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Las ventajas de casarse jóvenes

Puede ser beneficioso que el matrimonio sea la piedra angular para lanzarse a la vida adulta, más que la coronación de otros logros.

Fuente: The Atlantic

 

Karen Swallow Priomar escribe un artículo en The Atlantic (22-03-2013) sobre las ventajas que puede tener casarse pronto. El retraso en la edad de matrimonio se va acentuando en EE.UU., con una edad media de 29 años para los hombres y de 27 para las mujeres. Sin embargo, una nueva investigación de Knot Yet, un proyecto que explora los beneficios e inconvenientes de la postergación del matrimonio en Estados Unidos, señala algunos de los riesgos de esperar demasiado para casarse. El retraso del matrimonio tiene beneficios económicos para las mujeres con educación universitaria, y reduce la tasa de divorcios, pues este es más probable entre las que se casan antes o poco después de los veinte años.

Pero no todo es positivo en esta actitud. Aunque hombres y mujeres esperan más tiempo para casarse, no esperan tanto para tener hijos. La edad media en la que una mujer da a luz por primera vez es a los 25,7 años –antes de la edad media del primer matrimonio: 26,5–; un fenómeno que trae con consigo los problemas bien documentados que existen sobre la crianza de los hijos fuera del matrimonio.

 Los solteros veinteañeros son más propensos a estar deprimidos, beber en exceso, y tener niveles más bajos de satisfacción que los casados de su misma edad. Por otra parte, el 35% de los hombres no casados dicen estar “muy satisfechos” con su vida en comparación con el 52% de los hombres casados, y entre las mujeres que dicen estar “muy satisfechas”, el 29% cohabitan con su pareja, el 33% son solteras, y 47% están casadas.

El estudio Knot confirma que los adultos jóvenes están tomando más tiempo para terminar su educación y estabilizar su vida laboral. “Culturalmente, los adultos jóvenes tienden a ver el matrimonio como lo que corona el edificio en lugar de como una piedra angular, es decir, algo que hacen después de tener todos sus asuntos arreglados, en lugar de verlo como un fundamento para lanzarse a la edad adulta y la paternidad”.

Por contraste, Karen Swallow afirma que su matrimonio, cuando tenía 19 años, fue lo más beneficioso para ella, para su esposo, y para la permanencia de su matrimonio. “Nuestros logros no han venido, estoy convencida, a pesar de nuestro joven matrimonio, sino a causa de él”, afirma. El matrimonio realmente funciona mejor como una institución formativa, no como una institución donde se entra cuando uno piensa que está completamente formado. Aprendemos el matrimonio, igual que aprendemos el lenguaje, y aprender algunas de las lecciones de la vida resulta más fácil siendo jóvenes.

Es importante, por supuesto, que las personas que contraen matrimonio tengan un cierto nivel de madurez y dominio de sí mismos, por su propio bien y el de la otra persona. Pero la mejor ventaja del matrimonio, incluso más que la seguridad financiera, los hijos, o el éxito profesional –porque en algunos casos puede que nunca llegue– es la formación que se adquiere a través de la convivencia permanente con el cónyuge.

 

Aceprensa, 17-IV-2013

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No da lo mismo esperar a tener hijos

Cuanto más se retrasa la maternidad, hay más problemas de infertilidad y más riesgos para la madre y el hijo. Así lo advierte Ulla Waldenström, profesora de cuidados del Karolisnka Institutet, en un libro cuyas tesis comenta un artículo publicado en Svenska Dagbladet (19-05-2008).

 

Fuente: Svenska Dagbladet
Fecha: 3-VI-2008

 

“¡No da lo mismo esperar a tener hijos!”, advierte la comadrona y profesora de cuidados del Karolisnka Institutet Ulla Waldenström. La edad a la que se tiene el primer hijo es cada vez más alta, lo cual aumenta el riesgo de que nazcan niños prematuros o con el síndrome de Down.

Cuando las parejas suecas de hoy tienen su primer hijo, la edad media de la mujer es 29 años y la del hombre 30, o sea cinco años más tarde que la generación de sus padres.

En el libro (1) que ha publicado, Ulla Waldenström comenta los problemas que surgen de estas situaciones, como por ejemplo: la necesidad de recurrir a la procreación asistida, más familias sin hijos o con hijos únicos, complicaciones en el embarazo para la madre y el hijo.

La mayoría de los jóvenes suecos declaran que quieren tener hijos en algún momento; eso sí: no más de dos. Sin embargo, lo que no tienen en cuenta es que si esperan demasiado tiempo pueden ser sorprendidos por la infertilidad. Aunque recurran a la procreación artificial como solución al problema, el éxito dependerá también de la edad de los padres.

Es sabido que a mayor edad de la mujer, menos fertilidad, y que esta disminución es más drástica después de los 30 y más considerable aún a partir de los 35. También la fertilidad de los hombres comienza a disminuir después de los 40.

Si el primer hijo se tiene después de los 30, la probabilidad de que ese niño tenga hermanos disminuye. Según una investigación hecha entre estudiantes universitarios, más de la mitad de los jóvenes quieren tener el último hijo entre los 35 y 44 años, es decir cuando la fertilidad es bastante más baja.

En cuanto a las complicaciones médicas relacionadas con el retraso de la maternidad, está sobre todo el aumento del riesgo de síndrome de Down. Pero, al haber un envejecimiento general de todo el cuerpo, también se dan otras complicaciones, como parto prematuro –algunas veces antes de la semana 33–, niños que pesan menos de 1,5 kilos o que mueren durante el embarazo o poco tiempo después del nacimiento. En las mujeres que tienen el primer hijo cuando son mayores de 35 años estos riesgos se duplican en relación con las que son madres entre los 20 y 25 años.

Ulla Waldenström señala que la edad media de las madres primerizas tiene que bajar unos cuantos años para que disminuyan las madres con partos difíciles y se salven más vidas de niños prematuros. Para modificar este comportamiento se necesita información, un cambio de actitud y medidas políticas.

Por ejemplo:

  • Aumentar las ayudas a los padres jóvenes para que puedan adquirir estabilidad en el mercado de trabajo.
  • Un cambio de actitud en los empleadores para que dejen de preguntar a las mujeres jóvenes durante las entrevistas de trabajo si piensan tener hijos en un futuro próximo.
  • Los hombres deben aprender acerca de los límites de fertilidad en relación con la edad. Las mujeres quieren, en general, tener hijos cuando son jóvenes de una forma más intensa que los hombres. Deberían aprender también que la fertilidad es un problema para las mujeres y para los hombres por igual.

 

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(1) Vänta med barn? Det är kris i befruktningsfrågan! Karolinska Institutet University Press, 2008.


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