Uno de los medios de corrupción moral más extendido entre niños, adolescentes y jóvenes es el despliegue de pornografía que se encuentra por todas partes, al alcance de cualquiera de ellos, bajo la tolerancia de la sociedad y las autoridades civiles, de los padres de familia y los maestros, que consentimos para provecho de empresarios y productores de este cáncer moral y social, cuyas ganancias se multiplican por medio del cine, televisión, revistas, libros, videos, celulares y el amplio entramado casi anónimo del Internet.
La influencia corrosiva de la pornografía no es una cuestión sólo de moral: es un asunto de salud mental, salud social y valores. En los últimos años, muchos observadores han rechazado las restricciones sobre el contenido sexual de los medios, pero la saturación de material pornográfico los está llevando a cambiar de opinión.
El 31 de enero de 2007, el New York Times abordó con creciente preocupación el tema de los efectos de la pornografía en los adolescentes. El artículo citaba los descubrimientos publicados en julio 2006 por la revista Pediatrics, en un estudio titulado "Impacto de los medios en las actitudes y comportamientos sexuales adolescentes". Ponga usted el título entrecomillado en su buscador Google y encontrará bastante material escrito.
El periódico admitía que se sabe poco sobre los efectos de los medios en el comportamiento sexual adolescente, principalmente por la falta de investigación sobre el tema. No hay duda, sin embargo, de que los jóvenes están inmersos, con frecuencia sin supervisión paternal, en una cultura mediática en la que abunda cada vez más el contenido sexual escrito, fotográfico y en video.
La inundación de pornografía a través de Internet se ha convertido en una realidad cotidiana. Además de alentar la práctica sexual prematura, conlleva a experiencias poco recomendables en el proceso de maduración del adolescente que pueden alterar su vida afectiva y marital adulta. Comentarios de expertos muestran que la exposición a la pornografía, especialmente de naturaleza extrema o violenta, tiende a reforzar el comportamiento agresivo y lleva a los espectadores a imitar lo que ven.
No es de extrañar, por tanto, el incremento de adolescentes embarazadas y el aumento en la tasa de enfermedades de transmisión sexual. Los riesgos no concluyen aquí. "Los datos sugieren que los adolescentes sexualmente activos tienen un riesgo más alto de depresión y suicidio", indica el reportaje de Pediatrics. "Experiencias sexuales tempranas entre los adolescentes también se asocian con otros comportamientos dañinos para la salud, como el alcohol, la marihuana y otras drogas".
Se contemplan, entre algunas causas de la adicción a la pornografía, la curiosidad infantil y adolescente, la obsesión por el sexo que transmite la cultura moderna, la estimulación visual, el despertar anticipado o violento como observador o como víctima, el afán de conocer, la facilidad de acceso a este material, acciones que lamentablemente pueden degenerar en la necesidad del alivio sexual solitario como una droga.
Entre los peligros de la pornografía se pueden citar la separación del sexo de las manifestaciones de amor y de compromiso; las personas que la ven pueden volverse adictos sexuales, propensos a parafilias (patrón de comportamiento sexual en el que la fuente predominante de placer no se encuentra en el acto sexual y que puede impedir el funcionamiento sexual normal). Puede conducir a las personas a violaciones y abuso sexual infantil. Puede causar muchos efectos negativos cuando presenta la violación, el abuso, el incesto y otras preferencias sexuales como cosas normales y cotidianas. Degrada a la mujer deshumanizándola, convirtiéndola en objeto de placer sexual. Altera el contexto social y de relaciones de los adolescentes, propiciando una inadecuada visión de la sexualidad humana.
La pornografía vulgariza la relación sexual, le quita el amor, el intercambio afectivo de pareja; es materia prima para la masturbación compulsiva y refuerza el hábito de crear fantasías sexuales con conocidos(as); introduce a unos y a otras en la ilusión de un mundo ficticio, de cuerpos esculturales, que puede provocar la sensación de baja autoestima y de tener un cuerpo inadecuado o desagradable que les haga considerarse inconvenientes para establecer relaciones sexuales sanas, basadas en la comunicación y el consentimiento mutuo.
Según el Washington Post, la venta de entretenimiento de adultos para descargar a los celulares es un negocio multimillonario. Con celulares de tercera generación y el uso de software para la edición de imágenes, alumnos de distintos niveles producen y difunden pornografía, que coincide con estudios similares realizados por el consorcio "Panorama" de Venezuela. Quien no lo hace, teniendo celular con cámara, es considerado "raro" por sus propios compañeros, que toman la pornografía como un "juego".
El escándalo desatado en torno de los videos de sexo entre escolares tanto en México, Estados Unidos y varios países latinoamericanos, aumenta por el acceso que niños, niñas y adolescentes suelen tener a páginas pornográficas en los cibercafés, en las rentas públicas de Internet y en sus propios hogares, que ha puesto al descubierto una realidad aún más preocupante: ver y "jugar" con "porno" entre niños y adolescentes es más común de lo que imaginamos, lo que a corto y mediano plazo puede traer resultados en la juventud que aún no están previstos y que pueden tener consecuencias lamentables para ellos y para la sociedad en el futuro inmediato.
Lograr una mayor atención en los hogares; aumentar los cuidados en las escuelas; asumir actitudes responsables, de interés y compromiso por parte de las autoridades civiles de los tres niveles; realizar una labor fina y pertinente en el Congreso para revisar y actualizar la legislación vigente y que se cumplan y se hagan cumplir estas leyes, serían apenas pasos incipientes para afrontar este problema. Se requiere, en los adultos, de una mayor conciencia de lo que está pasando y de sus probables consecuencias, para aportar mejores soluciones en los hogares y más oportunas y efectivas formas de prevención en las escuelas y en el ámbito social, en las que debemos participar todos. Nuestros hijos y la juventud están en riesgo.
Diario de Xalapa
7 de agosto de 2007