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Existen dos millones de adictos al juego en México

Son jugadores compulsivos y pocos se saben enfermos, pero padecen ludopatía, un trastorno mental que tiene en sus garras a por lo menos 2 millones de mexicanos, de acuerdo con información de los centros de Integración Juvenil 

El destructivo "placer" del juego 
Cinthya Sánchez
El Universal
Domingo 22 de julio de 2007

Son jugadores compulsivos y pocos se saben enfermos, pero padecen ludopatía, un trastorno mental que tiene en sus garras a por lo menos 2 millones de mexicanos, de acuerdo con información de los centros de Integración Juvenil.
Estos enfermos requieren tratamiento médico, pero no son muchos los lugares donde se brinda atención para este mal.
En el sector salud solamente se atienden pocos casos en el hospital psiquiátrico Juan N. Navarro.
En México, la Ley Federal de Juegos y Sorteos permite los centros donde se juegan números, como el Yak o el Bingo, así como aquellos locales donde se cruzan apuestas sobre actividades deportivas transmitidas en vivo conocidos como books.
De los jugadores compulsivos, pocos se saben enfermos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera la ludopatía como un trastorno mental.
Estos adictos al juego dejan ingresos millonarios a este mercado. Sólo las loterías arrojan —señalan cifras oficiales— ganancias de hasta 5 mil millones de dólares en México, y a nivel mundial se calcula un beneficio de 200 mil millones de dólares anuales.
Ludópatas como Arturo Rodríguez, un adicto al juego de 48 años de edad, sienten una incontrolable necesidad de jugar, sin pensar en las consecuencias.
El juego le ha dado de comer no sólo a él, sino también a sus ocho hijos y a sus tres esposas, “pero también me ha llevado a la ruina económica”, acepta.
Arturo se ha dedicado a apostar en casas de juego clandestinas durante 40 años de su vida. Sólo ha trabajado siete años y medio; el resto del tiempo ha vivido de las apuestas.
De acuerdo con Manuel Ponce, especialista de los centros de Integración Juvenil, estas dependencias deben ser más estudiadas, documentadas y tratadas, pues tienen repercusiones sociales muy graves.

EL UNIVERSAL