Astudillo, Wilson – Mendinueta, Carmen, Astudillo Edgar
Cuidados del enfermo en fase terminal y atencion en su familia (2ª ed.)
Pamplona: Eunsa, 1995
"Fácil de leer, con muchas tablas y figuras, este libro revisa la mayoría de los síntomas de las enfermedades incurables e incluye avances recientes en el control del dolor, ofreciendo numerosas sugerencias y guías de actuación para mejorar la calidad de vida de los enfermos terminales y para el apoyo de sus familias."
European J. of Palliactive Care, 1996:3,(1),3.5
Indice:
1. Fundamentos de los cuidados paliativos. / 2. Evaluación médica del paciente terminal.
3. Bases para mejorar la comunicación con el enfermo terminal. / 4. Importancia de la comunicación en el cuidado del paciente terminal. / 5. Fases de adaptación a la enfermedad terminal. 6. Necesidades de los pacientes en fase terminal. 7. La labor de la enfermería con el enfermo terminal. 8. Cuidados generales de enfermería en los pacientes terminales.
9. Principios de tratamiento de los síntomas comunes en el paciente en fase terminal.
10. Tratamiento de los síntomas gastrointestinales. / 11. Tratamiento de los síntomas respiratorios. / 12. Tratamiento de los síntomas genitourinarios. / 13. Tratamiento de los problemas de la piel en el cancer avanzado. / 14. Tratamiento del edema y la linfedema. / 15. Tratamiento de los síntomas neurológicos / 16. Tratamiento de los síntomas psicológicos / 17. Tratamiento de otros síntomas molestos del paciente terminal / 18 Urgencias en los cuidados paliativos
Manejo del dolor
19. Bases para el tratamiento del dolor del enfermo en fase terminal. / 20. Tratmiento farmacológico del dolor maligno / 21. Tratamiento del dolor de origen neurológico en el cancer. 22. El dolor en los niños con cáncer / 23. El dolor en el SIDA / 24. Pacientes con dolores o situaciones que no responden a tratamientos habituales / 25. El sufrimiento en los enfermos terminales / 26. Métodos farmacológicos para promover el bienestar del paciente
Atención a la familia
27. La asistencia a la familia ante una muerte inesperada. / 28. Medidas para mejorar la relación familia-equipo de apoyo. / 29. La asistencia del proceso de duelo. / 30. La alimentación en el enfermo terminal. / 31. Consejos dietéticos a la familia del enfermo terminal. / 32. Los cuidados paliativos en los niños. / 33. Los cuidados paliativos en los ancianos. / 34. El paciente con demencia. Cuidado personal y apoyo a la familia. / 35. Manejo paliativo de pacientes con SIDA avanzado./ 36. El voluntariado en el cáncer y en otras enfermedades terminales / 37. El sindrome del agotamiento en los cuidados paliativos / La medicina paliativa frente a la eutanasia.
Astudillo, Wilson; Casado da Rocha, Antonio; Clavé, Eduardo y Morales, Ángel (editores)
Dilemas Éticos en el Final de la Vida
San Sebastián, SOVPAL, 2004.
En la presente obra se plantean diversos aspectos acaecidos en los últimos años dentro de los Cuidados Paliativos y como resultado de los avances biotecnológicos que están posibilitando supervivencia de los enfermos. Estos aspectos son el cambio de actitud de los profesionales sanitarios a la hora de ofrecer su labor en la atención a los enfermos terminales, y la aceptación de principios bioéticos nuevos que condicionan la toma de decisiones.
Y es que al final de la vida se plantean una serie de dilemas éticos que sitúan al profesional, la familia y el enfermo en no pocas situaciones conflictivas. Estos dilemas pueden ir desde el saber si el enfermo está o no en fase terminal; qué hacer si el paciente pide ayuda para morir; cuándo, en qué situaciones y cómo realizar la sedación; hasta cuándo considerar interrumpir un tratamiento. Esta obra es resultado del congreso titulado Cómo afrontar los problemas bioéticos en la fase final de la vida, desarrollado en la ciudad de Donostia-San Sebastián, los días 26 y 27 de noviembre de 2004. En donde se abordaron estas cuestiones tan importantes y presentes a la hora de ofrecer una óptima y adaptada atención al enfermo terminal.
La capacidad actual de la medicina para intervenir en el alargamiento de la vida y el respeto cada vez mayor a la autonomía de las personas, han creado diversos conflictos éticos sobre la información del diagnóstico y pronóstico, la capacidad del paciente para decidir y participar en los tratamientos (Testamento Vital, directrices previas, etc.), la búsqueda de un tratamiento beneficioso y proporcionado y cómo responder a sus peticiones de ayuda para aliviar su sufrimiento cuando éste exceda a los medios habituales de control. La Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos considera oportuno revisar estos dilemas porque es necesaria una reflexión que oriente a la búsqueda de las soluciones más justas, razonables y satisfactorias, para que la toma de decisiones sea de tanta calidad moral como pretende ser la atención desde el punto de vista técnico y para que el ser humano pueda mantener su dignidad durante todo el proceso hasta su muerte.
Avia Aranda, María Dolores
Enfermos imaginarios: la hipocondría
Editorial: Océano, 2000
En el presente libro, la psicóloga Avia Atanda expone los principales trastornos de los hipocondríacos y como encaminarse hacia la solución de todos sus conflictos. Mediante ejemplos de pacientes propios de la vida real, logra detallar los rasgos más sobresalientes de esta enfermedad y las diferentes vías de curación que existen.
Blench, Jörg
Los inventores de enfermedades: como nos convierten en pacientes
Destino
Lengua: Castellano
Encuadernación: Rustica
224 pgs
Jörg Blech nos descubre de qué manera la industria farmacéutica nos manipula y hace todo lo posible por convertirnos sistemáticamente en pacientes y da las claves sobre cómo podemos protegernos de ello.
En los últimos años, en el mundo industrializado, han hecho su aparición una serie de enfermedades "nuevas", en algunos casos con sintomatología más bien difusa, e inmediatamente han aparecido los medicamentos para tratarlas: menopausia masculina, hijos inquietos, colesterol demasiado alto, timidez enfermiza, hipertensión arterial, fatiga crónica... ¿Hasta que punto todas estas enfermedades realmente lo son? ¿Es necesario y útil tratarlas médicamente, o es la industria farmacéutica la que crea falsas necesidades orquestando poco éticas campañas de márketing?
La industria farmacéutica está redefiniendo la salud humana de tal modo que la convierte en un estado que ya nadie puede alcanzar. Muchos de los procesos normales de la vida: el nacimiento, la vejez, la sexualidad, la infelicidad y la muerte, así como otros comportamientos completamente normales, se nos presentas sistemáticamente como patológicos. Los consorcios que operan globalmente patrocinan la invención de enfermedades y métodos de tratamiento enteros para facilitar nuevos mercados a sus productos, ya que proclamando el colesterol factor de riesgo número uno, o instaurando dudosos exámenes preventivos, puede ganarse mucho dinero.
Dambrosi, G. R.
Auditoría de la atención médica.
Editorial Ad-Hoc
El sistema de salud. El sistema de seguridad social. Tipos de entidades prestacionales. Historia de la auditoría médica. Auditoría médica. Auditoría y fiscalización. El contralor de la atención médica. Terminología habitualmente utilizada. Misión de la auditoría médica. Funciones de la auditoría médica. Funciones propias del auditor médico. Tipos de auditoría. Esquema modelo. Auditoría de procedimiento. Auditoría de resultados. Fuentes de información. Pasos operativos. Modelo de evaluación del proceso de auditoría y su resultado. La historia clínica. Indicadores de rendimientos. Costos del sistema de atención, su control. Acta de supervisión médica. La declaración jurada de salud o procedimiento de ingreso.
Auditoría de terreno. Material descartable. Auditoría odontológica. Auditoría de facturación. Prestaciones homologadas. Facturación modulada. Auditoría compartida. El nomenclador nacional de prestaciones. Prestaciones de complejidad. La internación domiciliaria. El beneficiario. Auditoría médica y servicio social. La autorización previa. La prestación limitada. La prestación excluida de cobertura. Anexos documental y legislativo.
Drane, James y Pessini, Leo
Bioética, Medicina e tecnología. Desafíos éticos na fronteira do conhecimiento humano
Centro Universitario Sao Camilo, Edicoes Loyola, Sao Paulo, Brasil, 2005
James Drane es actualmente profesor de Bioética en la Universidad Edinboro de Pensilvania, y Leo Pessini es profesor de Teología Moral y Bioética del Centro Universitario San Camilo, y editor de la revista «O Mundo da saude». En este libro conjunto reflexionan sobre los orígenes de la Bioética, su presente y su futuro; las relaciones entre ciencia y tecnología; qué es una Medicina más humana, así como los problemas de justicia y equidad que plantea la actual Medicina de alta tecnología. También abordan los dilemas éticos que surgen del envejecimiento de la población y cómo se afronta el proceso de enfermedad y muerte en la sociedad actual, los cuidados paliativos, la eutanasia y la alimentación artificial. Se dedica un capítulo a considerar si la bioética debe tener como misión elaborar una ética de límites o si por el contrario debe proponer actitudes y valores sin quedarse solamente en la aplicación normativa de unos principios.
Ferreres, A. R.
El consentimiento informado en la práctica quirúrgica.
Ad Hoc. 128 págs. 2006
"En nuestro medio, el consentimiento informado (CI) consiste en "la explicación a un paciente atento y mentalmente competente de la naturaleza de su enfermedad, así como del balance entre los efectos de la misma y el riesgo de los procedimientos diagnósticos y terapeúticos recomendados para, a continuación, solicitarle su aprobación para ser sometido a esos procedimientos".
Gramática y col. lo definen como "una manifestación de voluntad del paciente prestada con discernimiento, intención y libertad, luego de haber sido informado adecuadamente sobre el tratamiento a seguir por el médico"."
Contenido
Concepto, definición y aproximación. Origen, desarrollo y evolución de la doctrina del CI. La relación médico-paciente y la ecuación paternalismo médico-autonomía de la voluntad. Ordenamiento legal en nuestro medio. El consentimiento en los códigos de ética de nuestro país. La información y el deber de revelar. La comunicación en el marco del CI. La información al paciente en otros países. Forma y prueba del CI. La instrumentación del CI. Evaluación de las capacidades cognitivas de los pacientes quirúrgicos.¿Qué entienden los pacientes sometidos a colecistectomía laparoscópica sobre la información brindada en el CI? El impacto del CI en la población atendida en un hospital universitario. Análisis de los formularios de documentación del CI. La opinión de los cirujanos sobre el CI en la práctica diaria. Conclusiones. Notas. Anexo jurisprudencial.
Highton Elena I. - Wierzba Sandra M.
La relación médico-paciente. El consentimiento informado
Publicado el 01/05/2003
Ad-Hoc
910 páginas
2a.ed. Rústica
Segunda edición, actualizada y ampliada, de la obra de las destacadas mujeres de Derecho argentinas Highton y Wierzba que ya, desde su primera versión, hiciera época en la literatura jurídica argentina. Tema poco tratado, en la forma científica y profunda que merece, por nuestra doctrina, el del "consentimiento informado" sigue siendo objeto de contradictorias y erradas interpretaciones en el contexto local.
Instrumento reverenciado por unos y aberrado por otros, pero entendido en sus reales y justas dimensiones por harto pocos, éste que nos ocupa padece una existencia lamentable en la práctica hospitalaria y galénica argentinas, convertido, en el mejor de los casos, y salvo muy honrosas (y escasas) excepciones, en mero papelucho que se da a firmar rápidamente en la oficina administrativa de admisión del nosocomio, sin ninguna explicación ni ceremonia, y con razón ha sido y es poco o nada considerado por la jurisprudencia a la hora de las verdades.
Hasta el día de hoy, sigue siendo ésta la única obra integral, epistemológica y profunda, que trata este tópico en nuestra producción local. Sin duda, posee el nivel necesario como para codearse con ventaja con las mejores obras extranjeras sobre el tema. Sin embargo las autoras no reconocen al consentimiento informado el carácter de acto jurídico.
Contenido:
La relación médico-paciente. El consentimiento informado.
Planteo del tema. Antecedentes y evolución de la doctrina del consentimiento informado. La voluntad y el consentimiento informado. ¿Consentimiento, asentimiento, o mera declaración de voluntad?. Consentimiento por sí o por otro. Capacidad para consentir un tratamiento médico. Forma y prueba del consentimiento. La instrumentación del consentimiento informado. Paternalismo médico vs. autodeterminación. Negativa al tratamiento. El caso especial de los testigos de Jehová. El deber de revelar: ¿Qué y cuánto debe informarse?. Excepciones al consentimiento informado. Consentimiento informado y salud reproductiva. Consentimiento informado y transplantes. Consentimiento informado y SIDA. El avance de la ciencia, la investigación y la experimentación con seres humanos. Consejos para médicos. Bibliografía.
Hottois, Gilbert
El paradigma bioético. Una ética para la tecnociencia Antrophos, Barcelona, 1991
En su libro El paradigma bioético, una ética para la tecnociencia, G. Hottois propone tres vías para la ética hoy. Observa que la técnica ha dilatado de forma extraordinaria nuestro campo de acción y con ello la pregunta ética se ha ampliado también. De ahí que sea necesario tomar conciencia de cuáles son las consecuencias, incluso lejanas de nuestra acción técnica, ya que no podemos seguir haciendo todo lo que la técnica nos permite hacer. La pregunta ética está ligada al futuro y a la tecnociencia de una forma general y concreta, y se puede enunciar de la siguiente manera: ¿Qué vamos a hacer del hombre? La conciencia tecnocientífica, según Hottois, muestra cada vez más una sensibilidad moral que gravita alrededor del poder tecnocientífico necesario para manipular la naturaleza humana. Manifiestamente, muchos biogenéticos alarmados por las posibilidades de su arte, se han comprometido con una actitud social y moral. También se han multiplicado los comités, comisiones e institutos de biotética o de ética de las ciencias de la vida, o de ética, simplemente. Ahora bien, si consideramos la pregunta ¿qué vamos hacer del hombre? de una manera enteramente general y formal se pueden distinguir tres tipos distintos de respuestas que son imprescindibles reseñar. Las tres vías que propone Hottois son las siguientes: a) Optar por la solución de intentar todo lo tecnocientíficamente posible; b) optar por un reconocimiento global y de la conservación del hombre-naturaleza; c) optar por una vía intermedia en la que se intenten algunas de las posibilidades tecnocientíficas en función de ciertos criterios a determinar.
La primera vía: el ensayo libre de lo posible o imperativo técnico. Tomar la decisión de intentar hacer todo lo que es posible no coincide con la afirmación de que todo es posible, ni tampoco con que todo lo que es posible es realizable. Significa que no se reconoce ninguna limitación a priori, ya sea ética, metafísica o, de forma general, simbólica. La experimentación sólo mostraría lo que funciona aquí y ahora.
En esta vía, se trata de no poner límites a la investigación ya que “hay que hacer todo lo que es posible hacer”, es la consigna. La esencia misma de la investigación científica radica en que todo lo que es posible hacer se debe hacer. Por esta razón, se sostiene que la ciencia consiste en intentar cada posibilidad alternativamente, en rechazar lo que no funciona y admitir lo que funciona sin inquietarse por el hecho de que esto choque con nuestros prejuicios.
Algunas formulaciones al respecto pueden ser:
E. Teller (padre de la bomba atómica): “El hombre tecnológico debe producir todo lo que es posible y debe aplicar los conocimientos adquiridos sin límite alguno”.
D. Gabor (padre de la holografía): “lo que puede ser hecho debe hacerse”.
D. Janicaud: “Todo lo que es técnicamente realizable debe ser realizado con independencia de que esa realización, se juzgue como moralmente buena o mala”.
Estos científicos tienen una idea común: la investigación científica está basada en un laissez-faire, es decir, en el derecho a la libertad de investigación; ella proclama la autonomía de la investigación. Este espíritu técnico y el espíritu del capitalismo tienen profundas analogías que gravitan alrededor de la noción de poder. La esencia de la tecnociencia radica en la voluntad de poder que hay en ella, en el deseo de dominar y controlar a las personas.
Una de las justificaciones filosóficas utilizadas para defender la opción de intentar todo lo posible se sustenta en el hecho de que esta tendencia prolongaría la evolución creadora explorando, de forma constructiva, la plasticidad de la especie humana, de la vida y, más generalmente, del ser. La idea de realizar cuanto es posible responde, igualmente, a la tentación de lo que se podría llamar “la creatividad tecnocientífica por la creatividad tecnocientífica”, es decir, por el placer y la satisfacción que ésta suscita en quien la practica como tal y que tanto evoca aquella otra tentación del arte por el arte. De alguna forma, afirma Hottois, es una “seducción tecnopoética que manifiesta, claramente, la amoralidad fundamental de la tecnociencia”. Asimismo, dirá Hottois, que “hay una fascinación propia de la técnica que nos lleva a pensar que ejecutar todo lo que es técnicamente posible es una actitud progresista y técnica. Éste es el comportamiento típico de la primera generación que prueba todas las posibilidades, simplemente, porque son nuevas, como un niño juguetón o un mono joven… La actividad técnica madura es otra. Utiliza los instrumentos técnicos como medios para conseguir un fin…una técnica que se da por un fin en sí todavía no es técnica”. Como podemos ver, esta primera vía expresa puntos de vista muy actuales en la imaginación contemporánea.
La segunda vía: la conservación del hombre-naturaleza. Según esta vía lo importante es “mantener el planeta en un estado de bienestar para el hombre”, porque “somos los gestores de la biósfera pero no sus propietarios”. La tecnociencia sólo podrá ponerse al servicio de esta preservación (conservación) y tendrá a cada momento que respetar la vida. De la misma forma, debe evitar poner en peligro la vida y la libertad de las personas, también debe preservar los equilibrios biológicos del planeta, debe evitar la imprudencia de romper la homeostasis terrestre (la evolución de los componentes químicos de la biósfera) y la supervivencia de las especies animales y vegetales que pueblan la tierra y, por último, salvaguardar la diversidad biológica.
La “filosofía” oficial de la UNESCO ha hecho un llamado para una mejor “gestión de lo vivo” y para una “estrategia mundial de la conservación”. Como podemos observar, generalmente se trata de llamadas de advertencia que se centran sólo en el sentido de la responsabilidad colectiva de hombres y mujeres respecto de las amenazas que pesan sobre el ambiente y que ponen en peligro la calidad de vida de las generaciones futuras e incluso la supervivencia de la humanidad. La moral conservacionista reúne tendencias que pueden ser o marcadamente antitecnocientíficas o favorables, exclusivamente, o algunas tecnologías llamadas blandas que no transtornen “el sabio orden de la naturaleza”. La moral de la conservación no parece fundarse sino en un marco teológico que hace del hombre y de la naturaleza la obra sagrada de Dios. El núcleo central de esta moral, dice Hottois, el respeto al orden y a las vías de la naturaleza porque expresan la voluntad divina.
La ética de la no intervención y de la conservación del hombre-naturaleza requiere muchas puntualizaciones, algunas de ellas son:
Debido a un cataclismo, el hombre natural está condenado a su desaparición. Sólo una tecnología extremadamente avanzada podría evitar ese destino. Sin embargo, no podría hacerlo sin afectar al hombre.
Esta ética, aunque pretende salvaguardar fielmente al hombre, ignora un aspecto esencial de él: el hombre es también homo faber o especie técnica, el ser vivo que transforma y reconstruye la naturaleza que ha engendrado y que se reconstruye también a sí mismo.
Este conservacionismo llevaría a prohibir una gran cantidad de posibilidades técnicas que ayudarían a combatir enfermedades y otras cosas.
En su radicalidad, la moral de la simple y pura renuncia a la tecnociencia y de una vuelta a la naturaleza es tan absurda que apenas es tenida en cuenta. Conviene también considerar la ética de la conservación del hombre y la naturaleza, como una forma mínima de la vía intermedia que se expresa en las moratorias que los científicos se imponen y cuyo efecto es frenar, con mayor o menor fuerza, a la tecnociencia. Hottois se pregunta: ¿cuáles son las motivaciones profundas (más allá de la prudencia) que subyacen a las actitudes de renuncia respecto a las posibilidades tecnocientíficas, capaces de trastornar el hombre-naturaleza? y dice que, negativamente hablando, se debe a una especie de horror sagrado con relación a todo lo que amenaza con devastar los cimientos mismos del orden natural, particularmente el de la naturaleza humana. El deseo de intervenir especies naturales superiores, de producir híbridos genéticos para-humanos, impulsar la simbio-tecnia hombre-ordenador o desarrollar el arte de la prótesis, más allá de un cierto umbral, puede parecer insostenible.
Positivamente hablando, la experiencia y afirmación del valor del hombre natural-cultural en la convicción de que el hombre no puede llegar a ser verdaderamente humano, es decir, una persona consciente, libre, autónoma y también, abierta y sensible al otro sino siguiendo un único camino y utilizando medios naturales y culturales (simbólicos); en la convicción de que no puede producirse tecnocientíficamente al hombre, o al “super hombre”, y que demasiada intervención técnica en este ámbito conduce, necesariamente, a lo abhumano o inhumano.
La vía intermedia. El imperativo técnico lleva fuera de la ética. Las consignas de no intervención y conservación llevan fuera de la tecnociencia. Una y otra actitud, extremas, buscan, en suma, resolver la cuestión expuesta negando uno u otro de los términos presentes. Ambas pecan de realismo y simplificación. Entre los dos extremos, existe un lugar para una extensa gama de soluciones intermedias que vienen a decirnos que algunas de las posibilidades tecnocientíficas son posibles bajo ciertas condiciones; así se plantea el problema de los criterios, su selección, su justificación y su aplicación. Un primer criterio es la libertad, según la cual una posibilidad, una experiencia, por ejemplo, se permite desde el momento en que todas las partes implicadas han consentido en ello una información verdadera, completa y comprensible. El segundo criterio de selección pertenece a un orden distinto. Se enuncia como sigue: “no intentar nada que no sea para el bien del hombre y la humanidad”. Este nuevo criterio nos vuelve hacia un marco antropológico: la tecnociencia no tiene sentido y legitimidad más que al servicio del hombre y la humanidad. Ejemplos de investigaciones tecnocientíficas que parecen ofrecer garantías de un auténtico servicio al “bien” humano son: la neurotecnología, las tecnologías de reproducción, dominio de las causas del envejecimiento, la colocación de mejores prótesis.4 Todas estas tecnologías que están explorándose en estos días están al servicio del hombre. Sin embargo, también están afectando sensiblemente la condición humana, las situaciones límite de la humanidad, desde la concepción hasta la muerte.
Hottois afirma que el hombre en realidad está abocado a la vía intermedia, que es también la que resulta de una oscilación entre dos límites extremos. Sin embargo, esta vía intermedia actúa sobre una incertidumbre fundamental: el servicio “humanista” de la tecnociencia, en donde se observa que sólo el hombre tiene un valor en sí; el hombre es fuente de todo valor. Por el hombre, y sólo por él, existe en el universo lo que llamamos deber, moral o capacidad ética. El valor genuinamente humano reside en el hecho, sin paralelo con cualquier otro hecho en el mundo, de que por él, y sólo por él, la pregunta acerca del bien y el mal surge en el mundo y la libertad del deber se realice en el juego cósmico del azar y la necesidad. Así pues, sostiene Hottois, en última instancia, el hombre debería ser protegido porque es la fuente de todo valor en tanto que dispone de capacidad ética y no tanto porque tiene un valor en sí.
Una ley ética fundamental sería la de que la existencia o la esencia del hombre no pueden, jamás, en su totalidad, convertirse en una apuesta de manipulación; esta ley más que pensar en el peligro puro y simple del aniquilamiento físico de la humanidad (por una guerra nuclear, por ejemplo) piensa en la muerte esencial, ésta es: la deconstrucción/reconstrucción tecnológica del hombre. Éste es el peligro más específico, pues pone en peligro la sensibilidad ética misma del hombre, esto es, la de su facultad o capacidad ética. Sin embargo, para preservar esta capacidad ética, que hace al hombre y al valor del hombre, es también indispensable preservar el complejo hombre-naturaleza-cultura. La sensibilidad ética, agrega Hottois, no existe más que en el hombre tal y como éste se ha constituido natural y culturalmente.
Llegados a este punto, la pregunta ética en el marco de una reflexión sobre la técnica toma nueva dimensión. En el caso de las posibilidades tecnocientíficas, y puesto que estas posibilidades pueden afectar considerablemente a la naturaleza humana, se trata de un debate dentro de la propia ética. Parece que, en gran medida, la union entre “ética y técnica” debe resolverse a favor de una de las dos alternativas: Ética o técnica. La puja tecnocientífica por la libertad de intentar todo lo posible conduce, seguramente, más allá de la ética. La autonomía (la técnica) se manifiesta respecto a la moral y a los valores espirituales. La técnica no soporta nungún juicio, no acepta ninguna limitación (J. Ellul, La technique ou l’enjeu du siécle).5 La vuelta a la naturaleza es, desde un punto de vista práctico y moral, una aberración, afirma Hottois. La naturaleza está más acá de la ética. Queda, pues, la vía intermedia y la selección de lo posible técnicamente. Parece, por tanto, que la prudencia con que debería realizarse dicha selección deberá atender, sobre todo, la cuestión siguiente: ¿tal o cual posibilidad tecnocientífica corre o no, el riesgo de disminuir, casi de suprimir, la capacidad ética del individuo o de la humanidad? Esto es lo que llama V. Packard el peligro de la deshumanización. Y para ello se pueden mostrar ejemplos como: a) la posibilidad de un control electroquímico del humor, b) las nuevas técnicas de reproducción y fecundación, c) la perspectiva de producer híbridos por mezcla genética de especies de primates superiores con el hombre, d) la eugenesia (positiva y negativa), e) la posibilidad de insertar micromemorias en el cerebro humano, etc.
Como para una parte considerable la repercusión ética depende de las condiciones particulares en que es conducida una investigación y una posibilidad difundida es casi imposible decidir a priori y absolutamente si tal cosa debe ser tolerada o intentada, o incluso -¿provisoriamente?- descartada; lo que llamamos entorno simbólico (cultura, ideología, instituciones, tradiciones, regímen político, etc.) de las posibilidades tecnocientíficas del desempeño de un papel capital en la evaluación de aquéllos.
Finalmente, Hottois señala que la vía intermedia tiene seis aspectos, los cuales son:1) interacción de lo simbólico y de la técnica; 2) reconocimiento del valor propio de lo simbólico; 3) solidaridad antropocósmica; 4) el sentido de imprevisibilidad y apertura. La preservación de lo posible; 5) pragmatismo, prudencia, responsabilidad; 6) sobre la evolución en la fase antropológica.
1. La interacción de lo simbólico y la técnica. Entre lo simbólico (lo cultural, lo tradicional, lo institucional, lo ideológico, etc.) y las tecnociencias hay, a la vez, diferencias e interacciones. Lo que indica, asegura Hottois, que debemos ser cautos ante tres peligros: el de confusión o reducción, el de separación y aislamiento, y el de simplificación. Para Hottois, el signo y la técnica se confunden. La más antigua, es la de la magia que atribuye a los signos una eficacia tecnofísica; sin embargo, las confusiones modernas van, más bien, en otro sentido, atribuyendo a las tecnociencias virtudes simbólicas, es decir, dan a la humanidad un determinado fin y un sentido, a la vez que las unen. Ésta es la ilusión que crean la mayor parte de las ideologías y utopías tecnocientíficas. Distinguir no es aislar, sino reconocer las diferencias con el fin de poder entender mejor las influencias, condicionamientos recíprocos e interacciones. Entre el borde de lo simbólico (atravesado por corrientes de ida y vuelta en todos los sentidos) y las tecnociencias, las interacciones son constantes. Las tecnociencias son la fuente y el blanco de tiro en los que se expresan y disimulan los polimorfos deseos de deliberación, represión, etc. (tan sólo veamos cómo se aplican en la invasión de la vida privada).
Debemos analizar, señala Hottois, en la medida de lo posible, el conjunto de factores que interactúan y que no simplifican las cuestiones ético-políticas que se imponen respecto a la investigación y al desarrollo científico. Esto permite distinguir que hay dos tipos de constricciones y de límites cuando se habla de intentar todo lo tecnocientíficamente posible: por un lado, los físico-objetivos, por otro, los simbólico-culturales. Despreciar unos u otros supone una actitud irresponsable y que conduce a errores y contratiempos de elevado coste humano por lo que al sufrimiento se refiere. En la práctica, el problema de la interacción o dialéctica entre lo simbólico y lo técnico está en el corazón de un gran número de trabajos y empresas, en especial desde que se empezó a tener conciencia de la ambivalencia de las tecnociencias y de la hendidura que existía en la sociedad occidental entre dos “culturas”: la literaria y la científica. Los intentos para construir un puente y articular lo técnico y lo simbólico se reagrupan, según Hottois, fundamentalmente, en torno a los ejes centrales siguientes: 1) investigaciones sobre la historia de las ciencias y de las técnicas; 2) los grupos y programas de investigación ciencia, tecnología y sociedad; 3) la puesta en práctica de programas de evaluación pluridimensional de proyectos de investigación y desarrollo; 4) el desarrollo de “comisiones y comités de ética”, en especial en el campo de las ciencias biomédicas; 5) el esfuerzo general y más difuso, pero capital para la democracia, de la intercomunicación entre tecnocientíficos (expertos), políticos, los diferentes grupos sociales y el público en general. Hottois se pregunta si todos estos esfuerzos posibilitan una verdadera síntesis entre lo simbólico y lo tecnocientífico, ya que una síntesis de este tipo implicaría algo más que la simple gestión de las interacciones entre dos polos cuya relativa autonomía e identidad no son negadas en esta gestión.
También Hottois muestra que aquí existen dos tendencias violentamente enfrentadas: por un lado, la cultura tecnocientífica no sólo es una exigencia sensata y legítima, sino también necesaria para una sociedad responsable; por otro, la noción misma es contradictoria y carece de significado: tal cultura no puede nacer más que de la dirección de aquellos que jamás han comprendido lo que es una cultura.
1. Es imposible una cultura tecnocientífica. La divulgación no transmite más que el discurso y el discurso (técnico) no es la práctica (científica). Del conocimiento científico no puede surgir una cultura porque éste se desnaturaliza cuando se transforma en discurso y olvida las condiciones de su propia producción. La divulgación no puede pretender ser otra cosa que una operación de socialización de la ciencia, conducente a la jerarquización de saberes…
La reflexión de Roqueplo es más adecuada a la realidad: la cultura técnica consiste, más bien, en conocer el medio en el que se vive. El que no tiene esa cultura ignora su medio y está doblemente alienado: no domina su propio entorno y está en dependencia de aquellos que tienen el conocimiento. La cultura consiste en la posesión de conocimientos y del saber-hacer susceptibles de darnos un dominio personal sobre nuestro entorno y un control sobre la actividad de aquellos que crean los recursos. La falta de esta cultura causa una alienación generalizada….Una cultura técnica es esencialmente imposible. Para que sea posible los tecnólogos la reducen, como hemos visto, a una mera acumulación de conocimientos (J. Ellul, Le bluff technologique, pp. 170-175, citado por Hottois).
2. Reconocer el valor propio de lo simbólico. Este reconocimiento puede ser evidente, asegura Hottois, para filósofos, psicoanalistas, estudiosos de las ciencias sociales, hombres de religion, etc. Sin embargo, no es necesariamente evidente para los tecnocientíficos.
Mostrar a los tecnocientíficos que el símbolo es lo que articula lo humano, no es fácil. No podemos pensar lo que llamamos libertad, ética, capacidad de elección, etc., fuera de la simbolización. Rendir justicia a la importancia de lo simbólico es rendir justicia a esa parte del hombre que se resiste a la objetivación y a la mecanización: esa parte expresiva del sujeto, de la interioridad; esa parte que algunos querrían llamar espiritual o moral. Esa misma parte, indica Hottois, es también la que nos otorga lo que llamamos la dignidad humana en tanto personas, es decir, lo que no puede ser un simple medio (que se utilice con fines exteriores o extraños).
3. La solidaridad antropocósmica. Ésta es, según nuestro autor, en primer lugar, ontológica, pero como tal tiene consecuencias éticas. El término solidaridad antropocósmica significa que el hombre no es esencialmente ajeno al cosmos que le rodea, sino al contrario, es, en tanto especie natural, un producto del cosmos. La implicación ética de la solidaridad antropocósmica quedará explicada por Hottois a partir de resumirla como sigue: Si el hombre tiene valor y es resultado de una evolución y de un medio naturales, éstos no pueden quedar totalmente fuera de ese valor y dignidad, so pena de defender la hipótesis de que lo específicamente humano procede de algo sobrenatural (una entidad espiritual, por ejemplo), lo que valoriza al hombre pero desvaloriza del todo a la naturaleza. Ciertamente, entre el valor del hombre y el de las formas de vida no humana pueden distinguirse grados, pero parece difícil, desde un reconocimiento ontológico de la solidaridad antropocósmica, negar a la naturaleza todo valor de sí.
4. El sentido de imprevisibilidad y apertura. La preservación de lo posible. El reconocimiento de la solidaridad antropocósmica y de la imprevisibilidad de la evolución no deben conducir a la negación del hombre –entendido como una especie biológica simplista que no tiene en cuenta la forma propia de ser del hombre en la evolución, precisamente, mediante las mediaciones simbólicas y técnicas-. Hottois muestra que se debería, sin embargo, dejar entrever el sentido de precariedad del hombre. Precariedad que quiere decir: a) que el hombre puede desaparecer de la faz de la tierra por un cataclismo cósmico y b) que la ciencia y la técnica, utilizadas de una manera responsable, podrían ayudarnos contra ese destino de desaparición. Es necesario que conservemos las posibilidades. Preservar lo posible es también, y quizás primeramente, preservar y salvar el pasado. Conservar aquellos caminos que la vida o la humanidad tomaron en otro tiempo, y luego abandonaron. Las elecciones que hagamos hoy, asegura Hottois, en el campo de la tecnociencia, especialmente respecto a las tecnologías, van a estar marcadas por la imprevisibilidad y apertura. Hemos de desconfiar de quienes nos ofrecen un camino único –decretado como la única posibilidad o la mejor- tanto más cuanto que su compromiso nos parezca irreversible. Finalmente, debemos pensar que nuestra preocupación por el futuro pasa por nuestra forma de ver el pasado.
5. Pragmatismo, prudencia, responsabilidad. Hottois comienza diciendo que estas exigencias proceden de la complejidad y ambivalencia, así como la preocupación por la indeterminación del futuro. Complejidad por cuanto esta está en todas partes y no es objetiva, sistemática, analizable y, de este modo, controlable: éstá en la solidaridad antropocósmica así como en la dialéctica entre lo simbólico y lo tecnocientífico, libertad y creación, es decir, en la elección que comporta irreductiblemente un riesgo y que no se deja reducir a una conclusión lógica o a una consecuencia mecánica necesaria. Ambivalencia, por cuanto ésta es también universal, tanto sincrónica como diacrónicamente. Si somos conscientes de esta ambivalencia podremos reconocer que la separación entre el bien y el mal no se da nunca de manera definitiva y absoluta: lo que está bien aquí en un contexto determinado, no lo está necesariamente en otro; lo que es un mal o un sinsentido hoy, se puede tornar importante mañana. Sin embargo, que sea ambivalente no significa que la distinción entre bien y mal sea imposible en determinadas situaciones en que hemos de elegir y menos aún significa que haya que cultivar la ambivalencia o la ambiguedad en todo momento.
La actitud pragmatista intenta tener en cuenta todos los aspectos que hemos mencionado. Una ética pragmática renuncia a prever y resolver de antemano todos los problemas o a buscar, a priori, las soluciones a todas las preguntas. Esta no pretende controlar simbólica o tecnocráticamente el futuro, sino reconocer su imprevisibilidad, acomodarse a su indeterminabilidad y parte del principio de que aunque no disponemos de ninguna revelación escatológica, tenemos suficiente luz para afrontar las cuestiones que se plantean hoy y con vistas a un futuro no demasiado lejano. Una ética pragmática es más adecuada para considerar problemas concretos y prácticos que cuestiones especulativas, aunque sea vital para ésta no romper enteramente con la especulación.
En cualquier ética, la responsabilidad, asegura Hottois, tiene un papel preponderante. Ciertamente, esta noción de responsabilidad es crucial en la medida en que el poder de acción del hombre ha crecido enormemente. También es cierto que la responsabilidad implica que se intente cuanto sea posible para prever las consecuencias que va a tener la actualización de una determinada posibilidad, imaginando con ella diversos escenarios. Pero esta responsabilidad debe ejercerse, una vez más, teniendo en cuenta los diversos componentes de la era tecnocientífica, entre los que figuran la apertura e imprevisibilidad del futuro. No hace falta que la responsabilidad –especialmente en relación a las generaciones futuras- llegue a ser obsesiva, compulsiva y negadora de la libertad en la que toda responsabilidad se enraiza. La ética de la responsabilidad debe ser abierta y evolutiva, no puede negar el futuro, pretender planificarlo para su mayor bien y evitando, a toda costa, errores o tentaciones que son las nuestras. Tenemos, ante todo, la responsabilidad de legar a las generaciones futuras una situación en la que puedan también ser responsables, es decir, elegir libremente su camino, su identidad y su futuro. Una ética que es consciente de la responsabilidad respecto al futuro no puede excluir a priori y, sobre todo, de una vez por todas, una posibilidad, un camino.
La prudencia, una virtud aristotélica, es citada también en lo relativo a las cuestiones éticas referentes a las tecnociencias. Existen buenas razones para ella, puesto que la prudencia –la phronesis- es, precisamente, la virtud que necesita el hombre para actuar en el marco de un mundo ampliamente imprevisible y, por tanto, no dominable a nivel teórico. La prudencia, agrega Hottois, adquiere un carácter ontológico o cósmico al percibir que la humanidad está llamada a administrar el presente y el futuro de la evolución antropocósmica en los límites de su saber y poder actuales sólo mediante la prudencia.
Iraburu, M.
Con voz propia. Decisiones que podemos tomar ante la enfermedad
Madrid: Alianza editorial; 2005.
Marga Iraburu es doctora en Medicina por la Universidad de Navarra y especialista en Medicina Interna. Con voz propia se dirige tanto a los enfermos como a los que gozan de buena salud, a los que cuidan y a los que son cuidados, a los que toman decisiones por si mismos y a los que deben tomarlas por otros… En un tono sencillo y directo, mediante breves e interesantes historias, la autora aborda las grandes cuestiones que la atención a la salud plantea: la nueva forma de relación entre el paciente y los profesionales de la salud, las condiciones adecuadas para una buena comunicación, la toma de decisiones desde el respeto a las preferencias del interesado, al intimidad, el papel de la familia, la realización del documento de voluntades anticipadas, los dilemas de la etapa final de la vida y los nuevos retos de la asistencia sanitaria para el siglo XXI. En definitiva, toda la información imprescindible para ser capaces de afrontar, desde la libertad personal, nuestra enfermedad o la de nuestros seres queridos.
Este libro se divide en cinco partes: La revolución de la bioética y la relación médico-enfermo; la toma de decisiones y el consentimiento informado; el ámbito de la intimidad; muerte y dignidad, voluntades anticipadas y donación de órganos; el paciente del siglo XXI y los comités de ética hospitalarios.
Kraus, Arnoldo
Una receta para no morir: cartas a un joven medico
Ediciones Alfaguara, México, 2005
En esta obra. Arnoldo Kraus ofrece una visión integral y sucinta sobre saberes, coyunturas y dudas que ha debido adquirir, enfrentar y resolver a lo largo de sus años en el ejercicio de la medicina. El sustento de estas reflexiones es la experiencia práctica, pero no sólo ella; también variadas lecturas, una posición de compromiso ético y la certeza de no saberlo todo. Tanto los aspirantes a médicos como los lectores en general encontrarán aquí motivos para confiar en que no se ha roto definitivamente el vínculo entre humanismo y medicina.
Kübler Ross, Elisabeth
La rueda de la vida
Ediciones B., Barcelona, 1997
Durante los dos últimos años, y .debido a una serie de embolias, he dependido totalmente de otras personas para mis necesidades más básicas. Cada día lo paso esforzándome por pasar de la cama a una silla de ruedas para ir al cuarto de baño y volver nuevamente a mi cama [...] Lo único bueno de acercarme con tanta lentitud a la transición final de la vida es que tengo tiempo para dedicarme a la contemplación. Supongo que es apropiado que, después de haber asistido a tantos moribundos, disponga de tiempo para reflexionar sobre la muerte, ahora que la que tengo delante es la mía». Quien así de dura y sencillamente se expresa en la autobiografía que motiva la presente reseña es la doctora Kübler-Ross, creadora de la tanatología, especialidad médica centrada en la experiencia personal del morir.
Frente a una Medicina que rechaza fóbicamente la muerte, Elisabeth Kübler-Ross no ha dudado en hacer de ella, como todas las religiones y la mayor parte de las metafísicas, el momento de mayor trascendencia espiritual para el individuo. La autora comienza su libro con el relato de la destrucción de su casa, en el estado norteamericano de Virginia, el 6 de octubre de 1994, a manos de uno de esos grupos oscuros que encuentran su valor en el linchamiento y su justificación en los prejuicios más arcaicos. La idea de crear un centro de atención para bebés infectados de sida no pudo ser llevada a cabo, debido a la presión de los lugareños, que disparaban a sus ventanas, mataban a los animales de la granja, proferían amenazas y atacaban sus propiedades. Al final consiguieron que su odiada doctora. la «Señora de la Muerte y el Morir», desapareciera de allí. Respiraban aliviados ante el denso humo del fuego que prendieron. Elisabeth Kübler-Ross nació en Suiza el día 8 de julio del año 1926, junto con otras dos hermanas, en el seno de una familia acomodada de Zurich. Tuvo que enfrentarse duramente a su padre, que reservaba para ella un destino de secretaria, cuando le comunicó su voluntad de ser médico. Desde muy joven se ocupó de ayudar a los damnificados de la Segunda Guerra Mundial en Polonia o Checoslovaquia, donde adquirió experiencia viajando por países destruidos sin pensar en otra cosa que en las necesidades de la gente. La autora estudió Medicina, con la idea de ser pediatra, en su ciudad natal, sufragando sus propios gastos como auxiliar de laboratorio.
Casada en el año 1955 con un compañero neoyorquino, fijaron en Norteamérica su residencia y allí tuvieron a sus dos hijos, tras sufrir varios abortos espontáneos. Ella se hizo psiquiatra en el Instituto de Chicago, y él neurólogo. En 1976 se divorciaron, en parte por la falta de credibilidad que para él tenían las investigaciones de su esposa, que empezaba a sufrir una polémica fama. Pero Elisabeth Kübler-Ross había encontrado su camino. No duda en contar sus experiencias con entidades espirituales, señala sus errores y alerta sobre el peso de la fama.
Ella cree firmemente que «la muerte no existe» más allá del abandono del cuerpo, ese capullo del que sale la mariposa. Una imagen que vio profusamente representada en el campo de concentración polaco de Maidanek y que, desde la Grecia clásica, representa al alma. Con el tesón que ha caracterizado su vida, la doctora Kübler-Ross no ha parado en su servicio a los moribundos y sus familiares, investigando en profundidad las fases que todos atravesamos al sentirnos tocados por la muerte -negación, ira, pacto, depresión y aceptación- y la liberación que experimentamos al cruzar el umbral. Como dice la autora en este libro, que probablemente sea el último que sale de sus manos: «La única finalidad de la vida es crecer. La lección última es aprender a amar y a ser amados incondicionalmente» .
Kübler Ross, Elisabeth
Sobre la muerte y los moribundos.
Grijalbo.
De obligada lectura para quienes quieren adentrarse en el mundo del morir humano. Libro o clásico sobre la muerte y los moribundos más conocido, difundido y leído. Probablemente fruto de haber sido de los libros pioneros en cubrir la carencia que existía sobre el tema que aborda. Primero hace un acercamiento en su primer capítulo un abordaje sobre el miedo a la muerte (págs. 13-24). Para continuar con las actitudes con respecto a la muerte y al moribundo mediante la comprensión de los sentimientos los cuales los aborda a lo largo de los distintos capítulos a modo de fases:
1. Negación y aislamiento; 2. ira; 3. Pacto; 4. Depresión; 5. Aceptación. (págs. 59-178) Dedicando a continuación un capítulo a ese sentimiento recurrente a lo largo según la autora de todas las fases que es la esperanza (págs. 179-201). Ya en el capítulo 9 se aborda el crucial tema de la familia y el paciente (págs. 203-232) para continuar con algunas entrevistas con pacientes moribundos (págs 233-305) valiosas para un acercamiento al sentimiento de muerte humano. En el capítulo 11 la autora nos acerca a las reacciones que se suscitaron ante el seminario sobre la muerte y los moribundos (págs. 307-336). En el último capítulo “terapia del enfermo de muerte” la autora a la vista de todo lo anterior nos lleva a entender que el paciente desahuciado tiene necesidades muy especiales que pueden cubrirse si nos tomamos el tiempo para sentarnos, escuchar y averiguar cuales son, dándole a este proceso valor sobre todo de tipo relacional y de trabajo personal (págs. 337-346). Incluye al final una bibliografía importante por orden alfabético de autores de 169 referencias de libros y artículos (en inglés).
Lewis, Clive Staples
El problema del dolor
Editorial Universitaria,1998, 164 páginas, 6a. ed.
El autor lleva a cabo la reflexión sobre el sufrimiento, su sentido y su trascendencia. Con inteligencia analiza los diferentes temas del libro.
Este libro ayudará al lector a comprender algo tan importante como es esta condición intrínseca de la existencia humana.
¿Es puramente irracional el dolor? ¿Tiene algún sentido el sufrimiento? Desde siempre, estas preguntas han salpicado los debates intelectuales de todas la épocas, a pesar de que las respuestas no han estado nunca escondidas ni limitadas a unos pocos, sino que para acceder a ellas tan sólo se requiere una mente abierta y un correcto planteamiento de la cuestión. Y esa es precisamente la actitud con la que Lewis redacta esta obra. Como él mismo escribe: “El único propósito del libro es resolver el problema intelectual suscitado por el sufrimiento”.
En una sociedad como la que vivimos, cada vez más hedonista, el dolor es visto como un misterioso enemigo del tan ansiado bienestar, ante el que la única forma de combate se revela de forma meramente visceral. Como deja entrever Lewis en El problema del dolor, son muchos los esfuerzos encaminados a huir de él, ignorando que para comprenderlo es necesario entender al ser humano.
Como en cualquier tema, para llegar a la respuesta correcta es necesario realizar la pregunta adecuada. Por ello, Lewis escribe que el “enigma del dolor como fenómeno vital, como algo real en tanto que vivido, es el misterio de su sentido”. Y por tanto la “pregunta decisiva se podría formular, pues, más o menos así: «¿Tiene sentido el dolor?»” Para dar respuesta al interrogante, el autor establece un camino lógico a lo largo de los diez capítulos en que está articulado el libro.
Clive Staples Lewis (Belfast, 1898- Oxford, 1963), comúnmente conocido como C.S. Lewis. Fue un escritor, apologista y académico irlandés.
En 1917, comenzó sus estudios en la Universidad de Oxford, donde desde 1925 trabajó como profesor de lengua y literatura inglesa hasta 1954. En este último año fue nombrado “Professor” de Literatura Medieval y Renacentista en Cambridge. Como docente se hizo muy popular, y ejerció una profunda influencia en sus alumnos.
Conoció a J. R. R. Tolkien, con quien fundó en 1939, junto a Charles Williams y Owen Barfield, el Club de los Inklings para discutir sobre literatura y filosofía.
Dotado de una inteligencia brillante y lógica, y un estilo claro y vivo, llegó a ser uno de los escritores más influyentes de nuestro tiempo. También escribió muchos libros para niños y literatura fantástica, además de muchos trabajos de crítica literaria.
Mittag, Oskar
Asistencia práctica para enfermos terminales. Consejos para la familia y para la hospitalización
Herder. Barcelona (1996). 212 págs. 1.600 ptas. T.o.: Sterbende begleiten.
Ensayo de divulgación que abarca un amplio abanico de cuestiones: la historia de la muerte; cómo se muere hoy; el proceso psicológico del moribundo y sus etapas; la muerte real -desmitificada, sin idealizaciones innecesarias-; su vivencia en el medio hospitalario; la exigencia de informar al enfermo y el modo humano de decirle la verdad; la crudeza de las horas o de los días en la UCI; el acompañamiento familiar a los moribundos y su asistencia en el hogar; y, por fin, el momento de la muerte, con el enfermo rodeado de los seres queridos. El libro es todo un muestrario de la asistencia clínica, pormenorizada y cálida de los paliativistas y constituye un tratado de humanidad y sabiduría.
Quinlan, Joseph y Julia
La verdadera historia de Karen Ann Quinlan
Editorial Grijalbo, Barcelona, 1978
Relato de la historia de Karen Quinlan, la joven americana que entró súbitamente en coma, manteniéndose con vida gracias a una serie d aparatos, y la lucha llevada ante los tribunales para suspender el respirador artificial que la mantenía con vida. Su fama traspasó la frontera médica porque en su caso su suscitó, ante un tribunal, la licitud o ilicitud moral de suspender un tratamiento sin esperanzas de salvar al paciente y quitarle el respirador artificial que la mantenía con vida. Padres, hermanos y amigos narran el trágico caso, con la colaboración de un periodista. Escrita con un estilo sencillo, la obra relata la historia de Karen, trasladándose de continuo del pasado al presente, como se mueven en realidad los pensamientos. La obra presenta un tono íntimo en el que se evidencian unos sentimientos reales y se eluden detalles sensacionalistas. El libro tiene varios anexos con documentos en los cuales se distingue la prolongación de una vida por medios artificiales y la eutanasia.
Rodríguez Arias, David
Una muerte razonable. Testamento vital y eutanasia
Desclée de Brouwer, 2005, páginas: 152
Prácticas relacionadas con el fin de la vida, preservar la calidad de vida, eutanasia, cuidados paliativos [2005]
No siempre es posible mantener la vida de quienes se encuentran gravemente enfermos: la vida es una guerra perdida contra la muerte. Lo verdaderamente interesante, y lo más complicado, es preservar la calidad de vida de las personas hasta el momento de la muerte. Por eso, algunas de ellas se plantean, junto con sus familiares y los profesionales que las atienden, limitar las medidas de soporte vital y de ese modo dejar paso a la muerte.
Otras, sobre todo en los países en que se ha legalizado, solicitan a sus médicos que les practiquen una eutanasia para acelerar el proceso y terminar de manera rápida con una vida que consideran demasiado degradante. Un tercer escenario, cada vez más frecuente, es el de los enfermos hospitalizados que han perdido su capacidad para tomar decisiones sobre su salud. Estos pueden haber establecido por adelantado y por escrito los tratamientos que desearían o no recibir. El propósito de este libro es esclarecer y debatir desde un punto de vista ético todas esas prácticas relacionadas con el final de la vida.
Sarmiento, Augusto
Cuidar y defender la vida
Editorial Rialp, Madrid, 2006, 128 páginas
Tema: bioética, biotecnología, manipulación del desarrollo de la vida [2006]
Las posibilidades de intervenir en las distintas fases del desarrollo de la vida humana, gracias a los avances de la tecnología, abren perspectivas hasta ahora insospechadas, pero también riesgos difíciles de imaginar. Cuidar y defender la vida es una tarea urgente en la sociedad actual. El autor de este libro, poniendo el acento en algunos de los puntos más básicos de la protección y defensa de la vida, ofrece la valoración que merece el uso de determinadas técnicas.
Serrano Ruiz-Calderón, José Miguel
Retos jurídicos de la bioética
Eiunsa, Madrid, 2005, páginas: 280
Dignidad de la vida humana, bioética, biotecnología [2005]
El predominio del paradigma biológico en la Ciencia y la revolución biotecnológica ha tenido indudables efectos positivos sobre la realidad humana. Sin embargo, ha sido asociado en ocasiones a una ideología cientifista que ha puesto en tela de juicio el principio jurídico de dignidad de la vida humana, lo que supone un indudable reto para el Derecho. Desde la concepción del Derecho como objeto de la Justicia y la defensa de la adquisición del concepto de dignidad humana, este libro analiza los retos que la biotecnología plantea ante nosotros, no sólo en lo que respecta a las innovaciones tecnológicas, sino en lo que se refiere a principios básicos de Justicia, como la igual consideración de todos los seres humanos o la sacralidad de la vida humana. Así se analizan cuestiones jurídicas de actualidad como la eugenesia positiva, la reducción del estatuto del embrión humano, la investigación sobre humanos, el aborto, la clonación, la eutanasia o la supresión de la institución jurídica del matrimonio.
Tinant, Eduardo Luis
Antología para una Bioética Jurídica
La Ley, Buenos Aires, 2004
"El autor es profesor de Filosofía del Derecho en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata, en la República Argentina. Allí ha organizado desde 1995 diversas actividades académicas en torno a la bioética, y ha promovido y dirige una Maestría en Bioética Jurídica recientemente aprobada por su Universidad como carrera interdisciplinaria de postgrado. El libro se dirige fundamentalmente a los estudiantes de Bioética, tanto en cursos de grado como de postgrado, y por ello el autor añade varios anexos con el programa de esta Maestría así como una útil y extensa bibliografía y documentación para facilitar la búsqueda de material.
Recoge en este volumen algunos trabajos en torno a temas de bioética escritos en los últimos años, impartidos como conferencias o publicados en revistas especializadas del ámbito del Derecho. Han sido corregidos y actualizados, y ordenados según un plan adecuado para su lectura progresiva, a partir de la vinculación entre Bioética y Derecho, más general, para concluir en los principales temas y problemas bioéticos y jurídicos de la actualidad.
Los primeros capítulos del libro están dedicados al análisis de las relaciones entre ética, bioética y derecho. Profundiza el autor en los diferentes ámbitos que han entrado en la disciplina de la Bioética, clínica y social, y en los principios bioéticos como tópicos jurídicos, así como en la interpretación de las derechos humanos a la luz de la Bioética.
Los siguientes capítulos entran de lleno en el análisis de problemas bio-jurídicos actuales. Sobre cuestiones al comienzo de la vida humana: la anencefalia, la tecnociencia y la autorización judicial de terapia límite; el aborto terapéutico y la objeción de conciencia del profesional; la libertad de contracepción y la dignidad e integridad de la persona; la ley de salud sexual de Argentina y la procreación responsable y los derechos humanos. Sobre el final de la vida humana: el derecho del paciente a rechazar un tratamiento por libertad de conciencia; la eutanasia pasiva y adistanasia a la luz de un fallo de la Corte Suprema de California; un caso de transplante de órganos; «bioamparo», terapia límite y autonomía dialógica.
Un tercer grupo de artículos están dirigidos al análisis de los alcances y límites del derecho a la salud: la tutela de la persona «vulnerable» en sentido bioético; el abandono del deber de protección de la salud como derecho humano fundamental; salud, privacidad y derechos constitucionales."
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