Las víctimas son nueve alumnos, tres profesores y otras tres personas. El autor de la masacre, un ex alumno del centro que tenía un arsenal de armas en casa, se ha suicidado tras verse acorralado y quedar herido por la Policía. El francotirador quería matar a mucha más gente ya que contaba con mucha más munición en el arma.
Europa, escenario de varias matanzas escolares Berlín. (EFE).- Un joven de 17 años, de familia acomodada y con un arsenal en casa y un gran amor por las armas, ha perpetrado una matanza con un saldo de 17 muertos, incluido el propio protagonista, al abrir fuego contra sus ex-compañeros de escuela y continuar luego los disparos en el aparcamiento de un centro comercial donde le acorraló la policía y se suicidó.
La ciudad de Winnenden, una localidad de 25.000 habitantes del próspero sur de Alemania, se vio sacudida por esta nueva masacre escolar, en la que murieron nueve estudiantes de entre 14 y 15 años y tres profesores del colegio de Albertville, así como un hombre a las afueras del centro y dos transeúntes que se vieron envueltos en el tiroteo del supermercado.
El autor de la masacre, identificado como Tim Kretschmer por el diario ‘Bild’, se suicidó tras verse acorralado y herido y constatar que no tenía salida posible, según informó la Policía. En un primer momento se había dicho que el joven había muerto abatido por la policía. De hecho, el francotirador aparentemente quería matar a mucha más gente ya que contaba con mucha más munición en el arma.
La masacre empezó sobre las 09.30 de la mañana, cuando el joven irrumpió en plena clase del que había sido su centro escolar enmascarado y vestido con uniforme de combate negro, y abrió fuego indiscriminada y sucesivamente en varias aulas.
La escuela de Albertville, un gran centro de enseñanza media con un millar de estudiantes a unos 20 kilómetros de Stuttgart, la capital de Baden Württemberg, se convirtió en un escenario de pánico.
A esta matanza dentro del centro escolar siguió una víctima más a la salida del recinto, además de una larga huida por el centro de la ciudad de Winnenden, primero, hasta terminar en un supermercado de la vecina localidad de Wendlinger, a unos 40 kilómetros del anterior, donde finalmente el agresor fue acorralado por la policía.
Un poderoso contingente policial acordonó la escuela y procedió a su evacuación, entre dramáticas escenas de los familiares de los escolares, que acudieron al recinto en cuanto saltó la noticia por los medios locales y nacionales.
A la confusión de las primeras horas siguieron una serie de noticias contradictorias, que tan pronto situaban al joven agresor secuestrando un automóvil, con un rehén, como tiroteado por la policía o suicidándose en algún punto de la región.
Mientras continuaba el goteo informativo, el joven secuestró al conductor de un vehículo, que liberó posteriormente para continuar su fuga en solitario. Se abrió así una larga persecución, con centenares de policías en vehículos policiales y también helicópteros.
El acoso terminó en Wendlinger, donde se produjo un último tiroteo, con el resultado de dos muertos más. En ese momento, el joven, viéndose acorralado y herido en la pierna por un disparo de la policía se disparó en la cabeza, quitándose la vida en el acto.
El joven se proponía matar más
"La cantidad de municiones no disparadas que tenía en su poder indica que se proponía mucho más", informó el director de policía Ralf Michelfelder.
El ministro del Interior del estado federado de Baden-Württemberg, Heribert Rech, dijo que el joven apuntó deliberadamente a la cabeza de la mayoría de las personas que asesinó en la escuela Albertville de Winnenden. "Llama la atención que matara primeramente a las chicas", agregó, aunque eso no permite sacar conclusiones sobre los motivos que pueda haber tenido.
Un arsenal en casa
Aún antes de este desenlace, los medios alemanes habían difundido las primeras pinceladas del entorno familiar de adolescente, según las cuales en casa del muchacho, que fue acordonada y tomada al asalto por la policía tras el primer tiroteo, había 18 armas.
Fuentes policiales confirmaron posteriormente este extremo, así como que se trataba de un caso de posesión legal de armas. El muchacho era hijo de un destacado empresario de la región y había dejado la escuela dos años atrás, al parecer con notas correctas y sin que el profesorado hubiera apreciado nada anormal en su comportamiento.
Seis horas después de la masacre todavía no se retiraron los cadáveres del lugar de los hechos. Ante la escuela había esta tarde todavía una docena de vehículos policiales y de la Cruz Roja, mientras varios helicópteros sobrevuelan la zona.
La matanza sacudió a Alemania. La canciller Angela Merkel expresó su "más profunda conmoción" y sus condolencias a los familiares de las víctimas, lo mismo que el presidente federal, Horst Köhler, y el primer ministro de Baden Württemberg, Günther Oettinger.
Este suceso trajo a la memoria otra matanza similar, en 2002 y también en suelo alemán, en una escuela de Erfurt (este del país), en que otro ex alumno irrumpió armado hasta los dientes en un colegio y mató 16 personas, para suicidarse finalmente en una de las aulas.
La masacre en la escuela alemana tiene, asimismo, otros dos dramáticos y recientes precedentes en colegios europeos, concretamente en Finlandia.
Justamente hoy, el gobierno de Helsinki había presentado una propuesta para endurecer la Ley de Armas, a raíz de las masacres en los centros educativos de Jokela y Kauhajoki en 2007 y 2008, en las que murieron 20 personas a manos de dos estudiantes.
En la más reciente, de septiembre de 2008, un estudiante de hostelería de 22 años asesinó a diez personas a tiros en Kauhajoki antes de suicidarse.
Diez meses antes, otro estudiante de 18 años, Pekka-Eric Auvinen, asesinó con su pistola a ocho personas en un instituto de Jokela, antes de pegarse un tiro en la cabeza.
En ambos casos, como asimismo en el de Erfurt, se trataba de aficionados a vídeos de juegos violentos.
La Vanguardia
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