Por: Josefina Figueras
A la moda se la ha tachado con frecuencia de frívola y superficial pero las cosas están cambiando... Leemos con frecuencia informaciones que nos desvelan una nueva e interesante faceta de la moda: su preocupación solidaria. Las grandes firmas del lujo y también otras con menos proyección y recursos, se aprestan a recaudar fondos a través de sus productos para combatir las injusticias sociales de un mundo que necesita ayuda para mitigar sus tremendas carencias. ¿Estamos ante los primeros pasos de una moda mucho más responsable?
No es ningún secreto que el sector del lujo consigue, a pesar de la crisis, unas fabulosas ganancias y algunas de estas firmas han decidido dedicar parte de su presupuesto a causas benéficas. Un ejemplo reciente lo tenemos en la firma Bulgari, de proyección internacional, presente en más de 100 países, que ha incluido entre las celebraciones de su 125 aniversario una campaña a favor de “Save the children” con la venta de un anillo “solidario” y que tiene previsto entre sus objetivos contribuir a conseguir de aquí a 2010 una educación de calidad para 8 millones de niños.
Otras firmas dedican sus objetivos solidarios a los proyectos más variados. Las necesidades son muchas y en un mundo en el que más de 900 millones de personas sufren el azote del hambre y otras muchas la proliferación de graves enfermedades hay donde escoger. Algunos se deciden por la promoción de la mujer como Hoss Intropia que ayuda a una cooperativa de las mujeres indias más desprotegidas, y otros participan en acciones a favor de los niños como Custo Barcelona que ha participado en la Pasarela Rosa de la Republica Dominicana para recaudar fondos de ayuda para el Centro de Nutrición del Niño Jesús que proporciona, alimentos, higiene y educación a niños desnutridos de 0 a 5 años.
En estos ultimas tiempos los periodistas hemos recibido frecuentes invitaciones para presentaciones de objetos “solidarios” como son la pulsera de Chus Burés destinados a recaudar fondos para ONGs con proyectos de desarrollo que hagan posible la accesibilidad del agua en el continente africano ó como el “Feed bag” creación de Lauren Bush presentado por El Corte Inglés para contribuir a un programa escolar de alimentación de Naciones Unidas. Todos estos hechos nos llevan a detectar una “evolución de la moda” hacia una responsabilidad ética que alcanza también otros síntomas como la preocupación ecológica y el impacto medio ambiental y sobre todo la vigilancia y control de muchas empresas para que la producción de los objetos de lujo que consume occidente, no suponga en algunos países orientales, unas formas de trabajo con sueldos y horarios muy alejados de la justicia social.
Esta necesidad de reivindicación empieza a acusarse como uno de los rasgos más acusados y novedosos de la moda actual. En una sociedad obsesionada por la técnica y la rentabilidad, que tiene mucho más en cuenta los valores económicos que los valores humanísticos y culturales, la moda necesita hacer un esfuerzo para dejar de ser vista como un paradigma de la superficialidad, de la frivolidad, de lo insustancial y lo efímero. Es verdad que en estos últimos años la moda ha hecho mas hincapié en su faceta cultural, ha entrado en los museos y no se considera ya adecuado que un diseñador no tenga una sólida cultura artística y humanística, sin embargo todavía le queda un largo camino que recorrer y la vemos en demasiadas ocasiones descomprometida de la vida real, una moda narcicista y deshumanizada, con la que sus creadores buscan con avidez la ocurrencia original, el efectismo rápido el toque sexista o el impacto inmediato sin calar suficientemente en que la misión de la moda se dirige a vestir a la persona no a una percha. Los medios de comunicación hemos quizás contribuido a potenciar esta faceta de impacto publicitario y de schock olvidando otras más sólidas e interesantes.
Es un signo muy esperanzador sin embargo que la moda “responsable”, la que se preocupa por el modo de producción de la ropa y procura solidarizarse con las necesidades medioambientales o económicas del planeta, gane terreno sin necesidad de que pierda la faceta lúdica y creativa que le es propia. Podemos hablar ya de moda ética pero con la idea clara de que este adjetivo alcanza muchos aspectos, no solo exteriores, sino también que afectan a su misma esencia. Lo explicaba así el filosofo Alfredo Cruz Prados en una conferencia pronunciada en el Primer Congreso Internacional de Moda celebrado en Madrid “Una moda ética no es primariamente una moda comprometida solamente con valores y causas externas a la moda: la paz, la pobreza, el medio ambiente. Estos compromisos son muy positivos pero la ética de la moda consiste en primer lugar y esencialmente en que respete y ordene sus valores propios e intrínsecos. En ultima instancia es una moda fiel a si misma, fiel a su condición de cultura”.
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