Dra. Adriana Alicia Baretta
Pontificia Universidad de Puerto Rico
Especialista en Fisiología de la Reproducción
Uno de los grandes temas de bioética en debate actualmente es la fecundación artificial. Cada vez son más las mujeres que recurren a diversos métodos artificiales de fecundación para lograr un embarazo. Pero incluso con ellos el porcentaje de éxito es bajo, y los costos emocionales y económicos, altos.
En este contexto, algunos profesionales argentinos han fundado “Fecúnditas”, con el deseo de ofrecer alternativas más naturales a las mujeres que se enfrentan a una infertilidad para la cual no es posible encontrar una causa anatómica o fisiológica.
En sus investigaciones, Fecúnditas ha descubierto que un porcentaje importante de parejas declaradas infértiles inexplicablemente, pueden revertir esta situación con cambios alimenticios que modifican los niveles de sales minerales en el organismo.
Porque se ha comprobado que algunos desequilibrios minerales generan hostilidad a los espermatozoides. Parejas que se decidieron a modificar sus hábitos alimenticios lograron un embarazo en un 75% antes de seis meses y otro 5% lo logró al año de tratamiento. Varias de ellas habían ya fracasado en el intento de un embarazo por FIV.
Los medios que la medicina actual utiliza para combatir la infertilidad y la subfertilidad, prácticamente se han circunscrito a la fecundación in vitro (FIV). Muchas parejas y muchos médicos utilizan este tipo de procedimientos de tecnología avanzada, en desmedro de la búsqueda de técnicas médicas (aún sofisticadas) que devuelvan la fisiología normal de la fertilidad.
El uso de técnicas in vitro en el marco de un deseo de fecundidad, provoca así un profundo contrasentido al enfrentarse, finalmente, a dilemas insospechados tales como la cantidad de embriones crioconservados (congelados) que perecerán inevitablemente.
Otro profundo contrasentido que la tecnocracia artificial ha intentado ocultar, es su propio fracaso en el objetivo primario que perseguía, es decir, la búsqueda de fecundidad en parejas con dificultades en la concepción.
Recientemente, ilustres pioneros de FIV han dado marcha atrás en sus conceptos y han reconocido el fracaso de las mismas: el 87% de las mujeres que recurren a ella están destinadas a ver frustrados sus deseos de maternidad, y además, a sufrir graves consecuencias psíquicas.
Estos "científicos arrepentidos" han dado vida a un grupo de opinión en el ámbito del Institute for Science, Law & Technology (ISLAT) de Chicago. En un estremecedor resumen de su actual postura, expresan "estar cansados de crear niños artificiales y prestar sus estudios a la industria de la fecundación asistida".
Esta influencia mercantilista en los avances científicos no debería extrañarnos. Es idéntica a la que ejercen las compañías farmacéuticas en la implantación de la anticoncepción artificial y el aborto químico, al extremo de "utilizar" a científicos para que expongan teorías falsas en pro de sus intereses.
Hace algunos años, la inglesa Anne Mc Laren, la genetista que inventó el debatido término de los "14 días" (antes de los cuales -se repite cada vez que hace falta para vender un abortivo- el embrión es todavía una realidad indivisa y por lo tanto no merece ser considerado "persona") expresó un arrepentimiento público y escribió un ensayo para tomar distancia de su "invención cronológica". El concepto de los “14 días”, como cualquier científico lo sabe (aunque lo oculte) es una frontera arbitraria, tanto desde el punto de vista biológico como moral.
Hoy presenciamos el "mea culpa" de científicos creadores y difusores de la FIV, que desdicen incluso sus propias afirmaciones anteriores, de efectividad similar a la procreación natural.
Retomando el concepto inicial, acerca del avance numérico de tecnologías in vitro que llegan a superar la investigación de técnicas que solucionan anomalías causantes de infertilidad, ni que decir, y es obvio (para una mentalidad mercantilista y tecnicista) que la mera información sobre la fisiología de la reproducción ha pasado a ser un tema totalmente ignorado por los profesionales responsables de difundirla.
Afortunadamente, existen en el mundo grupos científicos que persisten en la búsqueda de datos precisos sobre la efectividad de las opciones de la procreación natural, a pesar de no recibir casi fondos para su investigación en la actualidad.
En ese contexto intenta dar sus pasos Fecúnditas. En el anhelo de buscar y ofrecer soluciones naturales, éticas y respetuosas de la dignidad humana, a la dolorosa y comprensible necesidad insatisfecha de muchas parejas que no logran concebir un hijo.
31 de octubre de 2001
www.mujernueva.org