“Por falta de fe, te venden la muerte como una salida”, dice el escritor y ex surfista minusválido en referencia a Mar adentro y Million dolar baby, mientras recomienda a quien piense en suicidarse “que no sea tan egoísta, por favor, pues hay alguien que está necesitándole”
Ron Heagy, estadounidense de 43 años a quien una ola dejó tetrapléjico a los 17, es un testimonio de amor por la vida a pesar de su grave minusvalía. Su experiencia personal es, también, un canto en contra de la eutanasia: “Por falta de fe... te venden la muerte como una salida”, afirma en referencia a las películas Mar adentro y Million dolar baby. “¡Pero no es la mejor! Puedes pintar, amar, escribir, casarte, viajar...”, asegura Heagy.
Todo se torció hace ahora 26 años. Estaba haciendo surf en la costa californiana cuando una ola le volteó y le aplastó contra el fondo, rompiéndole la nuca. Las vértebras dos, tres y cuatro resultaron dañadas irremediablemente y quedó flotando en el mar, de donde le sacó su hermano de 13 años.
En una entrevista concedida a LA VANGUARDIA, publicada este lunes, 14 de noviembre, Heagy constata que sus palabras son algo más que eso, que palabras: Ron organiza campamentos al aire libre para ayudar a niños discapacitados y ofrece charlas, además de pintar con la boca y escribir libros, como su segunda obra: La vida es una actitud. Antes, publicó No rendirse nunca. Su experiencia vital se puede consultar en www.ronheagy.com.
Heagy, que se declara cristiano y cree que “Dios actúa”, está casado y tiene una hija, Gracie Lee, de diez meses: “Un milagro”, según él. A pesar de que la medicina oficial le diagnosticó que jamás podría tener hijos, los avances biotecnológicos y su inquebrantable fe consiguieron traer al mundo a la pequeña.
La fuerza de la fe
Ron cree que la fuerza de la fe puede con todo: Fe “en Dios, en uno mismo, en la vida. Yo la perdí tras mi accidente... Pero la recobré. Y si crees que puedes hacer algo, ¡podrás!”.
Entre los apoyos que le ayudaron a salir de su depresión, después del accidente, él sitúa en primer lugar la fe, su “fe en que estamos aquí para algo y que podemos cambiar el mundo”. En segundo lugar, la familia. “Tercero, tanta gente buena. Cuarto, los animales y la naturaleza, que jamás te discriminan porque no te muevas”, dice Ron.
“Cuando me dijeron que jamás volvería a caminar ni a mover los brazos..., me hundí. ¡Entonces sí quise morir!” reconoce el ahora optimista parapléjico. Sin embargo, “una noche, en mi cama del hospital, a oscuras, rompí a llorar. Estaba solo, porque en la cama vecina yacía Jimmy, un chico en coma desde hacía seis semanas, por un accidente de moto... Yo lloraba diciendo: ‘Quiero morir, quiero morir...’. Entonces oí una voz.. ‘¡Ron!’, oí. ¿Una alucinación? Seguí llorando. Y entonces oí: ‘Ron, yo te quiero’... Jimmy había salido de su coma y me decía que me quería... ¡Yo no había conocido el amor hasta aquel momento!”, asegura emocionado.
A partir de entonces, Ron Heagy decidió dar un nuevo giro a su existencia y apostar por la vida: “decidí pensar en lo que podía hacer y no en lo que no podía”. Su madre le ayudó cuando le trajo libros de una persona que pintaba con la boca. “Pero yo no soy artista”, le dijo a su madre. “¿Cómo lo sabes?”, le respondió ella. Y concentró toda su atención en la pintura. “Hoy soy artista”, asegura.
Otro ejemplo, “mi héroe”
Ron Heagy asegura que su héroe es Kevin, otro tetrapléjico ejemplo de amor por la vida. “Mi héroe está paralizado de nariz para abajo, de nacimiento. ¡No puede mover ni los labios! Lo único que puede mover son los ojos, y así comunica con su madre, y con sonidos guturales. Tenía 13 años cuando les conocí, hace cuatro años: vinieron a una de mis charlas... Y aprendí mucho de Kevin”.
“Soy feliz porque estoy vivo, porque puedo amar y ser amado, porque puedo gozar de la vida a través de mis ojos”, contestó Kevin cuando Ron le preguntó el porqué de su felicidad.
Las actitudes vitalistas de Ron y Kevin son un auténtico ejemplo de valentía, desde una experiencia de amor a la vida, a pesar de tener que afrontar sendas paraplejías graves, y una lección para todos aquellos que se quejan o reniegan de la vida al pasar por situaciones difíciles. |