La muerte de la francesa Chantal Sébire, que había solicitado la eutanasia y rechazado otro tipo de solución de cuidados paliativos, se ha convertido en uno de esos casos dramáticos que se aducen para justificar la eutanasia. Marie de Hennezel, conocida experta en el cuidado de enfermos terminales, comenta en Le Monde (21-03-2008) que en su servicio se han atendido situaciones límite como esa, que pueden ser abordadas con la ley vigente en Francia desde 2005.
Fuente: Le Monde Fecha: 24 Marzo 2008 Aceprensa
Marie Hennezel, psicóloga en un equipo de cuidados paliativos, confiesa que en su servicio han atendido a personas que sufrían un deterioro profundo del rostro, a consecuencia de cánceres, con alteraciones tan trastornadoras como las que sufría Chantal Sébire. “Personas que, en su mayor parte, expresaban su deseo de morir”.
“Hemos experimentado entonces el sentimiento de que puede ser más humano acceder al deseo de morir de quien no puede más”. “Sin embargo, no podíamos dar la muerte deliberadamente a nuestros pacientes. Y no solo porque no era legal. Porque nuestra misión era ser lo más creativos posibles para encontrar solución a las peores situaciones”.
“Adormecíamos al enfermo, gracias a una sedación controlada, y animábamos a sus seres queridos a acompañarlo en una vigilia llena de delicadeza. (...) Pues, aunque no esté científicamente probado, muchos ejemplos nos han convencido de que, incluso en el coma, la persona percibe la calidad afectiva de los que le rodean, sus gestos de ternura y las palabras de adiós murmuradas al oído”.
Según la experiencia de Hennezel, “esta vigilia atenta podría durar algunos días, pero nunca mucho tiempo, pues se sabe que las palabras de amor dichas al moribundo le ayudan a partir”. “Jamás las familias han encontrado inútil o absurdo este tiempo. Se turnaban a la cabecera del enfermo terminal, en este último ritual de oblación que da sentido a los momentos finales”.
La psicóloga francesa afirma que este “dejar morir”·es muy distinto de la eutanasia. “Aunque al final llegue la muerte, se trata de acompañar y de dejar morir. Algunos encontrarán hipócrita esta respuesta. Pero creo que no han comprendido que al actuar así permitíamos a una persona que está al final de sus sufrimientos partir dulcemente, y no violenta y brutalmente, como ocurre cuando se inyecta o administra una poción mortal. El reconocimiento y la gratitud de los familiares que habían dedicado tiempo a acompañarla eran la mejor prueba de ello”.
Marie de Hennezel, autora del informe La France palliative, piensa que la idea de que hace falta legalizar la eutanasia se debe a que es poco conocida y desigualmente aplicada la ley de 2005 sobre el fin de la vida, conocida como “ley Leonetti”. Esta ley reconoce el derecho del paciente terminal a rechazar un tratamiento considerado ya inútil y dejar que llegue la muerte, autoriza al médico a aplicar para tratar el dolor un tratamiento que como efecto secundario puede abreviar la vida, y establece la obligación de crear camas para cuidados paliativos en los centros sanitarios (cfr. Aceprensa 46/05).
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