Por: Mª José F. Serra
Un artículo aparecido recientemente en la revista “Elle” británica hablaba sobre la “conciencia” de la moda. Un tema que podría resumirse en la pregunta ¿la moda puede mejorar el mundo? Se trata de reflexionar sobre si la moda es algo frívolo que ha de servir para evadirnos y no para “concienciarnos”, o si los diseñadores deben aprovechar la enorme repercusión mediática de la moda para intentar mejorar el mundo. Una decidida atención a sus mensajes servirá para calibrar la influencia que a través de sus colecciones pueden ejercer sobre la sociedad actual.
Algunos diseñadores se distinguen por su alto compromiso social o ambiental que transmiten a través de sus creaciones. La preocupación por la naturaleza alcanza en algunos de ellos posiciones radicales como por ejemplo –como es el caso de la diseñadora Stella McCartney- no usan jamás pieles de animales en sus colecciones. Hay firmas comprometidas con el cambio climático y otras que basan su filosofía en el desarrollo de productos que respeten el entorno y emplean en sus modelos elementos tan curiosos como botones de coco o accesorios de cuero vegetal.
Además del mensaje ecológico algunos diseñadores expresan con la ropa sus opciones políticas. Hemos visto una autentica avalancha de camisetas con los rostros de lideres de distintas tendencias y recientemente el diseñador americano Marc Jacobs lanzaba una camiseta de apoyo a su candidata Hillary Clinton. En este apartado de los mensajes políticos y sociales los diseñadores británicos se llevan la palma quizá influenciados por la polémica diseñadora Vivienne Westwood. Un sondeo entre gente joven trató de que dieran su respuesta a la pregunta de si la moda debe tener “consciencia” que es lo mismo si la moda debe tener “moral”.
Ganó la opción que decía que la moda puede tener un compromiso frente a los que decían que no les interesaba el mensaje sino solo el diseño y a los que opinaban que esto era asunto de cada diseñador .Algunos tacharon de hipócritas a los diseñadores que, según ellos, expresaban sus mensajes con un único fin: vender. Estas indagaciones sacaron también a la luz su opinión no tanto sobre los mensajes como en la forma que se producen. Acusaron por ejemplo que para que Occidente disfrute de unos vaqueros de ultima moda en Oriente existe gente trabajando en condiciones infra-humanas, y que muchos fabricantes supeditan los derechos humanos a sus ganancias.
La preocupación social de la moda se deja sentir sin embargo en ámbitos cada vez más extenso: La FAO ha proclamado el año 2009 “Año internacional de las fibras naturales” y uno de sus objetivos es conseguir una mayor demanda para mejorar las condiciones de los trabajadores que dedican su vida al cultivo de estas fibras. Para ello han programado una serie de eventos entre los que figuran desfiles de modelos, exposiciones de moda etc. Todas estas acciones, como las posturas personales de algunos creadores, tienden a demostrar el compromiso que puede tener la moda en relación a los temas que nos preocupan: la explotación ecológica, los derechos humanos… No hay duda de que existen mensajes muy positivos pero existen otros que se pierden entre una percepción paradigmática de la libertad como liberación de todo tipo de lo que llaman “prejuicios” y que se mueven por móviles eróticos y sexistas despreciando otra vertiente que la moda no debe descuidar: su dimensión antropológica.
La persona humana, compuesta de cuerpo y espíritu, es el centro de la naturaleza, y esto supone tener en cuenta su dignidad y el respeto a su intimidad, tan maltratada a veces con modelos que son un vulgar exhibicionismo. Perder de vista esta dimensión de la moda, lanzar mensajes que degradan a la persona más que la enaltecen, es empequeñecer o utilizar mal su enorme poder, su capacidad de compromiso. ¿Puede la moda intentar mejorar el mundo? Puede y debe intentarlo, pero sin descuidar ninguna de sus vertientes. Esta sería la repuesta más lógica y también más audaz a esta pregunta que lanzaba entre líneas el artículo de la revista francesa.
Fuente: Asmoda.com |