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Neofobia infantil: chicos que sufren aversión a las comidas nuevas

La University College de Londres investigó a más de 5 mil pares de mellizos de entre 8 y 11 años. La mayoría mostró una aversión de origen genético. La patología se denomina "neofobia infantil". Hay técnicas para que los padres puedan ayudar a sus hijos a superarla
Un nuevo estudio de la University College de Londres ofrece algo de alivio a todos aquellos padres a los que les preocupa el hecho de que sus hijos nunca comen otra cosa más que leche chocolatada, vitaminas Gummi y alguna que otra uva ocasional. Un grupo de investigadores analizaron los hábitos alimentarios de 5.390 pares de mellizos de 8 a 11 años y descubrieron que la aversión de los chicos a probar comidas nuevas es mayormente hereditaria.

Por ende, el mensaje para los padres es el siguiente: no es su comida, son sus genes.
El estudio, liderado por la doctora Lucy Cooke, del departamento de Epidemiología y Salud Pública de la University College London, fue publicado en el American Journal of Clinical Nutrition en agosto pasado. La doctora Cooke y otros creen que se trata del primero en utilizar una medida convencional para investigar la influencia de la genética y el medio ambiente en la neofobia infantil (miedo a la incorporación de nuevos alimentos en la dieta).

Según el informe, las causas de la neofobia son genéticas en un 78 por ciento y ambientales en un 22 por ciento.

En los Estados Unidos, tanto los nutricionistas como los pediatras y otros investigadores académicos modificaron últimamente su foco para centrarse mayormente en los chicos que comen demasiado, en lugar de en los que comen poco. Pero los casos de obesidad son menos frecuentes que los ataques de selectividad extrema a la hora de elegir qué comer.

La mayoría de los chicos comen una amplia variedad de alimentos hasta los 2 años, cuando repentinamente dejan de hacerlo. La etapa puede durar hasta los 4 ó 5 años. Según los investigadores, se trata de una respuesta de la evolución. Las papilas gustativas de los chicos se cierran cuando empiezan a caminar, lo que hace que controlen más lo que comen.

Para Ellyn Satter, especialista en nutrición infantil cuyos libros son muy seguidos por los padres de todos los chicos "difíciles" para comer, un escepticismo natural frente a las comidas nuevas es parte saludable del desarrollo de un niño.

Para Satter, cada chico tiene una serie única de cosas que le gustan y no, que son determinadas genéticamente. Y la única forma, según Satter, en cómo los chicos descubren qué es cada cosa es colocándose los alimentos en la boca y sacándolos una y otra vez.

La conexión genética tiene sentido para la estadounidense Jennifer Useloff, cuyo hijo sólo acepta variaciones de nada más que queso y pan, con alguna que otra fruta y el ocasional bocadito de pollo frito. Useloff, de 36 años, era igual cuando era chica. A pesar de que tomaba litros de leche, no toleraba las verduras ni las frutas crudas. Las comidas nuevas le daban miedo.
Esta aversión de Useloff le duró hasta sus 20 y pico de años, cuando logró vencer sus temores. De todos modos, aún hoy se niega a comer pepino.

A pesar de que la neofobia parece ser genética, los médicos coinciden en que los padres de chicos difíciles no deben rendirse y cocinarles nada más que pastas.

"Debemos entender que la biología no es el destino", opinó Patricia Pliner, profesora de Psicología Social en la Universidad de Toronto. "Esto no significa necesariamente que no haya nada que podamos hacer sobre el medio ambiente que nos rodea".

Quienes estudian a los chicos proclives a tirarse al piso ante la mera mención del brócoli, coinciden en que la exposición repetida y serena a alimentos nuevos todos los días durante períodos que lleguen hasta las dos semanas es una forma eficaz para vencer los temores de un niño.

Otro método efectivo, adoptado por la esposa del actor Jerry Seinfeld, madre de tres, es por ejemplo esconder los alimentos bajo la forma de purés, que se mezclan con las comidas.

Seinfeld cubre por ejemplo una fuente de pasta con manteca con una taza de calabaza procesada. A la masa de los panqueques le agrega remolacha procesada y a la mezcla de los brownies le incorpora espinaca.
Para empezar: cómo enseñar a comer a los bebés
- Tolerar que el bebé reciba o rechace alimentos según su gusto.
- El vaso de leche no debe ser reemplazado por mate cocido, té o café. Si rechaza la leche puede significar que no tiene hambre.
- Ofrecer nuevamente los alimentos rechazados luego de unos días.
- No darles jarabes ni vitaminas que aumenten el apetito.
- No introducir nuevos alimentos cuando están enfermos. Si no quieren comer, ofrecerles pequeñas cantidades de aquellos que les dan placer.
- No dar premios o castigos relacionados con la comida.
- No agregar sal a las comidas.
- No correr con la cuchara detrás del bebé.

De "Manual de instrucciones del bebé", del doctor Jorge Nasanovsky