Ahmed Qureia, alias Abú Alá
CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 12 febrero 2004 (ZENIT.org).- Juan Pablo II lanzó un llamamiento a la reconciliación en Tierra Santa, que necesita «puentes y no muros» al recibir este jueves en audiencia al primer ministro de la Autoridad Palestina, Ahmed Qureia -más conocido como Abú Alá-.
«Tierra Santa necesita reconciliación: perdón y no venganza, puentes y no muros», afirmó el Santo Padre en el breve discurso que dirigió en inglés a su huésped, que visitaba el Vaticano por primera vez desde que asumió el puesto.
«Nadie debe ceder a la tentación del desaliento, y mucho menos del odio o la venganza», añadió el Santo Padre.
«Para eso se requiere que todos los responsables de esa región, con la ayuda de la comunidad internacional, sigan el camino del diálogo y de la negociación que lleve a una paz duradera», afirmó el pontífice exponiendo sintéticamente la posición de la Iglesia sobre el conflicto en Oriente Medio.
El Santo Padre reconoció ante Abú Alá que su visita le ha traído «vivos recuerdos» de su «peregrinación a Tierra Santa, durante la cual recé con fervor por la paz y la justicia en la región».
«Si bien no faltan signos de esperanza desgraciadamente la triste situación en Tierra Santa es motivo de sufrimiento para todos», confesó.
El Santo Padre y el primer ministro palestino se encontraron en privado en un breve encuentro de unos cinco minutos, celebrado en la biblioteca privada del Papa. A continuación, entró el séquito de Qureia, compuesto por siete personas.
Abú Alá ofreció como regalo un pequeño Portal de Belén hecho en nácar por artesanos cristianos de esa ciudad palestina en la que nació Jesús. El Papa le correspondió con un libro sobre su viaje a Tierra Santa en el año 2000 y las medallas de su pontificado, en oro, plata y bronce.
La visita de Abú Alá al Vaticano se enmarca en la gira que ha hecho por diferentes países europeos, entre ellos Italia, para ilustrar la posición palestina sobre el estado de la Hoja de Ruta promovida por Estados Unidos, la Unión Europea, las Naciones Unidas y la Federación Rusa.
El 11 de diciembre pasado Juan Pablo II recibió en audiencia al ministro de Asuntos Exteriores del Estado de Israel, Silvan Shalom, ante quien subrayó «la necesidad de actos concretos de reconciliación por parte de todos».
En varias ocasiones, exponentes de la Santa Sede, y obispos y religiosos de la Iglesia católica en todo el mundo se han pronunciado contra la construcción del muro con el que Israel trata de aislar a los territorios ocupados para evitar la entrada de terroristas, condenado el 21 de octubre por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Juan Pablo II condenó esta barrera, que en algunas de sus partes es un vallado eléctrico con alambres de púas y, en otras, un muro de hormigón, el 16 de noviembre pasado. En esa ocasión, reprobó también «todas las acciones terroristas perpetradas en estos últimos tiempos en Tierra Santa».
La posición oficial de la Santa Sede y del Papa sobre la paz en Oriente Medio exige reconocer la soberanía palestina y garantizar el derecho de Israel a su seguridad.
Para ello, se pide el respeto de las resoluciones de Naciones Unidas, en particular la 242 de 1967, que prevé la retirada de los territorios ocupados.
Por lo que se refiere a la ciudad santa de Jerusalén, la Santa Sede ha pedido la creación de un estatuto especial garantizado internacionalmente para que pueda respetarse el libre acceso y la vida propia de los santos lugares de las tres religiones monoteístas. |