Testimonio / Afectividad
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El valor de los insultos en un medio universitario público de Medellín
Claudia Mejía Quijano
Sandra Milena Marmolejo Sánchez**

Doctora en Lingüística General de la Universidad de Ginebra. Profesora Asociada, Escuela de Idiomas, Universidad de Antioquia.
Estudiante de traducción inglés-francés-español, Escuela de Idiomas, Universidad de Antioquia.

Resumen
Una investigación de tipo exploratorio sin hipótesis de partida, se llevó a cabo con el propósito de identificar el tipo de sentimiento semiológico de un grupo de estudiantes universitarios en relación con la expresión de emociones. El material de la investigación estuvo compuesto por un grupo de personas que llenaron un cuestionario previamente elaborado. La investigación fue cuantitativa y el estudio se realizó gracias al cruce de las respuestas obtenidas con las diferentes variables presentadas por el grupo que llenó el cuestionario elaborado para la investigación. Cada participante respondió durante aproximadamente una hora a las 100 preguntas del cuestionario que estaba disponible en línea. Estas preguntas se referían al valor de varios sinónimos relacionados con las emociones en diferentes contextos y según diferentes aspectos: sentimientos subjetivos, cambios físicos, manifestaciones involuntarias, tendencias en el comportamiento, control de la emoción, etc. Las respuestas a cada pregunta se clasificaron en categorías según los rasgos comunes entre los significados de las palabras elegidas por los participantes. Esta clasificación se realizó de manera subjetiva, basándose en el sentimiento lingüístico de los investigadores. Esta investigación exploratoria permite afirmar a nivel general que, como ya lo mostraron los fonólogos para el valor de los sonidos, la pertinencia del valor semántico de los insultos en el grupo estudiado se puede vincular con las prácticas simbólicas de los participantes. Los valores sociales que cimientan los insultos en nuestro grupo dependerían igualmente de estas prácticas.
Palabras clave: sentimiento semiológico, expresión de emociones, categorías semánticas, enfoque semiológico, variables sociales.

1. Introducción
Este artículo presenta los resultados de una pequeña investigación realizada en la Universidad de Antioquia sobre el sentimiento semiológico de estudiantes universitarios con respecto a las expresiones de las emociones. Aunque únicamente cuantitativos, los resultados de esta investigación han dado lugar a una reflexión semiológica cualitativa en la que se subraya el vínculo entre la pertinencia del valor de los insultos y las prácticas simbólicas que ejercen los hablantes.
Los autores hacen parte del Grupo de investigación en semiología saussureana (SEMSA) de la Universidad de Antioquia, conformado por investigadores de varias procedencias (sicoanálisis, lingüística, neurociencias, traductología, arquitectura y diseño, filología clásica) y de varios países (Colombia, Francia y Suiza) que encuentran en la semiología fundamentos teóricos para un trabajo interdisciplinario fecundo; fundamentos que fueron dados por Ferdinand de Saussure durante su tercer curso de lingüística general (Saussure-Constantin, 2006)1. Además de este marco teórico general, en nuestra investigación tomamos en cuenta las nociones de “pertinencia fonológica” (Trubetzkoy, 1987; Buyssens, 1949, 1980), así como el vínculo entre la “pertinencia” y la “práctica” (Prieto, 1969, 1975a, 1975b).

2. Objetivo y marco de la investigación
En el marco de la colaboración internacional de nuestro grupo, hemos participado en una investigación conjunta entre la profesora Hannelore Lee-Jahnke de la Escuela de traducción e interpretación (ETI) de la Universidad de Ginebra y el Centre interfacultaire en sciences affectives (CISA) dirigido en Suiza por el profesor Klaus R. Scherer. Esta investigación, Emotional Language on International Negotiation (ELIN), llevada a cabo por Cristina Soriano y Olga Ogarkova, abarcó varias lenguas (inglés, francés, ruso, alemán, español, árabe y hebreo) y se realizó en diversos países que viven situaciones de conflicto (Scherer, Soriano y Fontaine, 2010; Ogarkova, Soriano y Lehr, 2010a-in press, 2010b-in press; Soriano, Ogarkova y Lehr, 2010). El objetivo de esta investigación internacional era estudiar los valores específicos de las palabras relacionadas con las emociones en contextos conflictivos. En esta investigación de tipo cuantitativo, la Universidad de Antioquia participó con la recolección de los datos relativos al español en Colombia.
Aprovechando la estructura informática y los medios financieros con los cuales contaba dicha investigación internacional (los encuestados recibieron remuneración monetaria), quisimos explorar un aspecto del manejo lingüístico del afecto en nuestro medio universitario. Esta investigación es de tipo exploratorio: sólo tratamos de circunscribir el campo de los valores que actualmente fundamentan los insultos para un grupo de personas dado. En este artículo presentamos primero los resultados encontrados y luego analizamos estos resultados desde nuestra perspectiva semiológica.

3. Material
El material de la investigación fue básicamente un grupo de personas que llenaron un cuestionario previamente elaborado. La investigación era cuantitativa y el estudio se realizó gracias al cruce de las respuestas obtenidas con las diferentes variables presentadas por el grupo que llenó el cuestionario elaborado para la investigación ELIN. El número de personas no permitía cruces estadísticos pero no era desdeñable. Aunque, por lo tanto, los resultados no puedan extrapolarse a grupos diferentes, sí pueden ser indicativos de valores particulares presentes en el grupo estudiado.

3.1. Cuestionario
Cada participante respondió durante aproximadamente una hora a las 100 preguntas del cuestionario que estaba disponible en línea. Estas preguntas se referían al valor de varios sinónimos relacionados con las emociones en diferentes contextos y según diferentes aspectos: sentimientos subjetivos, cambios físicos, manifestaciones involuntarias, tendencias en el comportamiento, control de la emoción. Cada vez se proponían cuatro o seis palabras y para cada una el participante debía señalar en una escala de nueve puntos el grado de probabilidad de que una característica se diera cuando un hablante describía su experiencia emocional usando dicha palabra. Las preguntas eran del tipo: “Cuando oye o lee esta palabra, ¿qué probabilidad hay de que la persona que describe su emoción con esta palabra: se sienta bien, se sienta mal, se sienta fuerte, se sienta débil, sienta tranquilidad, se sienta intranquilo, se sienta responsable de lo ocurrido, sienta que tiene la culpa, se sienta desprestigiado, se sienta indigno socialmente?”.
Las palabras que se utilizaron para el estudio de Colombia se repartieron en cinco grupos (A1, A2, G, R y S), denominados con la inicial de la palabra inglesa de la emoción que se estudiaba: A por Anger, G por Guilt, P por Pride, S por Shame.

Grupos

Palabras utilizadas para las preguntas

A1

rabia, enojo, indignado, bravo

A2

ira, molesto, frustración, irritación

G

culpabilidad, irresponsabilidad, arrepentimiento, remordimiento

P

orgullo, vanidad, confianza en uno mismo, satisfacción, superación

S

vergüenza, humillación, pena, incómodo, vergüenza ajena

Los participantes respondieron el mismo cuestionario de 100 preguntas pero con relación a palabras diferentes; sólo unas 20 personas respondieron un mismo grupo de palabras. A estas preguntas generales para todos los idiomas de la investigación ELIN, nosotros añadimos al final del formulario las mismas tres preguntas para los cinco grupos:
1. ¿Qué insulto le parece más hiriente?
2. ¿Qué palabra de “elogio” le parece más agradable?
3. ¿Qué expresión de rabia utiliza usted más a menudo?
Las preguntas 2 y 3 se pensaron como verificaciones de la pregunta 1 sobre los insultos.

3.2. Participantes
En el cuestionario en línea figuraban informaciones socio-demográficas sobre los participantes, a las cuales se les añadió además las informaciones recolectadas con un pequeño cuestionario en papel que buena parte de los participantes llenó y entregó a los investigadores. Aceptaron llenar el cuestionario 99 personas que conformaron un grupo definido por las siguientes variables:
a. Edad: las edades oscilan entre 17 y 55 años pero predomina el rango entre 17 y 25 años (66 personas).
b. Sexo: esta fue una variable que impuso la investigación ELIN pues se buscó tener paridad entre hombres y mujeres, aunque éstas resultaron levemente mayoritarias.
c. Nivel educativo: el cuestionario se propuso a estudiantes de la Universidad de Antioquia, especialmente de los pregrados de Idiomas, Comunicaciones y Lingüística; pero la participación era libre, por lo que hubo algunas personas ajenas a este ámbito.
d. Clase social: la Universidad de Antioquia recibe estudiantes sobre todo de los estratos 1, 2 y 3. 57 participantes se situaron de manera mayoritaria en la clase media y 14 personas en la clase baja.
e. Raza: los participantes se situaron de manera mayoritaria en la raza mestiza: 46 personas; además 18 se clasificaron como blancos, 2 como afrocolombianos, 1 como mulato, 1 como caucásico y 2 como otros. Nadie se clasificó como indígena.

4. Método y análisis del material
Es importante recordar que nuestra investigación era exploratoria: no teníamos ninguna hipótesis que hubiéramos querido verificar; simplemente queríamos explorar en los participantes los valores de los insultos. No dudamos en empezar la investigación “a ciegas” (si se toman los criterios de las investigaciones en ciencias naturales y exactas) porque nuestro marco teórico propone un método muy eficaz para explorar cualquier realidad semiológica, a saber la comparación en una óptica retrospectiva.
Hay que tener en cuenta que esta diferencia con respecto a otro tipo de investigaciones es indispensable para la objetividad de nuestro estudio: para explorar el sentimiento semiológico de un grupo de personas, no podemos empezar con presupuestos pues éstos se convierten en sesgos; el signo lingüístico es arbitrario lo que implica que los valores cambian constantemente (Saussure-Constantin, 2006) y es la comunidad hablante la que decide qué valor toman las palabras en esa comunidad en un momento dado. No hay previos semánticos cuando se trata de investigar un estado de lengua en un grupo dado.
El trabajo metodológico propiamente dicho comenzó una vez recopiladas las respuestas al cuestionario; empezamos entonces a determinar las variables pertinentes para analizar los resultados, variables contenidas en las mismas respuestas de los participantes. Tanto las palabras escogidas como los participantes fueron clasificados a partir de estas variables y el cruce de éstas dio los resultados que aquí presentamos.

Tabla 1. Categorías establecidas para los insultos a partir de las palabras de los encuestados

Inteligencia-Saber

Idiota, Bobo, Ignorante, Tonto(a), Bruto(a), Estúpido(a), Idiota, Imbécil, Retrasado, Sonsa

Desempeño

Vago, Inútil, Incompetente, Inepto

Personalidad

Egoísta, Miserable, Despreciable, Aprovechado, Grosera, Engreída, Ridículo(a), Desgraciado, Hipócrita, Mentirosa

Físico

Gorda

Sexo

Loca, Marica, Maricón, Gonorrea, Homosexual, Zunga

Palabra Codificada

Hijueputa, Carechimba, Malparido(a), Chunchurria

Animal

Cerdo, Vulpeja

Clase Social

Don nadie, No eres nadie, Poca cosa, Fracasado, Desechable

Otro

Me decepcionas, Indiferencia, Humillaciones, Según el interlocutor, Voz alta, Sarcasmo, Contra la dignidad, Insultar un tercero

4.1. Clasificación de las palabras escogidas
Las respuestas a cada pregunta se clasificaron en categorías según los rasgos comunes entre los significados de las palabras elegidas por los participantes. Esta clasificación se realizó de manera subjetiva, basándose en el sentimiento lingüístico de los investigadores. Aunque esto introduzca la subjetividad en el método, este criterio es válido en nuestro caso: se trata de una investigación semiológica donde lo que se estudia es el sentimiento lingüístico de los hablantes, el cual es precisamente “subjetivo”; no existe ninguna otra manera de llegar a “entender” y trabajar científicamente el contenido lingüístico sin pasar por el sentimiento lingüístico de los investigadores (Mejía Quijano, 1997, 2008). Sin embargo, es de suma importancia explicitar la participación de la subjetividad del investigador y la tendremos en cuenta en la discusión de los resultados.
La clasificación permitió establecer nueve categorías para los insultos (Tabla 1), seis categorías para los elogios (Tabla 2) y nueve categorías para las expresiones de rabia (Tabla 3).

Tabla 2. Categorías establecidas para los elogios a partir de las palabras de los encuestados

Inteligencia-Saber

Inteligente, Brillante, Avispada, Teso, Culta, Genial

Desempeño

Estás mejorando, Eres importante, Ser bueno en lo que se hace, Bien hecho, Excelente, Competitivo, Capaz, Eres el mejor, Triunfador

Personalidad

Amigo, Osada, Simpático, Interesante, Amable, Princesa, Caballero ilustre, Mi amor, Dulce, Encantador, Impecable

Físico

Papacito, Mamacita, Lindo(a), Bello(a), Precioso(a), Bonita, Hermoso

Palabra Codificada

Felicitaciones, Maravilloso, Espectacular

Otro

Todos, Gracias, Cariño, Según la relación

4.2. Clasificación de los participantes
La investigación ELIN preveía cinco grupos de emociones con 20 personas por cada grupo. El número de personas para cada grupo no resultó exacto, pero fue suficiente para nuestro objetivo: A1= 19 personas, A2 = 18 personas, G = 21 personas, P = 20 personas y S = 21 personas. La segunda variable impuesta previamente por la investigación ELIN y que resultó pertinente después del estudio de las respuestas, fue el sexo. De los 99 participantes 47 fueron hombres y 52 mujeres. Para ambas variables, como con estas pequeñas diferencias la presentación de las ocurrencias en porcentajes no cambia en mayor medida los resultados, éstos se presentan como si los grupos de emociones fueran iguales en número de personas y hubiera habido el mismo número de hombres y mujeres.
La variable de la edad resultó igualmente pertinente y decidimos clasificar los participantes en tres rangos de edades: 17-25 años, 26-40 años y 41-55 años. Esta clasificación pretende dar cuenta de diferencias generacionales pero está claro que para distinguir las generaciones es muy difícil establecer una línea divisoria precisa (¿10 años?, ¿20 años?). También hubiéramos podido clasificar los participantes en sólo dos grupos 17-30 años y más de 30 años: cuantitativamente esta división hubiera dado 80 participantes en el primer grupo y 19 en el segundo, pero las diferencias según las categorías de palabras no cambiaban en este caso. En los estudios de semiología diacrónica, por principio, siempre se toma en cuenta mínimo tres generaciones porque sólo el número tres permite un verdadero trabajo de comparación: escogimos, pues, la división en tres generaciones, la cual mostró un degradado interesante en los resultados que discutiremos al final.
Tanto el cuestionario en línea de la investigación ELIN como nuestro pequeño cuestionario socio-demográfico en papel incluían la pregunta sobre el nivel educativo de los participantes pero el cruce de las respuestas en ambos cuestionarios nos mostró que esta variable no era fiable para entender los resultados obtenidos. En un cuestionario, algunos participantes se situaban en un nivel educativo universitario y en el otro en el nivel secundario; parece que estos participantes no supieron distinguir claramente porque la pregunta se formuló de manera ambigua: en un cuestionario respondieron “educación secundaria” pues no habían terminado el pregrado universitario y en el otro “educación superior” puesto que ya estaban realizando su pregrado. Con respecto al nivel educativo lo único que podemos señalar, y eso gracias a la lista de personas que recibieron la remuneración monetaria, lista que propiamente dicha no hacía parte del material de la investigación, es que una inmensa mayoría (mínimo 70 personas de 99) son efectivamente estudiantes universitarios. Sin embargo, por falta de precisión no pudimos incluir esta variable en los cruces. La Tabla 4 recoge las variables de los participantes.

Tabla 3. Categorías establecidas para las expresiones de rabia a partir de las palabras de los encuestados

Inteligencia-Saber

Estúpido, Bruto, Bobo, Pendejo, Idiota

Interjección

Ah, no, Ay, Ah

Tono De Voz

Alzar la voz, Hablar fuerte

Expresiones Físicas/Gestos

Cerrar el puño, Apretar los dientes, Fruncir el ceño, Golpear algo, Guardar silencio con seriedad, Mala cara, Silencio, Cerrar los ojos

Palabra Codificada

Hijueputa, Maldición, Maldito, Malparidez, Malparido, Güevón, Mierda, Pirobo, Carechimba, Careculo, Gonorrea, Güeva

Extranjerismos

Shit, Fuck

Sintagmas Codificados

Puta madre, Haga lo que quiera, Qué pendejada, Maldita sea, Qué maricada, No moleste, Qué pereza, Este(a) qué, Qué chimbada, Qué injusta es esta vida, Tan amables dejan de joderme la vida, Qué piedra, No joda, Uy, qué fastidio, Estas perdiendo, Qué güevonada, Qué rabia, Qué mierda, Qué gonorrea, Vida hijueputa, Al carajo, ¿Cuál futuro? Qué te importa

Otros

Ninguna, Indiferencia, Llorar

4.3. Clasificación en grupos de emociones prevista por la investigación ELIN
La clasificación de las palabras en cinco grupos de emociones (A1, A2, G, P y S) resultó ser una variable muy importante en los resultados, que pasamos a describir antes de analizarlos y discutirlos al final del artículo.


Tabla 4. Variables de los participantes

Edad

17-25 años

26-40 años

41-55 años

Participantes

66

25

8

 

Hombre

Mujer

Hombre

Mujer

Hombre

Mujer

 

33

33

11

14

3

5

Universitario

23

21

2

6

1

1

No universitario

2

5

3

4

1

2

Sin respuesta

8

7

6

4

2

1

Total participantes 99 personas: 47 hombres y 52 mujeres

5. Resultados
Presentamos el cruce entre las categorías de palabras y las variables grupos de emociones, sexo y edad.


Tabla 5. Cruce para los insultos entre categorías y grupos de emociones

Insultos

Grupos

Total

A1

A2

G

P

S

 

Inteligencia-Saber

9

7

2

4

6

28

Desempeño

 

3

1

2

1

7

Personalidad

1

2

5

2

 

10

Físico

 

 

2

 

 

2

Sexo

2

2

3

1

 

8

Palabra codificada

5

3

6

3

5

22

Animal

 

 

 

2

1

3

Clase social

1

1

 

3

4

9

Otro

2

 

3

2

3

10

5.1. Cruce de las categorías con los grupos de emociones
Se constató una diferencia significativa de las categorías según los grupos de emociones. Las siguientes tablas resumen estos resultados. Las cifras se refieren al número de ocurrencias de las palabras que pertenecen a la categoría y no al número de personas. Esto se decidió porque algunas personas respondieron con varias palabras a una misma pregunta y a veces no hubo ninguna respuesta de la persona a una pregunta.
Resaltamos en la Tabla 5 que los grupos A1 y A2 (“cólera”) presentan el mayor número de palabras relacionadas con la categoría Inteligencia-Saber. La categoría Físico sólo fue mencionada en el grupo G (“culpa”). La categoría Animal sólo aparece en los grupos P y S (“orgullo” y “vergüenza”). La categoría Clase social no aparece en el grupo G (“culpa”), tiene una sola acepción en los grupos A (“cólera”) y está más representada en los grupos P y S (“orgullo” y “vergüenza”). La categoría Sexo y Personalidad no aparecen en el grupo S (“vergüenza”) y la categoría Desempeño no aparece en el grupo A1 (“cólera fuerte”). Las palabras codificadas están bien representadas en los cinco grupos.
Los resultados pertinentes muestran que la categoría Inteligencia-Saber es la más representada (28), seguida de las palabras codificadas (22).

Tabla 6. Cruce para los elogios entre categorías y grupos de emociones

Elogios

Grupos

Total

G

P

S

A1

A2

Inteligencia-Saber

7

9

3

7

6

32

Desempeño

2

4

9

2

7

24

Personalidad

2

2

4

4

4

16

Físico

3

2

1

3

3

12

Palabra codificada

5

2

 

 

1

8

Otro

1

 

2

6

3

12

Para los elogios de la Tabla 6, sólo el grupo G (“culpa”) presenta una cantidad menor de ocurrencias en la categoría Inteligencia-Saber y la mayor cantidad en la categoría Desempeño, seguido en esta categoría por el grupo S (“vergüenza”). Los grupos A presentan la mitad de las ocurrencias que presentan los otros grupos en la categoría Personalidad. Las palabras codificadas no están representadas en los grupos G y P (“culpa” y “orgullo”) y presentan la mayor ocurrencia en el grupo A1 (“cólera fuerte”).
Los resultados pertinentes muestran que la categoría Inteligencia-Saber es la más representada (32), seguida de la categoría Desempeño (24).
En las expresiones de rabia de la Tabla 7, constatamos que el mayor número de ocurrencias aparecen en la categoría Sintagmas para los grupos S, G y A (“vergüenza”, “culpa” y “cólera”) en orden decreciente. Los extranjerismos son mayoritarios en el grupo P (“orgullo”), las Palabras codificadas (la mayoría insultos) son importantes en el grupo G (“culpa”). El Tono de voz sólo aparece en el grupo A1 (“cólera fuerte”), la Interjección no aparece en el grupo S (“vergüenza”).
Destacamos la categoría Inteligencia-Saber que, aunque poco representativa, es el único rasgo semántico que aparece claramente para las expresiones de rabia.

Tabla 7. Cruce para las expresiones de rabia entre categorías y grupos de emociones

Expresión de rabia

Grupos

Total

A1

A2

G

P

S

Inteligencia-Saber

1

1

2

1

2

7

Interjección

1

1

2

1

 

5

Tono de voz

1

 

 

 

 

1

Exp. Físicas/Gestos

1

3

3

4

3

14

Palabra codificada aislada

2

5

9

3

4

23

Extranjerismos

1

2

2

7

1

13

Sintagmas codificados

6

3

9

2

10

30

Otro

2

 

1

1

1

5

5.2. Sexo
Hubo igualmente resultados significativos para cada categoría según el sexo de los participantes.
En la Tabla 8, las mujeres mencionan de manera más importante que los hombres el insulto de la categoría Inteligencia-Saber y los hombres mencionan más que las mujeres las Palabras codificadas como insulto. La categoría Físico sólo está representada por dos ocurrencias mencionadas únicamente por mujeres. Aunque las cifras son menos significativas se puede notar además que la categoría Desempeño está más representada en los hombres y la categoría Personalidad más en las mujeres.

Tabla 8. Cruce para los insultos entre categorías y sexo de los participantes

Insultos

hombres

mujeres

Inteligencia-Saber

10

18

Desempeño

5

2

Personalidad

3

7

Físico

 

2

Sexo

4

4

Palabra codificada

13

9

Animal

2

1

Clase social

4

5

Otro

4

5

En la Tabla 9, las mujeres mencionan el doble de elogios que los hombres en las categorías Personalidad, Físico y Palabra codificada. Resaltamos que las mujeres mencionan de manera levemente más importante que los hombres los elogios de la categoría Inteligencia-Saber y hay paridad en las categorías Desempeño y Otro.

Tabla 9. Cruce para los elogios entre categorías y sexo de los participantes

Elogios

hombres

mujeres

Inteligencia-Saber

15

17

Desempeño

12

12

Personalidad

5

11

Físico

4

8

Palabra codificada

3

6

Otro

5

5

En la Tabla 10, constatamos que los participantes mencionaron elementos diversos para las expresiones de rabia, pero todos hacen parte de los elementos del acto de habla: elementos prosódicos y visuales, gestos y combinaciones sintagmáticas. En este nivel del acto de habla las diferencias entre hombres y mujeres, aunque existen (Inteligencia-saber, Expresiones físicas/Gestos y sintagmas son mayores en las mujeres), no parecen ser muy importantes.

Tabla 10. Cruce para las expresiones de rabia entre categorías y sexo de los participantes

Expresión de rabia

hombres

mujeres

Inteligencia-Saber

2

5

Interjección

2

3

Tono de voz

 

1

Exp. Físicas/Gestos

5

9

Palabra codificada

16

17

Extranjerismos

6

8

Sintagmas

13

17

Otro

3

2

5.3. Edad
Para esta variable los resultados se presentan en porcentajes y no en número de ocurrencias, pues los grupos son cuantitativamente muy desiguales; de 99 personas 66 tienen menos de 25 años y 33 más de 25 años.
Notamos en la Tabla 11 que la categoría Inteligencia-Saber se encuentra presente de manera importante en los tres rangos de edades. La categoría Personalidad tiene mayor importancia según va aumentando la edad, lo mismo que la presencia de Palabras codificadas. Las categorías Desempeño, Físico, Sexo, Animal y Estatuto social no aparecen en el rango de personas mayores y son poco significativas en los otros, salvo el Desempeño para el rango de los más jóvenes que sobresale por su poca importancia en los otros dos rangos. La categoría Otro es relativamente importante en el grupo de los más jóvenes.

En la Tabla 12, la categoría Inteligencia-Saber, aunque sigue estando representada en el grupo de la gente mayor, disminuye con la edad, al contrario de las demás categorías. La categoría Físico no está representada en el último rango de edad.

Tabla 12. Cruce para los elogios entre categorías y edad

Elogios

Inteligencia-Saber (%)

Desempeño (%)

Personalidad (%)

Físico (%)

Palabra codificada

Otro (%)

17-25

34,8

19,6

12,1

10,6

6,0

9,0

26-40

25

20,8

16,6

16,6

16,6

8,3

41-55

11,1

22,2

22,2

-

11,1

11,1

En la Tabla 13, las categorías Interjección, Tono de voz y Extranjerismos aparecen en un porcentaje muy pequeño y sólo en los jóvenes. Las categorías Inteligencia-Saber y Palabra codificada aumentan según la edad. En las categorías Expresiones Físicas/Gestos y Sintagmas codificados los rangos de los más jóvenes y los más viejos son similares, en cambio el rango intermedio es menor para las Expresiones Físicas/Gestos y presenta un porcentaje significativamente mayor en la categoría Sintagmas codificados.

 

6. Discusión
Pasamos a discutir lo realizado y a presentar una reflexión sobre el sentido que se le puede dar a los cruces obtenidos.

6.1. Alcance de la investigación y sesgos encontrados
El estudio comportó varios sesgos que también hay que tener en cuenta antes de discutir los cruces realizados:
• Las personas sabían perfectamente que participaban en una investigación internacional cuyos resultados se analizarían en el exterior y eso pudo haber influenciado la elección de las palabras, bastante “decentes” en su gran mayoría.
• El análisis lo han hecho dos investigadores, de dos generaciones y vivencias diferentes, por lo que fue un poco difícil conciliar el sentimiento lingüístico de ambos en cuanto a las categorías donde se clasificaron las palabras. Sin embargo, este sesgo también es positivo: no podemos olvidar que este estudio exploratorio es únicamente un análisis subjetivo. Más que un “sesgo”, es una constante inevitable en cualquier investigación semiológica y fue lo que nos permitió analizar las respuestas y extraer los resultados.
• La investigación ELIN pudo influir en la elección de las palabras pues el marco inicial del trabajo no estaba previsto para nuestras preguntas específicas.
• Aunque los resultados para la edad se han presentado en porcentajes y no en ocurrencias hay que señalar que en el tercer rango entre 41 y 55 años sólo había nueve personas y por tanto estos porcentajes sólo son significativos por el contraste con los otros rangos de edad y no para este rango de edad en sí mismo.

6.2. Interpretación de los resultados sobre las categorías
Sobre el cruce de las categorías con las demás variables, señalamos que el resultado más patente de nuestra investigación es la predominancia de la categoría Inteligencia–Saber tanto en los insultos como en los elogios y su presencia como rasgo semántico en las expresiones de rabia. Esta categoría está presente tanto en hombres como en mujeres y se encuentra en todos los grupos de emociones.
Los resultados son suficientemente netos para permitirnos vincular el carácter universitario de los participantes con este resultado, aunque esto se puede matizar señalando el contexto del cuestionario que también pudo haber influenciado las respuestas de los participantes. Sin embargo, no todos los participantes eran jóvenes universitarios de pregrado y para los participantes mayores que ya no eran estudiantes, esta categoría de palabras también fue significativa.
Por tanto, nos parece que se puede vincular este resultado de manera más precisa con la elección misma de los participantes de la encuesta. La remuneración monetaria no era importante y a todos los participantes se les indicó claramente que el cuestionario era un poco tedioso y que no se pagaría dicha remuneración si se constataba que el cuestionario no había sido respondido a cabalidad. Los participantes tenían cierto interés en la investigación internacional y multilingüe. Muchos expresaron espontáneamente su curiosidad al recibir la remuneración (como el cuestionario se realizó en línea, fue éste el único momento en el que hubo contacto personal con los participantes) y pidieron conocer los resultados de la investigación cuando ésta terminara. Es decir que el deseo de saber, la curiosidad por aprender y el interés por la lengua fue una variable implícita de la misma participación en la investigación.
Si estos dos puntos pueden explicar la pertinencia de la considerable presencia de la categoría Inteligencia-Saber en nuestro grupo, no deja de ser una constatación sorprendente que en cuestión de emociones esta categoría sea mayoritaria, como si existiera un supuesto en nuestro grupo sobre el valor social de la “Inteligencia-Saber”.
En su artículo Insultos en algunos textos de la literatura colombiana, José Joaquín Montes Giraldo ya decía que los insultos pueden representar como una radiografía de los “valores venerados por una cultura y una época dadas” (Montes Giraldo, 1967, p. 345). Desde esta perspectiva es pertinente señalar los ideales que al parecer estructuran la elección de las palabras en nuestros participantes: el saber y la inteligencia así como el desempeño profesional parecen ser los valores sociales más fuertes, lo cual es una agradable sorpresa en un medio en el que la fuerza y las armas prevalecen en la realidad cotidiana de la mayoría.
En este sentido, otros resultados también nos sorprendieron: en la categoría Personalidad se puede observar que los insultos y los elogios se refieren en parte a cualidades que tienen que ver con la “honestidad” (aprovechado, desgraciado, hipócrita, mentirosa, amigo, amable, caballero ilustre, impecable), lo que contrasta fuertemente con la pérdida de este valor en la sociedad antioqueña de manera muy general. ¿Será que ya hemos llegado al límite en donde a fuerza de corrupción empezamos a ver el atractivo de la honestidad y se está volviendo ésta un valor real entre los jóvenes interesados por el lenguaje de la universidad pública?
A propósito de este rasgo, pero desde un punto de vista diacrónico, hay que señalar que, aunque este estudio corresponde únicamente al habla y no a la lengua escrita, en comparación con los resultados de Montes Giraldo en 1967, en nuestro grupo la categoría “Dinero” (insultos como “muerta de hambre” o también “zarrapastroso” en el estudio de Montes Giraldo) no se manifestó de manera evidente. El insulto “miserable” que tuvo sólo dos ocurrencias en mujeres, para la investigadora más joven era sinónimo de “hipócrita”. ¿Acaso el cambio que ha conllevado el tráfico de estupefacientes en el medio antioqueño, en donde tener dinero ya es sospechoso, ha contribuido a que en nuestro grupo el dinero no sea de manera evidente una “cualidad” en una persona y el no tenerlo ya no pueda ser entonces un insulto?
Señalemos que también hay gran diferencia entre el estudio de Montes Giraldo y el nuestro en los insultos relativos a la higiene, las enfermedades, los insultos religiosos y étnicos, todos estos inexistentes en nuestro grupo. Por contraste, este resultado diacrónico nos parece un importante revelador de cómo la lengua ha ido recopilando en su uso, al menos en ciertos ámbitos, los cambios acaecidos en nuestro medio durante 40 años.

6.3. Interpretación de los resultados sobre los grupos de emociones
La diferencia de las respuestas según los grupos de emociones es bastante importante y permite proponer una hipótesis lingüística. Sin entrar a discurrir sobre el tipo preciso de influencia que se tiene en cada caso, podemos afirmar que las asociaciones realizadas por la persona antes de responder a las preguntas tuvieron una clara influencia: llenar el cuestionario sobre un grupo de palabras de un mismo campo semántico, por ejemplo, “cólera fuerte y leve” indujo a privilegiar, más que en los demás grupos de emociones, el campo léxico Inteligencia-Saber. Asimismo, el Estatuto social tiene mayor ocurrencia en los grupos “Orgullo” y “Vergüenza”.
Las asociaciones que preceden la elección de una palabra parecen, pues, una variable importante que podemos explicar lingüísticamente con el fenómeno del valor sintagmático. Los signos lingüísticos viven en dos esferas, la esfera asociativa y la esfera sintagmática (Saussure-Constantin, 2006). Estas dos esferas tienen relaciones muy estrechas entre sí (Capt-Artaud, 1994) y hasta el momento ha sido bastante difícil estudiar cómo se relacionan. La esfera asociativa durante mucho tiempo se confundió con el simple fenómeno de los paradigmas verbales (Hjelmslev, 1959), y todavía algunos lingüistas la consideran estable y predeterminada. A este respecto nuestra investigación muestra que las relaciones sintagmáticas influencian de manera predominante las asociaciones y esta influencia no se limita a la frase o al párrafo, pudiendo incluir todo lo dicho o escrito durante la hora precedente a la elección de una palabra.
La hipótesis lingüística que esto puede afianzar sería que la esfera asociativa no existe sin la esfera sintagmática, la cual es capaz de “cambiar” las asociaciones que se creían estables. En favor de esta hipótesis, ya planteada por Saussure en su tercer curso de lingüística general, mencionemos la evolución de las lenguas y el trabajo artístico de la literatura y la poesía que crean nuevas asociaciones a partir de combinaciones sintagmáticas originales.
A este respecto, podemos señalar además que las categorías de las Expresiones de rabia se situaron de manera preponderante en el acto de habla: tono de voz, interjección, expresión física/gestos, extranjerismos y sintagmas. Las palabras de las emociones serían, pues, un blanco para el trabajo creativo de los hablantes.

6.4. Interpretación de los resultados sobre el sexo
La constante diferencia entre las respuestas de los hombres y las de las mujeres, tanto en categorías de palabras como en grupos de emociones, es un resultado que sólo confirma lo que ya se ha constatado en lingüística desde hace mucho y que las más recientes investigaciones neurológicas tratan igualmente de explicar por el funcionamiento estructural y químico del cerebro: la neta diferencia del lenguaje entre hombres y mujeres. Tratándose de las palabras de las emociones, influenciadas éstas por los sistemas hormonales, no es desdeñable señalar esta diferencia una vez más.
Sin embargo, a este respecto, los resultados muestran que para las Expresiones de rabia, que se sitúan de manera preponderante en el acto de habla, no hubo diferencias significativas entre hombres y mujeres, a diferencia de lo que encontramos para los insultos y los elogios que podemos situar principalmente en la esfera de la lengua. Esto es un factor que tendería a mostrar que el funcionamiento cerebral que crearía las diferencias entre hombres y mujeres se focaliza en la esfera de la lengua. El acto de habla, al contrario, se experimentaría de igual manera por ambos sexos y es el lugar ideal para que las emociones actúen sobre las palabras, de manera que éstas puedan tomar nuevos sentidos, lo que explica por qué este campo semántico de las palabras de las emociones es tan voluble en todas las lenguas.

6.5. Interpretación de los resultados sobre la edad
Podemos ver que en las expresiones de rabia los más jóvenes tienen más variedad de categorías lo mismo que en la categoría “Otro” de los Insultos, con lo que demuestran mayor creatividad semántica. En contraste, las personas mayores utilizan más palabras codificadas que tienen menos expresividad, como si con la edad se buscara menos expresividad semántica y más efecto pragmático: “Hijueputa”, por ejemplo, es un comodín que sólo tiene el valor de insulto sin rasgos semánticos específicos, salvo si la situación del acto de habla así lo implicara. ¿Acaso con la experiencia lingüística que la edad acarrea los esquemas sintácticos se afianzan cada vez más en el hablante? Y por el contrario, ¿los jóvenes interpretan los sintagmas como combinaciones nuevas y no como unidades inamovibles? ¿Con la edad se atrofia la creatividad que implican las combinaciones sintagmáticas y se cambia ésta por frases de cajón idiomáticas?
Los resultados en diferentes grados permiten plantear que es verosímil que la expresión de la emoción siga un “devenir” lingüístico según la edad en los hablantes mismos: los jóvenes tienen mucha creatividad y expresan la emoción con expresiones físicas y gestos mientras que los más viejos utilizan palabras codificadas con el mínimo de efecto semántico; el rango de edad intermedio presenta en menor medida las expresiones físicas y gestos, pero también presenta un porcentaje significativamente mayor en la categoría Sintagmas codificados.
De la misma manera, la diferencia entre los rangos de edades con respecto a la categoría Desempeño, que no presenta ocurrencias en el rango de los mayores para los Insultos pero presenta en este mismo rango de edad el mayor porcentaje para los Elogios, muestra que el valor semántico de los insultos está influenciado mayoritariamente por las prácticas de los hablantes, también diferentes según la edad: para los mayores un buen desempeño se elogia, un mal desempeño no se desprecia. El rango de los mayores no presenta tampoco ninguna ocurrencia en la categoría Físico, ni para los Insultos ni para los Elogios.

7. Conclusión
Esta investigación exploratoria permite afirmar a nivel general que, como ya lo mostraron los fonólogos para el valor de los sonidos, la pertinencia del valor semántico de los insultos en el grupo estudiado se puede vincular con las prácticas simbólicas de los participantes. Los valores sociales que cimientan los insultos en nuestro grupo dependerían igualmente de estas prácticas.

Notas
1. Aclaremos que actualmente los especialistas de la teoría semiológica ya no se basan en el Curso de lingüística general (traducción de Amado Alonso en 1945 del Cours de linguistique générale, libro publicado en 1916 con el nombre de Saussure pero que fue concebido y escrito por sus colegas, Charles Bally y Albert Sechehaye); sino en las fuentes de primera mano existentes en la actualidad, o sea los manuscritos del mismo Saussure y de sus últimos alumnos (Cf. Mejía Quijano y Marmolejo Sánchez, Entornos 23, 2010).

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