Con motivo del estreno de su último film sobre san Josemaría Escrivá, Encontrarás dragones, el cineasta británico Roland Joffé nos ha recibido para contestar a nuestras preguntas. Tiene muy claro lo que quiere responder. Él, agnóstico y de izquierdas, habla de Dios y de la vida mirando a los ojos, con la solidez de un hombre que se toma la vida en serio
Juan Orellana con Roland Joffé
¿Por qué no ha querido hacer un biopic al uso sobre san Josemaría Escrivá?
No quería hacer un biopic, porque es algo muy limitado, y creo que es un problema hacerlo con un santo como Josemaría. Si hacemos que él sea el centro de la película, entonces podemos perder de vista el mundo que le rodea, que es el lugar donde expresaba su santidad. Todo el trabajo de Escrivá tenía que ver con la presencia de Dios en lo cotidiano. Me di cuenta de que era necesario tomar eso muy en serio, como si estuviera Josemaría delante de mí diciendo: «Quiero que muestres cómo yo me relacionaba con el mundo». Además, su énfasis en que todo ser humano es capaz de ser santo, me obliga a centrarme en otros personajes.
¿Por eso usted ha preferido crear un personaje de ficción, Manolo, que hace de contrapunto?
Efectivamente; lo primero que hice fue instruirme en el tipo de realidad con la que trataba Josemaría, y eso requirió que hubiese unos personajes ficticios, pero que fueran creíbles en lo que hacían. Lo importante para mí era hacer justicia a Josemaría, honrarle, creando una historia que demostrara su idea de santidad. Si el hecho de perdonar a otro el dolor que te ha causado es una acción santa, y en mi opinión lo es, ¿no es maravilloso poder hablar de esa acción llevada a cabo por Manolo, un hombre que se profesa ateo, pero al que se le presenta un momento en que tiene que elegir? En este sentido, la historia ficticia hace justicia a la vida real de Josemaría Escrivá. Creo que esto hace que la película sea más viva, más disponible que un mero biopic.
¿Y cuál era esa realidad con la que trataba san Josemaría?
A medida que vivimos, estamos afrontando preguntas que la vida nos hace, y en ese sentido tendremos que decir que un santo también se estará enfrentando a preguntas particulares que tendrán que ver con las circunstancias históricas y geográficas de su tiempo. Y ¿cuáles eran las circunstancias históricas de la vida de Escrivá? ¿Qué preguntas le estaba lanzando la vida? Escrivá era un joven que estaba pasando por su formación espiritual en los comienzos de una guerra civil. Pero, además, vivía un momento muy específico de la historia humana: a finales del XIX y principios del siglo XX, se había difundido la producción en cadena, la industrialización… Todos pensamos en la producción en serie de Henry Ford, pero nos olvidamos de algo: que también fue la era de la política en serie. Por primera vez, a los seres humanos se les pedía que fuesen como esos coches fabricados en cadena, políticamente hablando, tanto en la derecha como en la izquierda. Y esta rigidez empezó a dictar: «Si no sigues exactamente lo que se espera de ti, estás fuera, eres una mala persona». Esto tardó poco en convertirse en: «Eres un traidor, un enemigo». En el otro polo se decía: «Si no sigues estos principios, eres débil, no puedes llegar a ser un superhombre». Por tanto, en ese momento, Josemaría se enfrentó a un problema emocional y político muy importante. Y la respuesta de este joven cura fue trabajar muy duramente por defender la idea del libre albedrío. Es como si dijera: «Dios te ha dado el intelecto, y con ese intelecto viene una responsabilidad por tus acciones. Puedes decidir después de examinar tu conciencia detenidamente; después de muchas preguntas, puedes decidir actuar políticamente de una forma u otra. Pero debes aceptar una responsabilidad personal por lo que decides y ante los ojos de Dios. No se te exime de la responsabilidad sobre las consecuencias de lo que has hecho». Por tanto, no es suficiente decir: «Debería hacer esto, porque es lo que el Partido me pide». Eso es arrebatarle a uno su voluntad, su libre albedrío. Y además, ¿por qué sacrificar la libertad cuando es un don de Dios? Es muy llamativo que personas como Richard Dawkins o Christopher Hitchens, cuando atacan a la religión, hablan de las persecuciones a causa de la religión, lo cual es obvio que fue una equivocación, pero pasan muy por encima del hecho de que la persecución política -en los años de los que estamos hablando- dejó muchos más muertos que la persecución religiosa en toda la historia de la Humanidad.
Cuando estrenó La misión, muchos dijeron que era pro Teología de la liberación. Ahora, muchos van a decir lo mismo respecto al Opus. ¿Cuál es su posición real respecto a la fe católica y a la Iglesia?
Mi visión de la Iglesia católica es una mezcla de preguntas objetivas y una gran admiración. Es una gran empresa, la empresa de descubrir nuestra relación con Dios. Un empeño tan importante como el de la ciencia, que trata de entender cómo funciona el mundo material y físico. Hay una falsa oposición entre Iglesia y ciencia, entre fe y ciencia. Son distintas maneras de abordar la realidad, y hay ciertas cosas que deben abordarse con una, pero no con la otra. Pero sí ocurre una cosa extraordinaria: a medida que la ciencia entiende más y más acerca de la complejidad de la realidad, se acerca más y más al sentido de lo sobrenatural. La física cuántica nos ha llevado a un punto en que no se puede evitar plantearse problemas o dudas teológicas. Por tanto, no veo oposición, creo que el trabajo de la Iglesia es rico y complejo, metafórico, que habla un idioma distinto al de la ciencia, pero que no necesita tomar prestado el lenguaje de la ciencia. Creo que la idea de los que dicen que la fe es un reducto de superstición de los tiempos antiguos es un punto de vista extremadamente ignorante.
Roland Joffé con monseñor Echevarría, prelado del Opus Dei
Su concepción de la relación de razón y fe se aproxima a la de Benedicto XVI.
Muchas gracias. Creo que esto tiene que ver con no huir o esconderse de la verdad. Yo me denomino agnóstico, porque no quiero pensar en la afiliación religiosa de una forma superficial. El hecho de que yo no haya resuelto en mi mente cómo todas estas cuestiones se responden -quizás yo no estoy escuchando lo que tendría que escuchar-, no puede ser una excusa para que yo rechace las creencias a las que han llegado otras personas. Así que digo que soy agnóstico con un grano de sal, soy agnóstico lunes martes y miércoles, y el resto de los días no estoy tan seguro.
Fuente: alfayomega.es |