El VIH/SIDA
Desde el comienzo de la pandémica del VIH/SIDA hace más de 25 años, uno de los factores centrales en su propagación ha sido el comportamiento asociado con el abuso de drogas, que incluye el uso compartido de agujas para inyectarse las drogas y el comportamiento sexual de riesgo que puede ocurrir después de la intoxicación con drogas o alcohol, sea con equipo de inyección o no.
El VIH, o virus de la inmunodeficiencia humana, causante del síndrome de inmunodeficiencia adquirida o SIDA, es un virus que vive y se multiplica principalmente en las células sanguíneas blancas (CD4+ linfocitos), que forman parte del sistema inmune. El VIH eventualmente causa un severo agotamiento de estas células. Una persona infectada por el VIH puede lucir y sentirse bien por muchos años y, por lo tanto, no saber que está infectada. Sin embargo, al debilitarse el sistema inmune, la persona se hace más vulnerable a las enfermedades e infecciones comunes.
Con el pasar del tiempo, las personas con VIH que no se tratan tienen más probabilidad de tener enfermedades concurrentes y de desarrollar el SIDA. Debido a que el VIH/SIDA es una afección caracterizada por un defecto en la inmunidad natural del cuerpo para combatir enfermedades, las personas infectadas corren riesgo de desarrollar enfermedades graves que generalmente no constituyen una amenaza para las personas con un sistema inmune que funciona adecuadamente. Al momento, no hay una cura para el SIDA ni una vacuna que prevenga la infección por el VIH.
Cómo se propaga el VIH/SIDA
El VIH se transmite por contacto con la sangre u otros líquidos corporales de una persona infectada. Además, las mujeres embarazadas que tienen VIH lo pueden pasar a sus bebés durante el embarazo, el parto o al darles de lactar.
En las personas que abusan de las drogas, la transmisión del VIH puede ocurrir cuando comparten las agujas y otra parafernalia de inyección como copos de algodón, agua de enjuague y calentadores no esterilizados. Sin embargo, estas personas también corren mayor riesgo de infección por VIH por el solo hecho de usar drogas, sin importar si se las administran con una aguja y jeringuilla o no. Las investigaciones auspiciadas por el NIDA y el Instituto Nacional sobre el Abuso de Alcohol y Alcoholismo han demostrado que el consumo de drogas y alcohol puede interferir con el juicio y llevar a comportamientos sexuales de riesgo que ponen a los usuarios en peligro de contraer o transmitir el VIH.
El alcance e impacto del VIH/SIDA
El VIH/SIDA se ha convertido en una de las pandemias más letales en la historia de la humanidad, matando a más de 25 millones de personas en todo el mundo, incluyendo a más de 500,000 estadounidenses. A pesar de los adelantos importantes logrados en el tratamiento del VIH/SIDA, la pandemia aún está lejos de acabarse. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) calculan que alrededor de 40,000 estadounidenses adquieren el VIH cada año y que muchos de éstos son menores de 25 años. Debido a un número de factores complejos biológicos, sociales y económicos, también hay algunos grupos poblacionales que tienen mayor riesgo de adquirir el VIH/SIDA. Por ejemplo:
Mientras que en el 2004 los afroamericanos constituían alrededor del 13 por ciento de la población en los Estados Unidos, conformaron más de la mitad del total de casos diagnosticados del SIDA.
En el 2004, los hispanos constituían un 13 por ciento de la población; sin embargo, representaron un 18 por ciento de los nuevos diagnósticos de VIH en las 35 áreas de los Estados Unidos donde se reportan estos casos en informes a largo plazo con confidencialidad de nombre.
Las mujeres continúan siendo una población especialmente vulnerable, constituyendo el 29 por ciento de todos los casos diagnosticados de VIH en el 2004.
Entre el 2000 y el 2003, las mujeres afroamericanas constituyeron el 69 por ciento de las mujeres diagnosticadas con VIH.
En el 2001, la infección por VIH fue la causa principal de muerte en las mujeres afroamericanas de 25 a 34 años de edad, en los hombres afroamericanos de todas las edades, y en las mujeres hispanas de 35 a 44 años.
Los hombres que tienen sexo con otros hombres continúan siendo la categoría con el mayor número de transmisiones del VIH.
Es más, los CDC consideran que alrededor de una cuarta parte de las personas infectadas por el VIH en los Estados Unidos, no saben que están infectadas. Estas personas no sólo corren un alto riesgo de contagiar a otras con el VIH, sino que tampoco están beneficiándose de los tratamientos médicos eficaces para el VIH, que pueden reducir las enfermedades relacionadas con el SIDA y retrasar el progreso de la enfermedad.
Desde 1996, se ha logrado prolongar la vida de las personas con VIH/SIDA y disminuir sus síntomas a través de la terapia antirretroviral altamente activa (HAART, por sus siglas en inglés). La HAART es una combinación personalizada de diferentes tipos de medicamentos recetados para cada paciente basándose en factores tales como su carga viral, conteo de linfocitos CD4+ y los síntomas clínicos.
Prevención de la propagación del VIH/SIDA
La detección temprana del VIH puede ayudar a prevenir su transmisión. Las investigaciones indican que los exámenes de rutina para detectar el VIH realizados en centros de atención médica entre poblaciones con una tasa de prevalencia tan baja como el 1 por ciento, son un método tan viable, desde el punto de vista económico, como las pruebas para detectar otras enfermedades como el cáncer de mama y la presión arterial alta. Estos descubrimientos sugieren que los exámenes para detectar el VIH pueden reducir los costos médicos previniendo prácticas de alto riesgo y disminuyendo la transmisión del virus.
Las investigaciones cumulativas han demostrado que una prevención integral del VIH que comprenda los tratamientos para el abuso de drogas, el alcance comunitario, las pruebas de detección y la consejería para el VIH y otras infecciones, además del tratamiento para el VIH, es la manera más eficaz para reducir el riesgo de las infecciones transmitidas por vía sanguínea.
La combinación de los tratamientos farmacológicos y conductuales para el abuso de drogas tiene un impacto comprobado sobre los comportamientos de riesgo para el VIH y sobre la incidencia de la infección por VIH. Por ejemplo, las investigaciones recientes han demostrado que cuando se combinan las terapias conductuales con el tratamiento con metadona, alrededor de la mitad de los participantes que informaron inyectarse drogas al comienzo del estudio, informaron que ya no lo hacían al término del estudio. Asimismo, al salir del estudio, más del 90 por ciento de todos los participantes informaron que no compartían agujas. Mientras que estos hallazgos muestran gran promesa para lograr reducciones en los comportamientos de riesgo para el VIH, ahora se necesitan estudios para mejorar la eficacia a largo plazo de estas intervenciones.
Los tratamientos conductuales para el abuso de drogas también parecen capaces de mejorar la adherencia de los pacientes a la terapia HAART. Las intervenciones dirigidas a aumentar la adherencia a los tratamientos para el VIH son esenciales para el éxito del tratamiento, pero generalmente requieren cambios dramáticos en el estilo de vida para contrarrestar el estilo de vida irregular a menudo creado por el abuso y adicción a las drogas. También es crítico tener un cuidado médico adecuado para el VIH/SIDA y para las enfermedades asociadas para reducir y prevenir la propagación de infecciones nuevas.
Otras enfermedades infecciosas
Además de aumentar el riesgo de infección por VIH, las personas que usan drogas o realizan comportamientos de alto riesgo asociados con el abuso de drogas también se exponen, sea a sí mismos o a otros, a contraer o a trasmitir la hepatitis C (VHC), la hepatitis B (VHB) y la tuberculosis (TB), además de varias otras enfermedades de transmisión sexual, incluyendo sífilis, clamidia, tricomoniasis, gonorrea y herpes genital. También es común que los usuarios de drogas inyectables (UDI) tengan más susceptibilidad a infecciones de la piel en el sitio de la inyección y a infecciones bacterianas y virales, tales como pulmonía bacteriana y endocarditis, que si no se tratan, puede llevar a problemas graves de la salud.
El VHC, VHB y el VIH/SIDA
El VHC, la principal causa de enfermedad hepática, tiene una alta prevalencia entre los UDI y a menudo ocurre simultáneamente con el VIH;
El VHB también es común entre las personas que abusan de drogas. Estos son dos de los virus que pueden causar una inflamación del hígado.
La infección crónica con el VHC o el VHB puede resultar en cirrosis (cicatrices en el hígado) o cáncer hepático primario. Aunque aún no hay una vacuna para el VHC, sí hay una vacuna altamente efectiva que puede prevenir la infección por VHB.
El VHC es altamente contagioso a través de exposición por vía sanguínea. Los estudios financiados por el NIDA han encontrado que, dentro de los primeros tres años de usar drogas inyectables, la mayoría de los UDI contraen el VHC y que hasta un 90 por ciento de los UDI infectados con VIH también pueden estar infectados con VHC. La infección crónica concurrente de la hepatitis C y el VIH resulta en un progreso acelerado a enfermedad hepática en estado terminal y muerte en comparación con las personas infectadas solamente con el VHC.
Mientras que el tratamiento de la infección concurrente por VIH y VHC presenta ciertos retos, el tratamiento durante la fase aguda de la infección por VHC (es decir, dentro de 6 a 12 meses de su detección) puede ser muy eficaz para controlar este virus. El tratamiento para la infección crónica del VHC puede mejorar la calidad de vida de manera significante.
La TB y el VIH/SIDA - La tuberculosis es una enfermedad crónica e infecciosa de los pulmones. A través de importantes iniciativas de salud pública para la detección y el tratamiento de esta enfermedad, su prevalencia ha disminuido en los Estados Unidos durante varios años, con 14,000 casos notificados en el 2005, la tasa más baja desde que se comenzó el seguimiento en el 1953. Sin embargo, la disminución en la prevalencia de la TB se ha desacelerado en un 50 por ciento en años recientes y la infección por TB continúa asociada al VIH/SIDA y al abuso de drogas.
Las personas con una infección latente de TB no tienen síntomas, posiblemente no desarrollen la forma activa de la enfermedad y tampoco la pueden propagar. Sin embargo, si estas personas no reciben terapia preventiva, la enfermedad se puede volver activa y contagiosa. Las investigaciones del NIDA han demostrado que los UDI tienen tasas altas de infección latente por TB. Ya que la infección por VIH debilita severamente el sistema inmune, las personas con esta infección y con TB latente tienen mayor riesgo de desarrollar la forma activa de la tuberculosis y volverse altamente contagiosas, aumentando así el riesgo de mayor propagación de la TB. El tratamiento eficaz para el VIH y la TB puede reducir las enfermedades asociadas y el riesgo de transmisión a otros.
Fuente: NIDA |