.
En 2008, se decía que era muy pronto para que Estados Unidos tuviera un presidente negro y venció Obama.
Aquí hace falta tiempo. Ojalá.
06/08/12
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Esclavas de un sistema judicial machista en Afganistán
Las cortes tribales locales de Afganistán resuelven la mayoría de casos penales y civiles del país. Unos tribunales que suelen mostrarse en contra de las mujeres con prácticas tan brutales como el "baád", el trueque de niñas y jóvenes para resolver una disputa entre familias.
Jean MacKenzie | GlobalPost
El sistema judicial afgano está plagado de dolorosas historias de cientos de mujeres que han sido sometidas a los tribunales tribales de “justicia”: encarceladas injustamente, comercializadas como si fueran mercancías y a menudo objeto de abusos en cada paso de su camino. Foto: GlobalPost
En diciembre de 2001 la ofensiva liderada por EEUU obligó a los talibanes a desperdigarse por las montañas de Pakistán, y la comunidad internacional acudió rápidamente a Kabul con las mejores intenciones.
Uno de sus objetivos principales era reformar el sector judicial afgano. Y se adentraron en dicha tarea con una confianza que rayaba la arrogancia, que se sumaba a un problemático desprecio hacia las estructuras legales ya existentes, por muy precarias que fueran.
En poco más de dos años, Afganistán tenía una Constitución nueva; programas de formación para jueces y abogados, y organizaciones internacionales que estaban ganando millones de dólares dando servicios al gobierno de EEUU en su intento de lograr sentido a todo el entuerto.
Diez años más tarde, estos esfuerzos se han convertido en una “industria del Imperio de la Ley” de unos 1.000 millones de dólares, como lo califica un especialista legal internacional que ha pasado varios años en Afganistán.
No resulta fácil conseguir cifras exactas dado que hay muchos actores y programas implicados en este “sector”. Pero un informe del Servicio de Investigación Congresional de EEUU de noviembre de 2010 establece que la financiación total del “Imperio de la Ley” entre los años fiscales 2002 y 2010 fue de 904 millones de dólares.
Esto significa que en los últimos ocho años se habrían gastado anualmente un promedio de 110 millones de dólares en intentos para mejorar el sistema judicial afgano.
Y ha sido un esfuerzo ampliamente fallido, según los expertos legales y defensores de derechos humanos que trabajan en Afganistán.
EEUU ha hecho cuanto ha podido para mejorar el sistema judicial del Gobierno central en Kabul, pero se ha dado cuenta recientemente de que los altos niveles de corrupción e incompetencia en el sistema judicial nacional hacen que sea casi imposible acometer su reforma.
En consecuencia, EEUU ha dirigido su punto de mira hacia las cortes tribales locales, en donde se atienden prácticamente la mayoría de los casos penales y civiles en Afganistán. Durante este año fiscal se destinarán 15 millones de dólares a intentar trabajar con esas estructuras locales.
Pero la iniciativa no está exenta de problemas: estas cortes tribales suelen mostrarse demasiado a menudo en contra de las mujeres, y continúan utilizando prácticas tradicionales como el “ba’ad”, el trueque de jóvenes y niñas como manera de resolver disputas entre las familias.
Algunos de los beneficiarios de la generosidad de la “industria del Imperio de la Ley” son Tetra Tech DPK Consulting y Checchi and Company Consulting, dos compañías especializadas en ofrecer servicios de formación legal en los países en desarrollo.
Ambas empresas han sido contactadas para realizar este reportaje, pero declinaron participar alegando que USAID no aprueba que sus colaboradores hablen con los medios.
Estas firmas tienen una amplia experiencia trabajando en sociedades en desarrollo, y ambas intentan mostrar la mejor cara de lo que es, sin duda, un encargo muy complicado.
Tetra Tech DPK Consulting, con sede en San Francisco, trabaja como el sector formal (estatal). Según su página web, se encarga de ampliar “el imperio de la ley en Afganistán… aumentando la concienciación legal de los ciudadanos a través de sus actividades de información pública".
"Mediante programas diseñados cuidadosamente para promover los derechos humanos y el acceso a la justicia, actitudes y percepciones anticuadas que en el pasado han dificultado el desarrollo de una sociedad más abierta y justa están empezando a cambiar lentamente”.
Checchi, que tiene su sede en Washington D.C., trabaja con el sector informal. Se muestra igual de optimista en su propaganda oficial.
Su página web proclama orgullosamente: “Como socio de implementación de este componente clave del nuevo Programa de Estabilización del Imperio de la Ley de USAID en Afganistán, Checchi trabaja con el Gobierno afgano y ONG afganas para facilitar el acceso inmediato a la justicia a través de mecanismos de resolución de disputas basados en las comunidades, en distritos del sur y el este del país.
Entre otras actividades, los asesores de Checchi están trabajando con los ancianos de las comunidades y con destacadas figuras estatales para fortalecer y restablecer los sistemas de la jirga (consejos de ancianos) y la shura (consejo líderes religiosos) para solucionar disputas, así como ayudar y facilitar el acceso a los sistemas de la justicia formal cuando es apropiado”.
Pese a los millones de dólares que se han desembolsado, hay voces que señalan que la corrupción persiste y que hay pocas evidencias reales de que se estén produciendo avances sustanciales.
Pero con tantas empresas subcontratadas haciendo negocio, los críticos dicen que hay pocos incentivos para cuantificar si se ha producido algún avance verdadero, si es que se ha producido alguno.
“Ha sido un gasto de dinero absolutamente vergonzoso”, denuncia Rebecca Gang, que trabajó durante dos años como consultora de Justice and Rule of Law at the Afghanistan Research and Evaluation Unit (AREU), un instituto de investigación independiente con sede en Kabul. “Los proyectos de aplicación de la ley han sido acaparados por la industria. Del modo en que se ha diseñado el sistema hay un incentivo negativo para que haya avances”.
A medida que han ido pasando los años y la corrupción se ha convertido en un factor aún más presente en cualquier evaluación del Gobierno afgano, a muchos les resulta claro que la reforma del sistema judicial ha fracasado.
14/03/12
noticias.lainformacion.com
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No te atrevas a huir de tu maltratador en Afganistán o acabarás en la cárcel
Esta es la amenaza real que pesa sobre cualquier mujer afgana que escape en busca de su dignidad. Human Rights Watch denuncia que Afganistán mantiene en prisión a 400 mujeres y niñas por haber cometido “crímenes contra la moral”.
María Torrens Tillack
Los peores países para ser mujer -Foto: TrustLaw / Getty / lainformacion.com
Apuñalada, quemada, violada, obligada a casarse con quien no quiere o vejada de cualquier otra forma. ¿Víctima? En Afganistán, no.
Parwana tiene 19 años. Cuenta que la condenaron por “escaparse” después de huir de un esposo y una suegra que la golpeaban: “Tengo el hígado totalmente negro por culpa de mi esposo… Si hubiera sabido lo de la prisión y todo lo demás, me habría tirado al río para suicidarme”.
“Voy a intentar independizarme y divorciarme de él. Odio la palabra ‘esposo’”, añade esta joven afgana encarcelada, que ha hablado con la ONG Human Rights Watch (HRW).
La organización humanitaria exige al Gobierno de Hamid Karzai que ponga en libertad a mujeres y niñas encarceladas en su país por los llamados “crímenes contra la moral”.
Se trata de un “encarcelamiento injustificado de mujeres y niñas, quienes no son las responsables de delitos, sino las víctimas”, subraya la organización humanitaria después de entrevistar a 58 prisioneras de distintas cárceles y centros de detención de menores afganos.
Parwana no es el nombre real de una de estas víctimas, pero sí lo es su testimonio. HRW calcula que son aproximadamente 400 las afectadas.
Casi todas las niñas en centros de detención de menores entrevistadas en Afganistán habían sido detenidas por “crímenes contra la moral”, mientras que alrededor de la mitad de las mujeres en las prisiones afganas habían sido detenidas por los mismos cargos, afirma Human Rights Watch.
“Estos ‘crímenes’ generalmente son por haber escapado de un matrimonio forzado ilegalmente o la violencia doméstica”, indica un informe de 120 páginas titulado ‘Tuve que escaparme’: Mujeres y niñas encarcelas por ‘crímenes contra la moral’ en Afganistán.
Algunas mujeres y niñas han sido condenadas por cometer una zina, practicar el sexo fuera del matrimonio. Pero ni siquiera han sido adúlteras por su propia voluntad, sino que en realidad han sido violadas u obligadas a prostituirse.
Diez años después de los talibanes
La organización humanitaria pide a Estados Unidos y otros países donantes de Afganistán que presionen para su liberación.
“Es sorprendente que, diez años después del derrocamiento de los talibanes, siga habiendo mujeres y niñas encarceladas por huir de la violencia doméstica o el matrimonio forzado”, señala Kenneth Roth, director ejecutivo de Human Rights Watch.
“No se debe encerrar a nadie por huir de una situación peligrosa, incluso cuando ocurra en su hogar. El presidente Karzai y los aliados de Afganistán deben actuar con decisión para poner fin a esta práctica abusiva y discriminatoria”, añade Roth en un comunicado de la organización.
Las mujeres y las niñas entrevistadas por Human Rights Watch describieron abusos como matrimonios forzados y de menores, palizas, apuñalamientos, quemaduras, violaciones, prostitución forzada, secuestros y amenazas de asesinato.
Prácticamente ninguno de los casos ha conllevado una investigación del abuso, mucho menos un enjuiciamiento o un castigo, denuncia la organización. En diciembre pasado, el Gobierno de Karzai indultó a una mujer encarcelada por haber sido violada.
Leyes contra la mujer
Algunas de las mujeres entrevistadas por Human Rights Watch habían acudido a la policía pidiendo ayuda. En cambio, fueron detenidas. Fiscales que ignoran pruebas, confesiones forzadas sin abogados presentes y “firmadas” por mujeres que no saben leer ni escribir… estos son los abusos de las autoridades afganas, según HRW.
Huir no es un delito contemplado por el Código Penal afgano, oficialmente el acosador o violador es el delincuente. Pero en la práctica la Corte Suprema de Afganistán ha ordenado a los jueces que traten como delincuentes a las mujeres y las niñas que huyen, denuncia HRW. La zina es un crimen en virtud de las leyes afganas, que puede castigarse con hasta 15 años de prisión.
Por si esto fuera poco, los hombres pueden declararse simplemente divorciados. A las mujeres “se [les] dificulta extremadamente”.
El Gobierno afgano se comprometió a reformar estas leyes en 2007, en el marco de su Plan de Acción Nacional para la Mujer en Afganistán, y un comité de expertos redactó una nueva ley de la familia para mejorar los derechos de la mujer. Sin embargo, esta nueva ley lleva paralizada en el Gobierno desde 2010, sin ninguna muestra de avance en su aprobación, denuncia HRW.
29/03/12
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