Autor: Antonio Pardo
Departamento de Humanidades Biomédicas, Universidad de Navarra
Hace dos años, la publicación por parte de los científicos del Instituto Roslin de la clonación de una oveja a partir de una célula adulta de otra oveja supuso una auténtica conmoción, tanto a nivel científico como en la opinión pública. Las repercusiones de este experimento, tanto científicas como éticas, son notables.
Sin embargo, muchas de las opiniones vertidas a raíz de las nuevas posibilidades técnicas que se ofrecen adolecen de una buena dosis de imaginación, y exigen una clarificación. Para llevarla a cabo, describiremos el experimento llevado a cabo, sus antecedentes, los avances que se esperan obtener de él, y las repercusiones éticas de su posible aplicación sistemática en un futuro que, hasta hace poco, parecía muy lejano.
La técnica
La reproducción de gran cantidad de animales y plantas se realiza de modo sexual, es decir, mezclando material genético de dos progenitores de distinto sexo para constituir la primera célula de un nuevo ser con una nueva dotación genética, distinta tanto de la paterna como de la materna. Desde hace bastantes años, al considerar que una célula cualquiera de un animal adulto contiene todo su material genético, se contempló la posibilidad teórica de obtener un animal adulto a partir de dicho material genético. Aunque la idea es antigua, la experiencia la convirtió en una empresa poco menos que imposible: los únicos intentos que habían tenido éxito se habían realizado sobre embriones de rana en estado muy inicial de desarrollo; los experimentos realizados en los años 50 para obtener un ejemplar adulto empleando material genético obtenido de células de renacuajo (ni siquiera de rana adulta) proporcionaron un resultado paupérrimo: sólo un uno por ciento de los huevos de rana a los que se les había quitado el material genético y se les había implantado el de una célula del renacuajo alcanzaron un desarrollo apreciable, nunca hasta el estado adulto. Esto ha llevado a los científicos a hablar de “totipotencia”: la cualidad de unas células de poder desarrollar todo el organismo adulto; al parecer, las células embrionarias tienen esta totipotencia que se pierde con el avance del desarrollo, de modo que las células del adulto no son aptas para desarrollar todo el organismo, aunque tengan todo el material genético necesario para ello.
Otros experimentos, realizados a comienzos de los años 90 con embriones humanos, tampoco son dignos de mención, pues emplearon embriones anormales, que eran el resultado de la unión de una célula femenina con dos masculinas, y tenían una carga genética patológica, que los condenaba a muerte a corto plazo.
El experimento que tuvo como resultado el nacimiento de la oveja Dolly fue una sorpresa incluso para quienes la obtuvieron: el Dr. Wilmut y su equipo pretendían obtener cultivos de células, e intentaron la clonación como un experimento relativamente tangencial a su línea de investigación. El procedimiento consistió en tener en cultivo las células de oveja quitando progresivamente nutrientes al medio en que se cultivaban hasta conseguir que entraran en una fase de reposo, sin reproducirse. Entonces, se las fusionaba con células femeninas a las que se había extraído el núcleo. El procedimiento funcionó, aunque fuera con un rendimiento mínimo: de las 277 células de partida sólo se consiguió el nacimiento de una oveja, Dolly.
Hubo una seria resistencia en la comunidad científica para admitir la veracidad del artículo publicado por Wilmut debido a lo inesperado de los resultados. Pero con el tiempo, los nuevos experimentos realizados en otros laboratorios han venido a darle la razón. De todos modos, la cuestión no es técnicamente tan sencilla: los intentos de reproducir la clonación en otras especies animales a partir de células de animales adultos han resultado infructuosas; no ha sido así cuando se ha partido de células fetales: la prensa ya nos informó en su momento del éxito en la clonación de monos y terneros.
Expectativas
Los horizontes que abre la nueva técnica de clonación son múltiples. Se refieren tanto a su aplicación a animales como a su aplicación al hombre.
En el caso de los animales, se plantean varios objetivos mediante la clonación: por una parte, la copia de ganado especialmente bueno por su producción de leche, carne, etc., de modo que se pueda mantener una raza de buenas características sin necesidad de mantener una constante política de cruces selectos para mantenerla. Esta idea ha sido criticada por la disminución de la biodiversidad de las especies clonadas: puede que se obtuviera una cabaña de cualidades inmejorables de producción de carne, leche, etc. Pero sería a costa de tener una población muy homogénea, que podría sucumbir completamente ante una epidemia, pues ésta afectaría por igual a todos los ejemplares. Sin embargo, también hay que reconocer que dicha aplicación resulta bastante problemática desde el punto de vista comercial: implica la manipulación de embriones y, por consiguiente, una menor supervivencia de éstos que en las técnicas de fecundación in vitro ya realizadas en el ganado. Estas últimas apenas se emplean por su escaso éxito, la necesidad de realizarlas en vacas jóvenes y sólo en primera preñez. Cabe, por tanto, prever muy serias dificultades antes de que la técnica llegue a ser comercialmente viable para la mejora de la producción ganadera.
Cuestión muy distinta es su aplicación para clonar animales muy especiales; así, se ha propuesto clonar animales en peligro inminente de extinción. De modo más inmediato, está la posibilidad de clonar animales manipulados genéticamente de modo que produzcan en su leche algunos productos extraños a ella, pero de gran utilidad en terapéutica humana. Así, existen actualmente ovejas y cabras que producen factor VIII y otros productos de interés terapéutico en su leche. Como conseguir un animal transgénico que segregue un determinado producto en la leche es bastante difícil, la nueva técnica de clonación evitaría tener que repetir la manipulación genética: bastaría clonar algunas de sus células para tener una fuente inagotable, sin por ello someter al animal a un trato inhumano. En esta misma línea cabría incluir las investigaciones actualmente en curso para obtener animales transgénicos como donantes de órganos para trasplante al hombre: aunque todavía bastante discutible en cuanto a su aplicación práctica, es una línea de investigación prometedora, que sólo podría dar resultados a gran escala con la incorporación de técnicas de clonación de los animales transgénicos obtenidos. Otra aplicación sería la clonación de animales en los que se diera un modelo adecuado de alguna enfermedad humana, de modo que se pudieran ensayar diversos tratamientos de modo controlado, cuestión que resulta actualmente casi imposible. Igualmente, se podría reducir el número de animales de experimentación al disponer de ejemplares exactamente iguales en los que ensayar los diversos procedimientos alternativos.
Problemas éticos
Con respecto a la clonación humana, la opinión del propio Dr. Wilmut, como de muchos otros médicos, es firme: aunque parece técnicamente posible la realización de la clonación en el hombre, no se debería de intentar siquiera, pues parece una aberración, carente de utilidad clínica. Por otra parte, el intento de clonación humana, si pretende recuperar a una persona fallecida, no obtendría más que una persona distinta, aunque físicamente idéntica al fallecido, como un hermano gemelo nacido más tarde. Esta nueva persona estaría influida por su propia situación cultural, experiencias, familia, sus propias opciones en la vida, etc. Por tanto, sería pura casualidad que se consiguiera volver a tener un Einstein, un gran deportista, artista, etc., por medio de la clonación de una de sus células.
Desde el punto de vista de la ética médica, habría que argumentar, en apoyo de esta opinión de sentido común, el respeto debido al ser humano en estado embrionario [1]. Si la técnica empleada para la clonación se salda con tantos fracasos (muertes de seres humanos en estado embrionario), no es aceptable su aplicación hasta que estos fallos se reduzcan a un mínimo tolerable. Por otra parte, como su realización no alcanza ninguna aplicación diagnóstica ni terapéutica, parece injustificada su aplicación médica [2].
Este punto de vista deontológico casa bien con las declaraciones realizadas en ámbitos políticos europeos, que remiten a los derechos humanos básicos como fuente para la prohibición de la clonación sobre el hombre [3]. De hecho, numerosos países europeos tienen prohibida en su legislación la práctica de la clonación humana (España entre ellos), y la Comisión Europea ha expresado igualmente su deseo de prohibir la clonación de seres humanos a nivel europeo [4].
El problema de su prohibición es de más difícil solución en el ámbito estadounidense. Allí, la jerarquía de valores constitucionales es distinta, en líneas generales, a las europeas, primando la libertad por encima de otros derechos humanos. Por tanto, para poder prohibir una determinada actividad, sea a nivel estatal o federal, debe probarse previamente de algún modo que ésta es nociva para el resto de los ciudadanos, o para algunos de ellos. Este fue el objetivo de la Comisión que creó el presiente Clinton para estudiar la cuestión; mientras esta comisión decidía, el presidente prohibió la financiación federal a la investigación que persiga la clonación humana.
El problema que surge, en ese ambiente de exaltación de la libertad, es que son pocos los que ven el daño que se inflige al niño fabricado con ella [5]. No se termina de distinguir entre que venga un hijo al mundo y que ese niño sea fabricado. De este modo, se difumina el derecho humano a nacer como fruto del amor de los padres, en una familia[6], y se terminan proponiendo manipulaciones aberrantes como lo más normal del mundo: del mismo modo que una familia tuvo un hijo más para obtener médula ósea para un trasplante para su otro hijo con leucemia[7], parece coherente que, dentro de esta dinámica, ya presente en los Estados Unidos, se plantee la clonación como procedimiento para poder tener órganos de repuesto, una vez que fuera suficientemente efectiva en conseguir sus resultados.
Clonación “light”
Aunque existe un consenso prácticamente unánime en la prohibición o la incorrección de la clonación humana con fines reproductivos (un intento llevado a cabo en Corea fue interrumpido por los propios científicos que lo ejecutaron), la cuestión ha tomado un sesgo completamente distinto en estos últimos meses. Un grupo de científicos ha logrado cultivos de células de embrión de ratón que sobreviven indefinidamente (a diferencia de los cultivos normales de células, que degeneran y mueren al cabo de cierto tiempo), partiendo de un tipo especial de células del embrión conocidas por “stem cells” o células progenitoras.
El panorama no es ya dejar desarrollarse al ser humano clonado, copia de un adulto, sino disgregar las células de un embrión humano en fases muy tempranas para tomar las stem cells y realizar sobre ellas las manipulaciones necesarias para que den lugar a células del tejido nervioso, muscular, etc., y que podrían ser empleadas para injertos en enfermos de Parkinson, demencia, lesiones neurológicas o cardíacas.
Como la prohibición federal estadounidense de financiación pública a los experimentos de clonación no pesa sobre la realización con fondos privados, estos experimentos se han comenzado en Estados Unidos. Ya se están obteniendo en algunos laboratorios stem cells embrionarias humanas para la obtención de tejidos para injerto ... en un futuro prometedor pero aún lejano. La idea de fondo es perfeccionar la técnica de clonación para obtener embriones idénticos en sus células al donante enfermo, disgregar sus células para obtener las stem cells, cultivarlas in vitro, tratarlas para que se diferencien en el tipo de tejido que interesa proporcionar al paciente, y realizar ese injerto que no provocará rechazo por tratarse de células idénticas a las suyas.
¿Cómo se ha llegado tan fácilmente a plantearse la clonación –aunque no se trate de llegar a producir adultos–, cuando hace poco más de un año la opinión negativa era prácticamente unánime? El argumento tiene dos componentes claramente diferenciables. En primer lugar, se sigue manteniendo la repugnancia moral a la producción de un ser adulto mediante clonación de una célula de otro adulto: la sombra de la novela “Un mundo feliz” se proyecta enseguida sobre quien se plantea la clonación reproductiva.
Pero, simultáneamente, en las normativas legales y profesionales más difundidas sobre la fecundación in vitro, está generalmente admitido que el ser humano embrionario de menos de catorce días no es acreedor del mismo respeto que el ser humano adulto. Aunque dichas normativas no establecen que a esa edad el ser humano sea una cosa, de hecho ha conseguido se le considere así. Por tanto, si existe un objetivo bueno (la ayuda a un enfermo) que se puede alcanzar mediante la manipulación de dicho embrión, no parece justificable retraerse de dicha manipulación por un respeto a una entidad que puede ser un hombre (pero que, dicen, no lo es todavía). Por tanto, aunque persista la negativa tajante a la clonación con fines reproductivos, se ha comenzado a poner en marcha esta clonación embrionaria con fines curativos que pasa por la destrucción de los embriones clonados. La clonación “light” está servida.
Aunque tal como lo hemos expresado, la cuestión parece monstruosa (nuevamente Urano devorando a sus hijos), y lo es, la situación subjetiva de los científicos que han iniciado esta investigación es muy distinta: el entusiasmo por las nuevas posibilidades terapéuticas que se ofrecen en un futuro relativamente próximo ha bastado para cegar todo razonamiento de respeto al embrión humano en sus primeros días de desarrollo, si es que quedaba alguno.
El entusiasmo ha tomado tal empuje que el gobierno federal estadounidense y varios países europeos están considerando modificar la prohibición de clonación o la prohibición de su financiación para permitir estos experimentos con embriones para emplear sus stem cells con fines terapéuticos. La ceguera a la que se ha llegado es notable: por una parte, no se sabe cómo se diferencia las células embrionarias para formar los distintos tipos de tejidos. Por tanto, comenzar a manipular embriones humanos es, como mínimo, muy prematuro.
Normalmente, debería haberse realizado una amplia experimentación animal antes de pasar a aplicar la nueva tecnología al hombre; sin embargo, el entusiasmo, y la abundancia de embriones sobrantes en los laboratorios de fecundación in vitro, ha llevado a comenzar los experimentos directamente con seres humanos inocentes, mártires de la ciencia, que permitirán el crecimiento de los conocimientos.
Por otra parte, además, se sabe que existen stem cells en el adulto, del que se pueden extraer de modo relativamente sencillo. Como de todos modos será necesario manipularlas antes de que puedan ser un material útil para realizar los injertos en los tejidos deficientes, no se entiende por qué no se ha comenzado con ellas, en vez de desguazar seres humanos embrionarios inocentes. Asistimos a una especie de locura colectiva de los investigadores que, ante el placer de manejar lo desconocido, olvidan las normas más elementales de la experimentación.
El paso siguiente, en esta tónica de manipulación embrionaria, es la clonación del ser humano –que está mostrando ser más difícil de lo que parecía inicialmente– para la obtención de células de tejidos para trasplante al donante: el egoísmo occidental habrá conseguido su culmen, gastando una enorme cantidad de recursos técnicos para conseguir unas células que sirven para el trasplante a una sola persona (a costa de destruir otra en estado embrionario, indefensa) ... mientras que otros países la principal causa de muerte siguen siendo las enfermedades infecciosas, que tendrían tratamiento con un costo ínfimo en comparación con esta aventura de la clonación destructiva.
Esperemos que la opinión pública y la voz de los organismos médicos competentes se alce para detener esta barbarie que, aunque cuantitativamente limitada, amenaza subvertir los principios básicos de la ética profesional de la Medicina.
[1] Organización Médica Colegial. Código de Ética y Deontología Médica. Artículo 25.1. “No es deontológico admitir la existencia de un período en que la vida humana carece de valor. En consecuencia, el médico está obligado a respetarla desde su comienzo. ...”. Artículo 25.2. “Al ser humano embriofetal enfermo se le debe tratar de acuerdo con las mismas directrices éticas, incluido el consentimiento informado de los progenitores, que inspiran el diagnóstico, la prevención, la terapéutica y la investigación aplicadas a los demás pacientes”.
[2] Cfr. Código de Ética y Deontología Médica, artículo 24.2.
[3] Cfr. las declaraciones de Noëlle Lenoir, miembro del Consejo constitucional francés y presidente de los comités de ética de la Comisión Europea y de la Unesco a Le Monde, 4 de marzo de 1997, p. 13.
[4] European Commission, Service du Porte-parole. Commission confirms opposition to research on cloning in humans. http://apollo.cordis.lu/cordiscgi/
srchidadb?ACTION=D&SESSION=144401997-3-24&DOC=1. 12-III-97.
[5] Véase a modo de ejemplo, la opinión favorable a la clonación de la profesora Macklin, que
enseña bioética en el Albert Einstein College of Medicine en Macklin R. Human cloning? Don’t just say no.US News & World Report, 10-III-97, 64.
[6] Cfr. Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. Instrucción El don de la vida, I, n. 6.
[7] Lehrer J. Multiplicity. http://www1.pbs.org/newshour/bb/science/jan-june97/cloning1_2-
24.html. 24-II-97.
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