El tema que abordo tiene ya una larga historia, pero ha vuelto a ser tristemente de gran actualidad recientemente: el problema de la droga en el deporte.
El uso en el deporte de drogas que mejoran las prestaciones —descrito comúnmente como «doping»— tiene un lejano origen en siglos pasados. En los tiempos modernos, el primer caso serio de doping está ligado a uno de los muchos intentos de atravesar el Canal de la Mancha a nado, en 1865, cuando se comprobó que se habían usado estimulantes para garantizar un buen resultado de la empresa. Andando el tiempo, el uso de drogas estimulantes ha sido señalado en muchas disciplinas deportivas, sobre todo en el ciclismo profesional. Sólo al cabo de una serie de muertes en el mundo del ciclismo en los años 50 y 60, las autoridades deportivas comenzaron a moverse con medidas más enérgicas para combatir el uso de drogas en el deporte. En 1968, el Comité Olímpico Internacional nombro una propia comisión de médicos; y en 1972 la IAAF siguió esta vía, designando una comisión igual para la atlética. En estos años, ambas comisiones han realizado investigaciones atentas y estudios profundos acerca del uso de drogas en el deporte. Otras federaciones deportivas internacionales han seguido este ejemplo.
Hasta los años 60, los atletas recurrían sobre todo a los estimulantes para mejorar sus prestaciones. En consecuencia, los atletas utilizaban varias formas de droga en estrecha correlación con sus disciplinas deportivas para obtener grandes resultados en un espacio de tiempo limitado. Cuando las autoridades deportivas internacionales identificaron una lista de sustancias que estimulaban la prestación en concurso, el paso sucesivo fue naturalmente introducir controles en ocasión de las competiciones para determinar el uso de los que ahora suelen ser llamados «fármacos prohibidos».
Se han fijado reglas por las que cualquier atleta que haya usado estimulantes u otras sustancias prohibidas es descalificado de la competición y suspendido por un determinado periodo. No hay duda de que estos programas de amplios controles antidoping durante las manifestaciones deportivas han conseguido el objetivo de frenar el uso de estimulantes, en cuanto que hoy es más raro que en el pasado encontrar atletas positivos en los test.
El problema del doping en el deporte se ha hecho más agudo y sentido en los años 70, cuando se ha difundido el uso de hormonas o sustancias parecidas como esteroides anabolizantes por parte de atletas para reforzar las estructuras musculares en los entrenamientos y, en consecuencia, las prestaciones en la competición. Estas sustancias han sido usadas desde los años 60, pero solo diez años más tarde se llegaron a obtener trazas en los controles. El problema fundamental era que tales sustancias eran consumidas durante los entrenamientos, cuando no era operante control alguno. Los atletas podían, simplemente, suspender el uso de anabolizantes algún tiempo antes de las competiciones para eliminar cualquier traza de droga del propio organismo y resultar negativos en los controles en competición. Además, en los últimos cinco o diez años, ha aumentado la conciencia de los efectos fuertemente nocivos que derivan del uso de esteroides anabolizantes. Así pues, el deporte ha tenido que abordar una situación totalmente nueva que requería una estrategia de intervenciones más amplia y sofisticada que el simple control en competición.
Por tales razones, las autoridades deportivas internacionales empezaron a adoptar una estrategia antidoping, que se configura en los siguientes puntos fundamentales:
1. información y educación de los atletas, entrenadores y directivos deportivos acerca de las reglas y las leyes y sobre los efectos directos y sobre todo colaterales del uso de esteroides;
2. programas de Control operantes no solo durante las competiciones, sino también en los entrenamientos;
3. investigación para aumentar los conocimientos de los efectivos riesgos para la salud que derivan de las sustancias prohibidas, y para buscar mejores sistemas de análisis para identificar a los transgresores;
4. reglas y leyes que puedan disuadir preventivamente a los atletas de consumir sustancias estimulantes. Esto incluye la suspensión de atletas de las competiciones, una vez declarados positivos.
Esta nueva estrategia, y de modo particular los controles realizados fuera de las competiciones, no ha sido introducida sin encontrar dificultades a nivel internacional por la diversidad de leyes y de principales que regulan los derechos personales en muchos países. A pesar de esto, un número cada vez mayor de federaciones deportivas internacionales han empezado a dar la justa importancia al peligro que deriva del uso de drogas en el deporte y han comenzado en consecuencia a seguir las estrategias que hemos indicado más arriba.
La Federación Internacional de Atletismo, en particular, ha desarrollado un vasto programa informativo, con seminarios y numerosas y detalladas publicaciones sobre el tema. La IAAF es, por desgracia, una de las pocas federaciones deportivas internacionales que tiene un regular programa de puesta al día para médicos, tanto para los procedimientos de análisis cuanto para la identificación de las técnicas de consumo de drogas. Por ejemplo, una de las secciones continentales de la IAAF, la asociación para el Norte y Centro América y para el área del Caribe, ha organizado recientemente un curso especial en Puerto Rico para doctores analistas, en el que han tomado parte médicos de 31 países. Se espera que otras organizaciones internacionales quieran seguir este ejemplo.
El programa de controles por parte de la Federación Internacional de Atletismo ha sido extendido a todo el año para incluir los periodos de entrenamiento, durante los cuales, especiales «escuadras de investigación» se presentan sin previo aviso de nación en nación en todo el mundo y eligen atletas al azar para someterlos a comprobaciones. Los atletas no tienen en la práctica tiempo de prepararse a los controles y de hacer desaparecer del propio organismo las trazas de eventuales sustancias prohibidas. En el último año, la IAAF ha aumentado considerablemente el número de estos controles sobre atletas muy famosos, tanto en competición como en entrenamiento.
La cosa más importante, de todos modos, sigue siendo la estrategia para la prevención del uso de estas sustancias a nivel nacional. Este principio ha sido acogido en Europa, donde los miembros del Consejo de la Comunidad Europea han concordado los términos de un convenio en línea con la estrategia que acabo de exponer. Se ha requerido a los países de la CEE que estudien e introduzcan nuevas y más severas leyes para limitar la disponibilidad de sustancias estimulantes, especialmente los esteroides, y promover programas de educación y de control.
En fin, puede decirse que, en general, los organismos que presiden el mundo del deporte han asumido posiciones claras y decididas en la lucha contra el uso impropio de drogas. El objetivo primario al llevar adelante el programa que he expuesto es el de prevenir, no de castigar. Será siempre importante descubrir y condenar a los atletas que quieran engañarse a sí mismos y al propio deporte, pero nuestra verdadera y absoluta meta es disuadir. Si podemos hablar con claridad a los jóvenes de todo el mundo desde el comienzo de su actividad deportiva, se dará siempre la esperanza de que podremos educar a estos futuros deportistas y hacerlos conscientes de los peligros que derivan del uso de sustancias prohibidas
Entre tanto, cualquier atleta sorprendido «in flagrante» será castigado severamente. También esto debe considerarse un correctivo. Es alarmante que el uso de esteroides se haya extendido incluso a grupos sociales fuera del deporte. Hay datos científicos que revelan hoy que los esteroides anabolizantes son usados por los jóvenes para desarrollar el tono muscular y hacerse así más «guapos» a los ojos de sus amigos. Las investigaciones prueban que muchos de esos jóvenes que recurren a los esteroides no desenvuelven ninguna actividad deportiva. Está claro, por lo tanto, que el uso de esteroides y de otras sustancias químicas es ahora un serio problema para toda la sociedad en general, porque este vicio no es controlado como sucede en el deporte, donde —como hemos visto— se está llevando a cabo una determinada política de prevención y de educación.
Dr. Primo Nebiolo
Presidente de la Asociación de las Federaciones Internacionales de los Deportes Olímpicos
Dolentium Hominum n. 19 |