Un absurdo anteproyecto de ley de igualdad del ministro Caldera: lo que vale es el talento no la cuota; si las mujeres mandasen, la sociedad cambiaba en una o dos generaciones.
Era viernes -el pasado 23 de junio-, y ése anteproyecto de ley aprobado por el consejo de ministros -escrito con minúscula- lo convirtió en viernes negro: no iguala, desiguala con argumentos de cuota preestablecida cuando lo que funciona es la preparación laboral, la capacidad de afrontar los retos que haga falta y la dedicación al trabajo desde una perspectiva familiar y social. No por trabajar más tiempo se rinde más y mejor; y esto vale para los hombres y para las mujeres, para todos los seres humanos, que eso es lo que somos: seres humanos con un sexo -el masculino o el femenino- que trabajan según su personalidad, su valía personal, y su disposición laboral; éste anteproyecto de ley establece que los consejos de administración de las empresas con más de 250 trabajadores deben estar compuestos por un 40% de mujeres y un 60% de hombres, como si el legislador debiera decidir quién vale y quién no.
¿Qué subyace en el fondo de esta ley?; aparece como un logro "feminista pero de los años 70" y en realidad es una deformación machista para contentar a unas minorías que dicen "demandar igualdad de oportunidades" y olvidan que las oportunidades dependen de los estudios, el esfuerzo, la adecuada elección de un oficio o profesión, o la visión que se tenga de un trabajo determinado. Todo "eso" y más, convierte en machista esta ley porque lo que busca es la discriminación positiva por sexo no por currículum. Y con esta ley, volvemos al pasado en lugar de mejorar el presente para conseguir un mejor futuro.
Ana Patricia Botín, presidenta de Banesto -una de las pocas mujeres que ocupan cargos de gran responsabilidad en España- acaba de afirmar una gran verdad ante periodistas económicos en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander: dijo ser contraria a la imposición por ley de porcentajes mínimos sobre la presencia de mujeres dentro de los órganos directivos de las empresas, y sólo estar de acuerdo con la "paridad" cuando el "talento" está repartido también "a partes iguales" y no cuando se establece por obligación; y además apuntó a igualar a las mujeres con los hombres, pero desde abajo, es decir a nivel de guardería, con facilidades para conciliar el trabajo y la familia, con ayudas de las diferentes instituciones y otras soluciones que hagan viable el trabajo de la mujer fuera de su casa con la educación de sus hijos y la atención de su hogar. Quizá la fórmula mágica se llame: " una ley que consiga que el hombre trabaje al 50º en su casa y en la educación de sus hijos"; con una ley así, sí se construye el futuro que casi todos deseamos.
Marosa Montañés Duato
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